Artículo escrito por Jesús Núñez y publicado en "EUROPA SUR" el 9 de enero de 2023, pág. 12.
El original está ilustrado con una fotografía en blanco y negro.
Cuando el 30 de diciembre de 1937 el capitán Manuel Lamadrid Rivas, jefe de la 3ª Compañía de Carabineros (Puente Mayorga), decidió huir a la colonia británica de Gibraltar en unión de su esposa, no podía imaginar el futuro que le esperaba.
Es sobradamente conocido que en los primeros días de la sublevación militar de julio de 1936, numerosas personas de muy diferente condición, civiles y militares, residentes en el Campo de Gibraltar, huyeron al Peñón, vía terrestre o marítima. Sin embargo, no lo es tanto, el goteo constante que se produjo a lo largo de toda la contienda, si bien fue frustrado en muchas ocasiones, tanto en la “Verja” como en las playas, por los dispositivos específicos de vigilancia que se establecieron a tal fin. La historiografía de la Comarca tiene una asignatura pendiente en esa parcela.
Lo que sí que no era habitual es que quien se encontraba al mando de las fuerzas de Carabineros en el municipio de San Roque y con puestos desplegados en los de Algeciras, Castellar de la Frontera, Los Barrios y Jimena de la Frontera, lo hiciera en una fecha tan tardía y cuando la situación bélica no era precisamente muy favorable para las fuerzas republicanas.
Tal y como se relató en su momento, el capitán Francisco Zamora Medina, jefe de esa misma compañía a los pocos días de producirse la sublevación militar había marchado a la colonia británica con casi la mitad de sus hombres. Pero que otro jefe de dicha unidad lo imitase año y medio después, adentrándose en las aguas de la bahía de Algeciras en un bote de pesca, era una excepción. Su lealtad para la causa republicana estaba más que acreditada y debía tener muy claro que estaba dispuesto a asumir las consecuencias, tal y como terminaría quedando acreditado.
Lástima que no haya dejado escritas sus memorias y si lo hizo debieron quedar en el ámbito familiar. Es por ello que ha tenido que acudirse a la documentación que se conserva en archivos de los ministerios de Defensa e Interior. El caso es que desde Gibraltar marchó vía marítima, junto a su mujer, a la entonces ciudad internacional de Tánger, desde donde representantes del gobierno de la República los pasaportaron, también vía marítima, hasta el puerto francés de Marsella. Desde allí emprendieron inmediatamente viaje a Barcelona, donde llegaron el 5 de enero de 1938, presentándose a las autoridades militares republicanas.
Al día siguiente, el Negociado de Evadidos y Prisioneros del Estado Mayor del Ejército de Tierra del Ministerio de Defensa Nacional de la República, lo puso a disposición de la Inspección General de Carabineros. Lo primero que se hizo con Lamadrid, tras superar la investigación que se le practicó sobre su periodo de servicio en “zona facciosa”, fue dejar sin efecto, el 20 de enero de 1938, la orden dictada por el Ministerio de Hacienda el 1º de diciembre de 1936. En ella se disponía su baja definitiva del Instituto, decretándose su vuelta al servicio activo, “por haber logrado evadirse del campo rebelde, presentándose a las autoridades legítimas de la República”.
Seguidamente fue destinado a la “Base de concentración de Carabineros” de Castellón de la Plana y se le ascendió al empleo de mayor de Infantería (asimilado a comandante, siendo aquella la nueva denominación que se le dio en zona republicana). En febrero de 1938 fue destinado a las fuerzas de Carabineros destacadas en Cataluña y Huesca, pero en abril le fue conferido el mando del 47 Batallón de Carabineros.
A este respecto hay que significar que en la zona republicana el Cuerpo de Carabineros fue fortalecido y potenciado de forma extraordinaria al contrario de lo que sucedió con la Guardia Civil, reconvertida en Guardia Nacional Republicana por decreto de 30 de agosto de 1936, el Cuerpo de Seguridad (mal llamado “y Asalto”) y el Cuerpo de Investigación y Vigilancia, todos los cuales terminaron siendo disueltos por decreto de 26 de diciembre siguiente. En su lugar se creó un nuevo y único Cuerpo de Seguridad que tuvo grandes complicaciones de todo tipo, no llegando a desarrollarse en su plenitud.
Las convocatorias para ingresar en Carabineros tras la sublevación militar fueron masivas en la zona republicana, mientras que en la zona sublevada no se admitió, al igual que para la Guardia Civil, entrada alguna hasta el final de la contienda. La única excepción fue lo aprobados antes del 18 de julio de 1936 y se encontrasen pendiente de incorporación.
Avalado por partidos políticos y sindicatos del Frente Popular el Cuerpo de Carabineros vería duplicado sus efectivos, superando los 30.000 hombres. Ello le permitió organizarse principalmente en tres tipos de unidades operativas: las comandancias desplegadas territorialmente para perseguir el contrabando y la defraudación así como la vigilancia de costas y fronteras; las llamadas “columnas de choque” o “fuerzas de choque”, para combatir en primera línea en los frentes de batalla; y los batallones, que integrados igualmente por carabineros, eran encuadrados juntos a otras fuerzas de muy variada procedencia en brigadas mixtas del Ejército Popular de la República.
Sin embargo, el mando del 47 Batallón de Carabineros para el mayor Lamadrid fue efímero, apenas un mes, pues en mayo de 1938 fue destinado a la Comandancia de Carabineros de Figueras, como jefe de Detall. Continuó allí hasta al menos fin de año. Las vicisitudes correspondientes a 1939 no constan en su hoja de servicios al finalizar la contienda el 1º de abril con la victoria por las armas de los alzados.
Mientras tanto, en su antiguo destino del Campo de Gibraltar, la maquinaria de la jurisdicción militar se había puesto en marcha con motivo de su deserción. Si ya había estado desde mayo hasta noviembre de 1937 en la situación de procesado, acusado de espionaje, nuevamente volvió a pasar a dicha situación a principios de febrero de 1938, incoándosele la causa núm. 47/1938 por el supuesto delito de rebelión militar.
La instrucción de dicho procedimiento fue ordenado por el gobernador militar del Campo de Gibraltar, coronel de Infantería Francisco de María Borbón y de la Torre. Éste había sido nombrado el 8 de octubre de 1936, por resolución del “General en Jefe de los Ejércitos Nacionales”, jefe del Regimiento de Infantería Pavía núm. 7, así como comandante militar del Campo de Gibraltar. Inicialmente la plana Mayor y un batallón en Algeciras, otro en San Roque y una compañía en La Línea de la Concepción.
Una orden de 23 de enero de 1937, de la Secretaría de Guerra del “Generalísimo de los Ejércitos Nacionales”, dispuso que la Comandancia Militar de Algeciras volviera a denominarse Gobierno Militar del Campo de Gibraltar, “con independencia respecto al Gobierno Militar de Cádiz, si bien limitada por ahora a la parte militar”. Borbón, tras ser habilitado en abril de 1938 como general de brigada, ascendió al mes siguiente y le fue conferido el mando del 4º Cuerpo de Ejército, posteriormente denominado Cuerpo de Ejército de Córdoba.
Le sustituyó como gobernador militar del Campo de Gibraltar el teniente coronel de Artillería retirado José Sotomayor Patiño, quien había sido habilitado para ejercer el empleo de coronel.
(Continuará).
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