martes, 4 de febrero de 2014

LOS ORÍGENES DE LA GUARDIA CIVIL GADITANA


Especial Patrona 1999.

Artículo escrito por Jesús Núñez y publicado en el "DIARIO DE CADIZ" del 17 de octubre de 1999, págs. 22-23. 
El original está ilustrado con cinco fotografías en blanco y negro.

En diciembre de 1844 llegaban a la provincia de Cádiz los primeros guardias civiles. Unos a caballo y otros a pie todos marchaban detrás de su capitán, José María de Cisneros y Lanuza. Al final de la columna y montados en algunos carros iban sus familias junto a unos modestos enseres y equipajes.


Introducción.

Hace 155 años, bajo el reinado de Isabel II, nacía una institución a la que algunos auguraban un corto camino. Su origen obedecía principalmente a la necesidad de crear algo que hasta entonces no existía: un cuerpo de ámbito nacional dedicado al orden público. 

Ese vacío había facilitado la permanencia y desarrollo de un bandolerismo endémico como secuela de los continuos conflictos internos y la desastrosa situación económica que se padecía.

Dicha necesidad llevaría a la sucesiva redacción de unos reales decretos de fechas 26 de enero y 28 de marzo de 1844 que no llegarían a cuajar. Finalmente sería el 13 de mayo cuando con el capitán general Ramón María Narváez, presidente del gobierno y ministro de la guerra, se firmaría el real decreto que daba lugar a la fundación de la Guardia Civil.

Publicado al día siguiente en el nº 3.530 de la Gaceta disponía en su artículo 1º que el nuevo Cuerpo dependería del ministro de la guerra en lo concerniente a su organización, personal, disciplina, material y percibo de sus haberes, y del ministro de la gobernación en lo relativo a su servicio peculiar y movimiento.

El 9 de octubre de 1844, con una plantilla inicial de 5.769 hombres, se aprobaría el primer reglamento para el servicio y seis días después el primer reglamento militar. La primera Cartilla del guardia civil lo sería el 20 de diciembre del año siguiente.

En cada provincia se estableció una compañía de infantería y una sección de caballería. Estas unidades de carácter provincial que con el paso del tiempo se denominarían Comandancias se agruparían en Tercios.


El duque de Ahumada.


Para el mando de la Guardia Civil se designó a un prestigioso militar: Francisco Javier Girón y Espeleta Las Casas y Enrile (Pamplona, 11 de marzo de 1803 - Madrid, 18 de diciembre de 1869), II duque de Ahumada y V marqués de Las Amarillas.

El primer inspector general del Cuerpo había iniciado su carrera militar con el empleo de capitán de milicias provinciales a la edad de 12 años habiendo participado desde muy joven en diversas acciones militares acontecidas en nuestra provincia.

Así el pronunciamiento del teniente coronel Rafael del Riego Núñez iniciado el 1 de enero de 1820 le sorprendería en Villamartín participando poco tiempo después en las acciones del castillo de Torregorda y la batería de La Cantera. En 1831 prestaría sus servicios en la zona del Campo de Gibraltar cuando formaba parte del regimiento de milicias provinciales de Granada.

Los primeros años no serían nada fáciles para la Guardia Civil pues los ensayos anteriores de otros cuerpos habían fracasado y las intrigas políticas de la época no dejarían de acosarla. Sería gracias a su carácter militar y a la impronta que precisamente marcaría el duque de Ahumada que el Instituto iría afianzando sus inquebrantables cimientos.


La llegada a Cádiz.


Los primeros guardias civiles, tras superar una rigurosa selección, serían concentrados inicialmente en los campamentos madrileños de Leganés y Vicálvaro. De allí partirían a caballo y a pie formando expediciones, hasta las provincias cabeceras de sus tercios. En el caso de la unidad gaditana se encuadraría en el 3º Tercio con residencia en la capital hispalense junto a las de las provincias de Sevilla, Córdoba y Huelva.

El 20 de octubre de 1844 las primeras columnas, acompañadas de las familias, empezaron a partir hacia sus destinos. Al llegar a localidades próximas a las cabeceras de sus tercios establecían unos campamentos provisionales por espacio de 30 o 40 días en donde se aprovechaba para completar su instrucción.

El campamento del 3º Tercio bajo el mando del coronel José de Castro se instaló en Alcalá de Guadaira. Tras un mes de estancia el capitán jefe de la unidad gaditana, José María de Cisneros y Lanuza, recibió la orden de emprender la marcha. Poco más de un centenar guardias civiles y varias decenas de familias le seguirían.

Al llegar a Cádiz el capitán Cisneros cumplimentó al gobernador militar, al jefe político de la provincia y al alcalde, dedicándose a organizar junto a sus oficiales el despliegue de sus fuerzas por la provincia. El 2 de enero de 1845 pasaban su primera revista de comisario en Cádiz y siete días después la Guardia Civil empezaba a prestar servicio.


El capitán Cisneros.


José María de Cisneros y Lanuza fue el primer jefe de la Guardia Civil gaditana. Nacido el 27 de julio de 1800 en la localidad extremeña de Montemolín había ingresado en el Colegio de Artillería de Segovia a los 15 años de edad.

Tras casi cinco años de estudios militares serviría en los empleos de subteniente, teniente y capitán del Real Cuerpo de Artillería en los departamentos de Castilla La Vieja, Andalucía y Cataluña. En 1823 había participado, formando parte del ejército realista, en las acciones militares que acontecieron en nuestra provincia con ocasión de los sitios a la ciudad de San Fernando y al castillo de Sancti Petri.

En 1843, tras distinguirse como 2º jefe de estado mayor en la defensa de la ciudad de Sevilla sería ascendido por la junta de gobierno al empleo de primer comandante efectivo del cuerpo de estado mayor y se le reconocerían los grados de teniente coronel y coronel de Infantería. Posteriormente la reina Isabel II aprobaría dichos honores salvo el del ascenso que finalmente lo sería al empleo de 2º comandante efectivo de Infantería.

El 17 de septiembre de 1844 la monarca firmaba la real orden por la que se le otorgaba el empleo de primer capitán del recién creado cuerpo de la Guardia Civil siendo destinado a la 3ª compañía (Cádiz) del 3º Tercio (Sevilla).

Cisneros estaría destinado en Cádiz hasta el 31 de diciembre de 1845. A partir de 1846 se haría cargo del mando de la 2ª compañía (Sevilla) de la Guardia Civil. En 1848 se distinguiría al sofocar bajo las órdenes del capitán general de Andalucía el pronunciamiento militar de una parte de la guarnición sevillana.

Dos años más tarde y con 50 años de edad solicitaría su retiro al encontrarse afectada su salud y querer dedicarse a actividades privadas ya que el sueldo que percibía como jefe de la Guardia Civil no le permitía mantener a su numerosa familia. El propio duque de Ahumada informaría favorablemente dicha petición que sería aceptada por la reina.

A lo largo de sus 33 años de servicio en la carrera de las armas fue condecorado con la cruz de la real y militar orden de San Luis, la cruz de 1ª clase de San Fernando, la medalla de la defensa de Sevilla en 1848 así como otra medalla más que recibió como premio por la invención de maquinaria agrícola. También fue nombrado caballero comendador de la real y militar orden de Isabel la Católica.

El 21 de agosto de 1875 el coronel graduado de Infantería, comandante retirado de la Guardia Civil, José María de Cisneros y Lanuza, fallecía en Sevilla a los 75 años de edad.


Los primeros años.


Con cabecera en Cádiz la Guardia Civil empezó a desplegarse por toda la provincia teniendo por principal misión la erradicación del bandolerismo que asolaba la serranía y los caminos que enlazaban sus poblaciones.

La plantilla inicial estaba compuesta por 1 primer capitán de la clase de comandantes del ejército, 1 segundo capitán de la clase de capitanes del Ejército, 2 tenientes , 1 alférez, 1 cabo mayor 1º de la clase de sargentos 1º del Ejército, 3 cabos mayores 2º de la clase de sargentos 2º del Ejército, 4 cabos 1º, 4 cabos 2º, 2 trompetas, 1 tambor, 1 corneta y 120 guardias civiles. Las tres secciones de infantería y la de caballería pronto resultarían insuficientes.

Con motivo de la entrada en servicio de la Guardia Civil el periódico gaditano El Comercio, en su número correspondiente al 11 de enero de 1845, copiaba una comunicación fechada tres días antes del jefe político de la provincia, Manuel Lassala, dirigida a los alcaldes afectados. En ella se decía textualmente que la Guardia Civil es el brazo que el gobierno ofrece al hombre honrado, y lo es de persecución y de temor para el delincuente y de mal vivir.

La 1ª sección de infantería (poco después se denominarían Líneas) se estableció en Cádiz y hacía su servicio en la ciudad extendiéndose hasta la de San Fernando. La 2ª sección se colocaría en Jerez cuidando de la seguridad del camino principal que se dirigía a Sevilla y recorriendo constantemente la demarcación hacia los términos de Arcos, Sanlúcar y Puerto de Santa María. La 3ª sección se mantendría en Medina Sidonia vigilando especialmente los pinares de Chiclana y extendiéndose hacia los términos de Conil y Vejer. La sección de caballería se situaba en Algeciras.

La plantilla fue aumentando y sus componentes variando. Gracias al número 110 del 10 de octubre de 1853 del Guía del Guardia Civil, publicación oficial del Cuerpo, podemos saber nombres y despliegues concretos. La Comandancia contaba entonces con 25 puestos repartidos por toda la provincia. Era mandada por el teniente coronel graduado primer capitán de infantería Benito Artalejo quien tenía bajo su mando un total de 211 hombres de infantería y 51 de caballería.

La Línea de Jerez de la Frontera era dirigida por el 2º capitán Julián Cantero e incluía los puestos de Jerez, Arcos de la Frontera y Sanlúcar de Barrameda. La de Grazalema lo era por el teniente de Francisco Jiménez Bueno y tenía a su cargo los puestos de Grazalema Ubrique y Olvera. La Línea de Puerto de Santa María la mandaba el teniente Vicente Escolano y estaba formada por los puestos de San Fernando, Puerto Real, Puerto de Santa María y Rota.

En la de Medina Sidonia estaba el teniente Ricardo Rada cuya demarcación se extendía por los puestos de Chiclana, Conil, Vejer, Alcalá de los Gazules y Medina. En Villamartín estaba el teniente Gabriel Alonso y tenía los puestos de Villamartín, Prado del Rey y Algodonales. Por último la de San Roque era mandada por el teniente Juan Morillas y la formaban los puestos de Tarifa, Jimena, Algeciras, Los Barrios, La Línea y San Roque.


Los primeros cuarteles.


Aunque todavía no se ha podido precisar documentalmente cual fue la primera ubicación de las casas-cuarteles el decreto fundacional disponía que los ayuntamientos eran los encargados de proporcionar los edificios en los que pudieran vivir con sus familias.

Gracias a las diferentes guías y anuarios de Cádiz y su provincia conocemos algunas de sus ubicaciones a partir del año 1856. Así en aquel año la casa-cuartel de la capital bajo el mando del citado Benito Artalejo se encontraba en el convento de San Francisco sito en la calle del Calvario (hoy Calderón de la Barca) mientras que en San Fernando estaba en la plaza del Castillo. En Sanlúcar ocuparía el antiguo convento de los carmelitas descalzos.

En 1859 el acuartelamiento capitalino bajo la dirección del teniente coronel graduado primer comandante Pedro de Anca Majón continuaría en el mismo sitio durante más de una década mientras que en Puerto de Santa María se hallaba en las inmediaciones de la plaza de toros.

En 1861 la Guardia Civil gaditana bajo el mando del 2º comandante Antonio González y González tenía casas-cuarteles en la calle San Julián de Moraime nº 1 de San Fernando y en la calle Pagador nº 36 de Puerto de Santa María. Al año siguiente estarían en la calle San José y Portales así como en el nº 22 de la plaza de San Francisco respectivamente.


Actuaciones beneméritas.


Los 155 años de historia de la Guardia Civil gaditana están llenos de acciones humanitarias. Tal y como rezaba el artículo 6º de su cartilla el guardia civil debía ser siempre un pronóstico feliz para el afligido y que a su presentación el que se creyese cercado de asesinos, se viera libre de ellos; el que tenía su casa presa de las llamas, considerase el incendio apagado; el que veía a su hijo arrastrado por la corriente de las aguas lo creyera salvado.

En la noche del 9 de abril de 1848 el cabo José Franco y dos de sus guardias pertenecientes al puesto de Sanlúcar arriesgarían su vida al salvar la de los 9 tripulantes de la goleta inglesa Mary que debido a un fuerte temporal había encallado en la desembocadura del Guadalquivir. El cabo sería ascendido a sargento y a los dos guardias le concederían la cruz de María Isabel Luisa.

El 6 de enero de 1856 los guardias civiles Jerónimo Gutiérrez y Miguel Rodríguez se arrojaban al agua y salvaban la vida a dos vecinos de Puerto de Santa María que eran arrastrados por el desbordamiento del Guadalete tras ocho días de lluvias torrenciales. La reina Isabel II les recompensaría con la misma condecoración que a los anteriores.


La lucha contra el bandolerismo.


La muerte en el cumplimiento del deber acompañaría desde el primer momento a la Guardia Civil. Las sierras de Andalucía se habían convertido en refugio de peligrosísimas y sanguinarias partidas de bandoleros. Los enfrentamientos con ellos serían constantes y prueba de ello es que durante el periodo 1844-1853 las fuerzas del 3º Tercio contabilizarían entre sus filas 19 muertos y 25 heridos.

En 1850 una pareja de guardias civiles era asesinada en una emboscada por una partida de bandoleros en el término de Jimena de la Frontera. Perseguidos sus autores hasta San Roque serían muertos al disparar contra sus perseguidores.

En 1851 el subteniente graduado Juan Masera al frente de sus guardias se enfrentaba en el término de Ubrique con la partida del bandolero "Zamarra" resultando dos bandoleros muertos. Iniciada la persecución del cabecilla tuvo que refugiarse en Gibraltar y al ser expulsado de allí se escapó a Marruecos. Otros dos de sus secuaces, "el Sapo" y "el Valenciano" terminarían muriendo en nuevos enfrentamientos con fuerzas de la Guardia Civil.

Ese mismo año moriría el cabo José Álvarez, comandante del puesto de Grazalema, cuando en una operación le era amputada una pierna en Villaluenga del Rosario. Un rato antes había recibido un disparo cuando intentaba identificar a unos aparentemente pacíficos arrieros. Su autor, el bandido "Puiguerra", sería ejecutado a garrote vil en Grazalema.

También ese año sería asesinado por el bandolero Cristóbal Gálvez en Jimena de la Frontera el guardia civil Joaquín García. Dos años después sería capturado por fuerzas del puesto de Manilva en el término malagueño de Gaucín.

Las persecuciones y enfrentamientos se seguirían sucediendo durante los años siguientes hasta su total erradicación. Gracias al desvelo y sacrificio de aquellos hombres los caminos gaditanos se volvieron seguros. Las personas y mercancías pudieron entonces trasladarse sin miedo a sufrir asaltos y saqueos contribuyéndose así al progreso y desarrollo de la provincia.


Agradecimientos.


Este breve resumen histórico de los primeros años de la Guardia Civil gaditana y que no constituye más que un sencillo homenaje a aquellos sacrificados hombres y a sus sufridas familias no hubiera sido posible sin la aportación documental facilitada desinteresadamente por la biblioteca particular de Federico Joly, la biblioteca municipal de Cádiz José Celestino Mutis, la biblioteca de temas gaditanos Juvencio Maeztu, el Archivo General Militar de Segovia, el Archivo Regional Militar de Camposoto en San Fernando y el Servicio de Estudios Históricos de la Dirección General de la Guardia Civil.

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