CLXXV Aniversario “Cartilla del Guardia Civil” (1845-2020).
Artículo escrito por Jesús Núñez y publicado en "EUROPA SUR", el 6 de julio de 2020, pág. 10.
El original contiene una fotografía en blanco y negro.
El comandante Miguel Guzmán Cumplido al comenzar el año 1869 continuaba al frente de la Comandancia de la Guardia Civil de Granada. Ésta estaba encuadrada en el 8º Tercio con cabecera en la misma ciudad, siendo su jefe el coronel Carlos Gardín Alaña.
A fines de febrero causaría baja tras ascender a teniente coronel. El 1º de marzo siguiente pasó destinado al 7º Tercio como segundo jefe del mismo. Dicha unidad comenzó el año dirigida por el coronel Santiago Blanco Olazabal, que sería relevado por el de igual empleo, José Villacampa del Castillo.
La sede del Tercio se ubicaba en la capital aragonesa, estando integrado por las Comandancias de Zaragoza, Huesca y Teruel. Durante buena parte de ese año estaría revistando los puestos de esta última provincia, mandada por el comandante Máximo Fontana Martínez.
Estos estaban encuadrados en dos compañías territoriales de infantería que tenían sus cabeceras en Alcañiz y Mora de Rubielos. De la primera dependían las líneas de Calanda, Muniesa y Montalbán, mientras que de la segunda lo hacían las líneas de Portanete, Villarquemado y Teruel.
Mientras tanto la España de entonces, tras derrocar la monarquía de Isabel II, tenía una nueva Constitución, votada por las Cortes el 1º de junio y promulgada cinco días después. Considerada la primera de carácter plenamente democrático del liberalismo decimonónico español no conseguiría traer la paz política y social que tanto se necesitaba. Guzmán, al igual que el resto de militares de la época, prestaría en el mes de julio, juramento de acatamiento y defensa de la Constitución.
Respecto al panorama nacional, por una parte, ese verano volvía a resurgir el movimiento carlista con nuevos ánimos belicosos que se acreditarían el 23 de julio con una sublevación cerca de Ciudad Real. Era el primer anticipo de lo que muy pocos años después sería la Tercera Guerra Carlista.
Por otro lado el movimiento republicano federalista estaba en plena ebullición, provocando en otoño diversas e importantes revueltas en diferentes provincias, hasta el punto de tener que suspenderse temporalmente las Cortes a partir del 5 de octubre.
Al día siguiente la revuelta se extendió a la ciudad de Zaragoza, siendo necesario el empleo de unidades del Ejército y de la Guardia Civil para sofocarla. El teniente coronel Guzmán, según consta en su hoja de servicios, se destacaría sobresalientemente durante las acciones protagonizadas el 7 y 8 de octubre al frente de sus fuerzas. Por los méritos contraidos en esas fechas le sería concedida la cruz roja del mérito militar de 2ª clase.
El año 1870 transcurrió con mayor normalidad para Guzmán, pudiendo centrarse en la revista de los puestos de la Comandancia de Zaragoza que mandaba el comandante Mariano Bretón Martín. Se trataba de las compañías de infantería de Calatayud y de Zaragoza así como el escuadrón de caballería que también tenía su cabecera en la capital aragonesa.
De la primera dependían las líneas de Sos del Rey Católico, Ateca, Almunia y Borja. De la segunda lo hacían las líneas de Zaragoza, Cariñena y Caspe. Y del tercero las líneas de Piña, Egea y Villanueva, significándose que dicho escuadrón tenía también fuerza en la línea turolense de Calamocha y en la hoscense de Almudébar.
Por aquel entonces el jefe de la línea de San Roque era el teniente José Taracido Leal, encuadrada en la 8ª Compañía de Algeciras que mandaba el capitán Saturnino Loeches Senra, junto a las líneas de Alcalá de los Gazules y Tarifa, perteneciente todo ello entonces a la Comandancia de Cádiz.
El año 1871 comenzó complicado para la ciudad de Zaragoza pues sufriría una de sus cuatro grandes inundaciones históricas como consecuencia del desbordamiento del río Ebro. Las otras fueron, según tiene registradas la Confederación Hidrográfica del Ebro, en 1643, 1775 y 1961.
El 12 de enero de 1871 llegó a Zaragoza la punta de una gran crecida del río debido a las fuertes lluvias acaecidas y un deshielo impropio para esa época del año, inundándose numerosas barriadas y buena parte de su campo exterior.
La prensa de la época lo calificó como la mayor inundación sufrida en Zaragoza durante ese siglo, dando toda clase de detalles sobre la tragedia. Tanto desde el gobierno civil como desde el ayuntamiento capitalino demandaron angustioso auxilio frente a la catástrofe producida.
La Guardia Civil y el Ejército serían los primeros en acudir, movilizándose además barqueros, pontoneros, voluntarios de toda clase e incluso penados de la prisión militar procedentes de la Marina de Guerra cuya colaboración humanitaria les sirvió para redimir parte de sus condenas.
La “Memoria descriptiva” de los trabajos llevados a cabo por la Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País y comisiones respectivas de la Diputación y Ayuntamiento, publicada a finales de 1871 con casi un centenar de páginas, ilustró la magnitud de los cuantiosos daños padecidos.
Sirva como botón de muestra la crónica del periódico madrileño “La Epoca”, en su edición de 15 de enero de 1871: “Para dar una idea de la crecida del río bastará decir que las aguas han subido dos metros sobre el nivel mayor señalado en crecidas anteriores. Son muchas las torres o casas de campo inundadas y cuyos edificios se han venido a tierra. Entre ellas se cuenta una, situada en la confluencia de los río Ebro y Gallego, que estuvo a punto de sepultar a la familia que la habitaba y a varios trabajadores que se habían albergado en ella. Allí esperaban una muerte segura por la crecida de las aguas de ambos ríos, que ya inundaban el piso principal; pero fueron todos salvados por unas lanchas tripuladas por varios guardias civiles y paisanos, que estuvieron recorriendo, con gran peligro, todos aquellos terrenos para salvar a las familias aisladas en algunas torres”.
Una vez más la Guardia Civil hacía honor al sobrenombre de “Benemérita” con que le había bautizado el pueblo español desde sus orígenes y cumplía ejemplarmente los preceptos recogidos por el duque de Ahumada en el articulo 6º de la “Cartilla del Guardia Civil”, aprobada por real orden de 20 de diciembre de 1845, cuyo CLXXV aniversario se cumple este año 2020.
El teniente coronel Guzmán fue felicitado por el director general del Cuerpo, teniente general Francisco Serrano Bedoya, tal y como recoge su hoja de servicios: por su contribución durante los días 12, 13 y 14 de enero de ese año, a “la salvación de muchas personas que quedaron en sus casas de campo aisladas y hubieran perecido sin los auxilios que recibieron del Cuerpo de la Guardia Civil corriendo además riesgos personales”.
Por real orden de 30 de enero del año siguiente le sería concedida “la cruz civil de Beneficencia por los servicios humanitarios prestados en Enero de 1871 con motivo de la inundación del Ebro”.
Finalizaría dicho año nombrado jefe de la Comandancia de Zaragoza, a cuyo frente se encontraría cuando pocos meses después diera comienzo la Tercera Guerra Carlista. Nuevamente este ilustre guardia civil, tan vinculado a San Roque, volvería a distinguirse brillante y sobresalientemente, en defensa del orden y la ley.
(Continuará).
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