CLXXV Aniversario “Cartilla del Guardia Civil” (1845-2020).
A partir de 1909 la Guardia Civil desplegada en el Campo de Gibraltar, y por lo tanto también el puesto de San Roque, vio incrementadas sus misiones en una comarca donde las actividades ilícitas que generaba la presencia de la colonia británica no beneficiaban precisamente el mantenimiento de la ley y el orden.
Además de los problemas derivados de la delincuencia común y de la vinculada al contrabando, surgieron otros relacionados con las campañas de Marruecos que iniciadas ese año se sucedieron hasta su finalización en 1927.
Con motivo de las operaciones militares que comenzaron a desarrollarse, tanto en la zona de influencia de Melilla como en la de Ceuta, los puertos de Málaga y de Algeciras se convirtieron en lugares habituales de embarque y desembarque de tropas y material bélico.
Por lo tanto fue habitual, sobre todo en periodos muy concretos, la presencia y movimiento en la Comarca, de unidades del Ejército que marchaban o regresaban del norte de África. Las localidades más afectadas fueron las de Algeciras, San Roque y Los Barrios, bien por estar alojadas las tropas durante unos días en espera de su embarque o por su movimiento por caminos o ferrocarril hasta el puerto.
El aumento de la recluta forzosa con motivo de las campañas incrementó tanto el número de prófugos entre los jóvenes que querían evitar el servicio militar y su cumplimiento en Marruecos, como el número de deserciones antes de embarcar. Capturados por la Guardia Civil, tras ser localizados escondidos en domicilios familiares o deambulando por caminos y campos, todos eran entregados a las autoridades militares competentes.
Sin embargo, el principal aumento de actividad para la Guardia Civil de la Comarca en relación a las campañas de Marruecos, vino motivado por el acompañamiento, guía y vigilancia de las unidades a su paso por los caminos que conducían al puerto de Algeciras, en las explanadas de sus muelles o en la estación ferroviaria de la ciudad y las previas como la de San Roque. Igual sucedía en los viajes de retorno de las tropas o de los licenciados que habían cumplido su periodo de servicio militar.
De hecho, por ejemplo, en el semanario oficial del benemérito Instituto, correspondiente al 24 de abril de 1911, se publicó, “para general conocimiento y satisfacción de la fuerza que ha prestado este servicio”, la felicitación del director general, teniente general Vicente Martitegui Pérez de Santamaría.
Ello fue consecuencia directa del oficio que el gobernador militar del Campo de Gibraltar, general de división Julio Domingo Bazán, dirigió al capitán Ramón Aceituno Rocamonde, como jefe de la 2ª Compañía de la Guardia Civil en Algeciras de la Comandancia de Cádiz, cuya demarcación comprendía toda la Comarca.
Concretamente le expresó “su complacencia y satisfacción por el celo con que la fuerza del Cuerpo prestó servicio extraordinario en dicho Campo para atender al orden y regularidad, tanto en el regreso de licenciados del Ejército procedentes de Ceuta, como en la incorporación a los cuerpos de dicha plaza, de más de 5.000 reclutas procedentes de todas las regiones”.
Año y medio más tarde esas cifras se incrementarían y mucho. La firma el 27 de noviembre de 1912 en Madrid del Tratado hispano-francés, daría paso al establecimiento del Protectorado de España en Marruecos. Ello a su vez motivaría no sólo el aumento de tropas del Ejército español sino también el de efectivos de la Guardia Civil en Ceuta y la creación de nuevas unidades del benemérito Instituto en Tetuán y Larache. Todas ellas pasaron inicialmente a depender de la Comandancia de Cádiz y del 18º Tercio con cabecera en la capital gaditana.
Las misiones que asumieron en el Protectorado fueron principalmente de dos tipos: garantizar el orden y la ley, al igual que se hacía en España mediante un despliegue de puestos en las poblaciones más importantes, y prestar el denominado “servicio de campaña” (policía militar) respecto a las unidades del Ejército desplegadas en dichos territorios.
Entre los oficiales de la Guardia Civil que fueron destinados al norte de África, se encontraban los primeros tenientes Isidoro López de Haro Carvajal e Ignacio Maroto González. Estos acababan de ser mandos titular y accidental, respectivamente, de la línea (sección) de La Línea de la Concepción, y por lo tanto habían tenido el puesto de San Roque bajo su responsabilidad, siendo perfectos conocedores de su municipio.
Maroto resultaría muerto en la noche del 4 al 5 de abril de 1914 en el campo exterior de Ceuta. Tenía 24 años de edad. Desde principios de año la zona boscosa que rodeaba la plaza de soberanía española era constantemente vigilada por dos compañías de Infantería del Ejército. Tenían por misión evitar infiltraciones de individuos de la zona que solían perpetrar delitos de toda clase durante la noche en la ciudad.
Dado que ello no dio el resultado deseado el comandante general de Ceuta, general de división Ramón García Menacho, ordenó que se reforzara por la Guardia Civil. Maroto quedó al mando del dispositivo. Inmediatamente organizó, con magníficos resultados, un servicio de apostaderos y emboscadas sobre la base de varios grupos operativos compuestos cada uno de ellos por dos guardias civiles y cuatro soldados.
En la noche citada, cuando el joven oficial, acompañado del cabo de la Guardia Civil Miguel Ruiz García, recorría la línea de vigilancia sita entre los fuertes de Aranguren y Benzú, se topó con una partida armada del enemigo produciéndose el consiguiente enfrentamiento. Maroto resultó muerto y herido grave el cabo. Ambos serían ascendidos, por su valor y arrojo, a los empleos de capitán y sargento respectivamente, siendo el primero a título póstumo.
Respecto a los servicios más destacados de los diferentes puestos que se venían publicando semanalmente en el boletín oficial del Cuerpo, se padeció un largo periodo de tiempo en que dejaron practicamente de reproducirse. De tarde en tarde aparecían algunos pocos que el editor intentaba repartir salomónicamente entre toda la geografía nacional. El puesto de San Roque no estuvo entre los seleccionados.
Ello se debió principalmente al hecho de que el espacio dedicado al final de cada boletín para poner en valor los servicios más relevantes, pasó a ser ocupado por otras secciones y anuncios de carácter institucional o comercial. Al objeto de obtener fondos para contribuir a sufragar los costes que originaba dicha publicación, se insertaba publicidad sobre prendas de uniformidad, armas cortas y manuales relacionados con el Cuerpo, promocionando su adquisición.
Por tal motivo hubo que esperar hasta 1922 para que volvieran a publicarse los servicios más destacados del puesto de San Roque. El primero que apareció fue en el boletín correspondiente al 24 de mayo. Su comandante de puesto, el suboficial José Sánchez Velázquez (realmente era Velasco), auxiliado por el cabo Marcos López y los guardias Antonio Martínez y José Muñoz, consiguió “descubrir y capturar a un sujeto vecino de San Roque, principal autor de varios hurtos y robos de caballerías cometidos, recientemente, en la demarcación de aquella población”. Por parte del director general del Cuerpo, teniente general Juan Zubia Bassecourt, se procedió a felicitarles, anotándose tal vicisitud en sus respectivas hojas de servicio.
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