sábado, 25 de enero de 2014

LA GUARDIA CIVIL EN 1898: EL AÑO DEL"DESASTRE"



Artículo escrito por Jesús Núñez y publicado en la Sección "Historia y Cultura" de la Revista profesional "GUARDIA CIVIL", núm. 655, correspondiente al mes de noviembre de 1998, págs. 70-74. 
El original está ilustrado con once fotografías en blanco y negro.

"A las cuatro de la tarde del 21 de abril de 1898, el embajador de los Estados Unidos en España, señor Woodford, abandonaba Madrid en tren junto a un capitán de la Guardia Civil y fuerza de escolta. La orden era acompañarle hasta la frontera con Francia. El Gobierno español le había comunicado la noche anterior la ruptura de relaciones como consecuencia del ultimátum americano para que se renunciara a nuestra soberanía en Cuba."

Introducción.

El 25 de enero de 1898 fondeaba en el puerto de La Habana el crucero norteamericano "Maine". Era el principio del fin de un año que supondría para España la pérdida definitiva de las islas de Cuba, Puerto Rico y Filipinas: "El Desastre".

A las 21'40 horas del 15 de febrero se produciría una fuerte explosión que partiría en dos al "Maine" provocando su hundimiento y el fallecimiento de 266 miembros de su tripulación.

Una comisión de la marina americana terminaría su investigación dando a entender que se había tratado de una explosión provocada desde el exterior y por lo tanto de un atentado.

En 1911 los estadounidenses rescataron de las aguas del puerto los restos del buque al objeto de efectuar un nuevo examen. Tras ello lo hundieron definitivamente en alta mar.

En 1976 se publicaría el resultado de una nueva investigación de la armada norteamericana. Todos los datos recabados apuntarían a que la explosión fue interna y provocada por la combustión espontánea del carbón bituminoso de una de las carboneras que carecía de la ventilación adecuada.

Algo que la comisión española siempre mantuvo desde 1898 ya que la mayor parte de las planchas del fondo del buque quedaron dobladas hacia fuera.

La Guerra del "98".

La Guerra real comenzaría al anochecer del 30 de abril de 1898 en la bahía de Manila con el desastre de Cavite. El 3 de julio era hundida la flota del Almirante Cervera en Cuba. El 14 de julio se rendía El General Toral en Santiago. El 14 de agosto el General Jáudenes firmaba la capitulación de Manila. 

El 1 de octubre se iniciaban en París las conversaciones para la paz y el 10 de diciembre se firmaban todas las condiciones sin excepción impuestas por el vencedor americano.

La Guardia Civil viviría intensamente aquellos dramáticos momentos para la Historia de España, ya que no en vano tenía desplegados siete Tercios y cerca de diez mil hombres en Ultramar. Pero 1898 fue también el año de la culminación de su despliegue en todo el territorio nacional con la creación de la Comandancia de Canarias y la Sección de Ceuta.

A principios de 1898.

El 1 de enero la Guardia Civil se encontraba organizada territorialmente en 16 Tercios peninsulares (con cabeceras en Madrid, Toledo, Barcelona, Sevilla, Valencia, Coruña, Zaragoza, Granada, Valladolid, León, Badajoz, Burgos, Vitoria, Murcia y Málaga), la Comandancia de Baleares y los 7 Tercios de Ultramar de los que tres estaban en Cuba (con cabeceras en Habana, Santa Clara y Puerto Príncipe), uno en Puerto Rico y los otros tres restantes en Filipinas (con cabeceras en Manila, Mindanao y Nueva Ecija).

En total 15.509 hombres en el territorio nacional y 9.256 en los de Ultramar si bien hay que significar que estos últimos tenían un régimen de dependencia, normativo y retributivo diferente.

La Guardia Civil de Cuba y Puerto Rico se había amalgamado con la de la Península como consecuencia de la ley de 10 de julio de 1871. En cambio la de Filipinas aunque se estuvo considerando a principios de 1898 como consecuencia del reconocimiento de los mismos derechos a los indígenas que a los españoles, no se llevó finalmente a cabo.

El Director General era entonces el Teniente General Romualdo Palacio y González, héroe de la tercera guerra carlista y antiguo Capitán General de Puerto Rico. Malagueño de origen había nacido el 8 de febrero de 1827.

Llevaba al frente del benemérito Instituto desde el 30 de enero de 1892 y se mantuvo en el cargo hasta que pasó a la reserva el 9 de febrero de 1899. Durante esos siete años conocería a cinco ministros del Ejército diferentes, lo cual sirve de muestra para imaginar la inestabilidad de la política general y militar de la época.

En la Península la Guardia Civil libraba una dura lucha contra el anarquismo terrorista y el bandolerismo. En la tarde del 8 de agosto de 1897 había sido asesinado por un anarquista italiano el presidente del Gobierno, Antonio Cánovas del Castillo. Este magnicidio no fue un hecho aislado sino un significativo ejemplo de la situación que se padecía.

Asesinatos, atentados con bombas, asaltos y robos se perpetraban con demasiada frecuencia. Las persecuciones de requisitoriados de la justicia y desertores del Ejército era el pan diario de los guardias civiles de entonces.

A ello había que sumarle una continúa y feroz campaña de desprestigio contra las fuerzas del orden desde algunos sectores de la prensa extranjera y nacional. Motivados realmente por oscuros intereses políticos el tema principal eran las supuestas torturas a que eran sometidos los terroristas anarquistas para que confesaran sus crímenes.

Sin embargo el gobierno de la nación tal y como había venido sucediendo desde 1844 iría depositando cada vez más su confianza en el benemérito Instituto, dotándolo progresivamente de más recursos humanos y materiales.

De hecho en 1897 las Cortes aprobarían para el ejercicio económico 1898-99 con cargo a los presupuestos del Ministerio de la Guerra un aumento de 3.641 hombres, gracias al cual se potenciaría el despliegue territorial del Cuerpo implantándolo por fin en todo el territorio nacional.

La reorganización.

Como consecuencia de esa aprobación de aumento de plantilla el Director General del Cuerpo elevaría el 20 de junio de 1898 una propuesta de distribución de efectivos y creación de nuevas unidades.

Tan sólo diez días después, siendo Ministro de la Guerra Miguel Correa y García, se dictaba una real orden circular de la Sección de Estado Mayor y Campaña aprobando la misma.

En ella se publicaba el nuevo cuadro orgánico de los tercios, comandancias, centros y dependencias del Instituto en la Península, islas Baleares, Canarias y posesiones del Norte de Africa.

Se creaban dos nuevos Tercios: el 17º y el 18º con cabeceras en Tarragona y Cádiz respectivamente. Para ejercer su mando serían destinados los Coroneles Ricardo Sorribas de Coca y José Luis Gay González, éste último veterano de Filipinas.

A causa de ello cambiaría por última vez la numeración de los Tercios de Ultramar: los de Cuba serían el 19º, 20º y 21º, 22º el de Puerto Rico y 23º, 24º y 25º los de Filipinas.

La Comandancia de Canarias se organizaría sobre la base de la Compañía de Guardias Provinciales, constituida por miembros del Ejército que prestaban en el archipiélago un servicio análogo al que tenía encomendado en la Península la Guardia Civil.

La plana mayor se fijaría en Santa Cruz de Tenerife, entonces capital de la provincia, destinándose como Primer Jefe al Comandante Francisco Fenech Cordonié. Su única compañía tendría la cabecera en las Palmas de Gran Canaria siendo su primer Capitán Miguel Oliver Ferur. La nueva Comandancia estaría compuesta por 1 jefe, 6 oficiales y 140 guardias civiles.

Para prestar el servicio peculiar del Cuerpo en la plaza de Ceuta se creaba una Sección dependiente de la Comandancia de Cádiz. Estaría compuesta por 35 hombres (1 primer teniente, 1 sargento, 2 cabos, 2 guardias de 1ª y 30 guardias de 2ª clase). Dicha unidad era análoga a la que se había creado en Melilla dos años antes dependiente de la Comandancia de Málaga. Con su llegada se suprimiría la Sección de Orden Público constituida por fuerzas del Ejército.

Como principio general la fuerza de Caballería del Instituto quedaba organizada en escuadrones suprimiéndose las secciones sueltas a excepción y por razones especiales, de las de Tarragona, Coruña, Baleares y Canarias.

La fuerza del escuadrón de Córdoba se distribuiría entre la de los Tercios de Barcelona, Sevilla y Granada. La fuerza del escuadrón de Jaén lo haría entre los Tercios de Zaragoza y Badajoz.

Las secciones sueltas que se suprimirían pasarían a sustituir los escuadrones de los tercios respectivos, creándose al efecto un escuadrón en los Tercios de León, Vitoria y Murcia. La residencia de los dos primeros se fijarían en Oviedo y Pamplona respectivamente.

También se disponía que el cargo de cajero de las Comandancias de primera clase (las mandadas por un teniente coronel y que tuvieran como mínimo tres compañías), fuera desempeñado a partir de ese momento por un capitán.

Por último se ordenaba que con ese aumento de 3.461 hombres de tropa se atendiera además de las unidades de nueva organización, al establecimiento de los Puestos solicitados y concedidos de real orden así como a la necesidad de completar hasta la fuerza mínima reglamentaria los 684 que entonces carecían de ella.

La Guardia Civil quedaba organizada al finalizar 1898 en 18 Tercios, 52 Comandancias, 147 Compañías, 436 Líneas y 2.457 Puestos.

La repatriación.

El "Desastre" conllevaría en cuanto a la Guardia Civil se refiere a la disolución de sus siete tercios de Ultramar y la repatriación de sus miembros no indígenas. Asimismo en el caso de Filipinas las revueltas de los tagalos que se produjeron después de la capitulación supondría el asalto de algunas de las casas-cuarteles y el asesinato de sus habitantes ante la pasividad de las fuerzas militares americanas de ocupación.

Se crearían las correspondientes comisiones liquidadoras, estando las de Cuba y Puerto Rico dirigidas por el Coronel Guillermo Tort y Gil quien se había destacado por su valor en los combates acontecidos en la primera de las islas. Sería auxiliado en dicha tarea administrativa por los Tenientes Coroneles Rafael Rivera Ortíz y Luis García de Celada y Madrigal.

La repatriación de las fuerzas de Ultramar permitiría amortizar sobradamente las 3.461 plazas aprobadas en 1897. De otra forma hubiese sido difícil su cumplimiento dadas las fuertes restricciones económicas que se produjeron en la administración pública como consecuencia del esfuerzo que se había realizado para evitar el "Desastre".

Desde la época fundacional varios de los gobiernos de la nación o las propias Cortes habían aprobado sucesivos aumentos de plantilla pero que no se hacían realidad o se retrasaban durante años dadas las continúas crisis económicas que se padecían.

En los últimos meses de 1898 y primeros de 1899 irían regresando los guardias civiles repatriados de Ultramar a los puertos de Barcelona, Cádiz, Cartagena, Málaga o Santander entre otros a bordo de vapores como el "María Cristina", "Stugartt", "Lake Ontario", "Ems", "Gran Antilla", "Buenos Aires", "Montevideo", Chandemayor" o "Los Andes".

Muchos de ellos permanecerían a su llegada a la Península en situación de reemplazo o supernumerario hasta que se recibieran sus documentos para ser clasificados y acordar su definitivo destino con ocasión de vacante. Su situación económica sería difícil ya que mientras tanto percibirían sólo el 80 % del sueldo en el mejor de los casos y tardarían varios meses más en cobrar los atrasos de Ultramar que se les debía.

Atrás quedaba un largo y honroso historial de gestas llenas de gloria y sacrificio realizadas día a día por aquellos hombres que nunca han sido suficientemente recogidas e investigadas.

Tan sólo 50 años antes y apenas cuatro después de la Fundación del Cuerpo, el Conde de Alcoy, Federico Roncali, al ser nombrado a principios de 1848 Capitán General de Cuba había elaborado una extensa memoria proponiendo la implantación de la Guardia Civil para atender la seguridad pública de la isla amenazada entonces por partidas de bandoleros, cuatreros y caballistas.

Informes con similar espíritu se realizaron en 1855 y 1857 respecto a Filipinas y Puerto Rico aunque al igual que pasó con Cuba hubo que esperar varios años más hasta que fuera una realidad.

Mucho se ha escrito en este Centenario sobre el año del "Desastre" y en especial sobre los sucesos de Ultramar, pero muy poco por desgracia sobre la Guardia Civil de aquellos días, que por derecho propio tienen su página de honor y gloria en la Historia.

Sirvan estas líneas como sencillo homenaje y reconocimiento a aquellos hombres que nos precedieron.

PLANTILLAS VIGENTES EL 1 DE JULIO DE 1898 DE LOS TERCIOS DE LA GUARDIA CIVIL EN LA PENINSULA, ISLAS BALEARES Y CANARIAS Y POSESIONES DEL NORTE DE AFRICA.

UNIDAD
GENERALES
JEFES
OFICIALES
CLASES Y GUARDIAS CIVILES
Dirección General
2
9
7
-
1º Tercio (Madrid)
-
7
44
1.238
2º Tercio (Toledo)
-
7
41
1.191
3º Tercio (Barcelona)
-
5
28
830
4º Tercio (Sevilla)
-
5
35
1006
5º Tercio (Valencia)
-
5
43
1.029
6º Tercio (Coruña)
-
6
30
837
7º Tercio (Zaragoza)
-
7
44
1.149
8º Tercio (Granada)
-
5
31
851
9º Tercio Valladolid)
-
6
42
1.058
10º Tercio (León)
-
5
32
966
11º Tercio (Badajoz)
-
5
31
928
12º Tercio (Burgos)
-
6
45
1.194
13º Tercio (Vitoria)
-
7
39
936
14º Tercio (Madrid)
-
6
47
948
15º Tercio (Murcia)
-
7
36
975
16º Tercio (Málaga)
-
4
39
996
17º Tercio (Tarragona)
-
5
25
750
18º Tercio (Cádiz)
-
5
28
804
Comandancia Baleares
-
2
11
247
Comandancia Canarias
-
1
6
140
Colegio Guardias Jóvenes
-
2
7
28
Depósito de Recría y Remonta
-
1
10
19
Colegio de Sargentos
-
2
9
20
T O T AL
2
120
710
18.140

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PLANTILLAS VIGENTES EL 1 DE JULIO DE 1898 DE LOS TERCIOS DE LA GUARDIA CIVIL EN ULTRAMAR.

UNIDAD
GENERALES
JEFES
OFICIALES
CLASES Y GUARDIAS CIVILES
Subinspección General
1
1
4
-
19º Tercio (Habana)
-
8
54
1.717
20º Tercio (Santa Clara)
-
9
67
1.798
21º Tercio (Puerto Príncipe)
-
7
41
1.015
Total CUBA: 
1
25
166
4.530
22º Tercio (San Juan)
-
4
27
654
Total PUERTO RICO:
-
4
27
654
23º Tercio (Manila)
-
5
47
1.093
24º Tercio (Mindanao)
-
5
52
1.260
25º Tercio (Nueva Ecija)
-
5
42
1.000
Guardia Civil Veterana
-
1
14
325
Total FILIPINAS: 
-
16
155
3.678
TOTAL ULTRAMAR:
1
45
348
8.862

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Bibliografía.
  • Documentación del Servicio de Estudios Históricos de la Guardia Civil.
  • La Guerra de independencia Cubana a través de Diario de Cádiz. (1895-1898). Manuel Baraja Montaña. Edita Universidad de Cádiz. 1979
  • Historia General de España. Ricardo de la Cierva. Editorial Planeta. Madrid 1980.
  • La Guerra del 98. Agustín Rodríguez. Editorial Agualarga. Madrid 1998.
  • La Guardia Civil. Nacimiento y consolidación 1844 - 1874. Miguel López Corral. Editorial Actas. Madrid 1995.
  • Historia de la Guardia Civil. Francisco Aguado Sánchez. Editoriales Cupsa y Planeta. Madrid 1984.
  • Colección Legislativa del Ejército. Años 1890-99.
  • Anuario Militar de España. Años 1895-99.
  • Resumen de Servicios de la Guardia Civil. Años 1898-99.


3 comentarios:

  1. El reino de España desdeñó unirse a la Ilustración europea del siglo XVIII. Ello dio una gran ventaja a dos de esos países, principalmente, Francia e Inglaterra. A estos dos se uniría después los Estados Unidos. El más miope historiador anglosajón deduciría que, al menos, desde el R.D. 1825, hasta 1873, cuando ya llevábamos medio siglo de retraso con relación a esos países, sufrió el primer TOCOMOCHO y sin solución de continuidad, en 1898. Estados Unidos e Inglaterra se cobraron sus resultados; lo que eufemísticamente quieren llamar los historiadores españoles como El Desastre del 98. En todo ese tiempo no hubo un solo general (quizás uno) y, más sangrante aún, ni un solo almirante que tuviera dos dedos de frente. Se dieron todo ese tiempo la gran vida viviendo del cuento a la sombra de los marqueses de Comillas Antonio López López y Claudio López Bru, de la Iglesia de Roma y de los Borbones, “únicos” beneficiados por el Tocomocho-Desastre del 98.

    Tras éste, seguiría el segundo Desastre, el de Annual por obra y gracia del Tocomocho/geo-estratega borbón Alfonso XIII, según se deduce del Expediente del general Picasso González. De éste también sacaron una buena tajada los López, validos del reino de España…hubo otro Tocomocho/Desastre, en el 36, protagonizado por los mismos actores, en esta ocasión el valido se llamaba Joan Antoni Güell y López con su amanuense (Florentino) de bolsillo, Juan March

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  2. Real Decreto 28 de marzo, 1825 (Amos S. Hershey)

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  3. Perdón, Joan March el presunto financiero-contrabandista del porta-aeronave de las Baleares. ¿Se sabe por qué la Guardia Civil no detectó las grandes habilidades para el contrabando libre del monárquico-franquista balear; antes y después del golpe?

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