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jueves, 28 de agosto de 2025

LA GUARDIA CIVIL EN ALGECIRAS (II). LA PREPARACIÓN DEL DESPLIEGUE.

 Artículo escrito por Jesús Núñez y publicado en EUROPA SUR el 16 de junio de 2025, pág. 15.


El original está ilustrado con una fotografía en blanco y negro.

 



Cuando el entonces nuevo Cuerpo de la Guardia Civil comenzó a finales de diciembre de 1844 a desplegarse en la provincia de Cádiz, y seguidamente en el Campo de Gibraltar de entonces, el jefe superior político, figura antecesora del gobernador civil y del actual subdelegado del gobierno, el cual ya tiene bastantes menos atribuciones que aquél, era el brigadier Manuel Lassala Solera.

Se trataba de un interesante y robusto personaje militar, concretamente de Infantería, que en la Primera Guerra Carlista (1833-1840) fue un activo mando carlista, pero que tras el Convenio de Vergara, firmado en Oñate (Guipúzcoa) el 31 de agosto de 1839, terminó convirtiéndose en isabelino, combatiendo contra sus antiguos compañeros.

Nacido en Barcelona el 5 de diciembre de 1801 e ingresado nueve años más tarde en el Ejército, en calidad de cadete menor de edad, hay que significar que había sido autor del libro “Historia política del partido carlista, de sus divisiones, de su gobierno, de sus ideas y del Convenio de Vergara”, editado en 1841, en la madrileña Imprenta de la Viuda de Jordán e Hijos.

Para quien quiera saber algo más sobre su biografía genérica, significar que se publicó en otoño de 2021, en la “Revista de historia Jerónimo Zurita”, un interesante trabajo escrito por Joan-Xavier Quintana Segalà, doctor en Historia Contemporánea.

El caso, es que siendo nombrado jefe superior político de Cádiz, por real decreto de 19 de mayo de 1844, procedente de Alicante donde había sido comandante general de la provincia, se hizo cargo de su nueva responsabilidad en la capital gaditana el 3 de junio siguiente. En su primer escrito dirigido a todos los alcaldes “de los ayuntamientos constitucionales” de nuestra provincia, puso en valor el mantenimiento, “con extrema firmeza el orden público, y procurando cuantas ventajas sean posibles a esta hermosa y tan benemérita provincia”.

Muy poco antes de la llegada y despliegue de la Guardia Civil en la provincia de Cádiz, incluido su Campo de Gibraltar, que ya sabía que se iba a producir próximamente, dirigió a la población, concretamente el 5 de noviembre de 1844, un duro comunicado contra quienes no acatasen el orden y la ley, ejemplo de la situación que se estaba padeciendo:

“Habitantes de la provincia de Cádiz: Hombres sin creencias políticas, hombres que nada les une al país, hombres que solo me irán en las revueltas, y que son enemigos de la paz y de todo Gobierno, hacen continuos esfuerzos para alterar el orden público, y rechazados por la cordura, por la sensatez y por la fidelidad de la nación, no rehusan en su despacho hasta el mismo asesinato. En todas las partes se les sigue, y el momento en que intentasen la ejecución de sus crímenes sería el de su exterminio; la tiranía de los motines ha concluido para siempre; la ley, la tolerancia, el respeto a todas las creencias políticas por extremadas que ellas sean, y el bien del país son y serán el distintivo del Gobierno de S.M., y yo, su delegado político en esta provincia me complazco en manifestarlo, en asegurar a todos que nada será bastante a alterar el público reposo, y en hacer comprender a los revolucionarios de oficio que tengo resuelto destruirlos con ejemplar escarmiento, si en cualquier punto intentan sumirnos en nuevos trastornos. Habitantes de la provincia, cuenta para todo con vuestros patrióticos sentimientos el brigadier jefe político, Manuel Lassala”.

Cuando se difundió este comunicado, que fue seguidamente reproducido, primero en la prensa gaditana, concretamente, entre otros, en el periódico “El Comercio”, y posteriormente, el día 12 siguiente, en la “Gaceta de Madrid”, que era el boletín oficial del estado de la época, los guardias civiles que irían destinados a la provincia de Cádiz, se encontraban ya instruyéndose en la provincia de Sevilla.

Dos años más tarde, en agosto de 1846, Manuel Lassala fue nombrado jefe superior político de la provincia de Barcelona. Una década después regresó a Cádiz, reincorporado nuevamente a la carrera militar y ostentando ya el empleo de mariscal de campo. Sería nombrado, por real decreto de 7 de noviembre de 1856, gobernador militar de la plaza y provincia de Cádiz. Desempeñó dicho cargo hasta que por otro real decreto de 5 de julio siguiente, se le confirió el mando de la capitanía general de Andalucía, con residencia en Sevilla, donde permanecería hasta que por real decreto de 9 de mayo de 1858 fue relevado.

Tras diversas visicitudes personales y profesionales volvería nuevamente a ser destinado por real decreto de 11 de marzo de 1867, como capitán general de Andalucía, donde por real decreto de 10 de octubre siguiente sería promovido al empleo de teniente general. Permaneció allí hasta que por otro real decreto de 7 de julio de 1868, fue nombrado director general del Cuerpo de Administración Militar.

En total, en lo que nos afecta, fue jefe superior político de la provincia de Cádiz, gobernador militar de la misma y dos veces, capitán general de Andalucía. Lamentablemente, desde el punto de vista histórico, a pesar de su impresionante e interesante hoja de servicios, no se ha escrito todavía suficientemente sobre él, y menos sobre su interesante etapa historiográfica en tierras gaditanas.

Volviendo al periodo de implantación de la Guardia Civil en la provincia de Cádiz hay que resaltar que Manuel Lassala tuvo una acertada visión sobre la idoneidad de tan novedoso Cuerpo, dándole todo su apoyo y poniéndolo en valor ante la sociedad gaditana y el resto de instituciones civiles y militares de la provincia.

Es muy de destacar que el 8 de enero de 1845, dirigió un escrito a los alcaldes de las poblaciones en las que se iban a instalar las primeras casas-cuarteles del benemérito Instituto, así como en aquellas localidades en las que comenzarían a prestar servicio.

En su texto destacaba que: “La Guardia Civil es el brazo de protección y seguridad que el Gobierno ofrece al hombre honrado, y lo es de persecución y de temor para el delincuente y de mal vivir. El esmero con que se ha atendido al personal del Cuerpo, y los servicios que ya ha prestado en algunas provincias, aseguran llenará cumplidamente la intención paternal que S.M. se ha propuesto al dignarse mandar su creación en beneficio de la pública seguridad”.

(Continuará).

miércoles, 20 de agosto de 2025

LA GUARDIA CIVIL EN ALGECIRAS (I). LOS ORÍGENES.

 

Artículo escrito por Jesús Núñez y publicado en EUROPA SUR el 9 de junio de 2025, pág. 16.


El original está ilustrado con una fotografía en blanco y negro.

 


En el capítulo anterior se ha citado cuando por real orden de 25 de noviembre de 1844, dimanante del entonces Ministerio de Gobernación, se procedió a la distribución del personal en los diferentes Tercios del nuevo Cuerpo de la Guardia Civil, “para que marche a cada Provincia la fuerza que en aquella le está asignada”. 

El Tercer Tercio, al frente del coronel José de Castro, comprendía las provincias de Cádiz, Córdoba, Huelva y Sevilla, fijándose su cabecera en la capital de esta última. Hay que significar que entonces las unidades de ámbito provincial de la Benemérita, que comenzaban a desplegarse a lo ancho y largo de España, no tenían todavía la denominación que hoy día se utiliza de “Comandancia”. Habría que esperar aún varios años, para que las unidades entonces de ámbito provincial de la Guardia Civil adoptasen dicho nombre.

Al frente de la Benemérita en la provincia de Cádiz, la 3ª Compañía del mentado Tercer Tercio, había sido nombrado por real orden de 17 de septiembre de 1844, el primer capitán José María de Cisneros Lanuza, quien estaría al mando de unos 140 hombres. 

Inicialmente, la 1ª Sección se estableció en la capital gaditana, prestando su servicio en el interior de la ciudad y extendiendo su acción hasta la vecina ciudad de San Fernando. La 2ª Sección en fijó en la ciudad de Jerez de la Frontera, responsabilizándose de la seguridad del “camino principal” que conducía a Sevilla, y suyos componentes debían recorrer constantemente los caminos hacia Arcos de la Frontera, Sanlúcar de Barrameda y Puerto de Santa María. La 3ª Sección se asentó en Medina Sidonia, vigilando especialmente los pinares de Chiclana, y extendiéndose hacia los términos municipales de Conil de la Frontera y Vejer de la Frontera. Y la 4ª Sección iba a establecer su cabecera en principio en la ciudad de Algeciras, donde se encontraba ubicada la Comandancia General Militar, si bien, como ya se expuso en su momento, terminó por instalarse durante varios años, dado su peculiar servicio en la población de San Roque. 

Como jefe de esa 4ª Sección, del Campo de Gibraltar, sería nombrado el alférez Juan Morillas Casas. Hay que significar, dada la complejidad topográfica del terreno así como las misiones encomendadas, que finalmente sería asignada a nuestra Comarca una unidad de Caballería, compuesta por una treintena de efectivos. Todo ello conforme lo dispuesto en la real orden de 20 de diciembre de 1844, que sustituyó la sección de Infantería que inicialmente había dispuesto la citada real orden de 25 de noviembre anterior, detrayéndose la mentada sección de Caballería, de la provincia de Sevilla a donde inicialmente había sido destinada. El resto de las secciones desplegadas en la provincia gaditana eran de Infantería. Para la sección de la sierra gaditana todavía habría que esperar.

De gran interés y curiosidad resulta la lectura sobre la provincia de Cádiz, y en especial del término municipal de Algeciras, en el tomo V del “Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus Posesiones de Ultramar”, cuyo autor era Pascual Madoz Ibáñez, nacido el 17 de mayo de 1806 en la capital navarra de Pamplona y fallecido en la localidad italiana de Génova el 13 de diciembre de 1870. Tuvo una extensa, interesante y variada biografía, mereciendo especial mención haber sido ministro de Hacienda durante poco más de cuatro meses al inicio de 1855 y presidente de la “Junta Provisional Revolucionaria de España”, apenas unos días al inicio del mes de octubre de 1868.

Dicho tomo, que forma parte de una extensa y vasta obra de dieciséis tomos, había sido editado concretamente en 1846 por el “Establecimiento Literario-Tipográfico de P. Madoz y L. Sagasti”, sito en la “Calle de la Madera baja, núm. 8”, de Madrid.

Según se hacía constar en dicha obra, la provincia de Cádiz era entonces una de tres en que se había subdividido el antiguo reino de Sevilla. En lo civil y administrativo era de primera clase, en lo judicial correspondía a la audiencia territorial de Sevilla, y en lo militar constituía una de las seis comandancias generales en que estaba distribuido el territorio de la comandancia general de Andalucía.

También se hacía constar que, además de las poblaciones de la Península que correspondían a la provincia gaditana, tenía en la costa de África y agregados al partido judicial de Algeciras, cuatro presidios. De éstos, uno era el mayor de Ceuta y tres menores que se encontraban en Melilla así como en los peñones de Alhucemas y Vélez de la Gomera.

La parte de la Península contaba entonces con dos comandancias generales. Una tenía su cabecera en la ciudad de Algeciras y tenía por demarcación el Campo de Gibraltar, integrado entonces por los términos municipales de Algeciras, Tarifa, San Roque, Jimena de la Frontera, Los Barrios y Castellar de la Frontera. Todavía quedaban algunas décadas para la creación del municipio de La Línea de la Concepción, segregado del de San Roque, y muchísimas más para la creación del municipio de San Martín del Tesorillo, perteneciente entonces al de Jimena.

El número de los que tenían la condición de “vecinos”, según las normas de la época, que no de habitantes que era muy superior, según el censo de 24 de marzo de 1842, formado por el “Gobierno político de la provincia”, era de 2.355 en Algeciras, 720 en Los Barrios, 55 en Castellar, 1.516 en Jimena, 1.754 en San Roque y 2.029 en Tarifa.

Significar que se hacía constar que, “la campiña de Algeciras, aunque muy reducida, tiene una muy buena ribera de huertas y mucho monte de construcción y carboneo; carece de olivares, y las viñas son pocas”.

Hay que recordar que por aquel entonces la vigilancia de las costas y de los recintos aduaneros y portuarios así como la segunda línea interior del resguardo fiscal estaba encomendada al Cuerpo de Carabineros del Reino, que ya contaba en el Campo de Gibraltar con una presencia y fuerza mucho más numerosa. No hay que olvidar que dicho Instituto, que años después sería también nombrado benemérito, era entonces el responsable principal de la lucha contra el contrabando, procedente sobre todo de la colonia británica de Gibraltar.

(Continuará).