Artículo escrito por Jesús Núñez y publicado en "EUROPA SUR" el 5 de septiembre de 2022, pág. 12.
El original está ilustrado con una fotografía en blanco y negro.
Según la “Revista Técnica de la Guardia Civil”, de noviembre de 1929, en la fecha de la concesión a dicho Cuerpo, por real decreto de 4 de octubre anterior, de la Gran Cruz de la Orden de la Beneficencia, con distintivo negro y blanco, tenían ya otorgadas individualmente otras categorías de tan prestigiosa Orden, un total de 573 guardias civiles: 3 coroneles, 3 tenientes coroneles, 7 comandantes, 13 capitanes, 12 tenientes, 13 alféreces, 62 clases de 1ª categoría y 460 de 2ª.
Aunque no se ha localizado aún el número exacto de carabineros que eran miembros de dicha Orden, debía ser también una cifra muy elevada. Si bien, lamentablemente, el Cuerpo de Carabineros no ha sido objeto de tantas publicaciones como el de la Guardia Civil, sí que tenía un boletín oficial titulado “El Guía del Carabinero”, iniciado en 1851 y finalizado en 1936. Sin embargo, ninguna institución conserva la colección completa y se encuentra fraccionada y dispersa en numerosas bibliotecas públicas y privadas, constituyendo un perjuicio para historiadores e investigadores que no se encuentre digitalizada y accesible en Internet. A este respecto hay que significar que sucede lo mismo con los boletines oficiales históricos de la Guardia Civil en sus diferentes denominaciones, aunque esto parece ser que está en vías de solución.
No obstante, sirva como referencia la alusión que hizo el entonces sargento de Carabineros Joaquín Viciana Hernández, de la Comandancia de Almería, en su obra “Glorias Militares. Carabineros y Guardia Civil”, publicada en 1914 y digitalizada en Internet: “Si a relatar fuéramos cuantas heroicidades y actos de valor, en todos sentidos, han realizado y realizan casi a diario los Carabineros y Guardias Civiles, no acabaríamos nunca. Ellos son los que constantemente en las arenosas o acantiladas playas con gran exposición de sus vidas salvan a pobres pescadores cuando la furiosa tormenta estrella su débil barquilla contra las rocas o las deshace en el mar con la inmensa fuerza de sus gigantescas olas; ellos, los que sin dudas ni vacilaciones se lanzan al agua para arrancar de las garras de la muerte a los seres que ven en peligro de ahogarse; ellos, los que guían evitándole de perecer envueltos entre terribles montañas de nieve al infeliz caminante; ellos los que al ver en lóbrega noche, la rojiza llama iniciadora de algún incendio se lanzan en socorro de los que sin auxilio, probablemente serían pastos de las llamas; ellos, en fin, son siempre y en todo momento la providencia de los que a su lado corren algún peligro, y para salvarlos del cual, desprecian generosamente su vida, sin más acicate para hacerlo que la inmensa satisfacción sentida de las almas nobles al llevar a cabo un acto humanitario. Por eso es muy frecuente ver brillar en los uniformes de Carabineros y Guardia Civil la cruz de beneficencia, siendo muchísimos los que ostentan en su pecho la honrosa y preciada condecoración”.
Su concesión, que conllevaba la realización de “actos benéficos con riesgo personal”, motivó que por el director general de la Guardia Civil, teniente general José Sanjurjo Sacanell, se dictase la Orden General de 7 de octubre de 1929. Publicada tres días más tarde en el boletín oficial del Cuerpo, terminaba concluyendo, tras felicitar a “Generales, Jefes, Oficiales y Tropa por tan señalada distinción” y mostrar su más sincera y emotiva satisfacción: “Sois dignos de los que supieron ganar para la Institución el título de Benemérita, y estoy orgulloso de mandaros”.
Hasta la concesión de dicha recompensa con carácter colectivo a Carabineros y la Guardia Civil, tal y como se resumía en el número de diciembre de 1929 de la “Revista Técnica de la Guardia Civil”, la ostentaban el Regimiento de Cazadores de Caballería Alfonso XIII núm. 24, por los actos humanitarios realizados durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918); el Primer Regimiento de Zapadores Minadores, por los extraordinarios servicios prestados por su 2º Batallón en Zeluán y Monte-Arruit en 1921 con ocasión de la recuperación e inhumación de millares de cadáveres de militares españoles abandonados a la intemperie tras el “Desastre de Annual”; y la 1ª Comandancia de Sanidad Militar, por su actuación en el territorio del Protectorado de España en Marruecos y, especialmente, por los extraordinarios servicios prestados en las dos posiciones anteriormente mencionadas.
La concesión de una condecoración a un colectivo militar conlleva la posterior ceremonia de imposición de la corbata. Según el Diccionario de la Real Academia Española, la corbata se define como “Banda o cinta guarnecida con bordadura o fleco de oro o plata, que con breve lazo o nudo, y caídas a lo largo las puntas, se ata en las banderas y estandartes en el cuello de la moharra como insignia de honor”.
En el caso de la Orden de la Beneficencia la cinta era de seda color blanco, con franjas negras estrechas a los bordes. Estaba rematada por flecos de hilo de oro y tenía bordada una venera con su estrella de ocho puntas, en cuyo centro, también bordado tenía la inscripción “Carabineros” o “Guardia Civil”, respectivamente, junto a la fecha de concesión y rodeada por una orla blanca que contenía la leyenda en latín “Fortitudo Charitas Abnegatio”, cuya traducción sería “Fortaleza Caridad Abnegación”.
La corbata de Carabineros se impuso al día siguiente de su concesión a la bandera del Colegio de Carabineros Jóvenes. La solemne ceremonia, tal y como relataba en su detallada crónica el diario madrileño ABC en su edición matinal del 10 de septiembre de 1929, tuvo por escenario la explanada del Monasterio de San Lorenzo del Escorial, localidad donde se encontraba establecido dicho centro de enseñanza militar. Éste había sido creado por real orden de 22 de octubre de 1863, “con objeto de dar educación adecuada a los huérfanos e hijos de clases e individuos de tropa que hayan servido o sirvan en el Cuerpo de Carabineros, y a los de jefes y oficiales del mismo”.
La ceremonia tuvo por principales objetivos conmemorar el primer centenario de Carabineros, creado por real decreto de 9 de marzo de 1829, así como celebrar la “primera fiesta en honor de su excelsa Patrona, la Santísima Virgen de Covadonga”, proclamada como tal el 16 de enero de 1929.
La corbata de la Orden de la Beneficencia fue impuesta por la Infanta Isabel de Borbón Borbón, tía de Alfonso XIII, en presencia del ministro del Ejército, teniente general Julio de Ardanaz Crespo; del ministro de Hacienda José Calvo Sotelo; del subdirector general de carabineros, general de división Jenaro Gutiérrez Valdecara; del general de brigada inspector de la Guardia Civil Antonio Juliá Noguera; y de otras muchas autoridades civiles y militares entre los que se encontraba el general de brigada de Carabineros sanroqueño Eladio Soler Pacheco.
Respecto a la Guardia Civil, al tener concedido el derecho de uso de enseña nacional, tanto el Colegio de Guardias Jóvenes de Valdemoro como buena parte de los Tercios, las correspondientes corbatas no fueron impuestas hasta el 27 y 28 de marzo de 1930, celebrándose solemnes ceremonias. El director general del benemérito Instituto, Sanjurjo, presidiría la más antigua de todas ellas, custodiada en el 14º Tercio (Madrid).
(Continuará).
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