Artículo escrito por Jesús Núñez y publicado en "EUROPA SUR" el 3 de octubre de 2022, pág. 8.
El original está ilustrado con una fotografía en blanco y negro.
Los carabineros de mar constituyeron durante más de un siglo el resguardo marítimo o policía fiscal marítima española. Desde tiempos remotos existía el contrabando marítimo que era alijado tanto en costas como en puertos, empleando toda clase de embarcaciones. Por tal motivo, al crearse por real decreto de 9 de marzo de 1829 el Cuerpo de Carabineros de Costas y Fronteras, se hacía constar que el Resguardo marítimo constituía un medio poderoso de fuerza encargada de reprimir y perseguir el contrabando.
Denominado anteriormente “Resguardo de mar”, pasó a comprender dos ramos distintos pero complementarios entre sí: el “Resguardo especial de alta mar” y el “Resguardo de puertos”. El primero estaba formado por buques guarda-costas que tenían por misión principal la persecución del contrabando y de la piratería, a fin de proteger el comercio de cabotaje. Sus miembros pertenecían a la Marina de Guerra pero todos los gastos que ello originaba, incluidas naves y su mantenimiento, corrían con cargo al presupuesto del Ministerio de Hacienda.
Respecto al segundo, constituido por patrones, marineros y artilleros, estaba formado por embarcaciones menores tales como barcas, escampavías y trincaduras armadas, para la vigilancia de playas, calas y arribadas. Carabineros asumió dicho cometido con sus propias embarcaciones.
Pero la razón de que dispusieran de las mismas residía en su antecedente histórico inmediato, el efímero “Reguardo Militar de Hacienda” que existió durante el Trienio Liberal (1820-1823). Fue dispuesta su creación en el “Plan de gastos y contribuciones” (hoy “Presupuestos Generales del Estado”), siendo aprobado por las Cortes en decreto de 6 de noviembre de 1820.
Su reglamento fue aprobado por real orden de 1º de diciembre siguiente, disponiendo que, “el Resguardo deberá proteger el comercio exterminando a los ladrones y malhechores que se atrevieren a presentarse en los caminos, y destruyendo el tráfico ilícito”. Su principal obligación “será descubrir, perseguir, aprehender los géneros prohibidos, los permitidos que vayan sin guía (de circulación) o excedan al contenido de la que los acompañe, y los que se conduzcan fuera de la ruta que se señale en el distrito de las aduanas y contrarregistros para asegurar los intereses de la Hacienda nacional”.
Hasta entonces las fuerzas del Resguardo, realmente habría que decir de los Resguardos pues había tantos como tipos de géneros o mercancías, habían sido de naturaleza civil y asignados a particulares a los que a cambio de una cantidad económica, el Ministerio de Hacienda les adjudicaba la explotación de tales competencias.
Dada su manifiesta falta de eficacia y eficiencia, unidas a su habitual corruptela, se decidió darle una naturaleza y organización militar sometida al fuero castrense. Así, el Reguardo Militar de Hacienda, que fue la primera Policía Fiscal moderna española, contó para perseguir el contrabando con fuerzas propias de Infantería y Caballería en el ámbito terrestre así como de Mar en el marítimo.
Ésta última contó inicialmente con una plantilla de 450 efectivos (50 patrones y 400 marineros), disponiéndose conservar en los puertos habilitados a comercio, las lanchas y falúas existentes del anterior resguardo, “más las que fueran necesarias construir”. Su buen rendimiento propició su incremento hasta los 700 efectivos (80 patrones y 620 marineros y artilleros).
Siguiendo la línea iniciada durante del Trienio Liberal, el régimen absolutista de Fernando VII continuó apostando por una institución militar como principal fuerza de persecución y represión del contrabando, tanto terrestre como marítimo. Suprimió el Reguardo Militar pero creó los Carabineros que existieron hasta 1940.
A principios de 1932, tras modificarse durante el año anterior la uniformidad de los carabineros de Infantería y de Caballería, cuestión vista en un capítulo anterior, le llegó el turno a los carabineros de Mar.
El propósito fue el mismo que se había fijado el régimen republicano en dicha materia: que los uniformes de las clases de tropa fuesen como los de sus mandos, excepto las divisas.
Como la fuerza de Mar no tenía oficiales, al contrario que las de Infantería y Caballería, las normas que se dictaron fueron para que las clases de tropa usaran la misma uniformidad que los suboficiales, empleo máximo que existía en Carabineros para la especialidad marítima.
Concretamente se dispuso por orden circular de 30 de enero de 1932, dimanante del Ministerio de la Guerra, que “las clases de primera y segunda categoría de las Fuerzas de mar del Instituto de Carabineros”, usaran la uniformidad asignada a sus suboficiales. Ésta se encontraba recogida en la real orden circular de 26 de octubre de 1926, dictada dos semanas después de aprobarse la nueva plantilla que en el caso de la fuerza de Mar ascendía en total a 461 efectivos (6 suboficiales, 17 sargentos, 49 cabos, 34 carabineros de 1ª clase y 355 de 2ª).
Transcurrido un lustro, ya con la Segunda República, conforme a la orden circular de 2 de octubre de 1931, la fuerza de Mar de Carabineros había disminuido en un efectivo, siendo en total 460 (6 suboficiales, 23 sargentos, 42 cabos, 34 carabineros de 1ª clase y 355 de 2ª).
Veinte de ellos correspondían a la Comandancia de Algeciras (2 sargentos, 1 carabinero de 1ª clase y 17 de 2ª). Estaban distribuidos entre la falúa “General Cosidó”, con base en el puerto de Algeciras, dependiente de la 4ª Sección de la 4ª Compañía (Algeciras), junto a los puestos aduaneros del muelle portuario y de la estación ferroviaria de dicha ciudad, así como en el puesto de marinos de la 2ª Sección de la 5ª Compañía (Tarifa), junto a los puestos de infantería de Rada, Caleta, Los Lances y Boquete de la Peña.
Mientras que los uniformes de los carabineros de Caballería e Infantería eran de paño color gris verdoso, los de Mar eran de paño color azul tina oscuro. Cuando la Guardia Civil absorbió el Cuerpo de Carabineros, tras la ley de 15 de marzo de 1940, mantuvo para sus marinos ese característico color azul hasta la entrada en vigor de la nueva uniformidad de la Benemérita, aprobada en la Orden General núm. 124, de 27 de julio de 1989, siendo ya de color verde para todos.
Posteriormente, creado el Servicio Marítimo de la Guardia Civil por real decreto de 22 de febrero de 1991 y organizado por orden general núm. 51 de 17 de marzo de 1992, se dispuso dos años más tarde, por orden general de 13 de septiembre de 1994, la supresión de los puestos de marinos con sus lanchas y falúas que estaban ubicados en recintos portuarios y encuadrados en unidades territoriales del Resguardo Fiscal. Resultó igual de paradójico que la desaparición de las matronas de la Guardia Civil, por circular núm. 2 de 17 de febrero de 1999, al considerarse que sus funciones podían ser asumidas por guardias civiles femeninas. Tal vez, con la perspectiva que da el tiempo y la experiencia adquirida, hoy se hubieran tomado otras decisiones.
El caso es que si hoy día la Guardia Civil tiene embarcaciones es porque las tenía Carabineros y éstos a su vez las tuvieron porque las tuvo el Resguardo Militar de Hacienda, hace ya más de dos siglos, pero no por ello la Benemérita se apropia de tal fecha fundacional, pues sigue muy orgullosa de su 1844.
(Continuará).
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