Artículo escrito por Jesús Núñez y publicado en "DIARIO DE CADIZ" el 20 de enero de 2004, pág. 22.
El original está ilustrado con una fotografía en blanco y negro.
El alférez Díaz de la Guardia Civil fue condecorado con la Orden de la República.
Atardecía el 17 de enero de 1936 en Jerez de la Frontera cuando comenzaron unos graves sucesos que conmocionaron la provincia y que también fueron recogidos ampliamente por la prensa nacional de aquella 2ª República en la que de verdad muy pocos creían.
El guardia civil José García Vera caía gravemente herido en un establecimiento de la plaza del Carbón, tras ser alcanzado por cinco disparos efectuados por la espalda por tres pistoleros –hoy diríamos terroristas- que se dieron a la fuga.
También resultaron alcanzados su acompañante, el jefe accidental de la Policía Municipal Manuel Aranda Aguilar, y un cliente llamado Juan Román Marín, que falleció en el acto.
Al día siguiente, el alférez de la Guardia Civil José Díaz Pérez, jefe de la Línea de Arcos de la Frontera, fue informado por el policía municipal Joaquín Lozano Muñoz de que tres sospechosos se encontraban en un bar de la arcense calle Romero Gago, por lo que acompañado de los guardias civiles Antonio Campanario Sánchez y Modesto Moreno Medina así como del policía municipal Diego Pando Gil, se dirigió al lugar para proceder a su identificación.
Sin embargo al entrar en la taberna fueron tiroteados siendo mortalmente alcanzado el alférez y de menos gravedad el guardia Campanario. Repelida la agresión cayeron también muertos dos de los pistoleros, Julio Jiménez Correa (a) "El Chipi "y Antonio Franco Orellana (a) "El Burriana", resultando herido el tercero, alias "El Raspadura", quienes ya tenían antecedentes por atentados a policías y empresarios.
El entierro del alférez Díaz constituyó, tal y como reflejan las fotografías y crónicas de la época, una de las mayores expresiones de dolor que hasta entonces había conocido Arcos.
Se cerraron los establecimientos en señal de duelo y multitud de vecinos acompañaron al cortejo fúnebre por las principales calles, encabezado por numerosas autoridades, hasta el cementerio de San Miguel, siendo el nicho costeado por el ayuntamiento que como se puede leer actualmente en su lápida "rinde tributo al heroico cumplimiento del deber".
El infortunado oficial, ascendido apenas un mes antes, había nacido en Algar y era hijo del matrimonio compuesto por el guardia civil Manuel Díaz Gómez y Leonarda Pérez Vallejo. Inició su vida militar el 1 de agosto de 1908 en la Caja de Reclutas de Jerez de la Frontera, siendo destinado por real orden de 5 de febrero del año siguiente a la 5ª Batería de la Comandancia de Artillería de Ceuta.
Apenas transcurrido un año fue ascendido al empleo de cabo en su propia unidad, donde continuó hasta finales de 1911, siendo licenciado y regresando a su pueblo natal, si bien dos meses después fue nuevamente movilizado y tuvo que volver a Ceuta por espacio de dos meses más hasta que por fin pasó a la situación de reserva activa.
Poco después de llegar le comunicaron que dadas sus buenas aptitudes acreditadas durante el servicio militar en África había sido ascendido a sargento.
Siguiendo la tradición paterna ingresó el 1 de abril de 1912 en el benemérito Instituto de la Guardia Civil, siendo destinado a Barcelona donde ascendió a cabo y contrajo matrimonio en el verano de 1916 con Sofía Victoria Rey.
En marzo del año siguiente pasó destinado al Protectorado español y concretamente a la sección de Larache que dependía por aquel entonces de la Comandancia de Cádiz hasta que en marzo de 1919 se creó la propia de Marruecos.
Tras pasar por Castillejos y Río Martín y estar destacado en Xauen después de los trágicos sucesos de Annual, fue destinado en febrero de 1924 al puesto de Rota de la Comandancia de Cádiz.
En mayo del año siguiente ascendió a sargento y pasó al mandar el puesto de El Campillo en Huelva en donde permaneció hasta que en febrero de 1928 fue destinado en Madrid.
Allí fue testigo el 14 de abril de 1931 de la proclamación de la 2ª República, firmando la promesa de fidelidad a la misma que prevenía el decreto del día 22 siguiente.
Tras sucesivos ascensos y nuevos destinos en Gerona y Barcelona, pudo regresar en noviembre de 1934 ya como subteniente a la Comandancia de Cádiz en donde mandódurante un mes la Línea de Bornos y después la de Arcos, a cuyo frente encontraría la muerte.
Pocos días después el gobierno recompensaba a título póstumo al alférez con el máximo galardón: la Orden de la República y en decreto de 24 de febrero de 1936, firmado por el presidente de la República Niceto Alcal-Zamora Torres, se disponía "habida cuenta de que este doble atentado ha sido cometido por elementos rebeldes al Régimen, contra el personl de la GuardiaCivil, Institución armada al servicio de la República, de acuerdo con el Consejo de Ministros y a propuesta del de la Gobernación, vengo a disponer que los hechos ocurridos en Jerez de la Frontera y Arcos, ambos de la provincia de Cádiz, en los días 17 y 18 de Enero de 1936, respectivamente, sean declarados como de guerra a todos los efectos que esta declaración pueda producir".
En la fachada de la vivienda de Algar donde vino al mundo sus vecinos colocaron tiempo después una placa con la siguiente inscripción:
"En esta casa nació e l 19 de diciembre de 1887 el Sr. D. José Díaz Pérez, heróico Oficial del Benemérito Cuerpo de la Guardia Civil que murió vilmente asesinado en el cumplimiento de su deber en Arcos de la Frontera el día 18 de enero de 1936. Sus paisanos todos dedican este recuerdo al que fue modelo de caballeros y supo añadir una nueva página de gloria al Cuerpo que pertenecía".
Dicha placa, hace unos años,al cambiar la vivienda de titular y no desearla en su fachada fue retirada y recogida por los familiares del alférez Díaz que la siguen conservando.
No obstante Algar, al contrario que Arcos, no ha olvidado a su hijo y una céntrica plaza sigue dedicada a la memoria de "quien generosamente sacrificó su vida en defensa de la paz social", tal y como expresó en un oficio de 29 de enero de 1936 el propio subsecretario del ministerio de la Gobernación.
El ayuntamiento de Arcos le dedicó durante la Guerra Civil una calle que perduró durante todo el periodo franquista hasta que con la primera corporación democrática de la Transición, en el pleno celebrado el 27 de julio de 1979 corrió la misma suerte que las dedicadas a los generales Franco, Queipo de Llano y Mola –con los que por cierto poco tenía que ver y mucho menos con los sucesos del alzamiento militar que aquellos protagonizarían justo seis meses después de su muerte- siendo sustituido su nombre por el de Muñoz Vazquez, que unía la plaza de España con la calle de Miguel Mancheño.
Tal vez en el futuro, otra corporación democrática recupere la memoria histórica y devuelva honrosamente al callejero de Arcos de la Frontera a quien derramó hasta la última gota de su sangre en sus calles y descansa en su cementerio esperando la paz de los justos.
Nota. Se agradece la colaboración de los hermanos Juana y Manuel Díaz, sobrinos del citado alférez así como de Alfonso Durán Díaz, nieto del mismo y de Fernando Gil Sierra.
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