Artículo escrito por Jesús Núñez y publicado en "DIARIO DE CADIZ" el 24 de septiembre de 2003, pág. 6.
Parece ser que los restos
de Federico García Lorca -uno de los crímenes más caros de las fuerzas de
Queipo de Llano- serán próximamente exhumados una vez se localice su ubicación
exacta, bastante acotada ya por cierto.
Su familia no está muy por la labor
pero como el insigne poeta no fue asesinado ni enterrado solo, han sido los
parientes del maestro Dióscoro Galindo y del banderillero Francisco Galadí, los
que han dado su autorización.
Ignoro los motivos que tienen los familiares de
García Lorca para que no se proceda a darle una sepultura más digna que la que
actualmente padece, aunque visto lo visto en algunos lares la verdad es que es
para pensárselo.
Siempre he creído que los muertos son en todo caso propiedad,
si es que puede decirse así pues la verdad que hasta eso empiezo a dudarlo, de
los familiares que les sobreviven y que son quienes a la postre deciden y
abonan los gastos correspondientes al tipo y lugar de inhumación.
No obstante
también es cierto que algunos fallecidos pueden terminar perteneciendo por muy
diversas razones al Patrimonio de la Humanidad, con mayúsculas, y si no que se
lo digan por ejemplo a las momias de los antiguos faraones de Egipto que se
exhiben en los museos.
Desgraciadamente somos muchos los españoles que tenemos
a algunos de nuestros seres queridos olvidados y mezclados en fosas comunes de
nuestra desgraciada Guerra Civil.
Por ejemplo los restos de mi abuelo paterno
-que dejó viuda y cuatro huérfanos de muy corta edad- permanecen revueltos
desde 1936 en una fosa común de un cementerio entre los de un centenar más de
desgraciados que fueron asesinados una calurosa noche del mes de agosto.
Si
algún día alguien me ofreciera exhumar e identificar sus restos con ADN incluido,
no sé que decidiría pero comprendo que vista la manipulación que a veces se
padece, uno termine por pensárselo pero que muy mucho.
Y desde luego intentaría
enterarme antes del verdadero interés del ofertante así como cual ha sido su
trayectoria ética anterior en la materia, pues hay veces que hasta las
instituciones más formales pueden verse sorprendidas en su buena fe por algún
tunante.
Por otra parte estoy absolutamente a favor de la verdadera recuperación
de la memoria histórica y de devolver la dignidad a quienes tan injustamente se
les privó mediante la más ilegítima violencia.
También apuesto firmemente por
que todos tienen, todos tenemos o al menos deberíamos tener, derecho a decidir
sobre nuestros muertos y su lugar de reposo final, siendo muy de agradecer que
instituciones y asociaciones apoyen y faciliten, cuando es altruístamente,
dicha labor.
Sin embargo tengo que reconocer que me preocupa la demagogia y la
manipulación espuria que algunos desaprensivos intentan hacer con nuestros
asesinados de la Guerra Civil, que haberlos los hubo y por los dos bandos.
Pero
más miedo me da que encima sus cuerpos vuelvan a ser profanados y más por
quienes proclaman querer dignificarlos, pues parece ser que recientemente y con
motivo de una reciente exhumación estuvieron a punto de desaparecer unos
dientes de oro de una de las víctimas del 36 pero que gracias a la agudeza
visual de los empleados de cierto cementerio pudieron ser recuperados ante el
sonrojo de todos los presentes, unos por vergüenza ajena y otros por desvergüenza
propia, existiendo según se comenta un documento interno dando cuenta de tan
lamentable y repugnante hecho.
Acciones como las anteriores vienen suscitando
en las últimas semanas un profundo y poco académico debate en diversos foros relacionados
con la recuperación de la memoria histórica, cuestionándose fines,
financiaciones, subvenciones e incluso la propia existencia de las diferentes
asociaciones, todo lo cual hace un evidente daño a la causa de quienes
honestamente creen y trabajan en ello.
Alguien, y quien mejor que la propia
Administración, tal vez debería velar por la debida salubridad en todo, haciéndose
además cargo de las acciones que sean necesarias y posiblemente así podamos
dejar algún día a nuestros muertos en paz que es como realmente mejor estarían.
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