Artículo escrito por Jesús Núñez y publicado en el nº 349 correspondiente al mes de julio de 2011, de la Revista "ARMAS", págs. 78-84.
El original está ilustrado por cuarenta y una fotografías en color.
En “La
Candelaria”, centro histórico y cultural de Bogotá, se encuentra el Museo
Militar de Colombia, donde se expone al público una interesantísima colección
de fondos (armas, banderas, condecoraciones, documentos, insignias, objetos,
uniformes, vehículos, etc.) que muestran la historia y evolución técnica de sus
Fuerzas Armadas, integradas por el Ejército Nacional, la Armada Nacional y la
Fuerza Aérea.
Tal y como
reza una placa conmemorativa situada en su fachada, está construido sobre los
predios de la casa donde vivió el capitán Antonio Ricaurte Lozano (1786-1814),
desde la que partió hacia Venezuela para encontrar la muerte y convertirse en
el héroe de San Mateo, durante el proceso de independencia de las antiguas
colonias españolas.
Los orígenes
del edificio –declarado bien de interés cultural- se remontan a finales del
siglo XVIII, conservándose parte de su estructura interior que fue objeto de
una gran remodelación y ampliación entre 1908 y 1913. Desde entonces ha sido
sede de la Escuela de Matemáticas e Ingeniería, de la Escuela de Bellas Artes,
de la Oficina nacional de provisionamiento y suministro del Estado así
como de una unidad de policía militar hasta su uso actual como museo.
Inicialmente,
y gracias al “auspicio valioso” del Banco de la República, fue inaugurado el 6
de agosto de 1982 bajo la denominación de “Museo de Armas”, con los fondos que
se exhibían en la Escuela Militar de Cadetes, siendo presidente de Colombia
Julio César Turbay Ayala (1978-1982) y ministro de Defensa el general Luis
Carlos Camacho Leyva (1978-1982).
Con
ello se recogía el testigo del denominado “Museo de Armas del Ejército”, creado
por decreto nº 1.354 de 13 de octubre de 1938 que fue firmado por el presidente
Eduardo Santos Montejo (1938-1942), pasando a depender del Departamento de
Material de Guerra del ministerio del ramo, dirigido entonces por el general
José Joaquín Castro Martínez (1938-1942).
Muy
interesante resulta su exposición de motivos, donde se consideró que “para la instrucción del Ejército terrestre y
especialmente para el desarrollo de los estudios en los institutos de cultura
militar, es necesario el establecimiento de Museos de armas en que pueda verse
objetivamente la evolución de los materiales de guerra”.
Asimismo
para la formación de sus fondos se dispuso en su articulado que se “destinase un ejemplar de cada uno de los
tipos y modelos de armas y municiones actualmente en los parques y depósitos
del Ejército, que no sea indispensable mantener en servicio, así como de los
materiales de armamento, que se adquieran en el futuro y de los elementos de
guerra (armas, banderas, equipos, etc.), existentes en los Museos históricos
nacionales”.
Para
ello se designó al “General Jefe del Estado Mayor General de las Fuerzas
Militares” para que junto al director del Museo Nacional, el presidente de la
Academia de Historia y el presidente de la Sociedad Bolivariana de Colombia, se
gestionase la “consecución de los
elementos de interés militar e histórico”, que pudieran formar parte de las
colecciones del nuevo “Museo de Armas”.
Actualmente
depende del Comando General de las Fuerzas Militares bajo el nombre de “Museo
Militar de Colombia”, en cuyo interior se exponen fondos procedentes del
Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea, siendo su director el coronel Juan
Moreno.
Mención
especial, y una placa así le recuerda, merece la labor de quien fuera su
director en el periodo diciembre 1996 – enero 2000: el mayor (r) Oscar Forero
Recines, un apasionado historiador
militar, que en 1993 creó la Academia Colombiana de Historia Aérea, adscrita a
la Fuerza Aérea como órgano consultivo, para hacer de ella el instrumento que
les permitiera crear un Museo Aeroespacial Colombiano, proyecto en el que
trabajó durante 18 años.
Historia
militar.
Según un folleto divulgativo del museo, éste es un medio “donde a través de la labor de las Fuerzas
Militares, de su armamento y elementos de dotación, se enseña la independencia,
la libertad, la formación de las diferentes Fuerzas Militares y la conservación
de la democracia de nuestro país con la evolución de la bandera y escudo de la
República de Colombia”.
La historia militar forma parte de la columna vertebral de la historia de
una nación y desde luego Colombia no es una excepción, siendo su Ejército una
institución muy querida, respetada
y valorada por sus ciudadanos.
Al objeto de preservar su historia institucional, se creó mediante la
Directiva Permanente nº 93, de 24 de mayo de 2000, dimanante del Comando del
Ejército, el Centro de Estudios Históricos, el cual pasó a depender
orgánicamente del Departamento E-3, luego denominado
Dirección de Organización, Planes y Relaciones Internacionales del Estado
Mayor, y finalmente, a raíz de la Directiva nº 10, de 4 de enero de 2010, de la
Jefatura de Educación y Doctrina, como unidad rectora.
Al nuevo
centro se le encargó la misión de “recopilar,
investigar, y difundir la historia institucional desde sus orígenes al presente”,
fijándose su sede principal en la Escuela Militar de Cadetes “General José
María Córdova”, nombre oficializado desde 1979 en honor al más joven de los
oficiales generales colombianos, destacado en la guerra de independencia.
Precisamente, ya que
todavía se encuentra en construcción la página en Internet del Museo Militar de
Colombia, se puede acceder a cierta información sobre el mismo a través del
correspondiente enlace ubicado en la página de dicha institución castrense: www.centrohistoricoejc.mil.co
Los
fondos del Museo.
Aunque
los fondos del Museo Militar están constituidos por varios millares de piezas de
muy diversa naturaleza y procedencia, relacionadas con la historia castrense de
Colombia, es el armamento el elemento más numeroso y presente en todas sus
instalaciones.
Cuando
el visitante traspasa –la entrada es gratuita- el umbral de la puerta
centenaria, accede a un amplio patio de armas y banderas dedicado a honrar la
memoria del general Carlos Julio Gil Colorado, asesinado en un ataque
terrorista en 1994.
El lugar está custodiado por los bustos de los héroes de la
patria colombiana –encabezados por Simón Bolívar Palacios- y una selecta
colección de piezas de artillería e infantería en un magnífico estado de
conservación que denota el esmerado cuidado y mantenimiento que reciben por
parte del personal del museo.
Entre
las primeras destacan, unos cañones franceses Bange de 75 mm. modelos 1897,
alemanes Krupp de 70 y 75 mm. modelos 1892 y 1894, checoslovacos Skoda de 90 y 75
mm. modelos 1928, y cañones antiaéreos suizos Oerlikon modelo 1932 de 20 mm . Entre
las pesadas de infantería están unos cañones sin retroceso estadounidenses de
105 y 90 mm., así como unos morteros Brandt de igual procedencia, para granadas
de 120 mm. y 81 mm.
Una
vez abandonado el patio comienza un interesantísimo recorrido por las
diferentes salas de la planta baja y del primer piso que bien seguro todo
lector de “ARMAS” le gustaría realizar personalmente. Pero conscientes de que
ello no puede ser para todos, pasamos a describir algunas de las principales
salas y parte del armamento de mayor curiosidad o interés.
De
esta forma, en la sala dedicada a la Fuerza Aérea, que fue creada en 1919, año
en el que se creó su primera escuela de aviación militar, puede verse, rodeado
de condecoraciones y otros efectos personales, el sable de uno de sus pioneros,
el coronel Rafael Valdés Tavera, así como entre numerosas maquetas,
fotografías, cuadros, uniformes, etc., el antiguo equipo de un componente del
Grupo Anti Secuestros de Aeronaves (GASDA) y una ametralladora “fílmica” marca
Fairchild, modelo CG-16, de procedencia estadounidense, que fue utilizada por
los pilotos aliados durante la 2ª Guerra Mundial con la finalidad principal de
confirmar el derribo de aviones enemigos.
En
la sala dedicada al Ejército, donde se muestra, con uniformes y armas, su evolución,
desde el
guerrero indígena hasta el soldado actual con su moderno equipo de defensa, la
variedad abarca desde sables y espadas de diversas épocas hasta fusiles de
asalto tipos M-4 y M-16, pasando por ametralladoras ligeras Browning, Lewis y
Gatling, morteros ligeros M-5 de 60 mm., etc., para terminar con el
equipamiento y armamento completo de un miembro de la Agrupación de las Fuerzas
Especiales Antiterroristas Urbanas (AFEAU), una unidad de élite creada en 1986
y formada por elementos tácticos del Ejército, la Armada, la Fuerza Aérea y la
Policía Nacional, “con el único fin de
desarrollar operaciones especiales contra narcoterroristas y de rescate de
rehenes en áreas urbanas”.
En la sala dedicada a
la presencia de Colombia, como miembro de Naciones Unidas, en la Guerra de
Corea (1950-1953) –actualmente en remodelación- se expone junto a muchos
recuerdos, el armamento con que fue dotada su fuerza expedicionaria, siendo
prácticamente en su totalidad de procedencia estadounidense (pistolas,
carabinas, fusiles, ametralladoras, lanzallamas, morteros, cañones sin
retroceso, etc.).
El 26 de diciembre de 1950 se constituyó el Batallón de
Infantería nº 1, cuyo primer jefe fue el coronel Jaime Polaina Puyo, habiendo
estado desplegados a lo largo de esa contienda unos 5.000 militares colombianos,
incluidos los marinos. Los conflictos de Egipto y Suez serían los siguientes
escenarios, continuando desde entonces la participación militar de Colombia en
las operaciones de paz de la ONU.
Aunque
se exponen armas en todas las salas, el museo cuenta con dos específicas para
ello, que actualmente se encuentran también en remodelación.
En las denominadas
como “antiguas” puede contemplarse la evolución de las armas de fuego hasta
mediados del siglo XIX, destacando diversas ametralladoras de cañones
giratorios accionados por manivela, mientras que en las “modernas”, se expone
una completa colección de pistolas, revólveres, carabinas, rifles, fusiles,
ametralladoras, lanzagranadas, etc., utilizadas tanto por las fuerzas militares
colombianas como capturadas al enemigo.
Mención especial por su colección de armas bancas y de fuego, tanto
largas como cortas, merece la sala “Almirante Rubén Piedrahita Arango"
(1908-1979) que llegó a ser ministro de Obras Públicas de Colombia así como
miembro de la Junta Militar a mediados del siglo XX.
A continuación se encuentra la sala dedicada a la Armada Nacional,
donde además de las piezas relacionadas con la historia naval colombiana, no
falta tampoco el armamento, pudiéndose observar subfusiles alemanes H&K
MP-5 dotado de silenciador y fusiles de asalto estadounidenses M-4, utilizados
por sus fuerzas especiales de buceadores de combate e Infantería de Marina así
como los torpedos MK-32 y MK-44.
Finalmente y en un patio anexo, presidido por un gran cartel
promocional del ejército colombiano se expone una selección de material bélico
utilizado por sus Fuerzas Armadas a lo largo del siglo XX, en el que se
acredita el predominio estadounidense, como los aviones Silver Star T-33 o Dragon
Fly A-37 y el helicóptero Sioux OH-13, un vehículo blindado M-8 reformado para
su uso anti motines, piezas de artillería como los cañones estadounidenses
modelo 1942 de 57 mm. y modelo 1943 de 37 mm., así como lanchas y torpedos Mark
44 modelo D-1 utilizados por la Armada.
Nota:
Se agradece expresamente al capitán Mauricio Roa, del Ejército de Colombia y
destinado en el Museo Militar, por dar las facilidades necesarias para la
realización del presente artículo.
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