Artículo escrito por Jesús Núñez y publicado en la Sección "Historia" de la Revista profesional "GUARDIA CIVIL", núm. 704, correspondiente al mes de diciembre de 2002, págs. 82-85.
El original está ilustrado por cuatro fotografías en blanco y negro.
El prestigio y eficacia de la Guardia Civil, acreditados en Ceuta y Melilla, propició que fuera la primera fuerza de seguridad en el nuevo Protectorado de España en Marruecos.
Los antecedentes históricos del Protectorado de España en Marruecos se encuentran en el Tratado Franco-Británico de 8 de abril de 1904 en donde a cambio de la implantación inglesa en Egipto, se permitió a Francia instalarse en Marruecos, con la obligación impuesta de entenderse con España en el reparto del territorio e informar a Inglaterra de todos los acuerdos a que se llegase.
Casi seis meses después, el 3 de octubre, España se adhirió a dicho Tratado si bien este fue mantenido en secreto hasta 1911, cuando ambas naciones ya se habían establecido parcial y militarmente en sus respectivas zonas. El 30 de marzo del año siguiente se firmó el Tratado de Fez entre el sultán de Marruecos y los franceses, iniciándose así el Protectorado francés.
Poco después, el 27 de noviembre, se firmó en Madrid el Tratado Hispano-Francés en el que se delimitaron los derechos y obligaciones de España respecto al territorio que hasta entonces había sido zona de influencia y que pasaba a ser Protectorado desde esa misma fecha, actuando dicho acuerdo como marco jurídico sobre el que se fundamentaba el derecho y la orientación de nuestra patria en Marruecos.
La Guardia Civil en Tetuán.
Como consecuencia de la situación creada por las operaciones militares llevadas a cabo en la región del Kert y la próxima implantación del Protectorado español, se había concedido por una real orden circular de 1 de junio de 1912, el aumento de la sección de la Guardia Civil existente en Ceuta en 40 hombres más de Infantería. De esta forma volvía constituirse por segunda vez una compañía del Instituto en dicha plaza africana que pasó nuevamente a ser la 4ª de la Comandancia de Cádiz.
Unos meses después, el 19 de febrero de 1913, las tropas del general de división Felipe Alfau Mendoza, gobernador militar de Ceuta, entraban pacíficamente en Tetuán, capital del nuevo Protectorado español. La prensa del día siguiente tituló "La bandera de España tremola al viento sobre la Alcazaba de Tetuán como 53 años ha", recordando así la primera entrada realizada en 1860 por el general Juan Prim Prats, marqués de Castillejos.
Consecuente con ello, por real orden de 27 de febrero, fruto de las reiteradas peticiones de seguir aumentando la plantilla de personal y ganado de la Guardia Civil ceutí así como consecuencia de la ocupación de Tetuán, se dispuso que la 4ª Compañía aumentase en 40 hombres más, procedentes esta vez de Caballería, así como en 36 caballos. La unidad, de carácter mixto, pasó a partir de entonces a estar integrada por 114 hombres al mando de un capitán.
Sin embargo la necesidad de extender la presencia del Instituto al Protectorado y especialmente en la zona de Tetuán, mediante el tradicional despliegue territorial de compañías, líneas y puestos, reiteradamente propuesto desde el primer momento por el Alto Comisario de España en Marruecos así como por el comandante general de Ceuta, motivó mediante real orden de 27 de octubre de 1913, la reorganización de las fuerzas de la Comandancia de Cádiz que prestaban servicio en el norte de Africa y que pasaron a constituirse, bajo el mando de un comandante destacado allí, en la 4ª y la 5ª Compañías de la misma.
Ello conllevó el correspondiente aumento de personal y ganado que consistió en 1 comandante, 1 capitán, 3 primeros tenientes, 1 segundo teniente, 65 clases y tropa de Infantería (2 sargentos, 8 cabos, 4 cornetas, 4 guardias 1º y 47 guardias 2º) y 20 clases y tropa de Caballería (2 cabos, 1 trompeta, 1 guardia 1º, 15 guardias 2º y 1 herrador).
Tras la consiguiente reorganización la 4ª Compañía de Ceuta quedó compuesta por 1 capitán, 2 primeros tenientes, 1 segundo teniente, 55 clases y tropa de Infantería (2 sargentos, 6 cabos, 3 cornetas, 3 guardias 1º y 41 guardias 2º ) así como 30 clases y tropa de Caballería (1 sargento, 3 cabos, 1 trompeta, 2 guardias 1º, 30 guardias 2º y 1 herrador) mientras que la 5ª compañía de Tetuán, al tener mayor demarcación y estar más diseminada tenía más efectivos, se formó por 1 capitán, 3 primeros tenientes, 1 segundo teniente, 80 clases y tropa de Infantería (3 sargentos, 8 cabos, 4 cornetas, 5 guardias 1º y 60 guardias 2º) y 30 clases y tropa de Caballería (1 sargento, 3 cabos, 1 trompeta, 2 guardias 1º, 22 guardias 2º y 1 herrador).
Para su desarrollo y funcionamiento interno se impartieron, cuatro días después, por el teniente general Ramón Echagüe y Méndez-Vigo, Conde del Serrallo, Director General de la Guardia Civil, unas detalladas y curiosas instrucciones dirigidas al coronel subinspector del 18º Tercio de Cádiz, del cual dependían ambas compañías, al objeto de que velara por su cumplimiento.
Los nuevos cuadros de mando fueron el comandante Manuel Alvarez Caparrós, el capitán Joaquín Fernández Trujillo que pasó a mandar la recién creada 5ª compañía de Tetuán, y los primeros tenientes de la misma, Juan Abella Mastrat, Miguel Martínez Torres, Pedro Martínez Mainar e Ignacio Maroto González, destinados todos ellos por real orden de 20 de octubre de 1913.
Dicho comandante fijó inicialmente su residencia en Ceuta, si bien la misma podía ser modificada en función de las necesidades del servicio por el Alto Comisario o por el comandante general de aquella plaza. Para auxiliarle en sus cometidos burocráticos se le autorizó tener a un cabo y a un guardia como escribientes así como el correspondiente mobiliario y efectos de escritorio, que siguiendo la austera tradición presupuestaria del Instituto en modo alguno fueron de nueva adquisición sino que fueron requisados de los empleados en otras unidades de Cádiz y Huelva.
En poco tiempo buena parte del personal de ambas compañías, una vez al completo de sus efectivos, quedó diseminado en una extensa red de campamentos y fuertes del Ejército, para prestar el servicio de campaña o policía militar y el de vigilancia en beneficio de la seguridad pública.
Estos fueron por un lado los de Tetuán (1 oficial, 1 sargento, 1 cabo y 13 guardias civiles de Infantería), Castillejos (media sección de guardias civiles de Infantería y otra media de guardias civiles de Caballería), Río Martín (1 cabo y 8 guardias civiles de Infantería) y los puestos de vigilancia de La Restinga y desfiladero de Medik (una sección disminuida de guardias civiles de Caballería).
Por otro lado en la zona de Ceuta se destacaron en la Posición A, Aranguren, Blocao Anyera, Yebel Anyera y Blocao Banzu (media sección de guardias civiles de Infantería) así como en los de Isabel II, Comandari Viejo, Comandari Nuevo, Francisco Asís, Piniers, Mendizábal y Blocao Tarajal (media sección de guardia civiles de Infantería). También lo fueron en Príncipe Alfonso (media sección de guardias civiles de Infantería), Infiesto (10 guardias civiles de Infantería) y Benítez (1 oficial y 14 guardias civiles de Infantería).
El comandante general de Ceuta, a pesar de los aumentos que habían ido experimentando en los últimos tiempos ambas compañías, continuó solicitando mayor número de efectivos de la Guardia Civil dado el eficaz y extraordinario resultado que estaban obteniendo en la vigilancia del territorio.
El carácter profesional de sus miembros, frente a una tropa del Ejército procedente de recluta forzosa en la mayor parte de los casos, unido al estricto sentido de la disciplina militar, sus nobles virtudes humanas, su prestigio y el acreditado espíritu de servicio y sacrificio de los guardias civiles, les convertían en el mejor medio para mantener y asegurar el orden y la seguridad entre la población, tanto cristiana como musulmana.
Un ejemplo de su eficacia en materia de seguridad pública quedó reflejada en la felicitación del Director General de la Guardia Civil, publicada en el Semanario Oficial del 8 de febrero de 1914, al personal del puesto de Arcila, compuesto por el cabo Faustino Díez Aparicio y los guardias Pablo Gutiérrez González, Bernardino Tapiz Vélez, Isidoro Hernández Tamames y Tomás Bermejo López, quienes tras activas gestiones, detuvieron a tres de los cinco individuos que habían asaltado una casa situada en las afueras de la población, en donde tras violar a las mujeres que allí trabajaban y herir gravemente a dos de ellas y a uno de los clientes, les robaron y secuestraron a uno de sus hijos de corta edad.
Respecto al servicio de campaña, como recompensa por los méritos contraidos en los hechos de armas y operaciones efectuadas desde el 25 de junio de 1913 hasta 31 de diciembre de dicho año se concedieron a los oficiales del Instituto un total de 7 cruces rojas del mérito militar en sus diferentes categorías y 3 menciones honoríficas así como por otra parte un total de 2 ascensos por méritos de guerra, 13 cruces de plata del mérito militar rojas pensionadas y 21 cruces de plata del mérito militar con distintivo rojo sencillas a las clases y tropa.
La Guardia Civil en Larache.
Casi paralelamente y como consecuencia de lo dispuesto en el real decreto de 15 de marzo de 1913, mediante el que se creaba en la región de Lucus -a semejanza de las de Ceuta y Melilla- la comandancia general de Larache, se dictó por el Ministerio de la Guerra, una real orden circular de 29 de dicho mes impartiendo las oportunas instrucciones tendentes a su cumplimiento y organización.
En ella además de fijarse la capitalidad en la plaza de Larache, se detallaron los cuerpos y unidades que pasarían a constituir la guarnición de su territorio así como sus plantillas concretas de personal, ganado, armamento, municiones y material.
Respecto a la Guardia Civil, concebida ya como elemento imprescindible de seguridad pública y policía militar para prestar el servicio de campaña, se dispuso, en su artículo 24, que por la dirección general del Instituto se procediera a organizar en el más breve plazo, y con destino en la citada comandancia general, una sección mixta -de Infantería y Caballería- al mando de un oficial subalterno. Dicho oficial fue inicialmente el primer teniente Alfredo Arredondo Acuña, posteriormente relevado por el de igual empleo Ignacio Baamante Cortázar.
La nueva unidad, integrada por 31 hombres: 1 oficial subalterno, 18 hombres de Infantería (1 sargento, 2 cabos, 1 corneta, 1 guardia 1º y 13 guardias 2º) y 12 de Caballería (1 sargento, 2 cabos, 1 trompeta, 1 guardia 11 y 7 guardias 21 ), pasó también a depender del 18º Tercio de la Guardia Civil, con cabecera en Cádiz, quedando afecta a la comandancia gaditana para los efectos administrativos. Como ganado se les fijó 1 caballo de oficial y 12 de tropa. Los gastos que se originaron como consecuencia de las modificaciones orgánicas, fueron sufragados con cargo a los créditos que se concedieron como ampliación del presupuesto de "Acción en Marruecos" .
La eficacia y acierto de la presencia de los guardias civiles en Larache se hizo sentir muy pronto. El Semanario Oficial de la Guardia Civil de 24 de enero de 1914 publicó la felicitación del Director General al teniente Ignacio Baamante Cortázar, jefe de la sección mixta, y a los guardias Cándido Martínez Otero y Juan Paloma García, por la brillante investigación que llevó a la detención del autor de un robo de 17.000 pesetas, cometido contra un capitán de la administración militar, logrando además recuperar íntegramente dicha cantidad.
La Guardia Civil, con su bizarría y eficacia tradicional, empezaba a sembrar la semilla de su prestigio en el Protectorado de España en Marruecos, cuya presencia no finalizó el 7 de marzo de 1956 con la independencia de dicho reino sino que se prolongó varios años más hasta que las últimas unidades que se replegaron a Ceuta fueron relevadas por la incipiente Gendarmería Real.
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