Artículo escrito por Jesús Núñez y publicado en "DIARIO DE CADIZ" el 12 de octubre de 2005, pág. 22.
El original está ilustrado con una fotografía en blanco y negro.
Quien fuera el fundador del benemérito Cuerpo de la Guardia Civil , el II Duque de Ahumada y V Marqués de Las Amarillas, tuvo una gran vinculación personal y familiar con Cádiz y su provincia, en donde pasó importantes periodos de su vida. Gracias a su biógrafo, el ya fallecido general Francisco Aguado Sánchez, se conocen algunos detalles al respecto.
Nacido en Pamplona el 11 de marzo de 1803, fue bautizado con los nombres de Francisco Javier, María de
La primera vinculación familiar que consta con la provincia de Cádiz se remonta al año 1797, cuando su tío abuelo, el general Luis de Las Casas, acompañado del también general José Ezpeleta Galdeano Beire –I conde de Ezpeleta- intentó desembarcar en Cádiz, procedente de
Por aquel entonces Pedro Agustín, padre del futuro fundador de
Pedro Agustín, casado ya desde el 5 de julio de 1802 en Beire, regresaría a Cádiz poco antes del desastre de Trafalgar, al cumplimentar la orden de concentrarse allí con su División de Granaderos Provinciales de Sevilla. La tragedia naval le sorprendería cuando se estaba desplazando a San Roque para visitar a su tío, el general Francisco Javier Castaños Aragorri, entonces comandante militar de aquella zona y futuro vencedor de la histórica batalla de Bailén acontecida el 19 de julio de 1808 contra el invasor francés. En ella también destacaría Pedro Agustín donde alcanzó el empleo de brigadier.
Mientras tanto, el futuro fundador de
Concluida
En 1817 el futuro fundador del benemérito Instituto fue llevado por su padre a conocer la finca familiar llamada “El Rosalejo”, sita en el término municipal de Villamartín y que durante
Casi tres años más tarde, cuando se produjo el pronunciamiento de Riego en Cabezas de San Juan, se encontraba precisamente en Villamartín tras haber estado las vísperas en Grazalema y Prado del Rey. Allí presenció en compañía de su padre la sublevación de un batallón expedicionario que debía embarcar para América, teniendo que marcharse ambos a Ronda que permanecía leal al rey Fernando VII.
Francisco Javier se incorporó pocos días después a su unidad en Sevilla y con ella marchó a Cádiz, cuya provincia se convirtió en escenario de enfrentamientos armados entre liberales y absolutistas.
La situación en Cádiz y su provincia se tornó cada vez más confusa y caótica. La capital estaba en manos de los leales y San Fernando en la de los sublevados, no pudiéndose imaginar entonces, ni unos ni otros, que el 10 de marzo de 1820 el rey pronunciaría la célebre frase de “marchemos francamente, y yo el primero, por la senda constitucional”
Ese mismo día, mientras Francisco Javier -a punto de cumplir 17 años- tenía su bautismo de fuego al participar en un ataque al baluarte de Torregorda en poder de los alzados, la capital gaditana sufriría uno de sus días más tristes al correr la sangre de sus vecinos que habían acudido a la plaza de San Antonio para ver como las tropas leales, con sus jefes al frente, iban a jurar
Fruto de la situación política surgida y la formación de un nuevo gobierno, su padre fue nombrado ministro de
Dos años después y como consecuencia del triunfo de una nueva sublevación, esta vez triunfante por
En vías de restablecimiento del “régimen tradicional” en España como consecuencia de la invasión de los “Cien Mil Hijos de San Luis”, la familia Girón decidió finalizar su forzado exilio y regresar a España desembarcando a finales de julio en Rota. Poco después Francisco Javier reingresó en su antigua unidad hasta que en enero de 1826 comenzó un periodo de dos años de licencia absoluta, dedicado principalmente a atender la finca familiar de Villamartín.
En julio de 1829 volvió al servicio activo y prosiguió con su carrera militar que resultó de gran brillantez en la que sobresaldría muy especialmente su designación, por real decreto de 15 de abril de 1844 -bajo el reinado de Isabel II y el gobierno del general Narváez- para organizar y dirigir el Cuerpo de
El 7 de noviembre de 1846 ascendió a teniente general, continuando al frente del benemérito Instituto hasta el 1 de agosto de 1854, volviendo nuevamente a desempeñarlo por decreto de 12 de octubre de 1856 hasta el 1 de julio de 1858.
Fue senador del Reino y gentil hombre de Cámara de S.M., contrayendo matrimonio con Nicolasa Aragón Arias Saabedra, de cuyo matrimonio tuvo nueve hijos: Pedro (llegaría a teniente general), Javier, Inés, Agustín (llegaría a teniente general), Luis (llegaría a general), Concepción, Sancha, Rodrigo y Rafael (falleció como comandante en Cuba en 1896). Falleció en Madrid el 18 de diciembre de
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