Artículo escrito por Jesús Núñez y publicado en el nº 5 de la Revista "CASA-CUARTEL", correspondiente al bimestre Enero-Febrero 2002, págs. 26-30.
El original está ilustrado con seis fotografías en color y cuatro en blanco y negro.
El benemérito Instituto ha prestado servicio en más de 40 países.
Introducción.
Poco podía imaginar seguramente el Duque de Ahumada, cuando fundó la Guardia Civil en un ya lejano año 1844, que los componentes del benemérito Instituto asumirían siglo y medio después las más variadas misiones en lugares tan distantes como Bosnia-Herzegovina, Guatemala, Mozambique o Timor Oriental por ejemplo.
Sin embargo realmente ello no es algo nuevo para dicho Cuerpo, pues hay que remontarse casi a los tiempos fundacionales para encontrar los orígenes de esta vocación caminera tan alejada de la patria ibérica.
Curiosamente, tanto en aquella época como en la actual, la presencia de los guardias civiles en esos foros, no nació nunca de una exigencia corporativa, sino que por sus pilares de honor, disciplina, servicio, sacrificio, prestigio y eficacia, fueron siempre deseados y reclamados.
Antecedentes históricos.
Ejemplo de ello podía ser la propuesta formulada en 1849 por Federico Roncali, capitán general de Cuba, que profundamente preocupado por el problema del orden público en aquella colonia española, confeccionó una extensa y detallada memoria en la que en resumen justificaba más que con creces la implantación de núcleos de fuerza armada especial, que no podrían ser otros que "los puestos correspondientes de guardias civiles en los pueblos y en los campos".
Por aquel entonces no había todavía un solo guardia civil en nuestras posesiones de Ultramar. Apenas medio siglo después, en 1898, año del "Desastre" al que España fue abocada por la incompetencia de sus gobernantes, había más de nueve mil guardias civiles encuadrados en siete Tercios del benemérito Instituto: tres en Cuba, con cabeceras en Habana, Santa Clara y Puerto Príncipe; uno en Puerto Rico, con cabecera en San Juan; y los otros tres restantes en Filipinas, con cabeceras en Manila, Mindanao y Nueva Ecija.
Pero la Guardia Civil no sólo era reclamada como fuerza policial o de orden público, sino también como fuerza de policía militar que acompañara a los ejércitos expedicionarios. Claros ejemplos de ello los encontramos en la campaña de Portugal en 1847, o en la de Africa en el periodo 1859-1860, en que contingentes de infantería y caballería del Instituto fueron fraccionados en secciones que se adscribieron a los cuarteles generales de cada división del ejército de operaciones, al objeto de cuidar del orden y policía de sus campamentos, así como de servir de escolta a los generales jefes de las mismas y muy especialmente de su máximo responsable, el teniente general Leopoldo O’Donnell.
El modelo policial de la Guardia Civil, a la vez que iba consolidándose progresivamente en España a lo largo de un complejo y dilatado proceso que se culminó en 1898 con la creación de la comandancia de Canarias y la sección de Ceuta, sobreviviendo a un convulso siglo XIX, comenzó a ser exportable para otras zonas y países.
Así cuando a España le fue reconocida, por el Tratado de París de 1900, su soberanía en los territorios de la Guinea continental, comprendidos entre los ríos Campo y Muni, los gobernantes de entonces volvieron a recurrir a la Guardia Civil.
Al hacerse cargo el Ministerio de Estado, antecesor histórico del actual Ministerio de Asuntos Exteriores, de su régimen de gobierno y administración, se dispuso por un real decreto de 1904 la formación de una entidad denominada "Territorios Españoles del Golfo de Guinea", dividida en cuatro distritos: Fernando Poo, Bata, Elobey y Annobón.
En la ley de presupuestos de ese año se estableció que el mando e instrucción de su Cuerpo de Policía y Orden Público estuviese a cargo de la Guardia Civil, mientras que la tropa sería indígena, siguiéndose el sistema empleado en su día en Filipinas.
La influencia y prestigio del Instituto fue tan grande que poco después, se creó un nuevo cuerpo que absorbió a aquel y otros, pasando a denominarse: "Guardia Civil de los Territorios Españoles del Golfo de Guinea".
En la Ley de Presupuestos de 1908, al decidirse que la seguridad militar (hasta entonces confiada a la Infantería de Marina) y policial de la Guinea española fuera asumida por un único cuerpo, se dispuso la creación de uno nuevo que pasó a denominarse"Guardia Colonial".
Su mando y dirección se encomendó a la Guardia Civil, aprobándose su reglamento al que se llevó lo más útil del que tenía el benemérito Instituto en la metrópoli, adaptado a las peculiaridades de esa zona y sus habitantes.
Por otra parte numerosos países hispanoamericanos consideraron que la Guardia Civil, dada su gran eficacia y prestigio, constituía el mejor modelo policial a imitar, solicitando del gobierno español el envío de miembros del benemérito Instituto para que les ayudara a crear cuerpos similares.
Tales fueron los casos por ejemplo de Guatemala en 1894, para su Cuerpo de Orden Público; El Salvador en 1912, para su Cuerpo de la Guardia Nacional; Colombia en 1916, para sus Cuerpos de la Guardia Civil de Antioquía, Cundimarca y Tolima; Costa Rica en 1920, para su Cuerpo de la Guardia Rural; Perú en 1921, para su Cuerpo de la Guardia Civil; o Venezuela en 1936, para su Cuerpo de la Guardia Nacional.
Esa doble naturaleza militar y policial de la Guardia Civil, la convertían en el elemento más idóneo para asumir tanto dentro como fuera del territorio nacional una serie de misiones específicas que las Fuerzas Armadas no estaban preparadas para ellas o que simplemente no les correspondía.
Dentro de las de carácter militar fuera de la patria, y a modo de antecedentes históricos, citar por último las denominadas de servicio de campaña que se llevaron a cabo en el Protectorado de Marruecos entre 1909 y 1927 acompañando a los ejércitos expedicionarios; o como gendarmería de campaña en el frente ruso entre 1941 y 1944, formando parte respectivamente de la División y Legión Española de Voluntarios, encuadradas en el Ejército alemán durante la 2ª Guerra Mundial.
La presencia internacional actual.
La cada vez más activa presencia de España en los diferentes foros internacionales viene traduciéndose progresivamente tanto en mayores cuotas de participación como de responsabilidad, siendo el área de la paz y la seguridad mundiales, una de los más importantes. De hecho los continuos acuerdos y compromisos contraídos en el seno de la ONU, la OTAN, la UE, la UEO, la OSCE, etc., constituyen un buen ejemplo de ello.
Esto conlleva lógicamente que en muchas ocasiones, y al objeto de contribuir activamente a garantizar la paz y la seguridad internacionales, sea necesaria la proyección fuera del territorio nacional, de contingentes militares, policiales o mixtos que junto a los de otras naciones comprometidas con la causa, se encarguen de materializar sobre el teatro o zona de operaciones, las misiones de carácter militar o civil que específicamente les hayan sido asignadas.
La Guardia Civil ya estuvo a punto de participar por primer vez, en el mes de abril de 1934, en una misión derivada de un proceso de paz, con ocasión del plebiscito del Sarre para decidir si se reintegraba a Alemania.
La Sociedad de Naciones, organismo internacional encargado de preparar la celebración de los comicios, invitó al gobierno español para que enviara fuerzas de la Guardia Civil con el fin de que contribuyeran a velar por el orden público durante el evento.
Prueba del gran prestigio internacional que ya tenía por aquella época la Guardia Civil es el siguiente texto extraído del diario berlinés "Berliner Tageblatt":
"Las elecciones, el verdadero plesbicito que ha de integrar el Territorio del Sarre, auténticamente alemán, que nos fue arrebatado por el ominoso Tratado de Versalles, no pueden celebrarse más que dentro de un ambiente de absoluta neutralidad y, hoy por hoy, la única Gendarmería que existe que tiene una ejecutoria limpia, austera, digna, ejemplar y humana es la Guardia Civil española".
Finalmente, y por razones ajenas, no llegó a desplegarse el contingente previsto pero su designación inicial fue suficiente.
Casi 70 años después el prestigio de la Guardia Civil no sólo se sigue manteniendo sino que ha aumentado tal y como lo demuestra su participación en los más variados proyectos internacionales que se vienen llevado a cabo en diversos puntos de Africa, América, Asia y Europa.
De hecho en la actualidad más de 400 guardias civiles prestan servicio fuera de su patria realizando entre otras, misiones militares en operaciones de paz, formando y monotorizando cuerpos policiales, velando por el respeto de los derechos humanos, vigilando el cumplimiento de acuerdos internacionales, protegiendo nuestras embajadas o sirviendo de oficiales de enlace y agregados policiales ante otros países, organismos multinacionales y cuerpos hermanos.
Hoy día, pueden verse guardias civiles en Albania, Andorra, Angola, Argelia, Bélgica, Bosnia-Herzegovina, Colombia, Croacia, Chile, El Salvador, Estados Unidos, Francia, Guatemala, Honduras, Inglaterra, Italia, Kosovo, Marruecos, Mozambique, Nicaragua, Portugal, Rumania, Timor Oriental o Turquía, por ejemplo.
Sirviendo a la Paz.
A lo largo de la década de los 90 del siglo XX, la Guardia Civil fue consolidándose gracias a esa dualidad militar y policial, en un elemento prioritariamente demandado por gobernantes y organismos para integrarse en cuantas operaciones multinacionales ha participado España.
Así por ejemplo, desde 1992 hasta 1995 guardias civiles, bajo mandato de la ONU, formaron parte del dispositivo policial multinacional que se encargó de velar por el respeto a los derechos humanos en El Salvador, tras haber sufrido años de una cruel guerra civil.
A partir de 1995, dado el alto prestigio alcanzado allí por los miembros del benemérito Instituto, la Guardia Civil fue encargada de la formación técnica de la nueva policía civil salvadoreña.
Dicha labor de asistencia y cooperación técnica en materia policial de carácter civil, se vino sucediendo en los años siguientes en otros países centroamericanos como Costa Rica, Guatemala, Honduras y Nicaragua o africanos como Angola y Mozambique, todo ello independientemente de ejercer además labor de profesorado en academias policiales de diversas naciones europeas.
Desde 1993 miembros de la Guardia Civil se encargaron, bajo mandato ONU, de supervisar en Mozambique el respeto de los derechos humanos hasta la celebración de los comicios electorales generales de 1994, así como prestar asistencia técnica a la formación de la policía civil de dicho país, actividad que hoy día se sigue realizando.
En Angola, la otra antigua colonia portuguesa africana, la Guardia Civil prestó entre 1992 y 1998, diversos tipos de colaboración, tanto en asistencia técnica policial como velando por el proceso de paz o por la seguridad del Papa Juan Pablo II durante su visita pastoral a dicho país.
Actualmente existen miembros del benemérito Instituto en dicho país dirigiendo y formando parte del dispositivo de seguridad de la ONU, encargado de velar por el reparto de la ayuda humanitaria.
También han asistido guardias civiles, en calidad de observadores de los organismos internacionales, a los procesos electorales que se desarrollaron en 1993 en Sudáfrica así como entre 1995 y 1997 en Palestina.
Mención especial merecen la presencia en 1994 en Ruanda, con ocasión de la investigación de masacres y genocidios o desde 1999 en Timor Oriental, verificando el respeto a los derechos humanos, en cumplimiento de las resoluciones de la ONU, así como desde el 2000 en el programa de embargo de armas a Irak.
El caso de los Balcanes.
No obstante fue con la aparición del conflicto de los Balcanes cuando la Guardia Civil demostró su gran capacidad y versatilidad de proyección internacional, al asumir misiones tan diferentes como las que se exponen seguidamente.
El alto rendimiento y grado de eficacia demostrados en todas ellas la han convertido en una de las fuerzas policiales más valoradas por todos los organismos internacionales.
Como consecuencia de una resolución de 1991, dimanante del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, mediante la que se decretaba el embargo militar a la ex-república de Yugoslavia, la UEO participó a partir de julio de 1992 en diversas operaciones navales.
Una de ellas fue la vigilancia del río Danubio en su tramo fronterizo con la república de Serbia al objeto de evitar violaciones del embargo a través de dicha vía fluvial.
Junto a los efectivos de otros países participaron desde 1993 hasta 1996, varios contingentes de la Guardia Civil y una lancha de su Servicio Marítimo, establecidos en Bulgaria y Rumania, realizando una meritoria y reconocida labor.
Asimismo la UEO decidió aportar a la Administración de la Unión Europea para la ciudad de Mostar, las fuerzas policiales necesarias para realizar las labores propias de policía civil, debido a la imposibilidad que había entonces, de formar una policía bosniocroata-bosniaca que desarrollase su labor en la totalidad de la municipalidad.
España desde 1994 hasta 1996, a través de la Guardia Civil, fue precisamente uno de los países participantes, que se encargó asimismo de su posterior monitorización.
Cuando en 1996 la figura del Administrador fue encarnada por un español, la Guardia Civil asumió con otro contingente la protección de su seguridad personal, misión que también ejerció cuando posteriormente se designó a otro español como Alto Representante de las Naciones Unidas para la antigua Yugoslavia.
Por otra parte las misiones militares de la Guardia Civil vinieron como consecuencia de aprobarse, tras la firma en noviembre de 1995 de los Acuerdos de Paz de Dayton (EE.UU.), una resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, asignándosele a la OTAN la operación denominada IFOR (Implementation Peace Force) para el Mantenimiento de la Paz en la Antigua Yugoslavia.
Dichos acuerdos, firmados por las diferentes partes contendientes que estaban desangrando a la antigua Yugoslavia en una fraticida guerra civil, establecían en su anexo militar la intervención de una fuerza militar internacional para vigilar y controlar su cumplimiento.
A partir de su entrada en vigor al mes siguiente, las fuerzas multinacionales bajo mandato OTAN pertenecientes a 34 países reemplazaron a las de la ONU.
La Guardia Civil se incorporó a petición del Ministerio de Defensa en febrero de 1996 a la recién creada brigada del Ejército español desplegada en la región de Mostar con una unidad compuesta por efectivos de la Agrupación de Tráfico, Agrupación Rural de Seguridad y del Servicio de Policía Judicial.
En resumen, asumieron funciones específicas de control, seguridad y orden, es decir, de policía militar, encargándose de controlar el tráfico militar, proteger autoridades y convoyes especiales, controlar paquetería y equipajes e investigar aquellos delitos que se cometieran por o contra militares españoles o en su área de responsabilidad.
A partir del 20 de diciembre de dicho año la misión IFOR pasó a denominarse SFOR. Dada la gran eficacia acreditada a lo largo del año anterior se decidió a petición de la OTAN, a partir del mes de marzo de 1997 la incorporaron simultánea de dos nuevos contingentes a dicha operación de paz.
El primero pasó a integrarse en la compañía multinacional de policía militar del cuartel general de la División Multinacional en Mostar-Ortiges, y el segundo, marchó a Sarajevo para formar parte de la unidad multinacional de policía militar del cuartel general del Cuerpo de Ejército desde donde se dirigía toda la operación por el mando de la OTAN. En la actualidad la Guardia Civil continúa destacada en los tres escalones militares citados.
Asimismo desde febrero de 1996 efectivos de la Guardia Civil forman parte de la International Police Task Force (IPTF), contingente policial civil de la ONU encargado de velar en Bosnia-Herzegovina por el respeto de los derechos humanos y monitorizar y enseñar a las policías civiles locales, realizando una brillante labor en esa área que ha merecido numerosas felicitaciones internacionales.
En Albania, desde 1997 y bajo mandato de la UEO, miembros de la Guardia Civil prestan servicio de asistencia técnica en la formación de su policía civil, además de una presencia puntual en 1999 cuando se originó la crisis de los campos de refugiados, encargándose de velar por la seguridad del instalado por el gobierno español en Hamallah.
En 1998 componentes del Cuerpo se integraron en la misión de la OSCE de apoyo a los refugiados, en Croacia.
Por último, en lo que a los Balcanes se refiere, destacar que como consecuencia del conflicto de Kosovo y la intervención de la ONU y la OTAN, existen también allí desde el mes de septiembre del año 2000, desplegadas fuerzas de la Guardia Civil.
Dos de los contingentes realizan misiones de policía militar en la agrupación española y en la brigada multinacional, similares a las de sus compañeros de Bosnia-Herzegovina y el otro contingente, compuesto por más de un centenar de guardias civiles, constituye una unidad especial armada de la policía civil de la ONU, dotada de abundantes medios antidisturbios.
Prueba del prestigio y preparación científica de los especialistas de la Guardia Civil, fue la participación del Equipo de Identificación en Catástrofes de dicho Instituto que también se desplazó a Kosovo, a petición del Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia, al objeto de aclarar los crímenes de guerra que allí se cometieron.
Conclusiones.
La Guardia Civil, dada su doble naturaleza militar y policial, es sin duda alguna y a pesar de la manifiesta desaprobación de algunos minoritarios sectores sociales del carácter de la primera de ellas, el Cuerpo más idóneo y eficaz con que España cuenta para participar en la mayor parte de misiones en el exterior.
En las de carácter militar, está plenamente capacitada para asumir las de Asuntos Civiles, Policía Judicial Militar Adscrita y Policía Militar por ejemplo.
De hecho, desde la incorporación de la Guardia Civil a las misiones militares de la OTAN se la viene perfilando y presentando en diversos foros como el modelo ideal de policía militar en las operaciones de paz, incluso con preferencia a otros cuerpos similares.
Respecto a este último aspecto, curiosa y no casualmente, hay que recordar que en las Reales Ordenanzas de los Ejércitos de Tierra, Mar y Aire, donde se definen al policía militar, naval o aéreo, se hace constar expresamente que quien preste tales servicios, habrá de ser firme sin violencia, prudente sin debilidad, tendrá presente que sus principales armas son la persuasión y la entereza moral y sólo hará uso de la fuerza cuando sea necesario.
Esto se trata realmente de todo un compendio de los artículos 6º y 7º del todavía vigente y longevo Reglamento para el Servicio del Cuerpo de la Guardia Civil, no siendo estos los únicos paralelismos que se pueden observar. Resulta muy significativo que la normativa sobre el modelo de comportamiento de los policías militares de los tres Ejércitos, se haya inspirado en los textos del benemérito Instituto.
La naturaleza militar del propio Instituto y la misma condición de quienes lo integran, proporcionan junto a su específica y especializada formación, un elemento esencial del que las Fuerzas Armadas adolecen y precisamente más necesitan cuando se encuentran ejerciendo su misión fuera del territorio nacional.
Pueden ser encuadrados tanto en unidades de policía militar nacionales o multinacionales, en los estados mayores de las unidades militares participantes así como cooperar en diversas acciones navales y aéreas de vigilancia y embargo lideradas por fuerzas españolas o internacionales.
En definitiva, puede afirmarse en este aspecto que en las operaciones de paz que participen unidades de las Fuerzas Armadas españolas, es el Cuerpo de la Guardia Civil, tanto por su naturaleza militar como por la especial preparación de sus componentes, el más adecuado para ejercer eficazmente las citadas funciones de policía militar.
Por último, dentro de este aspecto, hacer constar que actualmente la Guardia Civil no sólo está participando como policía militar en Bosnia-Herzegovina y en Kosovo sino que viene participando activamente en diversos ejercicios militares terrestres que realizan la OTAN, la UEO, el Eurocuerpo o el Euroejército, y a los que asisten las Fuerzas Armadas españolas.
Dicha labor, ejercida por más de un millar de guardias civiles hasta la fecha, se viene desarrollando a plena satisfacción de los responsables militares nacionales e internacionales, quienes demandan cada vez más una mayor presencia del Cuerpo en sus instituciones y misiones.
Por otra parte, los componentes del Cuerpo de la Guardia Civil, dada su naturaleza policial y su especializada preparación y experiencia profesional en este campo, pueden integrarse y participar en cualquier tipo de misión policial de carácter civil que se realice en el extranjero.
No sólo ya en funciones específicas de seguridad de nuestras legaciones diplomáticas o de enlace con otros cuerpos similares, sino en las de asistencia técnica en la formación de los nuevos cuerpos policiales que se remodelen o se vayan creando así como en las labores de observadores electorales y del cumplimiento de otros acuerdos realizados por los organismos internacionales o velando por el respeto de los derechos humanos.
La Guardia Civil, con su tradición de más de ciento cincuenta años sirviendo en el extranjero en más de cuarenta países, y con una capacidad humana de más de 70.000 efectivos capacitados y cualificados profesionalmente, constituye sin perjuicio de las importantes misiones que tiene asignadas en el territorio patrio, el mejor caudal de recursos humanos que España puede proyectar internacionalmente.
El Mariscal Francisco Javier Girón y Ezpeleta Las Casas y Enrile, II Duque de Ahumada y V Marqués de las Amarillas, fundador de la Guardia Civil en 1844, estaría hoy día muy orgulloso de la abnegada y meritoria labor desarrollada por todos ellos.
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