domingo, 19 de enero de 2014

LA CASA-CUARTEL DE CASAS VIEJAS (CADIZ)



Artículo escrito por  Jesús Núñez y publicado en "LAS 40 FANEGAS",  Revista de la Asociación Pro-Huérfanos de la Guardia Civil, el nº I-2011, de mayo de 2011,  págs. 45-49.
El original está ilustrado con cuatro fotografías en color y cinco en blanco y negro.
                     
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El 1 de enero de 1886 se creó el Puesto de la Guardia Civil de Casas Viejas, una humilde pedanía del municipio gaditano de Medina Sidonia. Nada hacia entonces presagiar que casi cinco décadas después aquella pequeña aldea se convertiría en el escenario de unos trágicos sucesos que terminarían por provocar la caída del gobierno de Manuel Azaña y motivarían cientos de artículos periodísticos, una docena de libros (algunos de reciente edición) e incluso alguna que otra película y varios documentales.
Corrían entonces los tiempos de la Segunda República que intentaba sacar adelante su famosa Ley de Reforma Agraria de 15 de septiembre de 1932, con la que se pretendía sobretodo dotar de tierras a los campesinos sin propiedad.
Sin embargo, su lenta ejecución por falta de fondos para indemnizar a los latifundistas y las constantes proclamas revolucionarias, sobre todo anarquistas, que en nada estaban por contribuir a la paz social de la época, terminaron por provocar que el 8 de enero de 1933 se produjeran una serie de violentos levantamientos en diferentes puntos de la geografía española.
Aunque la insurrección fue rápidamente sofocada, estalló tres días después un conato revolucionario en Casas Viejas. Los campesinos desfilaron por la calle y declararon el comunismo libertario, procediendo seguidamente a intentar asaltar la casa-cuartel de la Guardia Civil.
El acuartelamiento estaba entonces ubicado en un modesto edificio de dos plantas sito en la plaza de la aldea, que aunque desde el 31 de diciembre de 1926 su nombre oficial era el de Benalup de Sidonia, por acuerdo del ayuntamiento de Medina Sidonia, seguía siendo conocida por el anterior de Casas Viejas. El acuartelamiento era de propiedad particular y rentaba un pequeño alquiler que abonaba el ayuntamiento de Medina Sidonia, estando ocupado por la Guardia Civil desde el 1º de abril de 1898 según consta en el contrato que hoy día todavía se conserva.
Su fuerza presente del puesto aquella jornada estaba compuesta por un sargento y tres guardias civiles de 2º clase, perteneciendo a la Línea de Medina Sidonia, encuadrada a su vez en la Compañía de San Fernando de la Comandancia de Cádiz.
El comandante de puesto era el sargento Manuel García Alvarez, un sevillano de Alcalá de Guadaira que contaba con 45 años de edad y que se había hecho cargo del mismo tan sólo un mes antes, procedente de la Comandancia de Málaga.
Los guardias civiles eran Román García Chuecos, un murciano de Lorca que tenía 32 años de edad, de los que los dos últimos los había pasado en Casas Viejas; Pedro Salvo Pérez, un “polilla” gaditano de San Roque que también tenía 32 años de edad y que estaba destinado allí desde hacía un lustro; y Manuel García Rodríguez González, un malagueño de Ronda que contaba entonces con 42 años de edad.
Al amanecer del 11 de enero, la casa-cuartel de la Guardia Civil, tras la negativa del sargento a rendirse, se vio cercada y tiroteada por unos doscientos campesinos armados de escopetas y hoces.
En su interior, los defensores y sus familias vivieron momentos terriblemente dramáticos. Tras un intenso intercambio de disparos, frente a la abrumadora mayoría de los atacantes, el comandante de puesto y el guardia Chuecos cayeron mortalmente heridos mientras que los otros dos guardias lo fueron de carácter leve.
Cuando todo parecía perdido llegaron en su auxilio -sobre la una y media de la tarde- una docena de guardias civiles procedentes de Medina Sidonia al mando del sargento Rafael Anarte Viera, que era el comandante del puesto de Alcalá de los Gazules y lo había sido anteriormente del de Casas Viejas. Al escuchar los primeros disparos y verlos llegar, los revolucionarios huyeron en desbandada.
Poco más tarde llegaron una docena de miembros de la Guardia de Asalto al mando del teniente Gregorio Fernández Artal, así como otros cuatro guardias civiles más al frente del teniente Cayetano García Castrillón, jefe de la Línea de La Línea de la Concepción. Se iniciaron los primeros registros domiciliarios y el cerco a una choza, donde se sospechaba que se habían atrincherado algunos de los rebeldes.
Recibidos nuevos refuerzos de la Guardia de Asalto procedentes de Madrid, mandados por el capitán de Artillería Manuel Rojas Feingespán, se producirían en las siguientes horas unos terribles y sangrientos acontecimientos en los que un guardia de asalto y veintitrés campesinos resultarían muertos. Pero tal como escribiría en 1968 el comandante Ramón Rodríguez-Medel Carmona, al redactar la primera memoria histórica de la Comandancia de Cádiz: “Desde ese mismo momento los hechos que se sucedieron nada o casi nada tienen que ver con la Guardia Civil”.
Conocidos posteriormente los detalles y la magnitud de lo sucedido, estalló un gran escándalo en la prensa de la época, iniciándose el correspondiente proceso judicial por la vía ordinaria contra el capitán Rojas, mientras que los revolucionarios detenidos por atacar la casa-cuartel fueron procesados por la jurisdicción militar.
Y hasta aquí el principio de la historia, mas o menos conocida de los sucesos de Casas Viejas y que por razones de espacio no seguimos profundizando. Sin embargo lo que permanecía todavía inédito hasta ahora para historiadores y publico en general, era lo que posteriormente ocurrió con el puesto de la Guardia Civil y su casa-cuartel.

 El penoso estado de ruina en que quedó dicho acuartelamiento tras el ataque sufrido, durante el cual sus defensores llegaron incluso a romper algunos tabiques interiores para poder refugiarse con sus familiares de habitación en habitación, así como la falta de recursos económicos para poder arreglarla, tanto por parte del ministerio de Gobernación como por el ayuntamiento de Medina Sidonia, obligaría el 23 de junio de 1934, al coronel Fulgencio Carrión Gómez, jefe del 16º Tercio de Málaga, a solicitar por escrito al Inspector General del Cuerpo, la supresión temporal del Puesto y a su urgentísimo desalojo: “no ofreciendo seguridad sus techumbres, puertas ni ventanas, las que se hallan en igual estado desde el mes de Enero de 1.933 en que se intentó el asalto del edificio por los extremistas de dicha Aldea”.

 Por aquel entonces otros cuatro nuevos guardias civiles, junto a sus familias, habían sido destinados allí, ocupando los pabellones –prácticamente inhabitables- de la casa-cuartel, mientras que el nuevo cabo comandante de puesto y otros dos guardias concentrados como refuerzo, vivían en una casa próxima.

 Con el visto bueno previo del gobernador civil de la provincia, el Inspector General, con fecha 3 de agosto de 1934, accedió a ello hasta que se construyera un nuevo acuartelamiento, distribuyéndose la fuerza entre los puestos limítrofes y encomendándose entre tanto su vigilancia al vecino puesto de Medina Sidonia.

 Sin embargo la solución temporal fue prolongándose en el tiempo dada la falta de fondos para construir la nueva casa-cuartel, usándose la antigua casa accesoria donde antaño viviera el cabo y los dos guardias concentrados –que también habían sido retirados de allí- a modo de oficina para las parejas de servicio que venían cada día desde Medina Sidonia.

 Sería el acuciante problema del paro obrero en la localidad -que intentaba ser paliado con ayudas del Patronato Nacional de Socorro- y las constantes presiones ejercidas sobre el ministerio de Trabajo, Justicia y Sanidad, y de éste sobre el de Gobernación, lo que por fin, según escrito de 22 de octubre de 1935, daría luz verde para facilitar el presupuesto necesario para ello. Una semana después se comunicaba que la Junta Nacional contra el Paro aportaba 42.700 pesetas para iniciar las obras. Sirva como referencia que el sueldo mensual de un guardia civil de aquella época no alcanzaba las 300 pesetas.

 Tal y como había concluido el día 10 de ese mismo mes el propio ministro de Trabajo, Justicia y Sanidad, Federico Salmón Amorío, al de Gobernación, Joaquín de Pablo-Blanco Torres, “me permito molestar la atención de V.E. rogándole que ordene la inmediata resolución de estas obras del cuartel de Casas Viejas, donde la miseria del trabajador ha llegado al límite, y cuyo socorro es de los que no admite espera”.

 Inmediatamente el Inspector General del Cuerpo ordenó al arquitecto Enrique García de Ormaechea que se desplazara al lugar para formalizar el correspondiente proyecto de construcción de una casa-cuartel “a base de cuatro pabellones de tropa de tal modo que la edificación sea susceptible de ampliarse más tarde, sin necesidad de desalojar lo ya construido”.

 El 11 de noviembre el ayuntamiento cedía una extensa parcela para construir el nuevo acuartelamiento, que posteriormente sería elevada a escritura pública y que fue elegida con el asesoramiento personal del teniente coronel jefe de la Comandancia de Cádiz, Sebastián Hazañas González, “una loma que reúne todas las condiciones requeridas de defensa”. Una semana después el arquitecto remitía su proyecto que sería ampliado el 23 de enero de 1936, solicitándose apenas dos semanas después el primer libramiento económico para empezar la obras.

 En los meses siguientes continuaron solicitándose nuevos libramientos económicos y redactándose nuevos proyectos complementarios, como consecuencia de la necesidad de construir muros de protección, cuarto de puertas, oficina para el puesto, sala de armas, garaje, cuadras para cuatro caballos, lavaderos para los pabellones, etc., teniendo el último de ellos fecha de 1 de julio de 1936.

 El inicio de la Guerra Civil sorprendería con el edificio en obras que quedaron paralizadas durante la misma y sin que inicialmente hubiera todavía en la localidad un puesto de la Guardia Civil como tal, teniendo que recurrirse a la concentración de una pequeña fuerza para atender las necesidades del servicio en tan delicado periodo.

 Al finalizar la contienda, las obras continuaron paradas y con riesgo de que lo construido se deteriorara con el consiguiente perjuicio de todo tipo, por lo que la Jefatura de Transmisiones y Obras de la Dirección General de la Guardia Civil elevó los días 3 y 21 de octubre de 1940 sendas propuestas priorizadas al ministerio de Gobernación por importe de casi 50.000 pesetas, al objeto de poder reanudar las obras y alojar allí el nuevo puesto de Benalup de Sidonia.

 Sin embargo aquello no fue suficiente y aunque se consiguió ocupar una inacabada y nueva casa-cuartel, con familias incluidas, sus carencias de diverso tipo eran tales que fue necesario casi tres años después, volver a solicitar una nueva inversión de casi 14.000 pesetas.

 Tras los trámites oportunos, finalmente fue aprobado por el consejo de ministros de 18 de junio de 1943, ya “que es indispensable mejorar el acuartelamiento de la Guardia Civil para que, tanto el personal como sus familias, consigan decorosas condiciones en su alojamiento, con ventaja indudable para el servicio”.

 Han transcurrido casi siete décadas desde entonces y si bien dicha casa-cuartel ha venido siendo objeto de diversas obras de mantenimiento y mejora, sigue alojando hoy día entre sus muros al actual puesto de Benalup-Casas Viejas, nueva denominación adoptada por el municipio de Benalup de Sidonia en 1999, el cual se había independizado del de Medina Sidonia ocho años antes.

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