viernes, 24 de marzo de 2023

LA GUARDIA CIVIL EN SAN ROQUE (CLXIII). LA ABSORCIÓN DEL CUERPO DE CARABINEROS (65).

   

Artículo escrito por Jesús Núñez y publicado en "EUROPA SUR" el 20 de marzo de 2023, pág. 10.


El original está ilustrado con una fotografía en blanco y negro.


 

El 12 de abril de 1955 el juez militar de Algeciras –comandante de Infantería Manuel Jordán Jordán- acordó unir a la causa núm. 47/1938 que venía instruyendo por el supuesto delito de rebelión, el escrito de la renuncia del capitán de Artillería Eduardo Jiménez Valera, a hacerse cargo de la defensa del ex-capitán de Carabineros Manuel Lamadrid Rivas. La razón de ello estaba suficientemente justificada, pues destinado en el Regimiento de Artillería de Costa desplegado en el Campo de Gibraltar, tenía que marchar a Madrid durante varios meses para realizar un curso en la Escuela de Aplicación. 


Por lo tanto, se hacía imprescindible buscar otro defensor. Para ello se tuvo que acudir a la relación de jefes y oficiales disponibles en la plaza de Algeciras que pudieran asumir la defensa. Dicho listado había sido proporcionado por la 5ª sección de estado mayor del gobierno militar del Campo de Gibraltar, a cuyo frente estaba el general de división José Cuesta Monereo.


Así, por parte del Regimiento de Infantería Extremadura núm. 15, la nómina estaba compuesta por los comandantes Francisco Gómez Bosch, Aureliano Argaiz Ramírez, José Fernández Pérez-Rocha, Manuel Lora Valera y José León Esquivel; los capitanes Emilio Pérez Macías, Arturo de la Guardia Valdés, José Villalón Villalón-Daoíz, Juan Vigón Martín, Pedro López Sánchez, Juan Jordana Sánchez, Máximo Gabari Porta, Juan Mesa Bentz, Francisco Jiménez Fernández, Santa del Campo García Blanco, José Fajardo Gijón, Leonardo Colinet Vega, José Garrido Godino, Julio Méndez Martínez, Luis Esperidón Quirós y Casimiro Barainca Fernández-Nespral; así como los tenientes Antonio Deudero Rodríguez, José Osuna Gómez del Rosal y Antonio Pérez-Blanco Martínez.


Y por parte del Regimiento de Artillería de Costa de Algeciras estaban los capitanes Carlos Martín de Oliva Rey, Manuel Girón Fernández, Antonio Pacheco Recio, Fernando Álvarez de Pando, Luis Fuerte Trabadillo, Jesús López Sanjuan, Manuel Guiote Lorenzo y Luis Pascual Lupiañez.


Como el escrito de renuncia del capitán Jiménez se había recibido en el juzgado militar de Algeciras días después de la comparecencia de Lamadrid y éste residía en la capital gaditana, el comandante Jordán solicitó -por exhorto- al gobernador militar de Cádiz, general de brigada de Artillería Ramón Méndez Parada, que se le citase allí. La finalidad de ello era que a la vista del listado de potenciales defensores militares, eligiera a uno de ellos y a su sustituto, por cualquier circunstancia o vicisitud que pudiera concurrir.


El general Méndez, que también era el jefe de la Agrupación Especial de Costa, designó para cumplimentar lo requerido, en calidad de instructor, al comandante de Infantería José Ruiz del Pozo, juez militar de Cádiz, siendo a su vez auxiliado por el sargento de Infantería Enrique Fernández Pellón. Una vez citado y comparecido Lamadrid, designó como defensor al capitán de Infantería Leonardo Colinet Vega, que posteriormente aceptó, y como sustituto al de igual empleo Juan León Martín.


Mientras se diligenciaba todo lo anterior, el juez militar de Algeciras había citado al teniente coronel de la Guardia Civil Ignacio Molina Pérez, para que el 6 de abril prestase declaración en relación al procesado. En esa fecha, Molina estaba destinado en la 2ª Sección Bis del Estado Mayor de la 2ª Región Militar (Sevilla), concretamente como jefe de la oficina destacada en Algeciras, sita en el gobierno militar del Campo de Gibraltar, si bien a efectos de documentación y haberes estaba afecto al 37º Tercio de la Guardia Civil (Málaga). Su labor principal estaba relacionada con la obtención de información sobre la colonia británica de Gibraltar y mantener fluido contacto con su homólogo del otro lado de la “Verja”.


Durante buena parte de la guerra civil, siendo todavía capitán de Carabineros, Molina se había desempeñado como jefe del equipo del Servicio de Información de Policía Militar (S.I.P.M.) del Campo de Gibraltar. Una vez finalizada la contienda, y desde mediados del mes de octubre de 1939, continuó desempeñando con el empleo de comandante, el cargo de “Jefe de la Sección Especial en Algeciras del Alto Estado Mayor y Jefe de la Secretaría de Información del Gobierno Militar del Campo de Gibraltar”. Todo ello también durante la Segunda Guerra Mundial y sin perjuicio de asumir simultáneamente diversos cometidos, primero en la 10ª Comandancia de Carabineros (Algeciras), de la que por algún breve espacio de tiempo fue su jefe accidental, como, tras la absorción motivada por la ley de 15 de marzo de 1940, en la que se denominó primero 66ª Comandancia Administrativa de la Guardia Civil y posteriormente 134ª Comandancia de Costas (Algeciras), dependiente del 34ª Tercio de Costas de la Guardia Civil (Cádiz).


Si bien las vicisitudes del teniente coronel Molina en el servicio de información militar del Campo de Gibraltar, habiendo sido condecorado con la “Cruz del Águila Alemana con espadas, otorgada por el Reich alemán”, serán objeto en su momento del correspondiente artículo, ahora su protagonismo está relacionado con su declaración respecto a Lamadrid, su antiguo compañero de promoción de la Academia de Infantería de Toledo, casi cuarenta años antes.


El 6 de abril de 1955 Molina compareció en calidad de testigo ante el juez militar de Algeciras, siendo advertido de la obligación de decir la verdad así como de las penas señaladas a los reos de falso testimonio. Juró por su honor ser veraz en sus manifestaciones.


La primera pregunta de interés que se le formuló fue por la actuación de Lamadrid, “desde el principio del Movimiento y el supuesto intento de entrega y asalto de dos barcos de guerra a los rojos, uno en Cádiz y otro en esta plaza”. Molina contestó que no creía que Lamadrid intentase ni tomase parte en esos hechos, “pues si bien estaba conceptuado como un hombre de ideas izquierdistas, no le supone capaz de tal hecho, pues su actitud desde un principio aunque fue por completo pasiva sin demostrarse abiertamente partidario del Movimiento, era incapaz de ejecutar mal alguno contra nadie ni a sus compañeros y Patria y quizás el impulsar a abandonar el servicio a él encomendado y marchar a zona roja, fuese debido a un miedo insuperable que no tuvo la fortaleza de resistir, ya que no se mostró hostil en ningún momento a la causa”. 


Seguidamente el juez militar le preguntó a qué creía que se debiera el relato de esos hechos por Lamadrid, anotados en su hoja de servicios, ante las autoridades republicanas al presentarse ante ellas. Molina respondió que lo debió decir “para demostrar su adhesión”, ya que su actuación en octubre de 1934 en Barcelona durante los sucesos revolucionarios había sido en defensa del orden.


Finalmente, el comandante Jordán le preguntó por si podía mencionar algún testigo más que pudiera dar referencias del ex-capitán Lamadrid antes del “Glorioso Movimiento Nacional”, así como por la situación de un antiguo comandante de Carabineros apellidado Toledo. Molina facilitó el nombre del capitán de la Guardia Civil Perfecto Otero Batalla, destinado en la Comandancia de Zamora, antiguo carabinero; y respecto al comandante, éste había fallecido, alcanzando el empleo de coronel de la Guardia Civil. Se trataba de José Toledo Iradier, incorporado en junio de 1936 a la 10ª Comandancia de Carabineros de Algeciras.


(Continuará).

 

 

 

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