Artículo escrito por Jesús Núñez y publicado en "EUROPA SUR" el 10 de enero 2022, pág. 9.
El original está ilustrado con una fotografía en blanco y negro.
En la ciudad de San Roque, según se detallaba por el brigada Eusebio Fernández Chimeno en el “Escalafón General del Cuerpo de Carabineros”, de 1936, que fue el último que se editó antes de su absorción por la Guardia Civil en 1940, había un puesto de caballería perteneciente a la Comandancia de Algeciras.
Su dotación era de ocho hombres y su plantilla estaba compuesta por un brigada, un carabinero de 1ª clase y siete de 2ª. Su servicio de vigilancia fiscal cubría la retaguardia de la primera línea de costa, desde la margen del río Guadiaro hasta la izquierda del de Palmones. Tenía por misión principal la de aprehender el contrabando procedente de la colonia británica de Gibraltar que hubiera podido ser sacado por la playa o la “verja” sin ser detectado. Su casa-cuartel tenía pabellones para ocho casados y sala de armas, usada como dormitorio, para cuatro solteros. También existía una cuadra para caballos.
Igualmente estaba allí ubicada, hasta 1936, la residencia del oficial jefe de la sección de caballería. Ésta, tal y como se expuso en un capítulo anterior era la única unidad montada que tenía entonces la Comandancia de Algeciras. La fuerza mayoritaria de dicha unidad, además de la ya citada, era de infantería, salvo un pequeño porcentaje que pertenecía a la escala de mar, antecedente histórico del actual Servicio Marítimo de la Guardia Civil.
La fuerza de caballería de Carabineros en el Campo de Gibraltar, al igual que ocurrió también inicialmente con la sección montada de la Guardia Civil, tenía establecida su cabecera desde antiguo en la ciudad de San Roque. Ello era debido principalmente a su posición estratégica como punto de paso y distribución de buena parte del contrabando procedente del Peñón.
En épocas anteriores la fuerza de caballería había llegado a alcanzar la entidad de un escuadrón (compañía), mandado por su correspondiente capitán. Todo ello sin perjuicio de que también hubiera establecida otra cabecera de compañía en Puente Mayorga para la vigilancia de la costa. Por lo tanto dos capitanes de Carabineros tenían fijada su residencia en el municipio de San Roque, uno de infantería y otro de caballería.
La importancia que había tenido la presencia en la ciudad de San Roque de la fuerza a caballo, se recogía en el “Manuel de estudio y de consulta del Cuerpo de Carabineros”. Esta obra fue publicada en 1911 por el periodista y literato Tomás Blanco Nomdedeu, bajo el seudónimo de Gonzalo de Quirós. Estaba prologada por el coronel Jaime Sánchez Badía y dedicada al teniente general Manuel de Macías Casado, director general de Carabineros.
Conforme se detallaba en sus páginas, existían en la ciudad de San Roque, además de la cabecera del escuadrón de caballería, dos de sus secciones. La tercera sección estaba ubicada en la barriada sanroqueña de Guadiaro. Todo ello sin perjuicio de otra sección de Carabineros de infantería que también estaba asentada en la ciudad. El acuartelamiento era de propiedad particular, es decir, arrendado. No se facilitaba su ubicación pero sí informaba que en él había tres pabellones para casados y cuadras para los caballos de dotación.
El resto de la fuerza, tanto de caballería como de infantería, tenía que vivir de alquiler en casas particulares. Durante más de un siglo uno de los principales problemas que tuvieron tanto Carabineros como Guardia Civil, dado sus menguados sueldos, fue la cuestión del alojamiento para sus integrantes y sus familias.
Como nota curiosa se afirmaba en el libro la benignidad del clima que se disfrutaba en San Roque así como que el agua para beber era de buena calidad si bien se precisaba que escaseaba en verano. Este detalle era importante ya que para otras unidades de Carabineros desplegadas en el Campo de Gibraltar se hacía constar que el agua disponible en algunos lugares era de mala calidad, lo cual obligaba a acarrearla de otros sitios, con los consiguientes costes que ello entrañaba.
Con el transcurso del tiempo, a partir de 1928, limitaciones de carácter presupuestario más que de carácter operativo, terminaron por reducir la fuerza de caballería a una única sección, suprimiéndose las otras dos. Desde entonces, ésta se hallaba distribuida a su vez en cuatro puestos del Campo de Gibraltar, ubicados en las ciudades de Algeciras, La Línea de la Concepción, Tarifa y San Roque, población esta última en la que residía su oficial jefe.
La situación orgánica y de personal (plantilla) continuó empeorando. Al objeto de no solo contener el gasto presupuestario del Estado, sino de racionalizarlo y reducirlo al máximo posible, las Cortes aprobaron el 1º de agosto de 1935, a propuesta del ministerio de Hacienda, la llamada “ley de restricciones”. Ello supondría una importante y drástica reorganización de los servicios de los diferentes departamentos ministeriales, bien agrupándolos o reduciéndolos.
El Cuerpo de Carabineros no se libró de los recortes, lo cual no dejaba de resultar paradójico, pues en época de austeridad y crisis económica, una de las cosas que nunca hay que hacer es reducir personal ni medios contra los infractores fiscales. La entrada en vigor de dicha ley conllevaría la supresión de las 2 circunscripciones mandadas por generales de brigada, de 5 zonas de las 15 existentes mandadas por coroneles y la de 13 comandancias de las 33 mandadas por tenientes coroneles que hasta entonces existían. El despliegue territorial de Carabineros se quedaría en 10 zonas y 20 comandancias, situación que se mantendría hasta su absorción en 1940 por la Guardia Civil.
Respecto al caso concreto que nos ocupa, tal y como se mencionó en un capítulo anterior, por decreto de 28 de septiembre de 1935, motivado por la mentada “ley de restricciones”, se dispuso la supresión de las unidades de caballería de Carabineros y su reconversión en unidades de infantería. Con ello se buscaba ahorrar el gasto que implicaban los animales, incluido alimentación, cuidado y equipamiento para montarlos. Los equinos fueron entregados al Ejército.
El 9 de noviembre siguiente, una orden ministerial que desarrollaba dicho decreto estableció que los suboficiales y clases de tropa, una vez entregasen caballos y monturas, debían continuar prestando servicio en sus demarcaciones respectivas, pero pie a tierra. Consiguientemente la sección de caballería de San Roque desapareció como tal y sus cuatro puestos pasaron a integrarse en las compañías territoriales de infantería en el Campo de Gibraltar. Al inicio de la Guerra Civil el mando más caracterizado de Carabineros en la ciudad de San Roque ostentaba el empleo de brigada, siendo el comandante del puesto de la residencia. La plaza de oficial había sido ya suprimida.
Atrás quedaban tiempos no muy lejanos en los que la cabecera de una potente fuerza de caballería de Carabineros tuvo durante varios años su acuartelamiento, hoy inexistente, en el casco urbano de la ciudad. Concretamente en el número 3 de la calle Alameda, hoy denominada Mercedes Huertas. Se trataba de un inmueble que tenía capacidad para dos pabellones de casados, oficinas del escuadrón, una “sala de armas” capaz de alojar a doce solteros así como cuatro cuadras para un total de cuarenta caballos, pajera, patio, pozo con su pilar y retretes.
(Continuará).
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