Artículo escrito por Jesús Núñez y publicado en "DIARIO DE CADIZ" el 18 de agosto de 2005, pág. 16.
El original está ilustrado con una fotografía en blanco y negro.
La catástrofe que sufrió Cádiz la trágica noche del 18 de agosto de 1947 forjó innumerables héroes anónimos entre los miles de civiles y militares que acudieron a rescatar a los centenares de víctimas que se encontraban sepultadas en los edificios derrumbados por los efectos de la tremenda onda expansiva que sacudió la ciudad.
Inmediatamente se enviaron desde diferentes puntos de la provincia las primeras ayudas y auxilios, siendo una de las más destacadas y sin embargo a la postre, no suficientemente reconocida, la de la Infantería de Marina procedente de San Fernando.
Sin embargo, de la heroica actuación de dicho Cuerpo y de quien se encontraba a su mando dio cumplida cuenta diez días después de la explosión el alcalde de Cádiz, Francisco Sánchez-Cossío Muñoz, al gobernador civil de la provincia, Carlos Rodríguez de Valcárcel, en un escrito que comenzaba así:
"Pasados los primeros momentos de la luctuosa explosión que azotó Cádiz en la noche del 18 del actual, me creo en el deber de poner en conocimiento de V.E., la destacada actuación del Teniente Coronel de Infantería de Marina y Delegado Provincial de Excombatientes D. Antonio Ristori, quien se presentó con parte de las fuerzas de Infantería de Marina llegadas de San Fernando para prestar los primeros auxilios".
En La Isla, el vicealmirante Fausto Escrigas Cruz –jefe del arsenal de La Carraca– en ausencia del capitán general, el almirante Rafael Estrada Arnaiz, que había marchado a Cádiz nada más producirse la explosión, ordenó la salida inmediata de una compañía de Marinería y tres de Infantería de Marina. De estas tres últimas una era de fusiles, otra de zapadores y la que entonces se denominaba de "defensa pasiva", llevando consigo varias moto-bombas y diverso material de auxilio y rescate. A su frente iban el coronel jefe del Tercio Sur, Vicente de Juan Gómez, el teniente coronel 2º jefe Antonio Ristori Fernández y el comandante Francisco García Raez.
Sin embargo la columna, al llegar a la altura de Cortadura, fue detenida por un control de la Guardia Civil mandado por el comandante José Fernández López, quien –según seguía relatando el alcalde Sánchez-Cossío– "les comunicó de orden superior que no entrase la tropa en el lugar de la catástrofe, pues se presumía que iba a sobrevenir otra explosión, que aumentaría el número de víctimas entre los escombros".
El teniente coronel Ristori, extrañado ante dicha orden, dado el elevado número de víctimas que presuponía necesitadas de auxilio, se presentó –tras dejar la columna frente al Hotel Playa– en el Ayuntamiento ante el vicealmirante Escrigas y el alcalde.
Aquel "le informó que efectivamente se esperaban más explosiones y sobre todo que el fuego en esos momentos se había corrido a un lugar donde existía un depósito de gasolina, contiguo a Defensas Submarinas, que contenía 15.000 litros y se temía su explosión, pero que no obstante ello, no se prohibía el acceso a esos lugares, sino que se prevenía a las fuerzas de los peligros que podrían correr al entrar en la zona siniestrada para prestar auxilio a los supervivientes".
A continuación Ristori regresó a donde se había quedado la columna y tras informar a su coronel solicitó autorización para ir a la zona arrasada por la explosión –cuyo verdadera causa sigue hoy día ignorándose–, acompañado de un grupo de infantes de marina voluntarios. Una vez concedido y "con gran decisión y gesto heroico, por el grave riesgo por su parte y por la tropa a sus órdenes, penetró en dichos lugares, llevando los soldados materialmente a hombros sobre los escombros una moto-bomba, que tomando agua de un aljibe próximo sofocaron el fuego sobre el tanque de gasolina y otros más".
El comandante García Raez se quedó al mando de los vehículos para atender la evacuación de los heridos primero y el traslado posterior de los muertos que se rescataran, ya que por culpa de los edificios derrumbados sobre las calles de la barriada de San Severiano, los camiones no podían circular.
Durante toda la noche no pararon –junto a otros miembros de las fuerzas armadas y de orden público– de rescatar muertos y heridos sepultados entre los escombros, siendo testigos de tremendas escenas. Las más patéticas de ellas y que más amarga huella le dejaron fueron sin duda alguna las vividas en el rescate de las víctimas de la Casa Cuna, un centro asistencial de la Diputación Provincial que se encontraba muy próximo al epicentro de la explosión, donde aquella noche dormían, además de las monjas que los cuidaban, 117 niños y 82 niñas, todos menores de 7 años, de los que 26 fallecieron, amén de cuatro de aquellas.
Manuel Ristori Peláez –hijo del teniente coronel–, que contaba por aquel entonces cinco años de edad, recordaría muchísimos años después algunas de las conversaciones que escuchó en su casa: "para mí fue dolorosísimo el caso de una niña de mi edad que le sorprendió la explosión en el segundo piso y le saltaron unos cristales de un ventanal a los ojos, y fue bajando las escaleras poniendo las manos por la pared y tocándose de vez en cuando los ojitos, por lo cual estaban las manos marcadas de sangre en la pared en todo su recorrido y apareciendo la pobrecilla muerta en la planta baja".
También recuerda la anécdota de cómo a la mañana siguiente se personó en las ruinas de la Casa Cuna y de la cercana iglesia de San Severiano el obispo diocesano de Cádiz-Ceuta, Tomás Gutiérrez Díez, quien se hizo cargo del copón que contenía las sagradas formas. Fue su padre precisamente quien se lo entregó, quedándose perplejo cuando el obispo se arrodilló para recogerlo en medio de los presentes. El teniente coronel dispuso inmediatamente que cuatro de sus infantes de marina lo acompañaran, organizándose una improvisada procesión ante el silencio de todos los que en esos momentos participaban en las tareas de rescate.
Aquellos voluntarios permanecieron en la zona durante casi 48 horas siendo relevados por otras unidades que llegaron de refuerzo. Sin embargo Ristori continuó allí varios días más, autorizado por su almirante, para coordinar las tareas de auxilio, distribución de servicios y abastecimientos en colaboración con la Cruz Roja y el Auxilio Social.
El alcalde de Cádiz, en su citado escrito de fecha 28 de agosto de 1947, terminaba por proponer que a dicho teniente coronel "le sea concedida alguna alta recompensa que premie sus servicios heroicos y humanitarios que tanto contribuyeron a evitar mayores daños y a mitigar esta catástrofe", aprovechando también para reconocer los méritos de otros oficiales, pues "así mismo tuvo noticias del comportamiento heroico del Capitán de Corbeta de Defensas Submarinas D. Pascual Pery Junquera y de los valiosísimos servicios prestados por el Capitán de Fragata D. Manuel Lahera de Sobrino, que tan alto pusieron el nombre de la Marina de Guerra".
Tres años más tarde –el 18 de julio de 1950– sólo sería condecorado el capitán de corbeta Pery, y hubo de esperar al 7 de julio de 1982 para que la comisión de gobierno del Ayuntamiento de Cádiz le nombrara hijo adoptivo junto al grupo de marineros que le habían seguido. Tras localizarse a los supervivientes, los títulos honoríficos pudieron ser entregados en enero de 1989 en una solemne sesión celebrada en el salón de plenos.
Tal y como dice el conocido dicho militar: "En unos pocos se premiaron los méritos de muchos". Y entre estos últimos se encontraba muy especialmente el teniente coronel Ristori –fallecido en 1979–, que, siendo posteriormente vicepresidente de la Diputación, contribuyó activamente a impulsar la reconstrucción de la nueva Casa Cuna. Bien se merece ese título aunque sea póstuma y tardíamente.
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Noticia publicado en "DIARIO DE CADIZ" el 19 de agosto de 2005.
Reconocimiento para el Coronel Antonio Ristori
Jesús Núñez, historiador e investigador, ha presentado a título individual un escrito en el Registro General del Ayuntamiento solicitando a la alcaldesa que, previos los trámites y comprobaciones oportunas, se conceda por "razones de estricta justicia y reconocimiento", según Núñez, el título de Hijo Adoptivo a Antonio Ristori Fernández, Coronel de Infantería Marina fallecido en 1979, por su "benemérita labor en su destacado auxilio a las víctimas de la Explosión de 1947, tal y como se hizo con otros en 1989". Entre ellos se encuentran el almirante Pascual Pery, quien junto a Ristori evitó que se provocaran más explosiones en la ciudad.
Noticia publicada en "DIARIO DE CADIZ" el 18 de agosto de 2008.
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Noticia publicada en "DIARIO DE CADIZ" el 18 de agosto de 2008.
Coronel Ristori, un héroe de 1947 que aún está sin reconocer.
Fue uno de los primeros militares que acudieron a auxiliar a las víctimas.
La catástrofe
del 18 de agosto de 1947 motivó el comportamiento heroico de muchos miembros de
la Marina que desde las instalaciones de tierra en Cádiz y San Fernando así
como desde los buques fondeados en esas aguas, acudieron inmediatamente para
auxiliar a las víctimas.
Uno de
ellos fue el entonces teniente coronel de Infantería de Marina Antonio Ristori
Fernández, cuya gesta fue reconocida por el propio alcalde de la Ciudad,
Francisco Sánchez Cossío. Este, en escrito fechado diez días después de la
explosión, pidió para aquél una "alta recompensa que premie sus servicios
heroicos y humanitarios que tanto contribuyeron a evitar mayores daños y a
mitigar esta catástrofe".
Dado que en 1982 varios componentes de la Armada
fueron nombrados hijos adoptivos de Cádiz, como agradecimiento a su heroísmo de
aquella noche, pero había sido olvidado Ristori ya que había fallecido tres
años antes, surgió en el 2005 una iniciativa tras publicarse en Diario
de Cádiz los detalles de su gesta, para que también fuera nombrado, a
título póstumo, hijo adoptivo.Tras tres años de espera, el ayuntamiento
comunicó el pasado día 14 al promotor de la iniciativa que dicha propuesta será
por fin aprobada en la próxima comisión de honores y distinciones que se convoque.
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Artículo de Pilar Hernández
Mateo publicado en "DIARIO DE CÁDIZ" el 7 de abril de 2011.
"Por fin se hace
justicia con mi padre"
Después de 64 años, se
reconoce la heroicidad de Antonio Ristori tras la Explosión en Cádiz en 1947.
Manuel Ristori está orgulloso y muy contento porque "por
fin" se ha reconocido la labor de su padre, Antonio Ristori, en las
labores de auxilio de los heridos de la explosión ocurrida en Cádiz la noche
del 18 de agosto de 1947.
"Después de 64 años, han reconocido el acto heroico de mi padre,
que a sabiendas de que habría más explosiones, quiso entrar en la zona afectada
porque sabía que había muchas familias heridas. Ha sido un tiempo muy largo,
pero agradezco que por fin se haya hecho justicia", comenta Manuel
Ristori, coronel de Infantería de Marina retirado, quien da las gracias a la
alcaldesa y a su Ayuntamiento, "porque no hay otra corporación que lo haya
reconocido", y al historiador y militar Jesús Núñez, quien le ha ayudado
mucho en esta labor de reconocimiento a su padre. De hecho, él fue el que pidió
formalmente por escrito la concesión del título de Hijo Adoptivo. Y también a Diario
de Cádiz, que se ha hecho eco de las solicitudes de Núñez publicando
artículos sobre Antonio Ristori.
Manuel Ristori cuenta que, cuando ocurrió la explosión, él contaba
cinco años. "No tenía conocimiento de lo que había pasado, pero poco a
poco fui investigando y construí el puzzle de lo que había ocurrido, y me di
cuenta de que a mi padre le habían hecho una faena muy gorda. Pery Junquera fue
un héroe con mayúsculas y se lo reconocieron pero ni a mi padre ni a los
voluntarios que fueron con él se les ha considerado", expresa.
La Infantería de Marina procedente de San Fernando, con el Teniente
Coronel y delegado provincial de Excombatientes Antonio Ristori al frente, fue
de las primeras en ofrecer ayuda para rescatar a los centenares de víctimas que
se encontraban sepultadas en los edificios derrumbados por los efectos de la
tremenda onda expansiva que sacudió la ciudad.
Cabe destacar que su heroica actuación no pasó desapercibida por el
alcalde de Cádiz de aquel entonces, Francisco Sánchez-Cossio Muñoz, quien diez
días después pidió por escrito al gobernador civil de la Provincia, Carlos
Rodríguez de Valcárcel, una "alta recompensa que premie sus servicios
heroicos y humanitarios que tanto contribuyeron a evitar mayores daños y a
mitigar esta catástrofe". Pero esta petición no fue oída. Hasta ahora.
Manuel Ristori afirma que su padre era "muy buena persona",
"un hombre humanitario que miraba mucho por la gente". Algo que se
puso de manifiesto en agosto de 1947, cuando solicitó autorización para ir a la
zona arrasada por la explosión acompañado de un grupo de infantes de marina
voluntarios. Durante toda la noche no pararon -junto a otros miembros de las
fuerzas armadas y de orden público- de rescatar muertos y heridos sepultados
entre los escombros. Los voluntarios permanecieron en la zona durante casi 48
horas, siendo relevados por otras unidades que llegaron de refuerzo. Sin
embargo, Ristori continuó allí varios días más, autorizado por su almirante,
para coordinar las tareas de auxilio, distribución de servicios y
abastecimiento en colaboración con la Cruz Roja y el Auxilio Social.
Su hijo quiere resaltar la actuación de su padre en la Casa Cuna,
donde aquella noche dormían, además de las monjas que los cuidaban, 117 niños y
82 niñas, todos menores de 7 años. El rescate de aquellas víctimas fue lo que
más huella le dejó. El teniente coronel Ristori -fallecido en 1979-, siendo
posteriormente vicepresidente de la Diputación, contribuyó activamente a
impulsar la reconstrucción de la nueva Casa Cuna.
Para Jesús Núñez, con este reconocimiento, “el Ayuntamiento de Cádiz y
la propia Ciudad han saldado una deuda pendiente de reconocimiento y homenaje
que tenía desde 1947 con el entonces teniente coronel Ristori, uno de los
grandes héroes de aquella trágica noche”.
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Noticia publicada en "DIARIO DE CADIZ" el 8 de abril de 2011.
Emoción y mucho agradecimiento.
Un abarrotado Salón de Plenos del Ayuntamiento acoge la entrega de las distinciones de Hijo Adoptivo y Predilecto, además de las Medallas de Oro, Plata, Bronce y del Trimilenario a diez personas y entidades.
Manuel Ristori Peláez,
vestido con uniforme de gala, se presentó ante el público como hijo del Coronel
de Infantería de Marina Antonio Ristori, quien recibía a título póstumo
la distinción de Hijo Adoptivo. Él quiso relatar lo que sucedió "aquella
fatídica noche del 18 de agosto de 1947", en la que su padre junto con más
de 90 voluntarios solicitaron entrar en la zona afectada por la explosión de un
polvorín de la Armada para poder auxiliar a los afectados, poniendo en riesgo
sus propias vidas.
Destacó la labor que realizaron en la Casa Cuna, de donde sacaron 173 niños vivos y 26 muertos. Y no quiso acabar su intervención sin dar las gracias a la alcaldesa y a todo el Ayuntamiento por el reconocimiento a su padre después de 64 años, y al teniente coronel de la Guardia Civil Jesús Núñez, "porque sin su ayuda no hubiera sido posible". Terminó recordando a los "más de 90 hombres voluntarios, héroes anónimos que si supiera sus nombres los diría uno a uno, pero eso lo dejo en manos de los investigadores".
Destacó la labor que realizaron en la Casa Cuna, de donde sacaron 173 niños vivos y 26 muertos. Y no quiso acabar su intervención sin dar las gracias a la alcaldesa y a todo el Ayuntamiento por el reconocimiento a su padre después de 64 años, y al teniente coronel de la Guardia Civil Jesús Núñez, "porque sin su ayuda no hubiera sido posible". Terminó recordando a los "más de 90 hombres voluntarios, héroes anónimos que si supiera sus nombres los diría uno a uno, pero eso lo dejo en manos de los investigadores".
Aquí en el Cádiz de la Explosión, los componentes de la Marina de Franco / Armada de S.M. no han cesado de relatar heroicidades, "cuentos marineros" sacando pechos llenos de medallas. Es muy parecido a lo que ocurrió en Santiago de Cuba en 1898; mucho cuento, muchas medallas por hundir sus propias naves ..... decenas de años de mentiras .... ¿Por qué decidió la Armada colocar minas defensivas al pie de los Glacis cuya onda expansiva se dirigiría directamente a los astilleros de Horacio Echevarrieta? ¿Tan difícil resulta averiguar y contestar simplemente por qué razón se colocaron cientos de minas marinas? ¿La Armada no sabe nada ? ¿La Guardia Civil tampoco ? ¿Solamente se preocupan de coger medallas ? De los asesinados, nadie
ResponderEliminarYo tenía ocho años cuando explotaron las minas asesinas. Antonio Sánchez Salgueró vino al mundo doce años antes. Marinero de los que servía en la Base de Defensas submarinas. (donde estaban depositadas las minas asesinas que mandaron colocar allí sus jefes). Aquella noche no le tocó hacer guardia. Fue de los primeros que llegó al lugar después de la explosión.
ResponderEliminarSe sorprendió de lo pronto que llegó al lugar tanta gente como oficiales desde tan lejos. Cuando relataban la presunta “odisea” del teniente de navío Pery Junquera se llevaba las manos a la cabeza por tanta mentira. Envió cartas al diario de Cádiz denunciando esa y otras falsedades. Cuando le conocí y supe de su desacuerdo con el relato oficial le expliqué lo que posiblemente había ocurrido.
Las minas marinas fueron colocadas en modo defensivo al pie de los Glacis, es decir, su onda
expansiva destruiría con total seguridad los astilleros. El dueño de aquellos astilleros había impugnado años atrás la construcción por el Estado de un dique seco en suelo público, exactamente igual al que él había explicado a la prensa en 1917 iba a construir en su astillero que la Armada se llevaría por delante. ¿minas marinas colocadas en modo defensivo en un amplio campo electro-magnético?
La pregunta es: Porqué se colocaron allí esas minas (al lado de la población) cuando existen
en Cádiz no menos de seis fortificaciones alejadas de la ciudad ¿?
Usted tiene la palabra Coronel
Saludos