Translate

sábado, 9 de junio de 2018

GENERAL DE BRIGADA DE LA GUARDIA CIVIL RAFAEL SERRANO VALLS (1920-2018).

Obituario escrito por Jesús Núñez, publicado en "DIARIO DE CÁDIZ", "DIARIO DE JEREZ" y "EUROPA SUR", el 10 de abril de 2018, pág. 26, 24 y 20, respectivamente.

            El original tiene una fotografía en blanco y negro.


  • Fallecido a los 98 años de edad y militar por tradición familiar, le tocó dirigir las fuerzas de la Guardia Civil en la provincia de Cádiz durante los años de la Transición a la democracia.

    Ayer lunes 9 de abril falleció en su domicilio de la capital gaditana quien fuera general de brigada de la Guardia Civil, Rafael Serrano Valls, de 98 años de edad. Viudo de Blanca del Río Carballido, fallecida en agosto de 2016, tenía cuatro hijos (Rafael, Alberto que alcanzó el empleo de coronel en el benemérito Instituto, José María y Jaime) además de una pequeña legión (nunca mejor dicho) de nietos y bisnietos.
    Su padre fue Alberto Serrano Montaner, ascendido a título póstumo a teniente general en 1959 al encontrarse en posesión de la medalla militar individual. Antiguo oficial, en diferentes empleos, de las Fuerzas Regulares Indígenas y de la Legión, llegó a ser subinspector de esta última entre 1952 y 1955.
    Escribir del general Rafael Serrano Valls es escribir de una parte, no sólo de la historia de la Benemérita gaditana, sino de la propia provincia, tanto por los años que estuvo destinado en la misma como por las responsabilidades que ostentó y el periodo que le tocó vivir. También es escribir de algún capítulo de la reciente historia de España.
    Nacido en la localidad granadina de Durcal el 15 de diciembre de 1920, le sorprendió el inicio de la guerra civil con tan sólo 15 años de edad. Se alistó como soldado de infantería de 2ª clase en las Fuerzas Regulares Indígenas de Tetuán nº 1, donde se encontraba destinado su padre. Dos años más tarde fue nombrado alférez provisional de infantería, prosiguiendo la carrera de las armas al finalizar la contienda.
    En abril de 1941 ascendió a teniente provisional pasando en comisión de servicio a las incipientes Fuerzas de Policía Armada y de Tráfico, herederas del antiguo Cuerpo de Seguridad y Asalto, que su padre estaba organizando. Tres años más tarde, tras pasar por la academia de transformación de Zaragoza, obtuvo dicho empleo con carácter profesional, siendo destinado al Tercio "Gran Capitán" de la Legión en Melilla.
    No permaneció mucho tiempo allí, pues en marzo de 1945 se le concedió su pase al Cuerpo de la Guardia Civil donde obtuvo numerosos destinos en diferentes provincias de la geografía nacional y alcanzó sucesivamente los empleos de capitán, comandante y teniente coronel. Fue precisamente en este último ascenso donde se incorporó en abril de 1961 como jefe de la entonces 237ª Comandancia de Cádiz, cuya jefatura estaba ubicada en el hoy desaparecido acuartelamiento capitalino de la calle San Severiano nº 10.
    En mayo de 1966 ascendió al empleo de coronel y fue destinado a mandar el Tercio de La Coruña pero apenas unos meses después se le confirió el mando del recién creado 26º Tercio de la Guardia Civil de Cádiz, cuya jefatura pasó a ubicarse en el mentado acuartelamiento de San Severiano.
    Dicha Unidad estaba compuesta por la 261ª Comandancia de Cádiz y la 262ª Comandancia de Algeciras, es decir toda la fuerza de la Benemérita desplegada en la provincia de Cádiz quedaba bajo el mando de un único coronel de la que dependían las dos comandancias citadas, mandadas por sus respectivos tenientes coroneles.
    Siete años más tarde, en diciembre de 1974, se produjo una reorganización periférica de la Guardia Civil, pasando a denominarse el 26º Tercio como el 24º y sus dos Comandancias como la 241ª de Cádiz y 242ª de Algeciras. 
    Aquello no afectó en la provincia de Cádiz más que al cambio de numeración. El coronel Serrano siguió a su mando hasta que a finales de julio de 1979 fue promovido al empleo de general de brigada. Es decir, durante más de doce años, entre 1967 y 1979, estuvo al frente de la Guardia Civil de toda la provincia, siendo su máximo responsable por lo tanto durante la Transición democrática.
    Los tiempos habían cambiado y la incipiente democracia española se enfrentaba a uno de sus peores enemigos: el terrorismo de la banda criminal ETA. Y el general Serrano pasó precisamente a liderar sobre el terreno la lucha contra aquellos asesinos. Fue nombrado jefe de la 5ª Zona de la Guardia Civil con cabecera en Logroño, de la que dependían, entre otras, las Comandancias de Álava, Guipúzcoa, Navarra y Vizcaya. Aquella fue una época muy dura y que fue bautizada como los "años de plomo".
    En enero de 1981 fue nombrado general jefe de la 1ª Zona de la Guardia Civil de Madrid, donde al mes siguiente acontecieron los ya conocidos sucesos del 23F en el Congreso de los Diputados, cuando se produjo el intento de golpe de estado. 
    El director general del Cuerpo, el entonces general de división José Luis Aramburu Topete, le encomendó la responsabilidad y el mando de dirigir las fuerzas de la Guardia Civil que rodearon el Congreso y establecer los cinturones de seguridad en la carrera de San Jerónimo. Una vez fracasada la acción golpista fue el responsable de las fuerzas que procedieron al desarme y detención de los guardias civiles asaltantes.
    A finales de agosto del año siguiente pasó a la situación de disponible forzoso por cumplir la edad reglamentaria. En mayo de 1984 pasó a la situación de reserva activa y desde dos años después a la de segunda reserva, pasando a retiro por edad a partir de diciembre de 1998.
    Hasta aquí su historial militar y profesional como guardia civil. Como he comentado muchas veces a su hijo Jaime, antiguo oficial de Sanidad Militar de la Armada, hoy día con importantísimas responsabilidades en la sanidad civil de la Comarca de Jerez de la Frontera, es una lástima que su padre no dejara escritas sus memorias sobre todas las vicisitudes que durante tantas décadas le toco vivir.
    Aquellos que tuvimos la fortuna y el privilegio de conocerle y escuchar algunas de sus numerosas y animadas anécdotas podemos asegurar que con su fallecimiento se ha ido una parte de la historia de esta provincia y de más sitios.
    Para hablar de su historia personal, humana y familiar haría falta mucho más espacio, pero ello corresponde escribirlo a su familia, siempre generosa, abierta y formada en unos valores que su padre, abuelo y bisabuelo supo inculcarles y transmitirles.
    Con la despedida de nuestro general se cierra un periodo de nuestra historia. Descanse en paz con el cariño y el respeto de todos cuanto le conocimos.