Artículo escrito por Jesús Núñez y publicado en la Sección "Historia" de la Revista profesional "GUARDIA CIVIL", núm. 673, correspondiente al mes de mayo de 2000, págs. 78-81.
El original está ilustrado con siete fotografías en blanco y negro y un plano en blanco y negro.
En diciembre de 1844 llegaban a la provincia de Cádiz los primeros guardias civiles. Unos a caballo y otros a pie, todos marchaban detrás de su capitán, José María de Cisneros y Lanuza. Al final de la columna y montados en algunos carros iban sus familias junto a unos modestos enseres y equipajes.
Introducción.
Una vez publicado el decreto fundacional del 13 de mayo de 1844 se procedió a atender prioritariamente la principal necesidad: la recluta, selección, instrucción, organización y despliegue de los primeros hombres y unidades.
Los aspirantes escogidos fueron concentrados inicialmente en los campamentos madrileños de Leganés y Vicálvaro. El 20 de octubre de 1844 las primeras columnas, a caballo y a pie, acompañadas de sus familias, empezaron a partir hacia sus destinos. Al llegar a las localidades próximas a las cabeceras de sus Tercios establecieron unos campamentos provisionales por espacio de un mes en donde se aprovechaba para completar su instrucción.
A cada provincia se le asignó una compañía de infantería y una sección de caballería. Los destinados a la de Cádiz quedaron encuadrados en el 3º Tercio con residencia en la capital hispalense junto a los de las provincias de Córdoba, Huelva y Sevilla.
El campamento del 3º Tercio, bajo el mando del coronel José de Castro, se instaló en las proximidades de la población sevillana de Alcalá de Guadaira. Tras instruir durante casi un mes a sus hombres, el capitán jefe de las fuerzas gaditanas, José María de Cisneros y Lanuza, recibió la orden de emprender la marcha. Poco más de un centenar de guardias civiles y varias decenas de familias le siguieron.
Tras casi cuatro días de marcha la columna atravesó el recinto amurallado de Puerta de Tierra que protegía la entrada a la ciudad de Cádiz. Al día siguiente el capitán Cisneros cumplimentó al gobernador militar, al jefe político de la provincia (antecedente histórico del gobernador civil ) y al alcalde, dedicándose seguidamente a organizar junto a sus oficiales el despliegue por la provincia.
Bien pronto la prensa local se haría eco de su presencia y el 30 de diciembre de 1844 anunciaría que el día 2 de enero siguiente debían pasar sus componentes la primera revista de comisario en Cádiz así como que siete días después empezarían a prestar servicio.
La provincia de Cádiz fue siempre de la especial atención de nuestro primer Inspector General, Francisco Javier Girón y Espeleta Las Casas y Enrile (Pamplona, 11 de marzo de 1803 - Madrid, 18 de diciembre de 1869), II duque de Ahumada y V marqués de Las Amarillas, ya que había participado siendo muy joven en diversas acciones militares acontecidas en la misma.
Así por ejemplo el histórico pronunciamiento del teniente coronel Rafael del Riego iniciado el 1 de enero de 1820 sorprendió al duque de Ahumada en Villamartín, participando poco tiempo después en las acciones del castillo de Torregorda y la batería de La Cantera. En 1831 había prestado sus servicios en la zona del Campo de Gibraltar cuando formaba parte del regimiento de milicias provinciales de Granada.
El capitán Cisneros.
José María de Cisneros y Lanuza fue el primer jefe de la Guardia Civil gaditana, que por aquel entonces no tenía todavía la denominación de Comandancia. Nacido el 27 de julio de 1800 en la localidad extremeña de Montemolín había ingresado en el Colegio de Artillería de Segovia a los 15 años de edad.
Tras casi cinco años de estudios militares sirvió en los empleos de subteniente, teniente y capitán del Real Cuerpo de Artillería en los departamentos de Castilla La Vieja, Andalucía y Cataluña. En 1823 había participado con gran valor, formando parte del ejército realista, en las acciones militares que acontecieron en la provincia de Cádiz con ocasión de los sitios a la ciudad de San Fernando y al castillo de Santi Petri.
En 1843, tras distinguirse como 2º jefe de estado mayor en la defensa de la ciudad de Sevilla fue ascendido por la junta de gobierno al empleo de primer comandante efectivo del Cuerpo de Estado Mayor y se le reconocieron los grados de teniente coronel y coronel de Infantería. Posteriormente la reina Isabel II aprobó dichos honores salvo el del ascenso que finalmente lo fue sólo al empleo de 2º comandante efectivo de Infantería.
Seleccionado para formar parte del recién creado Cuerpo de la Guardia Civil, la monarca firmó el 17 de septiembre de 1844 la real orden por la que se le otorgaba el empleo de primer capitán del mismo, siendo destinado como jefe de la 3ª compañía (Cádiz) del 3º Tercio (Sevilla).
Cisneros estuvo destinado en Cádiz hasta el 31 de diciembre de 1845. A partir de 1846 se hizo cargo del mando de la 2ª compañía (Sevilla) de dicho Tercio. En 1848 se distinguió y fue expresamente felicitado al sofocar bajo las órdenes del capitán general de Andalucía el pronunciamiento militar de una parte de la guarnición sevillana.
Dos años más tarde, en el empleo de comandante y con 50 años de edad, solicitó su retiro al encontrarse afectada su salud y querer dedicarse a actividades privadas ya que el sueldo que percibía como jefe de la Guardia Civil no le permitía mantener a su numerosa familia. El propio Duque de Ahumada informó favorablemente, de su puño y letra, dicha petición que fue aceptada por la reina.
A lo largo de sus 35 años de servicio en la carrera de las armas había sido condecorado con la cruz de la real y militar orden de San Luis, la cruz de 1ª clase de San Fernando, la medalla de la defensa de Sevilla en 1848 así como otra medalla más que recibió como premio por la invención de maquinaria agrícola. También fue nombrado caballero comendador de la real y militar orden de Isabel la Católica.
El 21 de agosto de 1875 el coronel graduado de Infantería, comandante retirado de la Guardia Civil, José María de Cisneros y Lanuza, falleció en Sevilla cuando contaba 75 años de edad.
El primer despliegue.
Con cabecera en Cádiz la Guardia Civil empezó a desplegarse por toda la provincia teniendo por principal misión la erradicación del bandolerismo que asolaba la serranía y los caminos que enlazaban sus poblaciones.
La plantilla inicial estaba compuesta por 1 primer capitán de la clase de comandantes del Ejército, 1 segundo capitán de la clase de capitanes del Ejército, 2 tenientes , 1 alférez, 1 cabo mayor 1º de la clase de sargentos 1º del Ejército, 3 cabos mayores 2º de la clase de sargentos 2º del Ejército, 4 cabos 1º, 4 cabos 2º, 2 trompetas, 1 tambor, 1 corneta y 120 guardias civiles. Las tres secciones de infantería y la de caballería pronto resultaron insuficientes.
Con motivo de la entrada en servicio de la Guardia Civil en la provincia, el periódico gaditano "El Comercio", en su número correspondiente al 11 de enero de 1845, publicaba una comunicación del jefe político de la provincia, Manuel Lassala, dirigida a los alcaldes afectados.
En ella se decía textualmente, entre otras cosas, que " La Guardia Civil es el brazo que el gobierno ofrece al hombre honrado, y lo es de persecución y de temor para el delincuente y de mal vivir ".
La 1ª sección de infantería ( todavía no se denominaban Líneas) se estableció en Cádiz y hacía su servicio en la propia ciudad extendiéndose hasta la de San Fernando. La 2ª sección se ubicó en Jerez de la Frontera siéndole asignadas la seguridad del camino principal que se dirigía a Sevilla y la misión de recorrer constantemente la demarcación hacia los términos de Arcos de la Frontera, Sanlúcar de Barrameda y Puerto de Santa María.
La 3ª sección se trasladó a la localidad de Medina Sidonia quedando encargada de vigilar muy especialmente los pinares de Chiclana de la Frontera y extenderse hacia los términos de Conil de la Frontera y de Vejer de la Frontera. La sección de caballería fue situada en la ciudad de Algeciras al objeto de establecer su vigilancia en el Campo de Gibraltar.
Aumentos de plantilla y puestos.
Al poco tiempo empezó a comprobarse que la plantilla inicial era claramente insuficiente y que era necesario potenciar el despliegue por toda la provincia. El prestigio que el nuevo Cuerpo iba alcanzando era tal que todos los alcaldes reclamaban su presencia. Así la plantilla fue creciendo y se crearon nuevos puestos.
Gracias al número 110 del día 10 de octubre de 1853 del Guía del Guardia Civil (antecedente histórico del actual boletín oficial del Cuerpo) podemos saber nombres y despliegues concretos.
La ya denominada Comandancia contaba entonces además de los de la capital, con 6 líneas y 25 puestos repartidos por toda la provincia. Estaba mandada por el teniente coronel graduado primer capitán de infantería Benito Artalejo, quien tenía bajo su mando un total de 211 hombres de infantería y 51 de caballería.
La Línea de Jerez de la Frontera era dirigida por el 2º capitán Julián Cantero e incluía los puestos de Arcos de la Frontera, Jerez de la Frontera y Sanlúcar de Barrameda. La Línea de Grazalema lo estaba por el teniente Francisco Jiménez Bueno y tenía a su cargo los puestos de Grazalema, Olvera y Ubrique. La Línea de El Puerto de Santa María la mandaba el teniente Vicente Escolano y estaba formada por los puestos de Puerto Real, El Puerto de Santa María, Rota y San Fernando.
En la Línea de Medina Sidonia estaba a su frente el teniente Ricardo Rada cuya demarcación se extendía por los puestos de Alcalá de los Gazules, Chiclana de la Frontera, Conil de la Frontera, Medina Sidonia y Vejer de la Frontera. En la Línea de Villamartín estaba el teniente Gabriel Alonso y tenía los puestos de Villamartín, Prado del Rey y Algodonales.
Por último la Línea de San Roque era mandada por el teniente de caballería Juan Morillas y la formaban los puestos de Algeciras, Los Barrios, Jimena de la Frontera, La Línea, San Roque y Tarifa.
Los primeros cuarteles.
A pesar de los numerosos archivos consultados no se ha podido precisar todavía documentalmente cual fue el emplazamiento exacto de las primeras casas-cuarteles que tuvo el Cuerpo en la provincia de Cádiz entre 1844 y 1855. No obstante el decreto fundacional disponía que los ayuntamientos eran los encargados de proporcionar los edificios en los que pudieran vivir con sus familias.
Gracias a las diferentes guías y anuarios de Cádiz y su provincia conocemos algunas de sus ubicaciones a partir del año 1856. Así en aquel año la casa-cuartel de la capital bajo el mando del ya citado Benito Artalejo se encontraba ocupando parte del convento de San Francisco sito en la entonces denominada calle del Calvario (hoy Calderón de la Barca) mientras que en San Fernando estaba en la plaza del Castillo.
En Sanlúcar ocupaba el antiguo convento de los carmelitas descalzos. Es muy posible que estos fueran sus emplazamientos fundacionales.
En 1859 el acuartelamiento capitalino bajo la dirección del teniente coronel graduado primer comandante Pedro de Anca Majón continuaba en el mismo sitio y así seguiría durante más de una década mientras que el de El Puerto de Santa María se había trasladado a otro lugar, próximo a la plaza de toros.
En 1861 la Guardia Civil gaditana bajo el mando del 2º comandante Antonio González y González tenía casas-cuarteles en la calle San Julián de Moraime nº 1 de San Fernando y en la calle Pagador nº 36 de El Puerto de Santa María. Al año siguiente lo estaban en la calle San José y Portales así como en el nº 22 de la plaza de San Francisco respectivamente. Y así un largo etcétera.
Primeras actuaciones beneméritas.
Los casi 156 años de historia de la Guardia Civil gaditana están llenos de acciones humanitarias. Tal y como rezaba el artículo 6º de su Cartilla, el guardia civil debía ser siempre un pronóstico feliz para el afligido y que a su presentación el que se creyese cercado de asesinos, se viera libre de ellos; el que tenía su casa presa de las llamas, considerase el incendio apagado; el que veía a su hijo arrastrado por la corriente de las aguas lo creyera salvado.
En la noche del 9 de abril de 1848 el cabo José Franco y dos de sus guardias pertenecientes al puesto de Sanlúcar de Barrameda arriesgaron su vida para salvar la de los nueve tripulantes de la goleta inglesa "Mary" que debido a un fuerte temporal había encallado en la desembocadura del Guadalquivir. El cabo fue ascendido a sargento y a los dos guardias se les concedió la cruz de María Isabel Luisa.
El 6 de enero de 1856 los guardias civiles Jerónimo Gutiérrez y Miguel Rodríguez se arrojaron al agua y salvaron la vida a dos vecinos de El Puerto de Santa María que eran arrastrados por el desbordamiento del río Guadalete tras ocho días de lluvias torrenciales. La reina Isabel II les recompensó con la misma condecoración que a los anteriores.
La lucha contra el bandolerismo.
La muerte en el cumplimiento del deber acompañó desde el primer momento a la Guardia Civil. Las sierras de Andalucía se habían convertido en refugio de peligrosísimas y sanguinarias partidas de bandoleros. Los enfrentamientos fueron constantes y prueba de ello es que durante el periodo 1844-1853 las fuerzas del 3º Tercio contabilizaron entre sus propias filas 19 muertos y 25 heridos.
La provincia de Cádiz no sería ajena a ello y pagaría su particular tributo de dolor y gloria. Así en 1850 una pareja de guardias civiles fue asesinada en una emboscada por una partida de bandoleros en el término de Jimena de la Frontera. Perseguidos sus autores hasta San Roque resultaron muertos al disparar contra sus perseguidores.
En 1851 el subteniente graduado Juan Masera al frente de sus guardias se enfrentó en el término de Ubrique con la partida del bandolero apodado "Zamarra" resultando dos bandoleros muertos. Iniciada la persecución del cabecilla tuvo que refugiarse en Gibraltar y al ser expulsado de allí se escapó a Marruecos.
Otros dos de sus secuaces, apodados "el Sapo" y "el Valenciano" terminarían muriendo en nuevos enfrentamientos con fuerzas de la Guardia Civil.
Ese mismo año fallecería el cabo José Álvarez, comandante del puesto de Grazalema, cuando en una operación le era amputada una pierna en la población de Villaluenga del Rosario. Poco antes había recibido un disparo cuando intentaba identificar a unos aparentemente pacíficos arrieros. Su autor, el bandido apodado "Puiguerra", fue detenido y posteriormente ejecutado a garrote vil en Grazalema.
También ese año fue asesinado en Jimena de la Frontera el guardia civil Joaquín García por el bandolero Cristóbal Gálvez. Dos años después sería capturado por fuerzas del puesto de Manilva en el término malagueño de Gaucín.
Las persecuciones y enfrentamientos con las partidas de bandoleros se siguieron sucediendo durante los años siguientes hasta que por fin se logró su total erradicación. Gracias al desvelo y sacrificio de aquellos hombres los caminos de la provincia de Cádiz se volvieron seguros. Las personas y mercancías pudieron entonces trasladarse sin miedo a sufrir los continuos asaltos y saqueos que se padecían anteriormente.
Es un hecho incuestionable que gracias a esa abnegada, callada y constante labor se contribuyó eficazmente al progreso y desarrollo económico y social de la provincia.
Fuentes consultadas.
Este breve resumen histórico de los primeros años de la Guardia Civil gaditana y que no constituye más que un sencillo homenaje a aquellos sacrificados hombres y a sus familias no hubiera sido posible sin la aportación y consulta documental facilitada por la biblioteca particular de Federico Joly, editor del "Diario de Cádiz"; la biblioteca municipal de Cádiz "José Celestino Mutis"; la biblioteca de temas gaditanos "Juvencio Maeztu"; el Archivo General Militar de Segovia; el Archivo Regional Militar Intermedio de San Fernando y el Servicio de Estudios Históricos de la Guardia Civil, gracias a la labor realizada en su día por el hoy general del Cuerpo en la reserva Francisco Aguado Sánchez.
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