viernes, 21 de agosto de 2020

LA GUARDIA CIVIL EN SAN ROQUE (XXVIII). LOS SERVICIOS MÁS DESTACADOS (1884-1886).

CLXXV Aniversario “Cartilla del Guardia Civil” (1845-2020).


Artículo escrito por Jesús Núñez y publicado en "EUROPA SUR", el 17 de agosto de 2020, pág. 10.

El original contiene una fotografía en blanco y negro.


Finalizada la semblanza del brigadier Miguel Guzmán Cumplido, relatada en los capítulos anteriores, regresamos a 1884 para continuar la abnegada y benemérita historia de la Guardia Civil en el término municipal de San Roque.

La Comandancia de Cádiz, cuya demarcación comprendía entonces toda la provincia, estaba mandada por el teniente coronel Pedro Mayor Giménez. Al frente de la Compañía de Algeciras se encontraba el capitán José Enríquez Patiño, de quien dependían las líneas (secciones) de San Roque, Tarifa y Alcalá de los Gazules. Éstas eran lideradas por los tenientes Manuel Peinado López y Federico Vinaza Rodríguez así como por el alférez Julián Sainz Culebra, respectivamente.

El boletín oficial del benemérito Instituto continuaba publicando las reseñas de los servicios más relevantes, tanto de carácter policial como humanitario. Así, en el de fecha 8 de septiembre se daba cuenta de que los guardias civiles del puesto de San Roque, Juan Martínez Gómez y Sebastián Pérez Pérez, habían detenido a Juan de Analla Pirano y Francisco Sánchez Vázquez, acusados del robo de dos caballerías menores. Éstas habían sido recuperadas y puestas a disposición de la autoridad competente en unión de los sospechosos. El teniente general Remigio Moltó Díaz-Berrio, director general del Cuerpo, felicitó a la fuerza actuante.

Tan sólo un mes después, el 8 de octubre, el boletín oficial volvía nuevamente a publicar otro reconocimiento de la máxima autoridad del benemérito Instituto a componentes del puesto de San Roque. En esta ocasión se trataban del cabo 1º Fernando Fernández Palacios, cabo 2º Vicente González Gómez y guardias civiles Blas Castaño Yesa y José Valderrama Medina. Habían procedido a la detención de una mujer llamada Ana Molina Domínguez, que se encontraba requisitoriada judicialmente como sospechosa de varios robos en domicilios, recuperándose algunas alhajas de valor.

Antes de finalizar el año se produjo relevo de oficiales en San Roque y el teniente Francisco Quevedo Obregón se hizo cargo del mando de esa unidad, distinguiéndose bien pronto en encabezar uno de los servicios más beneméritos que acontecieron en 1885 en el Campo de Gibraltar. 

El boletín oficial de 24 de junio de dicho año destacaba que el mentado oficial, con fuerza del puesto de San Roque a sus órdenes, “auxiliado por la de Carabineros y tropa de infantería inglesa de la guarnición de Gibraltar”, habían salvado a vida de doce de los quince tripulantes del “brik-barca” (embarcación de tres palos que tenía gran superficie vélica) llamado “Vendigalo”, de bandera francesa y matriculado en Burdeos. 

El naufragio del barco, algo desgraciadamente frecuente en el siglo XIX en aguas del Estrecho, había acontecido cerca del “punto denominado Torre-Nueva” de Guadiaro.  Aquella era una de las zonas de costa habituales para el alijo de géneros de contrabando procedentes de la colonia británica de Gibraltar, razón por la cual el Cuerpo de Carabineros del Reino tenía ubicado en sus proximidades un puesto.

Éste pertenecía a la Comandancia de Algeciras, la cual a raíz de las reales órdenes de 10 y 28 de enero de 1878 se había segregado de la de Cádiz al objeto de que el mando de toda las unidades tuviera fijada su residencia en el Campo de Gibraltar. Se encontraba entonces al frente el teniente coronel Ramón Marvá Mayer.

Respecto a la participación de las fuerzas militares inglesas hay que significar, que sin perjuicio de la irrenunciable posición española para recuperar la soberanía del Peñón, se autorizaba dicha colaboración humanitaria de auxilio a las víctimas en función de la magnitud de la tragedia. Tales ayudas siempre se agradecieron y reconocieron desde la parte española y ello honraba a las tropas británicas.

Dos meses más tarde, producido ya el relevo del teniente Quevedo que marchó para Tarifa, por el de mismo empleo, Gerónimo Delgado García, procedente a su vez de aquella localidad, volvería a felicitarse a los guardias civiles de San Roque. Esta vez el director general del Cuerpo era ya, por segunda vez, el teniente general Tomás García-Cervino López-Siguenza.

El boletín oficial de 24 de agosto destacaba que el teniente Delgado, con la  fuerza disponible del puesto, había contribuido a sofocar un voraz incendio que se había declarado en la era del vecino de San Roque llamado Manuel Vallejo. Tras cuatro horas de incesante trabajo consiguieron sofocarlo. 

En dicha extinción había participado también, al mando del alférez Miguel Andrades Girón, fuerza del escuadrón de caballería de la Comandancia de Cádiz,  que se encontraba en ese momento de servicio en el Campo de Gibraltar. 

La cabecera del escuadrón, cuyo jefe era el capitán Antonio Pastor Marras, se encontraba ubicada en El Puerto de Santa María y sus tres secciones estaban repartidas por Arcos de la Frontera, Sanlúcar de Barrameda y Jerez de la Frontera. Las dos primeras estaban mandadas por los tenientes Enrique López Millán y Ventura Maruri Ramos, correspondiendo la tercera al mentado alférez. Aunque la fuerza de caballería tenía su propia demarcación territorial a efectos de seguridad ciudadana, se desplazaban también a otras comarcas de la provincia cuando las necesidades del servicio lo demandaban. Coincidió que en esta ocasión estuvieran de refuerzo en el Campo de Gibraltar.  

El boletín de 24 de enero de 1886 publicaría un nuevo servicio benemérito de la Guardia Civil de San Roque. El ya citado cabo 1º Fernández Palacios, con fuerza del puesto a sus órdenes, consiguió rescatar de entre los escombros de una casa que se había derrumbado, al vecino Antonio Fernández Ocaña, “al cual condujeron en brazos al hospital de la Caridad, en dicha villa, donde se le facilitaron los auxilios que exigía su grave estado”.

Nuevamente el cabo 1º Fernández Palacios, como comandante del puesto de San Roque, volvería a encabezar otra felicitación del director general del Cuerpo. Publicada en el boletín oficial de 8 de abril siguiente, sería como consecuencia de la detención de un individuo llamado Juan Barea Ortega que había robado dos caballerías cargadas de azúcar, “cometido en despoblado y maltrato a su conductor”. Tanto dicho cabo 1º como el guardia 2º Gabriel Pérez Bujalance que le acompañaba como auxiliar de pareja, devolvieron los animales a su legítimo dueño.

Justo un mes después se destacaba en el boletín oficial del 8 de mayo, con “satisfacción" que tan activo comandante de puesto había procedido, “con fuerza a sus órdenes”, a la detención de José Núñez Garcés, como supuesto autor de la muerte dada a su convecino Francisco Vázquez. El sospechoso “ha sido capturado y puesto bajo el fallo de la ley, después de incansables pesquisas”.

Otro nuevo servicio dirigido por el cabo 1º Fernández Palacios y auxiliado por el cabo 2º Francisco Escot Benítez y el guardia civil Gabriel Peláez, sería esta vez objeto, no sólo de felicitación del director general, sino también de que la misma se anotase en sus respectivas hojas de servicio. Fue publicado en el boletín oficial de 16 de septiembre siguiente y dicho reconocimiento estuvo motivado por la captura y puesta a disposición de la autoridad competente, “después de muchas y activas pesquisas”, de varios individuos, “autores de los robos que se venían cometiendo en dicha demarcación, rescatando efectos y caballerías”.




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