Artículo escrito por Jesús Núñez y publicado en el nº 296 correspondiente al mes de febrero de 2007, de la Revista "ARMAS", págs. 90-96.
Los originales están ilustrados por dieciocho fotografías en color.
Aunque a veces se había dicho que eran “copias” y que se desconocía incluso su origen, la realidad es que eran auténticos y recamarados expresamente para el entonces cartucho reglamentario español de 9 mm. largo. El autor lo acredita en su trabajo de investigación y da a conocer una excepcional pieza inédita de coleccionista: el manual original editado por la Benemérita.
Los
sangrientos sucesos revolucionarios del mes de octubre de 1934 en Asturias,
donde perdieron la vida más de un centenar de guardias civiles y resultaron
heridos casi el doble, terminaron por convencer al ministro de la Gobernación,
de la imperiosa necesidad de adquirir a la mayor brevedad posible, determinado
tipo de armamento del que hasta entonces carecía la Benemérita pero del que
realmente tenía mucha necesidad.
El
subfusil alemán Schmeisser MP-28 II, también llamado “pistola ametralladora”
o “maschinen pistole” -que era como se le denominaba en la época a este
tipo de armas- fue una de las armas escogidas y esta es su historia.
El
proceso de selección y compra.
El orden
público fue uno de los principales y más graves problemas que tuvo que afrontar
la Segunda República, siendo bastantes frecuentes los enfrentamientos violentos
entre las Fuerzas de Seguridad del Estado y los revolucionarios, empleándose
por parte de estos y contra aquellos, armas de fuego y artefactos explosivos de
todo tipo.
El
armamento básico individual de los Cuerpos de Orden Público estaba constituido
por la pistola semiautomática Astra o Star de 9 mm. corto o largo y la
carabina, fusil o mosquetón tipo mauser de 7 mm. En el caso de la Guardia de
Asalto, había que añadir una importante partida de pistolas ametralladoras
Astra, de 7’63 mm. (concretamente 600 del modelo 901 y 750 del modelo 902) pero
que sólo sirvió para dotar a parte de su plantilla.
Si bien
no se ha podido localizar la disposición concreta que aprobó para la Guardia
Civil las “pistolas ametralladoras”, pues como tales no fueron
publicadas en ningún boletín oficial, si hay referencia al menos de que ello se
produjo y muy probablemente a través de una orden ministerial comunicada o
similar, la cual debió ser difundida sólo a nivel interno.
Prueba de
ello es que en la introducción de la O.C. de 5 de julio de 1935 del ministerio
de la Gobernación, mediante la que se daba nueva redacción a algunos artículos
del entonces vigente "Reglamento sobre fabricación, comercio, uso y
tenencia de armas", se decía lo siguiente:
“Siendo
varios los jefes y oficiales que las poseen en tales condiciones, lo que les
embaraza la libertad del movimiento de los mismos; y si a esto se une
la concesión hecha por este Ministerio al Instituto de la Guardia Civil
declarando reglamentarias varias armas ametralladoras de distintos sistemas,
se ha sacado el convencimiento pleno de la necesidad de que sean reformados los
artículos de referencia.”. Dichas armas se trataban de las “pistolas
ametralladoras” Astra F, Star RU-35 y Schmeisser MP-28 II, si bien
realmente sólo las dos últimas entraban dentro del concepto que hoy día
entendemos por subfusil.
Una vez
autorizada la Inspección General de la Guardia Civil por el ministerio de la
Gobernación, se comenzaron inmediatamente los primeros trámites y ya el 13 de
octubre de 1934, recién sofocada la intentona revolucionaria de Asturias, el
coronel José Aranguren Roldán, presidente de la Comisión de Armamentos del
Instituto, convocó a las “”casas productoras” para que aquellas que lo
desearan, remitieran en el plazo de quince días un ejemplar de cada uno de sus
modelos de pistolas de carga automática y de fuego ametrallador, al objeto de
ser sometidas a diversas pruebas de evaluación. Estas debían disparar, al igual
que las pistolas Star reglamentarias, el cartucho de 9 mm. largo, y además
tener un dispositivo para pasar de fuego ametrallador a fuego tiro a tiro.
Las
municiones para las pruebas se facilitaron por la Guardia Civil y los “agentes
vendedores” de los fabricantes fueron autorizados para presenciar las
diferentes pruebas de experimentación a que se sometieron las armas. La
convocatoria terminaba asegurando que “si el resultado de las experiencias
así lo aconseja, se solicitará de la superioridad la adquisición de un lote
para experiencias de conjunto y proceder en su día a declaración de arma
reglamentaria.”
Sin
embargo carecían de subfusiles, pues era un tipo de arma que todavía no estaba
implantado siquiera en nuestro Ejército aunque tanto militares como policías
tenían puestos sus ojos en él. De hecho, la casa eibarresa Bonifacio
Echeverría, fabricante de las pistolas Star, venía trabajando activamente
para poder ofrecer a ambos colectivos, un modelo de subfusil que pudiera ser
declarado reglamentario.
Gracias a
un artículo publicado en el núm. 310 de la Revista Técnica de la Guardia
Civil, correspondiente al mes de diciembre de 1935, y cuyo autor era el
comandante de Artillería Rafael Fernández-Hermosa Melchor, se han
desvelado bastantes claves de esta historia. Su contenido confirma determinadas
ideas y despeja dudas sobre otras, máxime si se tiene presente que dicho
oficial estaba destinado como asesor técnico de armamento de la Inspección
General en el momento de su adquisición.
Las primeras
se trataban de los subfusiles Schmeisser y Star citados, mientras que las
segundas eran las pistolas ametralladoras Astra mencionadas. Respecto a los
MP-28 II, se entablaron negociaciones directas desde la citada Inspección
General con el fabricante, al objeto de gestionar la adquisición de dicho
modelo, pero adaptado a las necesidades del Cuerpo.
La
modificación concreta solicitada consistió en reconvertirlo del 9 mm.
parabellum original al 9 mm. largo reglamentario. Ello no supuso una
excepción ya que también se había recamarado anteriormente por motivos
comerciales para el cartucho 7'63 mm. mauser, 7'65 mm. parabellum, 9
mm. mauser y .45 ACP. Tan sólo implicaba sustituir el cañón y modificar los
cargadores.
Dada la
urgente necesidad de este tipo de armas automáticas en la Benemérita y la falta
de tiempo material para convocar un concurso en regla, se optó por la
adjudicación directa a la firma alemana ya que respecto a las “pistolas
Schmeisser”, existían en la citada Inspección “informes sumamente favorables.”
Tal y
como se exponía en dicho artículo, “fue principio fundamental, al tratar de
adquirir armas de esta clase, que todas estuvieran dispuestas para el mismo
cartucho, el reglamentario; y sobre esta base, por la premura del tiempo, que
no permitía la celebración de un concurso en regla, se pensó en comprar dos
tipos esencialmente distintos: una pistola de forma de carabina que pudiéramos
llamar -pistola ametralladora pesada- y otra -ligera-, de culatín independiente
y utilizable como funda”.
Finalmente
los subfusiles adquiridos fueron fabricados bajo licencia de Alemania en la
fábrica belga de “Anciens Etablissements Pieper” de Herstal, siendo
sometidos al igual que las Astra y Star, a las mismas pruebas en el Banco de
Eibar. Es decir, todas las armas recepcionadas en la Guardia Civil fueron
sometidas a un minucioso protocolo de validación.
Este
consistió en la medición de velocidades iniciales, de penetraciones, de
velocidades de tiro y de dispersiones; en comprobar el funcionamiento, tanto en
fuego “tiro a tiro” como en “ametrallador”, con series de 10
disparos en las armas, una a una, y de 1.000 o 1.500 disparos en alguna cogida
al azar; en asegurar su funcionamiento después de estar 24 horas en un estanque
con agua, y en comprobar que continuaban disparando normalmente después de
empolvados los mecanismos como solía ocurrir en el servicio corriente.
Para
facilitar la recomposición y como control de calidad, se exigió también la
posibilidad de intercambiar entre si las piezas más importantes y expuestas a
deterioro. Por otro lado, por el Banco de Pruebas belga de Lieja, se hizo a los
Schmeisser, la prueba de resistencia reglamentaria con cartuchos de carga
reforzada y presiones superiores a la normal en un 30 por 100.
Los MP-28
II en la Guardia Civil.
Al objeto
de contribuir a la instrucción de los guardias civiles con la nueva arma, se
editó y distribuyó a partir de 1935, “El manual para conocimiento de las
Schmeisser”, donde se explicaba con todo detalle su descripción, manejo y
funcionamiento, apoyado con diversos planos, alguno de los cuales ilustran
estas páginas.
Dicho
manual –impreso en el Taller Escuela de Artes Gráficas de Huérfanos de la
Guardia Civil- comenzaba en su primera página afirmando que la pistola ametralladora
Schmeisser, por su longitud, forma y manejo debería denominarse, más bien,
carabina; pero conservaba el nombre de pistola por su munición, “que es el
mismo cartucho largo, de 9 milímetros, reglamentario en el Instituto y en el
Ejército para las pistolas en uso”.
Previamente,
antes de procederse al reparto de dicho armamento entre la fuerza, que iba
dotado de machete-bayoneta, se convocó en la Inspección General del Instituto a
un oficial por cada Comandancia o Unidad independiente adjudicataria, al objeto
de que realizaran un cursillo sobre su funcionamiento y manejo, entregándose
por cada “pistola ametralladora” Schmeisser, una dotación de 138
cartuchos de 9 mm. largo.
Al
regresar dichos oficiales a sus destinos, se dispuso que procedieran a su vez a
instruir al personal subordinado, debiendo especializar un grupo compuesto de
una clase y cuatro guardias civiles por cada una de dichas armas
adjudicadas, “con el fin de que llegado el caso de tener que hacer uso de
las mismas, quede siempre a cubierto el prestigio y buen nombre de la
Institución.”
Al objeto
de emitir los primeros informes por parte de las unidades territoriales, se
dispuso la realización de ejercicios de tiro al blanco, a razón de 69 cartuchos
por subfusil, es decir, la mitad de su dotación. Debían practicarse en
presencia cuando menos de un capitán y un teniente, quienes debían “estudiar
detalladamente los efectos de fuego, agrupación, dispersión, velocidad,
penetración, etc., y de surgir algún entorpecimiento en el funcionamiento de
las armas, investigación de las causas del mismo, formalizando como final de
estos ejercicios, la correspondiente memoria y estudio comparativo acerca de la
eficacia y mejor manejo de las armas referidas.”
Aunque no
se puede precisar el número de Schmeisser que fueron adquiridas por la
Benemérita ni las que estaban previstas seguir adquiriendo, ya que el estallido
de la Guerra Civil en julio de 1936, truncó los planes de
modernización de su armamento, si hay constancia documental de que llegaron a
ser distribuidos por las Comandancias territoriales.
Durante
la contienda fueron armas muy cotizadas por ambos bandos y su número se vio
sensiblemente aumentado como consecuencia de la ayuda germana, si bien en su
mayor parte de 9 mm. parabellum. No obstante, dada la gran demanda que existió
entonces de subfusiles, se fabricaron también copias y modelos similares, lo
que dio lugar, con el paso del tiempo, a que surgieran dudas sobre si los
primeros subfusiles que se tuvieron, eran originales o no.
Finalizada
la Guerra Civil, las Comandancias del Cuerpo tuvieron que informar, entre otras
cuestiones, del estado de su armamento, detallándose entre sus relaciones los
MP-28 II todavía existentes así como las necesidades. Ejemplo de ello fue el
informe emitido en enero de 1940 por la Comandancia de Cádiz, en el que se
hacía constar la existencia en plantilla de tan sólo 2 “pistolas
ametralladoras Schmeisser” de 9 mm. largo, proponiéndose por el teniente
coronel jefe de la misma, que se debería proceder a aumentar al menos el número
de las adjudicadas hasta 25, al objeto de que cada una de las 5 cabeceras de
Compañía y de las 20 de Línea que existían en la provincia, tuvieran al menos
una.
Con el
paso del tiempo fueron siendo dados de baja y sustituidos por el nuevo modelo
que se había comenzado a producir a partir de 1940 en la Fábrica Nacional de La
Coruña, aunque esta vez basado en el alemán Erma-Vollmer o EMP-35 (Erma
Maschinen Pistole). Inicialmente se denominó “subfusil ametrallador
automático de 9 mm., largo” y sucesivamente, con sus correspondientes
modificaciones, fue denominándose “modelo 1940", “modelo 1942",
“modelo C” y en sus últimos años de vida útil, “modelo Coruña”.
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Ficha
técnica del subfusil MP-28 II modelo Guardia Civil, según Manual.
· Calibre: 9 milímetros.
· Munición: 9 milímetros
largo. (9 x 23).
· Peso del arma sin
cargador: 4.000 gramos.
· Clases de tiro:
Semiautomático y automático.
· Núm. y capacidad de los
cargadores: Uno de 10 y cuatro de 32 cartuchos.
· Longitud del arma: 810
milímetros.
· Longitud del cañón: 200
milímetros.
· Número de rayas del
cañón: 6.
· Dirección de las rayas:
a la derecha.
· Velocidad a 12’5 metros
de la boca del arma: 355 metros por segundo.
· Energía del proyectil a
igual distancia: 53’4 kilográmetros.
· Velocidad teórica del
tiro en fuego ametrallador: 600 disparos por minuto.
· Penetración a 30 metros
sobre madera de pino: 19’5 centímetros.
· Graduación del alza: de
100 a 1.000 metros con graduaciones intermedias cada 50 metros.
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Se puede saber desde que Ud. escribio ese articulo, cuantos MP28/II modificados en 9mmLargo llegaron al final a España ?
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