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miércoles, 30 de agosto de 2023

LA GUARDIA CIVIL EN SAN ROQUE (CLXXXV). LA REORGANIZACIÓN EN LA POSGUERRA CIVIL (4).

 

Artículo escrito por Jesús Núñez y publicado en "EUROPA SUR" el 21 de agosto de 2023, pág. 12.


El original está ilustrado con dos fotografías en blanco y negro. 


 

Tras la finalización de la guerra civil comenzaron a reorganizarse las inspecciones generales de Carabineros y de la Guardia Civil. Las plantillas de ambos Cuerpos habían quedado muy mermadas como consecuencia de las numerosas bajas producidas durante la contienda por fallecimiento, inutilidad, enfermedad, pase a retiro por cumplimiento de la edad reglamentaria o depuración. 

En la zona sublevada no sólo no hubo incremento de personal como sí sucedió con el Ejército y la Marina, sino que las vacantes producidas en los dos Institutos armados no fueron siquiera cubiertas ya que se prohibieron expresamente nuevos ingresos mientras durase la llamada “Cruzada”. Sólo se permitió la incorporación de los que hubieran aprobado con anterioridad al 18 de julio de 1936 y estuvieran todavía pendientes de hacerlo. 

En cambio, en la zona gubernamental el ingreso había sido masivo, aportando avales de alguno de los partidos, sindicatos u organizaciones del Frente Popular, pero al finalizar la contienda, los vencedores no reconocieron a nadie tal condición. Para ello habría que esperar a la legislación que se aprobaría cuatro décadas más tarde tras la llamada “Transición Democrática”, si bien para entonces ya habían fallecido o cumplido la edad reglamentaria de pase a la situación militar de retiro. 

Respecto al Cuerpo de Carabineros se comunicó, por orden de 19 de septiembre de 1939, que había trasladado ya a Madrid la sede de su inspección general. Ésta había estado establecida en Sevilla durante la guerra civil como consecuencia de residir en la capital hispalense su inspector general, el general de división Gonzalo Queipo de Llano Sierra. Dicho cargo lo compatibilizó con el de general jefe del Ejército del Sur durante la contienda, y posteriormente, aunque por escaso tiempo, y tras su finalización, de la segunda región militar.

La Guardia Civil, por su parte, ya había trasladado para entonces a Madrid la sede de su inspección general. Una orden circular de 1º de junio de 1939, dimanante de la Subsecretaría del Ejército, había difundido que ya estaba restablecida en la capital del Estado. Hasta entonces, y desde el inicio de la sublevación militar se encontraba en la ciudad de Valladolid. El motivo de ello era que al iniciarse aquella en julio de 1936, el general de brigada Federico de la Cruz Boullosa, jefe de la 4ª Zona de la Guardia Civil, con residencia allí, fue el único del benemérito Instituto en sumarse. Si bien apenas estuvo mes y medio ya que fue cesado a principios de septiembre, fijando su residencia en la localidad gaditana de Puerto Real, sería sustituido sucesivamente durante la contienda por los generales del Ejército Marcial Barro García, Ricardo Serrador Santés y Emilio Fernández Pérez. A partir de septiembre de 1939, ya en Madrid, el general de división Eliseo Álvarez-Arenas Romero sería el nuevo inspector general.

Con la llegada del año 1940 se produciría el hito más importante en la historia de los Cuerpos de Carabineros y de la Guardia Civil, desde su fundación. Ello supondría una profunda reorganización estructural y normativa así como en materia de competencias y de despliegue territorial en toda España, y por lo tanto, en la provincia de Cádiz, su Campo de Gibraltar y el municipio de San Roque. 

Para el primero, creado por real decreto de 9 de marzo de 1829 como “Cuerpo de Carabineros de Costas y Fronteras” y reorganizado sucesivamente por otros tantos, de 25 de noviembre de 1834, como “Cuerpo de Carabineros de la Real Hacienda”, donde temporalmente perdió su fuero de guerra, pasando a tener carácter civil, si bien conservó la organización militar y la nomenclatura de los empleos; y de 11 de noviembre de 1842, como “Cuerpo de Carabineros del Reino”, con el que recuperó su fuero y naturaleza militar; el año 1940 supuso su desaparición.

En cambio, para el segundo, creado por real decreto de 28 de marzo de 1844 como “Cuerpo de Guardias Civiles”, de naturaleza civil pero en cuanto a la organización y disciplina dependería de la jurisdicción militar; y definitivamente organizado por otro de 13 de mayo siguiente, en el que se asentaría sólida y permanentemente su nturaleza militar; el año 1940 supuso su consolidación como primera fuerza de seguridad del Estado.

La nueva organización estatal de seguridad pública que se comenzó a establecer tras la guerra civil, no contó ya con el más que centenario y benemérito Instituto de Carabineros, cuyo lema era “Moralidad y lealtad, valor y disciplina”. De hecho, por orden de 26 de febrero de 1940, dimanante del Ministerio del Ejército, se publicó por primera vez, desde el fin de la contienda, el concurso para proveer 6.000 plazas de guardias 2º, vacantes en el Instituto de la Guardia Civil, mientras que para el de Carabineros no se publicó concurso alguno. El 15 de marzo siguiente se dictaría mediante ley su extinción, pasando sus misiones, personal, acuartelamientos y material a integrarse en la Benemérita. 

Si bien es muy posible, tal y como se recoge en la historiografía, que la simbiosis y lealtad de buena parte de los carabineros con el régimen republicano, tuviera su peso específico en la decisión gubernativa de su desaparición, también es muy factible que ello no fuera realmente la causa letal. 

Cuando se aborda la continuidad de una institución estatal, como era el Cuerpo de Carabineros, con una doble dependencia de los ministerios del Ejército y de Hacienda, no se decide su permanencia en función del partido o bando que han tomado sus componentes. La presencia y permanencia de éstos, es efímera y subsanable con una profunda y rígida depuración, tal y como sucedió y sufrieron todas las instituciones. De hecho, en el caso concreto de los Cuerpos de Carabineros y de la Guardia Civil, la depuración interna que padecieron daría para más que un libro cada uno.

Pero mientras llegaba ese momento, ambos Institutos debían seguir funcionando, siendo la designación de sus cuadros de mando uno de los aspectos más importantes. Para ello se nombraron nuevos jefes conforme la orden ministerial del Ejército, de 22 de septiembre de 1939, sobre destinos de plantilla del personal militar, la cual afectaba directamente como de “libre elección”, los mandos de Tercio y Comandancia de la Guardia Civil así como los de Zona y Comandancia de Carabineros.

Así, en el área geográfica de nuestro interés, y conforme la nueva normativa, se designaron por orden de 27 de enero de 1940, suscrita por el ministro del Ejército, José Enrique Varela Iglesias, las siguientes jefaturas de Carabineros: el coronel Manuel Melchor Irure, ascendido de la 12ª Comandancia (Sevilla), a la 5ª Zona (Málaga), de la que dependían la 9ª Comandancia (Málaga) y la 10ª Comandancia (Algeciras), siendo nombrado para esta última el teniente coronel Joaquín Moreno Lara, ascendido de la mentada 12ª; mientras que el coronel Nestavo García Hernáez, ascendido de la 13ª Comandancia (Badajoz), a la 6ª Zona (Sevilla), de la que dependían, además de la reiterada 12ª, la 11ª Comandancia (Cádiz), siendo nombrado para está última el teniente coronel Miguel García Rodríguez, ascendido de la 17ª Comandancia (Coruña).

Apenas dos meses y medio después comenzaría el principio del fin para los Carabineros.

(Continuará).

 

domingo, 27 de agosto de 2023

LA SANIDAD DE LA ARMADA EN LA CATÁSTROFE DE CÁDIZ EN 1947 (2)


Artículo escrito por Jesús Núñez y publicado en "DIARIO DE CÁDIZ" el 18 de agosto de 2023, pág. 11.


El original está ilustrado con una fotografía en blanco y negro. 



Con este segundo capítulo se continúa el relato iniciado el aniversario pasado sobre la asistencia prestada a la población gaditana por la Sanidad de la Armada, tras la trágica explosión acaecida en la noche del 18 de agosto de 1947 en la Base de Defensas Submarinas.

Como ya se expuso entonces, los servicios sanitarios de nuestra Marina de Guerra, tanto los de las dotaciones de los buques fondeados en la Bahía de Cádiz como los de las instalaciones de tierra, acudieron al inmediato auxilio de las víctimas. 

Nuevamente, gracias a la documentación inédita que supuso el cumplimiento de la orden general núm. 236, de 23 de agosto de 1947, dictada por el almirante Rafael Estrada Arnáiz, capitán general del Departamento Marítimo de Cádiz, puede continuarse conociendo quienes fueron y que es lo que hicieron tras la explosión.

Ya se abordó la asistencia prestada por el personal sanitario del cañonero “Cánovas del Castillo” y el crucero “Méndez Núñez”, así como el procedente de San Fernando, desde el Tercio Sur de Infantería de Marina, del Cuartel de Instrucción de Marinería, del Arsenal de “La Carraca” y del Polígono de Tiro de Fusil. También se puso en valor el apoyo sanitario y logístico prestado desde el hospital de Marina de San Carlos y “La Carraca” a los hospitales civiles capitalinos de San Juan de Dios y de Mora así como a los puestos de socorro que se habilitaron en la barriada de San Severiano.

De gran interés siguen resultando los informes inéditos pormenorizados que redactaron los diferentes mandos de la Armada sobre la actuación de todos y cada uno de sus jefes, oficiales y suboficiales.

Mención especial merece el emitido el 25 de agosto de 1947 por quien más se destacó heroicamente al frente de sus hombres en la extinción del fuego que podía provocar una nueva, terrible y devastadora explosión: el capitán de corbeta Pascual Pery Junquera, comandante del cañonero “Calvo Sotelo”. En su minucioso informe se refiere ampliamente al sanitario 1º (asimilado al empleo de brigada) Manuel del Cerro Beriquistáin, perteneciente a la dotación de dicho buque desde noviembre de 1940.

En el momento de la explosión se encontraba en San Fernando, presentándose inmediatamente en capitanía general donde se le ordenó que se pusiera a las órdenes del comandante médico Manuel Pérez Pujazón y del médico civil Joaquín Pece Muñiz, prestigioso facultativo de la Sociedad de Construcción Naval y de la Beneficencia Municipal en San Fernando, que actualmente da nombre a un centro de salud de dicha localidad. El primer cometido que se le encomendó fue desplazarse en un coche, que pusieron a su disposición, hasta el hospital de San Carlos, con el fin de recoger material de curas de urgencia.

Una vez cumplimentado volvió a capitanía, donde desde el estado mayor, cuyo jefe era el capitán de navío José Cervera Tribout y su 2º jefe el capitán de fragata José Noval Bruzola, se le ordenó que se presentase en el ayuntamiento de Cádiz para recibir instrucciones. Allí se le dijo que se pusiera a disposición del capitán médico de la Armada Jaime Guerrero Castro, destinado en “La Carraca”, junto al cual se fue al hospital de Mora, donde se ocupó de la evacuación de heridos y algunas curas de urgencia. 

Seguidamente se trasladó hasta San Fernando en una ambulancia con seis heridos al hospital de San Carlos, en compañía del médico civil Eugenio Pérez Gener, cuyo nombre ostenta actualmente el centro cívico de la barriada de La Ardila en San Fernando. Concluido ello, regresó al hospital de Mora en compañía de unos marineros a los que requirió para que le ayudasen a buscar camiones y hacer una nueva evacuación de heridos, los cuales fueron trasladados al puesto de la Cruz Roja de San Fernando.

Concluida esa misión, el suboficial del Cerro, marchó nuevamente a capitanía, donde se le ordenó que permaneciese allí en espera de nuevas instrucciones. Finalmente, en la mañana del día siguiente, 19 de agosto, se le autorizó a regresar al “Calvo Sotelo”, donde se presentó al capitán de corbeta Pery.

En relación al comandante médico Pérez Pujazón, hay que significar que había ascendido a dicho empleo el 30 de septiembre de 1946, cuando se encontraba destinado en el Centro de Instrucción de Marinería del Departamento de Cádiz. El 31 de octubre siguiente se había dispuesto su destino, con carácter forzoso, a la Asistencia de Personal del de Cartagena, siendo además nombrado interinamente secretario de la Jefatura de Sanidad de este último Departamento Marítimo. Dado que el 3 de febrero de 1948 se dispondría su destino a la Asistencia de Personal del de Cádiz, es de suponer que en la noche de la explosión tendría nombrada una comisión de servicio o se encontraba circunstancialmente por alguna otra causa en nuestra provincia.

Por otra parte, el comandante director de la Escuela de Suboficiales, capitán de navío Faustino Ruiz González, informó el 29 de agosto, al dar cuenta de la actuación de sus subordinados, que el comandante médico José Benavente Campos, por orden del almirante jefe del arsenal de “La Carraca”, Fausto Escrigas Estrada, se trasladó al ayuntamiento de Cádiz en unión de otros facultativos. 

Desde allí se presentó en la barriada de San Severiano, que estaba desvastada, en unión del también comandante médico Antonio Ruiz Lara, del Centro de Instrucción de Marinería, cuyo comandante era el capitán de fragata Adolfo Baturone Colombo. Sobre las cinco horas de la madrugada del día 19, al haber disminuido el contingente de heridos, recibieron la orden de regresar a San Fernando para continuar prestando sus servicios en el hospital de San Carlos.

El capitán de navío Ruiz también relató en su informe las vicisitudes del capitán médico Juan Roquette Igueravide. Éste se presentó al comandante de Marina en Cádiz, capitán de navío José Dueñas Ristori, y en unión del capitán médico del Ejército de Tierra Sebastián Martínez de Pinillos Sobrino, destinado en el Regimiento de Infantería Cádiz núm. 41, y del médico civil Juan García Sánchez, procedió a las curas de urgencia que les fueron llevados al puesto socorro habilitado en la barriada de San Severiano. El jefe de estado mayor del Departamento, capitán de navío Cervera, acompañado del capitán de fragata Manuel José Lahera de Sobrino, que estaban recorriendo la zona devastada por la explosión, le ordenó continuar allí. Al amanecer montó servicio de guardia sanitaria con otros médicos de la Armada en el interior de la Base de Defensas Submarinas.

Prosiguiendo con el informe del comandante director de la Escuela de Suboficiales, también se refirió tanto al teniente de Sanidad Francisco García Peña como al sanitario mayor (asimilado al empleo de alférez) Andrés de Arcos Ruiz que pasaron a prestar sus servicios al hospital de San Carlos.

Igualmente puso en valor a los alumnos de Medicina que estaban realizando su servicio militar obligatorio en la Milicia Naval Universitaria, mencionando expresamente a los apellidados Domenech, Pastor, Cerrada, Subías y Ortega, así como al cabo 1º sanitario Sánchez de la Campa. Todos ellos se trasladaron a prestar su servicio en los puestos de socorro de San Severiano.

¡Cuánto agradecimiento e historia queda pendiente todavía!

sábado, 26 de agosto de 2023

OBITUARIO. SUBTENIENTE DE LA GUARDIA CIVIL RAFAEL CAÑETE GARRIDO (1931-2023).


Artículo escrito por Jesús Núñez y publicado en "EUROPA SUR" el 18 de agosto de 2023, pág. 11.


El original está ilustrado con dos fotografías en color. 



El pasado lunes, 14 de agosto, se incorporó desde Algeciras a esa casa-cuartel que el benemérito Instituto de la Guardia Civil tiene en el Cielo, el subteniente Cañete. Sin duda alguna uno de los mejores ejemplos del legado que nos dejó nuestro organizador y primer inspector general, el duque de Ahumada.

Cañete, como todos le llamábamos, era ante todo y sobre todo un Guardia Civil, con mayúsculas. Camino de cumplir 92 años, continuaba siendo, por su espíritu e ilusión, un magnifico ejemplo para todos.

Nació el 4 de noviembre de 1931 en la localidad cordobesa de Luque. Sus padres eran Antonio Cañete Ruiz, una pequeño ganadero, e Higinia Garrido Arcos, ama de casa, siendo el pequeño de siete hermanos, de los que cuatro eran hembras.

Su vida discurrió en dicha población, con las penalidades y privaciones de todo tipo propias de una guerra civil y su posguerra, hasta que en agosto de 1952, como cualquier otro joven de su quinta y cupo local, tuvo entrada en la Caja de Recluta de Lucena nº 20. En abril siguiente comenzó a prestar el servicio militar obligatorio en el Regimiento de Artillería nº 42, de guarnición en la capital cordobesa. Primero realizó el periodo de instrucción en el campamento “General Cascajo” y tras prestar el sagrado juramento de fidelidad a la Bandera, fue destinado como artillero de 2ª clase a la batería administrativa, donde permaneció hasta agosto de 1954 que fue licenciado.

Atraido por la vida militar decidió seguir los pasos de su hermano mayor, José Gabriel, quien en agosto de 1940, sargento provisional del Ejército de Tierra, había ingresado en la Guardia Civil. Tras superar las correspondientes pruebas, se presentó el enero de 1958 en la 4ª Academia Regional de Úbeda (Jaén) para realizar su adiestramiento durante seis meses, siendo destinado ya como guardia 2º al puesto del penal del Dueso en la Comandancia de Santander. 

A partir de entonces efectuaría un largo recorrido de más de tres décadas de servicio activo en el benemérito Instituto que le llevaría en primer lugar a la Comandancia Móvil de Sevilla y al destacamento capitalino del Subsector de Tráfico de Teruel. Estando destinado en tierra aragonesa, contrajo matrimonio en su localidad natal con Elena Pérez Cubero, con quien tendría tres hijos llamados María del Carmen, María del Pilar y Rafael.

Posteriormente pasaría destinado al Destacamento de Alcaudete del Subsector de Tráfico de Jaén, realizando por oposición el curso de cabo. Con dicho empleo recién estrenado pasó a la Comandancia de Algeciras, siéndole asignado en julio de 1965 el mando del puesto de Palmones, ya desaparecido. En marzo siguiente fue destinado al puesto aduanero del muelle de Algeciras, hoy reconvertido en sección fiscal, donde permaneció, ya como cabo 1º, hasta junio de 1977, mes en el que fue promovido al empleo de sargento. Seguidamente, pasó a mandar el puesto de La Cañada, también desaparecido y posteriormente al puesto de Algeciras, igualmente extinto. En febrero de 1979 estuvo destinado en la plana mayor de la Comandancia de Algeciras hasta el mes de julio que pasó nuevamente al puesto de Algeciras, si bien permaneció apenas tres meses ya que en octubre se le destinó al puesto de Isla Verde, hoy sección fiscal de la compañía fiscal de Algeciras.

Coincidiendo casi con su ascenso a sargento 1º fue destinado en marzo de 1980 a mandar el puesto algecireño de El Rinconcillo, actualmente inexistente, pasando el octubre siguiente a mandar el puesto del muelle pesquero. 

Corrían entonces malos tiempos para España y para la Guardia Civil a causa del terrorismo criminal de la banda ETA, razón por la cual los miembros del benemérito Instituto eran concentrados temporalmente en las provincias vascas para reforzar las unidades territoriales allí desplegadas. Cañete no fue una excepción y en agosto de 1981, tras realizar un corto periodo de ambientación en la Academia de Adiestramientos Especiales de El Escorial (Madrid), ya desaparecida, fue enviado al puesto de Tolosa, perteneciente a la Comandancia de Guipúzcoa. Allí apenas estaría un mes ya que pasó seguidamente al Núcleo de Reserva de la referida Comandancia, en Inchaurrondo, una de las barriadas de San Sebastián.

Finalizada su concentración en abril de 1982, se reincorporó a su destino en la comandancia campogibraltareña, ascendiendo en septiembre al empleo de brigada y siendo destinado nuevamente al puesto rural de Algeciras, esta vez ya como comandante del mismo. Permaneció en el mismo hasta junio de 1985 que pasó nuevamente al puesto de la Aduana del Muelle de Algeciras, también como su máximo responsable. 

Apenas estuvo allí cinco meses ya que a fin de noviembre siguiente fue destinado como jefe de la línea (sección) rural de Algeciras, unidad hoy dia igualmente desaparecida, siendo ascendido en febrero de 1986 al empleo de subteniente. Prosiguió hasta que el 4 de noviembre del año siguiente, al cumplir los 56 años de edad, por imperativo legal, y nunca mejor dicho, de la normativa entonces vigente, se vió obligado a pasar a la situación de la llamada “reserva activa”, sin ocupar destino alguno. ¡Cuántos guardias civiles de gran valía y atesorada experiencia profesional como Cañete tuvieron que abandonar en edad tan temprana el servicio activo a causa de una legislación que actualmente sería muy difícil de asumir y entender!

En 1995, como consecuencia de otro cambio normativo modificó su situación militar por la de “reserva” y el 4 de noviembre del año siguiente, al cumplir ya los 65 años de edad, a la de “retirado”, fijándosele por la Dirección General de Personal del Ministerio de Defensa el haber pasivo correspondiente, es decir, la pensión.

Si bien desde 1996 era ya un guardia civil retirado, durante los casi 27 años siguientes, nunca dejó de asistir a los actos institucionales de la Patrona del Cuerpo, la Virgen del Pilar, haciéndose querer y desear de todos sus compañeros y superiores que le conocieron. El mejor ejemplo de ello, sería el emotivo acto de homenaje que se le tributó, acompañado de su familia, el 8 de octubre de 2012, siendo jefe de la Comandancia de Algeciras el coronel Marcial Vázquez Giner.

Hasta aquí se ha recordado al guardia civil que Cañete fue hasta el último de sus días pero otro tanto se podría hablar del esposo y padre, así como, entre otras cosas, activo colaborador y “rey mago” del “Hogar San José en Algeciras de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados”; y como miembro del consejo parroquial de San García, en cuya iglesia fue multitudinariamente despedido, representando a la Guardia Civil el coronel Francisco Almansa Aguilar, actual jefe de la Comandancia de Algeciras 

Cañete, siempre benemérito y “pronóstico feliz para el aflijido”, tal y como reza el artículo 6º de la “Cartilla del Guardia Civil”, redactada por el duque de Ahumada y aprobada en 1845 por la reina Isabel II, no descansa en paz ya, sino que ha pasado a prestar servicio en esa casa-cuartel que hay en la otra vida. ¡Siempre su espíritu presente entre nosotros!

sábado, 19 de agosto de 2023

LA GUARDIA CIVIL EN SAN ROQUE (CLXXXIV). LA REORGANIZACIÓN EN LA POSGUERRA CIVIL (3).


Artículo escrito por Jesús Núñez y publicado en "EUROPA SUR" el 14 de agosto de 2023, pág. 9.


El original está ilustrado con dos fotografías en blanco y negro. 



Por orden de 29 de marzo de 1939, suscrita en Burgos por el “General Subsecretario del Ejército”, Luis Valdés Cavanilles, se dispuso que el coronel Jaime Obrador Casanovas, jefe del 16º Tercio de la Guardia Civil (Málaga), del que dependía la Comandancia de Cádiz, y por lo tanto la 2ª Compañía (Algeciras) y consiguientemente la línea de San Roque, mandase el 7º Tercio (Zaragoza). 

Por tal motivo, el teniente coronel Vicente González García, jefe de la comandancia gaditana y miembro de la promoción de 1903 de la Academia de Infantería de Toledo, volvió a hacerse cargo “con carácter provisional”, del mando del referido tercio. Lo ejercería siete meses más, hasta su ascenso a coronel, acaecido el 18 de octubre siguiente. 

En el empleo de teniente, y hasta obtener el de capitán, que lo desempeñaría en Jerez de la Frontera como jefe del escuadrón de caballería durante más de una década, había estado destinado ocho años en el Campo de Gibraltar. Concretamente al frente de las líneas (secciones) de Jimena de la Frontera (abril-septiembre de 1910), Tarifa (octubre de 1910-diciembre 1913) y La Línea de la Concepción (enero de 1914-agosto de 1918). En esta última localidad contrajo el 2 de agosto de 1910, matrimonio con Herminia Espinosa Álvarez.

A su ascenso a coronel, se hizo cargo del mando de la Comandancia de Cádiz el comandante Antonio Escuin Lois, mientras que el del 16º Tercio pasó a ser desempeñado por el teniente coronel Manuel Pizarro Cenjor, jefe de la Comandancia de Málaga. A fin de mes fue destinado por el general de división José Enrique Varela Iglesias, ministro del Ejército, como jefe del referido 16º Tercio. Si bien su jefatura estaba en la capital malagueña, no tardaría en trasladarse a la capital gaditana.

A finales de noviembre de 1939 fue destinado para ejercer el mando de de la comandancia de la Guardia Civil de Cádiz el teniente coronel Manuel Márquez González, procedente de la de Orense. En mayo de 1941 sería cesado y pasaría a la situación de disponible forzoso.

Pertenecía a la promoción de 1907 de la Academia de Infantería y era buen conocedor de la provincia gaditana pues había estado destinado anteriormente en ella en diferentes empleos. 

En el Campo de Gibraltar, siendo teniente, mandó la línea de Jimena de la Frontera, entre julio y octubre de 1915. El 18 de julio de 1936, junto al comandante José Enríquez Ramírez, estaba destinado en la Comandancia de Cádiz.

En la provincia gaditana el Cuerpo de Carabineros había quedado peor malparado respecto a sus cuadros de mando. El teniente coronel Leoncio Jaso Paz, jefe de la 11ª Comandancia de Cádiz al inicio de la sublevación militar, había sido detenido, juzgado en consejo de guerra y condenado a muerte, por mantenerse leal al gobierno de la República. Fue fusilado en el castillo gaditano de San Sebastián el 6 de agosto de 1936, junto al gobernador civil Mariano Zapicico Menéndez-Valdés, que era comandante de Artillería; el capitán jefe del Cuerpo de Seguridad (y Asalto) Antonio Yáñez-Barnuevo de la Milla, que también era de Artillería; y uno de los miembros del gabinete telegráfico del gobierno civil, Luis Parrilla Asensio. 

Tras la detención de Jaso se hizo cargo del mando de la 11ª Comandancia, el comandante de Carabineros Federico Rodríguez Baster, quien al ascender a teniente coronel en noviembre de 1938, sería destinado como titular de la misma. Permanecería a su frente hasta después de la finalización de la guerra civil, siendo designado en julio de 1939 para mandar la 1ª Comandancia de Barcelona. Precisamente en ese mes el ya teniente general Gonzalo Queipo de Llano Sierra, cesaba como inspector general de Carabineros y jefe de la Segunda Región Militar. Pasó a hacerse cargo del mando del Instituto de Carabineros, el general de brigada Luis Pilar López, subinspector del mismo. 

Respecto a la 10ª Comandancia de Carabineros de Algeciras, el 18 de julio de 1936, su jefe era el teniente coronel Manuel Córdoba García. Había nacido el 1º de enero de 1880 en Jerez de la Frontera y pertenecía a la promoción de 1898 de la Academia de Infantería. Si bien no fue fusilado como el de Cádiz, sí que sería detenido, juzgado en consejo de guerra, condenado y finalmente separado del servicio por su tibieza en sumarse al “Glorioso Movimiento Nacional”.

Su falta de entusiasmo en adherirse a la sublevación y su actitud pasiva mostrada ostensiblemente durante las semanas siguientes, terminó motivando que el 31 de agosto de 1936 fuera convocado a Sevilla por orden del general Queipo de Llano Sierra. No regresó a Algeciras ya que dos semanas despues fue detenido y encarcelado en la prisión militar que los sublevados habilitaron en uno de los edificios de la Plaza de España de la capital hispalense. 

Procesado en la causa 228/1936 fue juzgado el 12 de junio de 1937 en consejo de guerra, siendo condenado “como autor de un delito de negligencia en el cumplimiento de sus deberes militares”, a la pena de “un año de prisión militar correccional, con la accesoria de suspensión de empleo, sin que sean de apreciar responsabilidades civiles”. Tras cumplir la pena en el castillo militar gaditano de Santa Catalina fue autorizado a residir en Pamplona, quedando en la situación de disponible gubernativo. Finalmente, por orden del Ministerio de Defensa Nacional, de 30 de marzo de 1939, “el Generalísimo ha resuelto cause baja en el Ejército, por desafecto”, pasando a la situación de retirado.

Cuando fue detenido se hizo cargo del mando de la comandancia campogibraltareña, el comandante José Toledo Iradier, el cual lo ejerció hasta el 10 de octubre siguiente, fecha en la que se incorporó el teniente coronel José Marqués Mesías. Éste, que antes de la sublevación militar ya había mandado dicha unidad, se encontraba “a las órdenes del Ministro de Hacienda”. 

El comandante Toledo sería nombrado el 29 de enero de 1937, por el gobernador militar del Campo de Gibraltar, coronel de Infantería Francisco de Borbón y de la Torre, comandante militar de Estepona, continuando el resto de sus vicisitudes militares en la provincia de Málaga. Destaca que, el 17 de marzo siguiente, se hiciera cargo del mando de la 9ª Comandancia de Carabineros de Málaga. Su titular, teniente coronel Carlos Florán Casasola, había sido fusilado el 17 de agosto de 1936, sin juicio previo, junto a su jefe de la 5ª Zona, coronel Enrique Crespo Salinas, antiguo jefe de la Comandancia de Algeciras, así como del comandante José Gonzalo Garcillán, el capitán Juan Nieto Hidalgo y el teniente Manuel Viera Serrano. 

El otro comandante, Modesto Espinós Colomer, se encontraba en Madrid al iniciarse la sublevación militar. Según consta en un certificado expedido el 27 de febrero de 1963 por el coronel Luis Maroto González, jefe de la Sección de Personal de la Dirección General de la Guardia Civil, a petición de la hija de aquél, María del Pilar Espinós Gallego, “para documentar instancia en solicitud de adjudicación de un estanco”, resulta que su padre, “fue asesinado por las hordas marxistas en Paracuellos del Jarama en el mes de Noviembre de 1.936”.

(Continuará).

 

 

miércoles, 9 de agosto de 2023

LA GUARDIA CIVIL EN SAN ROQUE (CLXXXIII). LA REORGANIZACIÓN EN LA POSGUERRA CIVIL (2).


Artículo escrito por Jesús Núñez y publicado en "EUROPA SUR" el 7 de agosto de 2023, pág. 8.


El original está ilustrado con dos fotografías en blanco y negro. 


 

El teniente Odón Óscar Ojanguren Alonso nació el 10 de septiembre de 1907 en la localidad asturiana de Trubia. Fue jefe de la línea (sección) de la Guardia Civil de San Roque desde abril de 1935, procedente de la Comandancia de Huesca, hasta principio del mes de septiembre de 1936, que pasó destinado a la de la Línea de la Concepción. Pertenecía a la promoción de 1923 de la Academia de Infantería de Toledo.

Tras marchar de San Roque se quedó en dicha localidad, como más caracterizado del benemérito Instituto, el brigada Juan Colodrero Vergara, que era el comandante de puesto. El 24 de abril de 1937 fue ascendido al empleo de alférez, agregándosele provisionalmente, “para revistas y demás incidencias del servicio”, por orden del jefe del 16º Tercio, la línea de San Roque. Permaneció en esta situación hasta el 13 de junio siguiente. Seguidamente fue destinado a la Comandancia de Málaga, donde se le adjudicó por el jefe de la misma, el mando de la línea de Huelin.

Nueve días después de la ocupación de Ronda, acaecida el 16 de septiembre de 1936, por columnas de las fuerzas sublevadas bajo el mando del general de brigada José Enrique Varela Iglesias, se había dispuesto por el jefe del Ejército del Sur, general de división Gonzalo Queipo de Llano Sierra: “Que todos los puestos de la Guardia Civil de la provincia de Málaga ocupados y que en lo sucesivo se ocupen, dependan para todos los efectos de la Comandancia de la Guardia Civil de Cádiz, cuyo Jefe, Teniente Coronel Don Vicente González, desempeñará también, sin perjuicio del mando de ésta, el del 16º Tercio, cuya cabecera queda establecida provisionalmente en Cádiz”.

Hasta el inicio de la guerra civil, la cabecera de dicha unidad estaba ubicada en la capital malagueña. Se encontraba a su frente el coronel Fulgencio Gómez Carrión, el cual, al igual que había sucedido el 16 de agosto de 1936 con el teniente coronel Aquilino Porras Rodríguez, jefe de la Comandancia de Málaga y otros componentes de la misma, fue fusilado el 20 de septiembre siguiente, acusado de sumarse al alzamiento militar.

Tras ser ocupada Málaga el 8 de febrero de 1937 por las columnas de las fuerzas sublevadas, con el apoyo italiano del “Corpo di Truppe Volontaire”, el teniente coronel González, participó por escrito al inspector general del Cuerpo: “Habiendo tenido entrada durante el día de ayer en esta Capital las fuerzas del glorioso Ejército Nacional al que tuve el honor de acompañar; con esta fecha me hago cargo como Jefe de este 16º Tercio de la Guardia Civil, y dispongo que el Comandante Don José Enríquez Ramírez, al que nombro primer Jefe de la Comandancia de Málaga, proceda a la reorganización de la misma con arreglo a la plantilla que tuviera antes del movimiento, en cuanto a Unidades, personal y armamento, así como las dependencias Administrativas de la misma”.

El 21 de agosto siguiente, el teniente coronel González cesó en el mando accidental del 16º Tercio, por haber sido destinado a ejercer su jefatura en Málaga, el coronel Antonio Alvarez-Ossorio Barrientos. Éste, al inicio de la sublevación militar, estaba destinado en Palma de Mallorca como teniente coronel jefe de la Comandancia de Baleares.

Entre tanto, Ojanguren había ocupado el 1º de septiembre de 1936 la vacante dejada en La Línea de la Concepción por el teniente Valeriano Silva Franco, quien había resultado herido grave en combate el 13 de agosto anterior, en la zona comprendida entre Guadiaro y Tesorillo. Formaba parte, “como práctico del terreno”, de la vanguardia de una columna de operaciones del Tercer Tábor del Grupo de Fuerzas Regulares Indígenas de Larache núm. 4, mandada por el comandante de Infantería Enrique Rodríguez de la Herrán. El teniente Silva falleció doce días después.

Dada la falta de oficiales, el teniente Ojanguren tuvo agregada la línea de San Roque hasta el 19 de octubre de 1936, fecha en que pasó a depender de la línea de la Guardia Civil de Tarifa. Ésta estaba mandada desde julio de 1934 por el teniente José Rodríguez Guillén. Nacido el 2 de septiembre de 1900 en la población malagueña de Ronda, procedía también del Arma de Infantería, perteneciendo a la promoción de 1920 de la Academia de Toledo. Ascendido a capitán el 18 de enero de 1937, fue destinado seguidamente a la Comandancia de Oviedo.

Hay que significar que el teniente Ojanguren, al contrario de lo que le sucedió a su capitán, Antonio Vázquez Vergara, jefe de la 2ª Compañía (Algeciras) de la Comandancia de Cádiz, mantuvo mejor relación con el entonces gobernador militar del Campo de Gibraltar, coronel de Infantería Francisco de Borbón y de la Torre. 

De hecho, éste, tras solicitar el cese del capitán Vázquez, quien terminó pidiendo destino voluntario a la Comandancia de Huelva, propuso, esta vez directamente, al general de brigada de Infantería Marcial Barro García, inspector general de la Guardia Civil, con residencia en Valladolid, que habilitase para el empleo inmediato superior al teniente Ojanguren, jefe accidental de la compañía citada.

En su escrito, fechado el 7 de septiembre de 1937, expuso primero que, “dicho oficial ha prestado y presta relevantes servicios a nuestra Santa Causa desde el primer día del Glorioso Movimiento, siendo de especial mención la heroica defensa de la Casa-Cuartel de la Guardia Civil de San Roque, por cuyo motivo fue felicitadísimo por sus Superiores y dio origen a que la Comisión Gestora de dicha plaza acordara por unanimidad poner el nombre a una calle de la citada Ciudad”. 

Seguidamente, el gobernador militar lo puso en valor como jefe accidental de dicha compañía, ya que, “como conocedor del Campo de Gibraltar, ha desempeñado importantísimos y valiosos servicios, siendo en todo momento un eficaz colaborador del mando, demostrando sus relevantes dotes”. El coronel Borbón también reconoció  que había prestado “muy buenos servicios” en la Sección del Servicio de Información Militar (S.I.M.) del gobierno militar. 

Sin embargo, el general Barro le contestó ocho días mas tarde que, “el mando accidental de la Compañía de Algeciras que desempeña, no impone tal medida, ya que en la actualidad son muchos los Tenientes y aún Alféreces que vienen ejerciendo accidentalmente el mando de Unidad en este Instituto, y, por otra parte, que la habilitación para empleos superiores, según lo dispuesto ha de hacerse por necesidades de guerra”. Hasta el 19 de octubre de 1939 no ascendería, por antigüedad, al empleo de capitán, siendo seguidamente destinado a la Comandancia de Castellón.

Finalizada la contienda, el teniente coronel Vicente González continuó al frente de la Comandancia de Cádiz, que aún seguía teniendo por demarcación toda la provincia. El 23 de diciembre de 1938 se había hecho cargo, “con carácter provisional”, del mando y despacho, desde Cádiz, del 16º Tercio, al haber sido destinado el coronel Alvarez-Ossorio a mandar el 8º Tercio (Granada). Cesó el 3 de febrero de 1939 al incorporarse el coronel Jaime Obrador Casanovas, procedente del referido 8º Tercio, si bien éste apenas estuvo destinado dos meses ya que a fin de marzo siguiente se le otorgó el mando del 7º Tercio (Zaragoza).  

(Continuará).

 

miércoles, 2 de agosto de 2023

LA GUARDIA CIVIL EN SAN ROQUE (CLXXXII). LA REORGANIZACIÓN EN LA POSGUERRA CIVIL (I).


Artículo escrito por Jesús Núñez y publicado en "EUROPA SUR" el 31 de julio de 2023, pág. 10.


El original está ilustrado con dos fotografías en blanco y negro. 

 

Cuando el 1º de abril de 1939 se dio oficialmente por concluida la guerra civil que había desangrado España durante casi tres años, con el triunfo de quienes se había sublevado contra el gobierno de la República, nada ni nadie eran ni serían iguales. La provincia de Cádiz, el Campo de Gibraltar y el término municipal de San Roque, no constituirían ninguna excepción. Y para la Guardia Civil y el todavía existente Cuerpo de Carabineros, tanto en la provincia como en la comarca y el municipio sanroqueño, que es lo que nos ocupa en este serial, tampoco. 

El teniente coronel Vicente González García, nacido en Zamora el 5 de abril de 1882, jefe de la Comandancia de la Guardia Civil de Cádiz, cuya demarcación comprendía todavía toda la provincia, era prácticamente el único mando que aún permanecía en el mismo cargo desde el 18 de julio de 1936. 

En el Campo de Gibraltar la fuerza del benemérito Instituto constituía la 2ª Compañía de la comandancia gaditana, siendo su jefe al inicio de la contienda, el capitán Miguel Romero Macías, con residencia en Algeciras. Pertenecía a la promoción de 1914 de la Academia de Infantería. Tenía a su cargo, mandadas por oficiales, las líneas (secciones) de Jimena de la Frontera (puestos de Jimena, Buceite y Tesorillo), La Línea de la Concepción (puestos en La Línea, Atunara y Campamento), San Roque (puestos de San Roque, Algeciras y Almoraima) y Tarifa (puestos de Tarifa y Facinas). 

Romero había nacido en la localidad campogibraltareña de Los Barrios el 3 de junio de 1893. Estaba al frente de dicha compañía desde marzo de 1932. Sumado desde el primer momento a la sublevación militar, fue relevado el 11 de octubre de 1936 para desempeñar el cometido de cajero-habilitado de la comandancia, en sustitución de su titular, el capitán Fernando Márquez González. A éste, la sublevación militar le había sorprendido en Madrid de comisión de servicio y desde entonces nada se sabía de él.

El capitán Romero ya no volvería a hacerse cargo de la 2ª Compañía ya que ante la necesidad de contar con mandos profesionales en unidades combatientes, fue comisionado al proceder del Arma de Infantería. El 15 de enero de 1938 marchó al frente de Teruel, donde se le asigmó el mando de la compañía de ametralladoras del 10º Batallón del Regimiento de Infantería Bailén núm. 24. El 13 de marzo siguiente, cuando se encontraba ejerciendo el mando accidental de dicho batallón, fallecería de un infarto en la localidad turolense de Villarquemado. 

El capitán Antonio Vázquez Vergara, jefe hasta entonces de la 1ª Compañía de San Fernando, nacido en dicha localidad el 1º de agosto de 1899, se hizo cargo del mando de la 2ª Compañía de Algeciras a partir del 11 de octubre de 1936. Fue destinado y pasaportado en unión de su esposa, Isabel Anaya Gómez, así como de sus dos hijos, Isabel y Manuel, de 6 y 4 años de edad.

Pertenecía a la Promoción de 1917 de la Academia de Infantería de Toledo, por lo que había coincidido dos años (cursos 1917-1918 y 1918-1919), con dos de los protagonistas de algunos capítulos anteriores: los capitanes Manuel Lamadrid Rivas y Francisco Zamora Medina, ambos jefes de la 3ª Compañía de Puente Mayorga de la Comandancia de Carabineros de Algeciras en diferentes meses de 1936. Cuando Lamadrid huyó a la colonia británica de Gibraltar para pasarse a la zona gubernamental, Vázquez mandaba la compañía de la Guardia Civil de la que dependía el municipio de San Roque, por lo que debió tener pleno y puntual conocimiento de lo acaecido.

El capitán Vázquez fue cesado en su destino a petición expresa del comandante militar de la plaza, con quien debió tener algún desencuentro cuyo detalle se desconoce. El caso es que elevada la petición por conducto del cuartel general del Ejército del Sur (Sevilla), el general de división Gonzalo Queipo de Llano Sierra había propuesto el 21 de enero de 1937 al inspector general de la Guardia Civil (Valladolid), general de brigada de Infantería Marcial Barro García, “la urgente baja en el servicio que desempeña” dicho capitán, “por observar poca diligencia en el cometido de su cargo”. 

Requerido informe al teniente coronel Vicente González, como jefe de la Comandancia de Cádiz, éste lo primero que hizo, dado el carácter “urgente” de la solicitud, fue comisionarlo a la capital gaditana, bajo sus órdenes en espera de que se adoptase la decisión final. Por tal motivo, el 4 de febrero dio debida cuenta de la medida cautelar adoptada y comunicó que el teniente Odón Ojanguren Alonso, anterior jefe de la línea de San Roque y actual de La Línea de la Concepción, se había hecho ya cargo del mando accidental de la 2ª Compañía de Algeciras.

Una vez emitido y valorado el referido informe, el inspector general optó finalmente por destinarlo, con carácter voluntario, al mando de la 1ª Compañía de Aracena perteneciente a la Comandancia de Huelva. Dicha vacante, vista la situación producida, había sido solicitada inmediatamente por el propio interesado, incorporándose el 11 de febrero, según dio cuenta el capitán José Fariñas Sagredo jefe accidental de la misma. Mandaba entonces la comandancia onubense el recién ascendido comandante Manuel Cuadrado Díez, tras ser destinado días antes el comandante Gregorio Haro Lumbreras a la Comandancia de Zaragoza. El teniente coronel jefe de la de Huelva, Julio Orts Flor, había sido fusilado por los sublevados el 4 de agosto de 1936 junto al gobernador civil de la provincia, Diego Jiménez Castellano, y el teniente coronel jefe de la Comandancia de Carabineros, Alfonso López Vicencio.

Respecto al teniente Ojanguren, al hacerse cargo del mando accidental de la 2ª Compañía de Algeciras, tuvo que entregar el mando de La Línea de la Concepción y el accidental de la línea de Jimena de la Frontera que con carácter accidental venía desempeñando conjuntamente desde el 19 de octubre de 1936. Dada la falta de oficiales de la Guardia Civil, el 18 de noviembre de 1937 se le agregó el mando accidental de La Línea de la Concepción, para que lo desempeñase conjuntamente con el de la mentada 2ª Compañía. Cesó en este último diez días después, cuando se incorporó un nuevo capitán.

Éste se trataba de Eduardo Comas Añino, procedente de la Comandancia de Marruecos y nacido en Sevilla el 16 de junio de 1902. Por su parte, Ojanguren, con motivo de ser comisionado su jefe, volvería a repetir nuevamente el mando accidental de la 2ª Compañía de Algeciras entre el 13 de agosto de 1938 y el 29 de diciembre siguiente. 

Ojanguren, tras diversas vicisitudes, entre las que cabe destacar la comisión de servicio en las provincias de Barcelona y Murcia, como jefe de la 3ª Sección de la 7ª Compañía Expedicionaria de la Guardia Civil, unidad encuadrada en el Cuerpo de Ejército Marroquí, formada íntegramente por componentes de la Comandancia de Cádiz, volvería el 8 de julio de 1939 a hacerse cargo otra vez del mando accidental de la mentada 2ª Compañía de Algeciras, junto al titular de la Línea de la Concepción.

(Continuará)