Artículo escrito por Jesús Núñez y publicado en la Sección "Técnica Profesional" de la Revista profesional "GUARDIA CIVIL", núm. 659, correspondiente al mes de marzo de 1999, págs. 62-65.
El original está ilustrado con seis fotografías en color.
Introducción.
Hace unos meses con ocasión de una brillante operación policial culminada por Fuerzas de la Guardia Civil, se rescató una mujer secuestrada por una banda internacional de delincuentes. Entre las armas y efectos intervenidos, se encontraron numerosas cajas de munición que contenían varios miles de cartuchos de diferentes países, marcas, calibres y tipos.
Ello supuso ramificar la investigación posterior para conocer su procedencia y posibles circuitos de entrada en España, emitiéndose los correspondientes informes a la autoridad judicial e INTERPOL.
Casos como el descrito son cada vez más frecuentes en nuestra Patria. Hemos pasado de encontrarnos hechos delictivos en donde la participación de armas de fuego y sus municiones era casi anecdótica y normalmente de procedencia nacional, a una época donde la nueva delincuencia extranjera que se va afincando en España se nutre en los mercados negros internacionales del mejor y más sofisticado armamento.
La liberalización de fronteras con los demás países de la Unión Europea y el resurgimiento del turismo con un potencial anual de visitantes extranjeros que casi dobla la población española censada, es aprovechada en su propio beneficio por determinadas organizaciones mafiosas. Estas saben lo difícil que es en esas circunstancias para cualquier estructura policial de un país occidental, prevenir, controlar y reprimir a veces sus efectos perniciosos.
No obstante ello debe motivarnos y obligarnos a profundizar y actualizar nuestros conocimientos profesionales. Así, dentro del campo de la investigación policial, el hallazgo o intervención de cartuchos o sus vainas percutidas en el lugar del crimen nos podrá proporcionar en muchos casos su nacionalidad, marca, calibre, clase, modelo, tipo y fecha de fabricación.
Todo esto nos aportará una información que podrá ser de gran importancia para que combinada eficazmente con otros indicios, datos y pruebas obtenidas durante la investigación policial, permitan la identificación del autor o autores del acto delictivo. Adentrándonos en el campo de la criminalística, caso de que se trate de vainas percutidas, nuestros especialistas del Laboratorio, podrán determinar por las marcas dejadas por el expulsor, extractor y aguja percutora, el tipo y marca e incluso modelo del arma utilizada.
Si además conseguimos recuperar alguno de los proyectiles disparados podremos en su momento y caso de que se intervenga el arma sospechosa, demostrar definitivamente si fue o no utilizada en el crimen.
Composición del cartucho.
Como norma general recordar que el cartucho se compone al menos de bala o proyectil, vaina, y pólvora o carga de proyección. En el caso de munición de percusión central habrá que añadir la capsula iniciadora. También existe determinado tipo de cartuchería llamada de percusión anular en donde esta cápsula es sustituida por el iniciador.
Por último hacer mención a una cartuchería que el día que se desarrolle completamente y se difunda su empleo nos pondrá más difíciles las cosas. Se trata de la munición sin vaina en donde los únicos componentes son: bala, pólvora y cápsula.
Los códigos y marcas de identificación.
Lo ideal ante el hallazgo o aprehensión de cartuchería es que ésta se encuentre en el interior de su empaque de cartón o plástico, en donde constará normalmente casi todas las respuestas que nos harían falta. Desgraciadamente, eso es algo que se da muy raramente salvo en casos de intervención de depósitos de municiones.
Una cartuchería de fabricación reciente, nacionalidad determinada y tipo concreto nos acotará seguramente mucho más la línea de investigación que si se tratara de una munición de igual calibre pero de procedencia nacional y con más de veinte años de antigüedad por ejemplo.
Actualmente la munición de las armas ligeras, se encuentra identificada por unos códigos propios de cada país. Sin embargo no existen unas normas estándar para todos los del mundo. No obstante se tiende a unificar criterios entre los países occidentales y muy especialmente si son miembros de la OTAN al igual que también ocurría entre los pertenecientes al desaparecido Pacto de Varsovia.
A pesar de todo la identificación es bastante compleja, sin embargo podemos establecer los siguientes elementos de identificación:
Código de color en bala.
Podrán afectar a su punta, banda y unión con la vaina. Estos códigos podrán variar según el periodo de fabricación. Así por ejemplo en España podríamos diferenciar cuatro épocas. Una primera que comprende desde finales del siglo pasado hasta el inicio de nuestra última guerra civil.
Una segunda que abarca los años de esa contienda (1936-1939). Posteriormente continuaríamos con otra que va desde 1940 hasta el año 1965, momento a partir del cual nos adaptamos a la normativa OTAN.
Consecuentemente con ello nuestros códigos OTAN reglamentarios de colores pintados son:
Sin pintar: cartucho ordinario. Rojo: cartucho trazador. Negro: cartucho perforante. Plata o Aluminio: cartucho perforante-incendiario. Amarillo: cartucho de señalización o localización. Azul: cartucho incendiario.
Cuando el proyectil cumple varias de estas funciones o características, su identificación se marcará por una combinación de estos colores.
En este punto es importante significar que se trata de lacas de colores pintadas sobre el proyectil y que no tienen absolutamente nada que ver con las puntas de material plástico de los proyectiles expansivos que poseen en ocasiones la cartuchería comercial deportiva o de caza.
Marcas en el cuerpo cilíndrico de la vaina.
Se trata de los moleteados simples, dobles o triples que pueden presentar la vaina así como los engarces que se aprecian por sectores en la boca de la propia vaina o por muescas horizontales verticales en el gollete.
Marcaje en el culote de la vaina.
Se produce por estampación y será normalmente el primer elemento en el que nos fijemos. También podemos afirmar que será el que más información nos proporcione y que más quebraderos de cabeza llegue a darnos dada su infinita variedad.
Las marcas pueden consistir en números, letras, figuras geométricas, signos o combinación de todos ellos. Para una identificación policial sería necesario como mínimo conocer cuatro datos: nacionalidad, calibre, fabricante y fecha de producción. Sin embargo en la mayoría de las ocasiones, sólo dispondremos de los tres primeros.
Puede ocurrir incluso que no aparezca marcado siguiera el calibre, pero midiendo el diámetro de la boca de la vaina y la altura total de la misma sabremos a que tipo de arma estaba destinada. En el mundo occidental puede venir expresado en milímetros (7'62 x 51 por ejemplo) o en pulgadas (.308 W). En tal caso recordar que 1 pulgada equivale a 25'4 milímetros.
También es posible encontrar cartuchos cuyas marcas estampadas en el culote no se corresponden con las verdaderas. Ello puede deberse a que se trate de munición experimental, marcados incorrectos o defectuosos de fábrica o incluso en ciertas ocasiones de marcas falsas para confundir sobre su procedencia.
La disposición de las marcas dependerá del sistema de cabeceado del cartucho.
También es preciso significar que podremos encontrar munición sin marcaje alguno en su culote. Ello se deberá normalmente a su procedencia de contrabando para zonas en guerra donde existen embargos dictados por organizaciones internacionales. El escenario de Bosnia-Herzegovina ha sido un claro ejemplo de ello. Millones de cartuchos sin marcaje alguno fueron utilizados en esta guerra civil de los Balcanes.
En el caso de cartuchos de aguja del antiguo sistema Lefaucheux, las marcas van en el centro del culote o en su corona circular, encontrándose a veces una combinación de ambas.
En la cartuchería de percusión anular suele ir en el centro. El ejemplo más concreto lo tenemos en la conocida munición americana del .22 (5'6 milímetros) y su gran variedad de modelos (corto, largo, extralargo, largo para rifle y mágnum).
También existe otro tipo de cartuchería en el que la cápsula se encuentra alojada en el interior del culote, no siendo visible desde el exterior, pero podemos considerarla al igual que la del tipo Lefaucheux prácticamente obsoleta y por lo tanto sin interés policial.
Por último están los cartuchos de percusión central cuyas marcas irán en la corona circular que queda fuera de la cápsula iniciadora en el culote.
Recubrimiento metálico de la vaina.
Se trata del cobreado, niquelado, oxidación y cadmiado, efectuado mediante tratamientos químicos en el material que configura la vaina. En caso de la munición sin marcas el análisis de su composición puede dar gran información sobre quien es el verdadero fabricante.
Sellado del cierre del cartucho y de la capsula iniciadora en códigos de color.
En el caso de cierres de cartuchería metálica, la finalidad de la misma consiste normalmente en proyectar o lanzar algún objeto determinado (pelota de goma, bote de humo o lacrimógeno, granada contra carro o antipersonal, etc) o simplemente de salvas o fogueo.
En España, actualmente usamos el color azul oscuro para indicar que en su interior porta una carga muy suave, el color verde para una carga suave, colores rojo o amarillo para una carga fuerte y azul claro para salvas.
Respecto a la cápsula iniciadora, el barniz de color que lo cubre tiene normalmente una finalidad de hacerlo estanco aunque en determinados casos irá en consonancia directa con el código de color de la bala (perforante, trazadora, explosiva, incendiaria etc.).
Conclusiones.
Mediante la combinación de todos los sistemas anteriormente expuestos podremos identificar en la mayoría de los casos la munición que tengamos en nuestras manos.
La correcta identificación de la cartuchería metálica y muy especialmente la de procedencia extranjera es difícil y compleja dada la infinita variedad que existe actualmente. Pero no por ello debemos desanimarnos, sino que debe estimularnos a su investigación para así obtener la mayor información posible sobre el delincuente que la emplea.
Como ejemplo de su variedad diremos que hay colecciones de cartuchos que superan los 40.000 ejemplares. Todo un reto.
Este artículo ha pretendido modestamente que el lector, conozca un poco más los caminos que existen para ayudarle en su labor de investigación policial o al menos estimular su inquietud.
Por ello cuando nos encontremos ante casos especiales debemos recurrir a las publicaciones, reglamentos y tratados editados al respecto, aunque desgraciadamente la mayoría los encontraremos escritos en otros idiomas.
No obstante existen actualmente al respecto dos magníficas y modernas publicaciones escritas en castellano.
La primera relativa a cartuchería nacional y extranjera ha sido editada por el Ministerio de Defensa y declarada de utilidad para la Guardia Civil por resolución 414/20526/88 de fecha 23 de noviembre (B.O.D. núm. 226), cuyo autor es el Doctor Ingeniero de Armamento y Construcción, Coronel D. Angel Molina López y que se titula "LA CARTUCHERÍA DE LAS ARMAS LIGERAS" (623 páginas).
La segunda obra de consulta, todavía de más reciente publicación, se titula "CARTUCHERÍA ESPAÑOLA" (1.308 páginas), siendo sus autores el citado Coronel Molina y el Comandante Ingeniero Técnico de Armamento y Construcción D. Alfonso Orea Maestro.
Bibliografía consultada.
Tratado de Cartuchería. Lanza. Editorial Merino. Palencia. 1978. Cartridges of the World. Barnes USA. 1993. La Cartuchería de las Armas Ligeras. Molina. Ministerio de Defensa. 1988. Cartuchería Española. Molina-Orea. Editorial Merino. Palencia. 1992. The official Guide To Small-Caliber Ammunition Identification. US. Army. Department of Defense. 1981. Revista "ARMAS". Luis Pérez de León. Editorial Hobby Press. Madrid. Varios años.
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