CLXXV Aniversario “Cartilla del Guardia Civil” (1845-2020).
En enero de 1924 se estaba instruyendo el expediente que acreditase los méritos contraidos por el guardia 1º Antonio Gallardo Galván y el guardia 2º Juan Sánchez Gómez, por salvar la vida a la menor Teresa Galán Ríos en el interior de un pozo de agua.
Tras tomarse declaración a cinco testigos se recibió una comunicación del juez de instrucción del partido judicial de San Roque. Fechada el 14 de enero había sido emitida por Antonio Argüelles Labarga, justo antes de cesar en el cargo al ser nombrado titular del juzgado de primera instancia del distrito de San Vicente, en Valencia. Su plaza padecería a lo largo de ese año una gran inestabilidad ya que sería sucesivamente ocupada por Luis Gil Mejuto, José Ruiz Delgado y José María Martín Clavería.
Resultó que el juez Argüelles tuvo conocimiento de la instrucción de dicho expediente como consecuencia del edicto publicado el 11 de enero en el boletín oficial de la provincia, en el que se solicitaba la comparecencia de testigos de lo sucedido.
Por tal motivo decidió remitir aquella información de interés conocida a través de las diligencias judiciales practicadas, habida cuenta que el suboficial José Sánchez Velasco, como comandante del puesto de San Roque había instruido el oportuno atestado.
El pozo tenía unos nueve metros de profundidad por otros tres de diámetro, alcanzando la altura del agua cerca de tres metros.
Tras detallar como se habían arrojado los dos guardias civiles, “logrando tras grandes esfuerzos mantener a flote” a la chiquilla, y ser los tres extraídos con ayuda de unas cuerdas, concluyó que consideraba “el acto realizado por los Guardias Gallardo y Sánchez verdaderamente heroico en atención al riesgo inminente que sus vidas corrían al decidirse a realizar el acto que llevaron a cabo, y que era en aquellas circunstancias urgente e imprescindible para la vida de la joven Teresa, que sin ese acto de valor heroico y de sublime abnegación hubiera perecido ahogada, siendo por ello, a mi juicio, merecedores de pertenecer a la honrosa Orden civil de Beneficencia, ya que actos de tal naturaleza deben ser premiados y conocidos para que les sirva de legítimo orgullo a ellos y de estímulo a los demás”.
Incorporado al expediente tan trascendental informe, se continuó con su tramitación, tomándose declaración a más testigos, entre los que estaba el guardia 2º Cristóbal Gómez Gómez. Éste había sido quien acudió en el primer momento hacia el pozo junto a los dos encartados, participando activamente con otros compañeros en el rescate con ayuda de unas cuerdas.
El jefe de la Comandancia de Cádiz seguía siendo el teniente coronel Antonio Lozano Díaz. El nuevo jefe de la Compañía de Algeciras era el capitán Rafael Pando Pedrosa que había sustituido a Enrique Buscató Ventura tras su ascenso a comandante. El jefe de la línea (sección) de La Línea de la Concepción, de quien dependía el puesto de San Roque era el teniente Esteban Gómez Martín, que acababa de sustituir a Enrique Benito Gómez tras su ascenso a capitán.
Una vez concluido en el mes de septiembre el expediente cuya instrucción había sido ordenada por el gobernador civil, se remitió desde el ayuntamiento a diversas personas con responsabilidades de diferente tipo en la localidad. Entre éstas estaban el cura párroco, el comandante militar y el delegado gubernativo, al objeto de que emitieran su parecer. Gracias al investigador local Juan Antonio García Rojas se ha tenido acceso a esos informes y otra documentación de inestimable interés.
El comandante militar de San Roque era el coronel Carlos de Benito Rivera, jefe del Regimiento de Infantería Pavía núm. 48, en cuyo antiguo acuartelamiento está actualmente establecido el ayuntamiento. En su escrito de 19 de septiembre de 1924 calificaría el hecho como “un acto altamente humanitario y heroico realizado por los mencionados guardias creyéndoles derecho a dicha recompensa y acreedores por su comportamiento, exponiendo sus vidas en beneficio del prójimo como premio a su ejemplar comportamiento y como estímulo de sus compañeros y ciudadanos”.
El delegado gubernativo de San Roque era el capitán de Ingenieros Ricardo Pérez y Pérez de Eulate, cargo para el que había sido nombrado en resolución de día 27 de dicho mes, por la presidencia del Directorio Militar.
En su informe de 5 de enero de 1925, tras examinar el expediente informó que ambos guardias civiles eran “acreedores a las más altas recompensas por sus admirables gestos, al exponer valerosamente la vida por salvar la de la joven”.
Una vez dados todos los vistos buenos necesarios se procedió a remitir el expediente instruido al ministerio de la Gobernación, a cuyo frente se encontraba todavía como subsecretario y encargado del despacho, el teniente general Severiano Martínez Anido.
Finalmente, por real orden de 25 de mayo siguiente, se concedió a los guardias civiles Gallardo y Sánchez, la cruz de 3ª clase de la Orden Civil de Beneficencia, con distintivo negro y blanco.
Siendo Santiago Muñoz Serrano alcalde de San Roque, se convocó el 12 de abril de 1926 una sesión de la comisión permanente. Durante la misma se dio lectura al oficio del teniente coronel jefe de la Comandancia de Cádiz, donde trasladaba la mentada orden de concesión.
En consecuencia, se “acordó conceder a la Alcaldía un amplio voto de confianza para la adquisición de las insignias que en nombre de esta Ciudad serán regaladas a los beneméritos Guardias Civiles que con exposición de sus vidas salvaron la de un semejante y acordar lo procedente para darle la mayor solemnidad al acto de imposición de las citadas insignias”.
En sesión ordinaria celebrada el 18 de mayo siguiente, se acordó el gasto de 60 pesetas, importe de las dos condecoraciones, adquiriéndose en la Casa Delfín Celada, sita en el núm. 31 de la Calle Mayor en Madrid.
Sin embargo, la imposición finalmente solo se pudo realizar el 7 de abril de 1927 al guardia 2º Sánchez, ya que a fin de febrero anterior, el guardia 1º Gallardo había sido destinado a la Comandancia de Ceuta.
El acto fue realizado por el alcalde José Fernández López, cuya fotografía original que ilustra este artículo, sigue conservándose por su hija María Isabel Fernández Villalta.
El final de ambos guardias fue muy dispar. Gallardo pasó a retiro en noviembre de 1932 tras cumplir la edad reglamentaria, falleciendo el 23 de marzo de 1961 en Ceuta.
Sánchez continuó en San Roque hasta fin de julio de 1932 que pasó a La Línea de la Concepción. Con motivo del ataque anarquista sufrido por la casa-cuartel de Casas Viejas en la noche del 10 de enero siguiente, donde resultaron muertos un sargento y un guardia así como otros dos más heridos, formó parte del contigente que acudió en su auxilio. Al destacarse sobresalientemente se le concedió la cruz de plata del mérito militar con distintivo rojo.
Al inicio del proceso contra el capitán Manuel Rojas Feigenspan, del Cuerpo de Seguridad, declaró que le oyó ordenar a sus hombres disparar contra una docena de campesinos detenidos que resultaron muertos. Falleció de neumonía el 27 de octubre de 1934 en el hospital militar de Algeciras.
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