Artículo escrito por Jesús Núñez y publicado en el nº 347 correspondiente al mes de mayo de 2011, de la Revista "ARMAS", págs. 88-94.
El original está ilustrado por treinta y cuatro fotografías en color.
En el seno del hermoso
casco histórico de la que fuera llamada hasta no hace mucho Santa Fé de Bogotá,
se encuentra un monumental edificio palaciego que hoy día alberga el Museo
Histórico de la Policía Nacional de Colombia.
Fundada mediante decreto
gubernamental nº 1.000 de fecha 5 de noviembre de 1891, de la mano del
comisario francés Juan María Marcelino Gilibert Laforgue (1839-1923), la
policía colombiana cuenta hoy día con una historia más que centenaria de la que
se muestra con legítimo orgullo al visitante.
Casi un siglo después,
la resolución nº 93 de 16 de enero de 1.987 determina su organización y
funcionamiento, encomendándole a su museo la misión de “conservar,
incrementar y difundir el patrimonio histórico de la Policía Nacional”, así
como de “ser
un ente de cultura competitivo, con una imagen positiva de servicio, efectiva
en la enseñanza veraz de
nuestro pasado histórico y eficaz en la integración y acercamiento con la
sociedad”.
Y la verdad es que se
cumple lo escrito. Por una parte, está la indiscutible belleza arquitectónica
del edificio, tanto exterior como interior, que lo alberga. Declarado monumento
nacional mediante decreto nº 2.390 de 26 de septiembre de 1984, se trata de una
sólida construcción de tres plantas, iniciada en 1923 e inaugurada tres años
después para alojar hasta la década de los 80 la sede principal de la policía
colombiana.
Y por otro lado, está la
gratuidad de su entrada, las magníficas y detalladas visitas guiadas por los
propios agentes –auxiliares bachilleres- asignados al museo, con posibilidad de
recibir las explicaciones en español, inglés o francés, así como el más exacto
cumplimiento de los protocolos que rigen el arte museográfico.
Aunque puede recorrerse
virtualmente navegando a través de Internet en -www.policia.gov.co- no es
comparable con poder pasear por sus hermosos salones en los cuales se exponen
cronológicamente, utilizando como hilo conductor, los hechos policiales
registrados desde sus orígenes hasta nuestros días.
Hay que destacar que la
recolección de los fondos que se exponen, se inició –con acertada visión de
futuro- en el año 1914 bajo la dirección del doctor Gabriel González López así
como que en 1959, la junta directiva del casino general de oficiales, creó el “Museo Fuerzas de Policía”, cuyo primer
director, el capitán Gilberto Fernández Castro, emprendió la árdua labor de
atesorar uniformes, insignias y armas, tanto nacionales como extranjeras.
También en ese mismo
año, mediante resolución gubernamental de 23 de junio, se fundó el “Museo Histórico de la Policía Nacional”,
que se inauguró el 8 de mayo de 1960 como parte integrada en el Museo Nacional,
en el que se disponía de tres salas dedicadas a su propia historia policial,
policías extranjeras y armas, aunque infortunadamente su ciclo en aquel
inmueble finalizó el 26 de enero de 1973.
Habría que esperar hasta 1984 para su
reactivación en su ubicación actual gracias a las gestiones del director general
de dicha institución policial, el mayor general Víctor AlbertoDelgado
Mallarino.
Orgullosos de su
historia, pasada y reciente, lo primero que los agentes-guías muestran al
visitante, nada más acceder al edificio y antes de realizar el recorrido
estrictamente museístico, es la sala denominada “Brigadier General Valdemar Franklin Quintero”, donde se conservan
diversas piezas, efectos, aparatos y armas que pertenecieron o están
relacionadas con el tristemente célebre narcoterrorista Pablo Escobar Gaviria,
líder del Cartel de Medellín.
Muerto durante una brillante operación policial
culminada el 2 de diciembre de 1993, dicho sujeto pasaría a la historia por ser
uno de los mayores criminales del mundo, habiendo acabado junto a sus secuaces
con miles de vidas inocentes. Dado el interés de su historia y de dicha sala,
su contenido será objeto de un próximo artículo.
Las salas del museo.
Iniciada ya la visita
propiamente dicha, este sacrotemplo de historia policial colombiana, a cuyo
frente se encuentra actualmente el mayor Humberto Aparicio Navia, que es el
oficial más veterano y condecorado de la Institución, se presenta organizado
para su recorrido en más de una veintena de salas temáticas ordenadas
cronológicamente.
Describirlas con el
detalle que en justicia merecen los millares de interesantísimas piezas que se
exponen en las tres plantas del edificio sería imposible, por lo que sólo vamos
a realizar unas breves referencias a las principales con la finaldad de
centrarnos en la bautizada como “Coronel
Francisco Ospina Cubillos”, en memoria de un insigne oficial de la Policía
Nacional de Colombia fallecido hace unos años, y en la que se expone una
magnífica colección compuesta por varios centenares de armas blancas y de
fuego.
Así, en primer lugar
está la sala “Comisario especial Juan
María Marcelino Gilibert”, que presidida por un retrato pictórico de su
fundador y acompañado por los retratos de quienes le sucedieron al frente de
tan prestigiosa institución policial, se exponen documentos, uniformes y
efectos relacionados con la época fundacional y posteriores, así como diversas
condecoraciones, sables y bastones de mando que les pertenecieron.
Seguidamente está la
sala “Mayor General Manuel J. López Gómez”,
dedicada a la Dirección General de Carabineros y Seguridad Rural, encuadrada en
la Policía Nacional, cuyos miembros velan por el orden y la ley en campos y
aldeas, habiendo tomado su nombre de la denominación que adoptaron en 1798 unas
milicias italianas que estaban armadas de carabinas y que fueron bautizadas con
el nombre de “Carabineros de la Guardia
Piamontesa”.
Junto a uniformes, efectos y armas de épocas anteriores de
dicha especialidad, destacan los correspondientes a los modernos Escuadrones
Móviles de Carabineros (EMCAR), especializados en combate rural, pues no puede
olvidarse que Colombia padece todavía la lacra de la guerrilla terrorista de
las FARC.
Otras dos salas de mucho
interés son las llamadas “Brigadier Jaime
Ramírez Gómez”, dedicada a la Dirección Antinarcóticos, y “Teniente Coronel Javier Aldana”,
dedicada a la Dirección Antisecuestro y Antiextorsión, en las que además de los
diferentes tipos de uniformes, material y equipo utilizados, entre los que
sobresalen los empleados por el Grupo de Acción Unificada por la Libertad
Personal (GAULA), se exponen diversos tipos de armas, incluidos lanzagranadas, bien
utilizadas por sus integrantes o incautadas a los delincuentes.
Entre estas últimas
destacan un subfusil norteamericano Ingram modelo M-11 A1 de 9 mm., conocida
popularmente como “Marieta”; un fusil
de asalto italiano Beretta modelo AR-70, de 5’56 mm.; y un fusil de asalto
israelí Galil modelo SAR, de 7’62 mm., dotado de mira telescópica.
Otras salas interesantes
son las “Mayor Juan Carlos Guerrero”
dedicada a la Dirección de Investigación Criminal y “Brigadier General César Augusto Cuellar Velandia”, donde se muestran
uniformes, heráldicas, insignias, placas, condecoraciones, etc., tanto de la
policía colombiana como de otros países, estando también representada España
con uniformes de nuestros cuerpos de la Guardia Civil y Nacional de Policía.
Aparte de las salas
están también tres bellos patios interiores que son aprovechados para exponer
piezas de mayor tamaño, destacando un cañón utilizado en la guerra
colombo-peruana (1932-1933), así como un pintoresco “carro-prisión”, utilizado
de 1912 a 1919 aproximadamente. En esa época, Bogotá era una ciudad muy pequeña
y solamente existían 12 carros en total, que recorrían las calles como carro
patrulla y carruaje de prisión, siendo en este último donde transportaban a los
individuos cuando cometían una infracción, conduciéndolos a las plazas públicas
y allí eran sometidos al escarnio público.
Sala de armamento “Coronel Francisco Ospina Cubillos”.
Sin duda alguna se trata del espacio que más haría las delicias
de los lectores de ARMAS y donde más tiempo pasarían. Desde el punto de vista
museístico está concebida para que el visitante contemple cual ha sido la
evolución del armamento desde los tiempos del paleolítico y el neolítico hasta
nuestros días.
La sala esta dividida en dos zonas. La primera está dedicada
a las armas primitivas utilizadas por los pueblos indígenas que habitaron en el
territorio colombiano, muchos siglos antes de la colonización española,
mientras que la segunda está centrada principalmente en el armamento empleado a
lo lago del siglo XX, sin perjuicio de piezas correspondientes a periodos
anteriores.
Cerca de un millar de armas blancas (cuchillos, machetes,
bayonetas, dagas, espadines, espadas y sables) y de fuego (pistolas,
revólveres, carabinas, mosquetones, fusiles, rifles, escopetas, subfusiles,
fusiles de asalto, fusiles ametralladores así como ametralladoras ligeras,
medias y pesadas) se exponen dentro y fuera de las vitrinas. Respecto a las de
fuego, su origen de fabricación y procedencia es muy diverso, correspondiendo a
numerosos países de cuatro continentes entre los que se encuentra el nuestro de
España.
Así, entre otras, podemos ver, además de algunos modelos de
escopeta y fusiles máuser, por ejemplo una pistola JO.LO.AR, denominada así por
ser ideada por José López Arnáiz, de 9 mm. corto, si bien lamentablemente le
falta su peculiar sistema de palanca; y una pistola MM-31, de 7’63 mm., tipo
mauser con su correspondiente funda-culatín de madera.
Hay que destacar un fusil ametrallador, dotado de bípode,
cuya tarjeta informativa es errónea –y así se hizo saber al policía que servía
de guía- al identificarlo como un CETME español modelo C de 7 mm. “utilizado en la Segunda Guerra Mundial”,
el cual carece de cualquier inscripción o marca, salvo su número de fabricación
(2776) y el de su cargador (1889). En la redacción de ARMAS estamos seguro de
lo que no es, pero no tanto de lo que si puede ser, por lo que publicamos su
fotografía para que nuestros lectores puedan darnos su opinión.
Entre las demás correspondientes a otros países hay que
citar la colección de diferentes subfusiles –o “subametralladoras” como se dice en Colombia- norteamericanos
Thompson, así como un par de ametralladoras Schwarzlose (diseñadas por el inventor alemán Andreas Wilhelm Schwarzlose),
modelos 07/12 y 07/24, de 8 mm. y fabricadas por la firma austriaca Steyr.
Nota: Se
agradece expresamete la colaboración de los agentes de la Policía Nacional de
Colombia Ana Velandia Alarcón y Cristian Moreno, sin cuyas atentas aportaciones
y explicaciones no hubiera sido posible el presente artículo.
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