martes, 31 de marzo de 2020

LA GUARDIA CIVIL EN SAN ROQUE (VIII). LOS SERVICIOS MÁS DESTACADOS (1869-1879).

CLXXV Aniversario “Cartilla del Guardia Civil” (1845-2020).

Artículo escrito por Jesús Núñez y publicado en "EUROPA SUR", pág. 25, el 30 de marzo de 2020.

El original contiene una fotografía en blanco y negro.


En 1869 se cumplía el XXV aniversario de la fundación del benemérito Cuerpo de la Guardia Civil, pudiendo considerarse ya una institución de seguridad pública plenamente asentada y con un consolidado prestigio. Todo ello contribuiría, junto a su bien saber hacer, a su supervivencia primero, y a su fortalecimiento después, durante los difíciles avatares políticos y sociales que quedaban todavía por acontecer en la convulsa España del siglo XIX.

No hay que olvidar que tan sólo unos meses antes, en septiembre de 1868, los generales Juan Prim Prats y Francisco Serrano Domínguez, junto a la escuadra del almirante Juan Bautista Topete Carballo, escogiendo la capital gaditana como epicentro, se habían sublevado contra Isabel II. Triunfado el alzamiento militar, la reina se exilió seguidamente, dando paso a lo que ha sido conocido como el Sexenio Democrático (1868-1874). 

Mientras tanto la Guardia Civil, siempre fiel a su deber, continuaba velando por el orden y la ley bajo la premisa del artículo 1º de la “Cartilla del Guardia Civil”, aprobada por real orden de 20 de diciembre de 1845: “El honor ha de ser la principal divisa del Guardia Civil; debe por consiguiente conservarlo sin mancha. Una vez perdido no se recobra jamás”. 

Casi cinco lustros después de su entrada en vigor se encontraba al frente de la Comandancia de Cádiz, encuadrada en el 4º Tercio (Sevilla), el recién incorporado comandante Francisco Giménez Bueno. Éste tenía bajo sus órdenes tres compañías cuya demarcación territorial se extendía por toda la provincia. Sus cabeceras estaban ubicadas entonces en Chiclana de la Frontera, Grazalema y Algeciras. 

Al frente de esta última se encontraba el capitán Saturnino Loeches Senra, estando integrada por las líneas de Alcalá de los Gazules, Tarifa y San Roque. Como oficial jefe de ésta se encontraba el teniente José Taracido Leal. Entre los puestos que formaban dicha unidad había entonces dos sitos en el término municipal de San Roque: el de la propia localidad que le daba nombre y el de la Línea de Gibraltar, cuya pedanía se segregaría al año siguiente para convertirse en el nuevo municipio de La Línea de la Concepción. No obstante, el puesto de la Guardia Civil de esta población continuaría todavía muchos años más encuadrado en la línea de San Roque.

Respecto a los componentes del puesto de San Roque seguirían culminando destacados servicios, tanto de carácter benemérito como policial. Así, por ejemplo, con motivo de un incendio declarado el 6 de septiembre de 1869 en los montes propiedad del duque de Medinaceli en Castellar de la Frontera, una pareja que se hallaba recorriendo aquél término, compuesta del cabo 2º Félix Monce y guardia 2º Francisco Pan Domínguez, se distinguieron sobresalientemente. El boletín oficial del Cuerpo correspondiente al día 24 de dicho mes reseñó que estuvieron trabajando “sin descanso por espacio de doce horas, hasta que pudieron conseguir fuese completamente extinguido”.

Al mes siguiente, publicado el 16 de noviembre, se destacaba que el teniente Taracido, acompañado de cabo 1º Félix Espotorno, capturó en San Roque al paisano Miguel Cano, “consorte del famoso bandido Andrés Corbacho, a quien escribía las cartas que este último dirigía a los propietarios exigiéndoles cantidades con amenazas de muerte”. Dicho servicio sería felicitado expresamente por el director general de la Guardia Civil, teniente general Francisco Serrano Bedoya. 

Casi dos años más tarde, el boletín oficial del benemérito Instituto, fechado el 24 de octubre de 1871, daba cuenta de un importante servicio que había acaecido a las seis de la tarde del 31 de julio anterior. Un voraz incendio había reducido a cenizas ocho chozas establecidas en el mercado de San Roque, con motivo de la feria que se celebraba próxima a la plaza de toros, cuando precisamente se estaba celebrando una corrida, alarmando considerablemente a los espectadores. El teniente Taracido, que se encontraba en ese momento como jefe de la fuerza destinada al sostenimiento del orden público en su interior, al ver el fuego dispuso la inmediata presentación de varias parejas al mando del cabo 2º Félix Alonso González. Éstas consiguieron extraer y salvar la mayor parte de los efectos que contenían aquellas chozas y evitaron que pudieran producirse desgracias personales, logrando además la detención del paisano Manuel Medina, “autor del siniestro de referencia”.

El 1º de diciembre de 1872 volvía a destacarse en el boletín del Cuerpo un servicio benemérito en San Roque, esta vez encabezado por su nuevo jefe de línea, el teniente José Enríquez Patiño. Procedía del mando de la línea de Alcalá de los Gazules y sustituía al alférez Julián Portilla de la Iglesia quien había ostentado brevemente el de San Roque tras ser destinado el teniente Taracido, a finales del año anterior, a Tarifa. En esta ocasión se trató de la eficaz labor de extinción de un incendio que tuvo lugar en el caserío de un vecino de la localidad llamado Andrés Sánchez.

Como ya se expuso en el capítulo anterior, llama la atención al repasar los servicios distinguidos, la cantidad de meritorias actuaciones realizadas por los guardias civiles del puesto de San Roque relacionadas con incendios, haciendo cierto aquella frase del artículo 6º de su “Cartilla” que decía: “el que tenía su casa presa de las llamas, considere el incendio apagado”. Eran tiempos donde no existía consorcio provincial alguno de bomberos y la Benemérita siempre que acaecía alguno acudía presto a colaborar en apagarlo.

Un ejemplo más de ello fue publicado en el boletín de 1º de octubre de 1875 sobre un hecho acaecido en la mañana del 2 de agosto anterior. Esta vez las llamas habían prendido en la casa-choza de un vecino llamado Juan Ruiz. Inmediatamente el teniente Enríquez con fuerza a su mando acudió al lugar del siniestro, “y a las cuatro horas de incesante trabajo se pudo lograr la extinción del fuego, teniendo ocasión de salvar más de veinte fanegas de trigo, ropas y otros efectos que fueron entregados a sus dueños”.

Un suceso similar se recogió en el boletín fechado el 24 de marzo de 1878, con motivo de la actuación de la fuerza del puesto de San Roque, a las órdenes del teniente Enrique Soriano Hernández, que contribuyó a sofocar un incendio que se había declarado en un almacén de licores propiedad del vecino José Chico.

Otra frase benemérita del artículo 6º de la “Cartilla del Guardia Civil” decía: “el que veía a su hijo arrastrado por la corriente de las aguas, lo crea salvado”. Y eso fue lo que casi literalmente hicieron los guardias José Ibáñez Sánchez y Rafael Gamito Herrera del puesto de San Roque.

Tal y como publicó el boletín del Cuerpo del 1º de mayo de 1879, “tuvieron la suerte de salvar de una muerte segura al conductor de correos de Algeciras, el cual había sido arrastrado por la corriente al atravesar un río; recogiendo la valija de la correspondencia, que hubiera sufrido extravío a no ser por los citados individuos”. Concluía la reseña diciendo que el director general de la Guardia Civil, teniente general Fernando Cotoner Chacón, “se ha enterado con satisfacción de este servicio”.



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