CLXXV ANIVERSARIO GUARDIA CIVIL EN CHICLANA (1845-2020).
El pasado viernes el alcalde de Chiclana de la Frontera, José María Román Guerrero, hizo entrega a la Guardia Civil de la Medalla de Oro de la Ciudad. Concedida por unanimidad de toda la corporación local este año el benemérito Instituto cumple 175 años velando por el orden y la ley en el municipio.
Los primeros guardias civiles llegaron a la provincia de Cádiz a finales de diciembre de 1844. Los de infantería habían superado el periodo de instrucción en la localidad madrileña de Leganés mientras que los de caballería en Vicálvaro. La fase de adiestramiento y encuadramiento fue conjunta en la población sevillana de Alcalá de Guadaira.
Una vez concluida, el primer capitán José María de Cisneros Lanuza, jefe de la compañía destinada a la provincia gaditana, se encargó de materializar el despliegue territorial. La cabecera de sus tres secciones de infantería se establecieron en Cádiz, Jerez de la Frontera y Medina Sidonia, mientras que la de la sección de caballería, prevista inicialmente en Algeciras, terminaría en San Roque.
A principios de enero de 1845 los primeros puestos ya estaban preparados para iniciar su servicio. Previamente, el 8 de dicho mes, Manuel Lassala Solera, jefe político de la provincia, había dirigido un escrito a los alcaldes. Tras afirmar que “la Guardia Civil es el brazo de protección y seguridad que el Gobierno ofrece al hombre honrado, y lo es de persecución y de temor para el delincuente y de mal vivir”, describió su despliegue territorial.
La 3ª Sección instalada en Medina Sidonia tenía la misión principal de vigilar el municipio de Chiclana, cubierta entonces por una extensa masa forestal de pinares. Tenía más de 200 kmô y una población de unos 9.000 habitantes. Igualmente se le encomendó ampliar su servicio hasta Conil de la Frontera y Vejer de la Frontera. En poco tiempo dicha sección tuvo puestos en esas cuatro poblaciones más otro en Alcalá de los Gazules.
Pronto aquellos hombres que vivían en casas-cuarteles con sus familias supieron ganarse el aprecio y respeto de toda persona de bien. Su organizador y primer inspector general, el mariscal de campo Francisco Javier Girón Ezpeleta, duque de Ahumada, les dotó del mejor código deontológico que haya tenido nunca una institución de seguridad pública, la “Cartilla del Guardia Civil”, aprobada por real orden de 20 de diciembre de 1845. Su primer artículo comenzaba asentando que el honor era la principal divisa de los componentes del benemérito Instituto.
La prensa de la época se hizo eco enseguida de las actuaciones del nuevo Cuerpo. La vinculada al mismo tendría durante muchos años una sección dedicada a reseñar los servicios más destacados al objeto de difundir las actuaciones policiales y beneméritas felicitadas por la máxima autoridad del Instituto. El puesto de Chiclana sería protagonista en numerosas ocasiones.
Así, en “El Guía del Guardia Civil” correspondiente al 10 de diciembre de 1851, se daba cuenta de que el cabo 1º Miguel Ors y el guardia Lorenzo Baños, habían capturado el día 23 del mes anterior a cuatro ladrones. Éstos, dos noches antes habían perpetrado un robo cerca de Conil. Varios efectos sustraídos fueron recuperados por el teniente Victorio Cuquerella, jefe de la línea de Medina Sidonia, auxiliado por el cabo 2º Juan Pérez y el guardia Antonio Marín.
En el número publicado el 1º de septiembre de 1852, se informaba que el sargento 2º Gerónimo del Río, comandante del puesto, acompañado del cabo 2º Miguel Terán y de los guardias Pedro Martínez y Joaquín de la Torre, habían apresado el día 14 del mes anterior a cuatro malhechores que habían incendiado un cortijo en Medina Sidonia.
En el ejemplar correspondiente al 20 de noviembre siguiente se citaba que bajo el mando del mentado teniente Cuquerella, auxiliado por fuerza de los puestos de Chiclana y Conil, se había detenido el mes anterior a 15 personas como autores del robo efectuado en el bergantín “Nuevo Desengaño”. Fueron sentenciados a presidio por el Tribunal Supremo de Guerra y Marina, viéndose obligados a presentarse otros 29 más de los sujetos encausados.
En ese mismo número se publicó también que el 30 de octubre había sido capturado por los guardias Mateo Domínguez y Juan López, auxiliados por un alguacil del juzgado, otro criminal, reo prófugo y cómplice de un asesinato perpetrado en Cádiz.
Nuevamente, en el ejemplar fechado el 10 de diciembre siguiente, volvió a destacarse la actuación del mentado sargento 2º del Río. Éste, en la madrugada del día 28 del mes anterior, había cooperado en la detención en Chiclana del autor de un asesinato cometido pocas horas antes en San Fernando. Desde dicha localidad venía siendo perseguido por el sargento 1º Simón de la Torre, acompañado de los guardias Manuel Pérez, Andrés y Ginés Rodríguez.
También se daba cuenta de otro servicio practicado al amanecer de ese mismo día por los guardias Mateo Domínguez y Fernando Ocaña, al detener a un individuo que había sustraído dinero y papel de crédito a su patrón en Puerto Real. La captura se produjo cuando se dirigía a la colonia británica de Gibraltar, refugio habitual de quienes huían de la justicia española en aquella época.
Una vez más se publicó otra meritoria actuación del sargento 2º del Río, acompañado del ya cabo 2º Domínguez, el guardia Manuel Sánchez y el ya mentado Ocaña. Según detallaba el “Guía” de 10 de mayo de 1854 habían detenido el día 15 del mes anterior a uno de los tres autores del asalto sufrido por el vecino Diego Rubio en la noche del 17 de marzo. El atraco se había realizado en el sitio del Salado, camino de Vejer, siendo capturado otro de los criminales por el cabo comandante de puesto de esta población.
Relatada en el número de 10 de julio siguiente, dicho sargento 2º volvió a encabezar otra felicitación junto a los guardias Joaquín Hernández, Pedro Barreiro y el ya citado Sánchez, cuando encontrándose todos en el caserío “Pago del Humo”, acudieron rápidamente a la dehesa de las Canteras para sofocar un incendio de mieses.
En el correspondiente al 10 de octubre siguiente, se difundía la comunicación, “expresiva del agradecimiento y aprecio público a que se ha hecho merecedora la Guardia Civil”, dirigida por el juez de 1ª instancia de Chiclana, Francisco Manjón, al inspector general de la Guardia Civil, teniente general Facundo Infantes Chaves. En el escrito se daba cuenta del valeroso comportamiento del guardia 1º Joaquín de la Torre en la detención de Antonio Cabeza Avecilla como autor del asesinato de los vecinos Juan Quintero y Melchor Ortega.
“El Mentor del Guardia Civil” publicó el 16 de diciembre de 1855 que en la madrugada del 1º de mes habían asesinado en Chiclana a un anciano para robarle el importe de la venta de una vaca. Enterado el cabo Domínguez, salió inmediatamente con los guardias Antonio Lobo y Norberto de la Iglesia, capturando a los dos autores que fueron puestos a disposición judicial.
Y así podrían seguir relatándose millares de servicios más a lo largo de 175 años de servicio del benemérito Instituto en Chiclana de la Frontera.
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