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jueves, 1 de septiembre de 2016

ISABEL AZCÁRATE RISTORI (1923-2016).


Obituario escrito por Jesús Núñez y publicado en "DIARIO DE CADIZ" el 31 de agosto de 2016, pág. 14.

El original está ilustrado por una fotografía en blanco y negro.

Isabel, o mejor dicho “Uca”, que era como la llamábamos todos los que le conocíamos y queríamos, nos ha dejado a los 92 años de edad en la madrugada del 30 de agosto, cuando se encontraba en una residencia de Madrid.

Su desaparición no es sólo una triste e irreparable pérdida para familiares, amigos, alumnos y lectores sino también para la cultura gaditana, andaluza y española.

Fue una mujer fuerte, muy fuerte, y no sólo de carácter, que de eso tenía mucho, pero mucho, al igual que destilaba inteligencia, franqueza, bondad e ironía a borbotones.

Su vida, como la de muchas mujeres de su generación, no fue nada fácil. Nació en San Fernando, “la Isla”, como ella siempre decía, el 24 de octubre de 1923, en el seno de una familia numerosa.

Su padre, Tomás Azcárate García de Lomas, marino de guerra, había sido fusilado sin juicio previo al inicio de la Guerra Civil en los fosos de Puerta de Tierra, junto a Francisco Cossi Ochoa, presidente de la Diputación de Cádiz, y otros compañeros de infortunio. Su delito fue permanecer leal al gobierno de la República.

Su madre, María Josefa Ristori Álvarez, tuvo la ingente tarea de sacar adelante a los nueve huérfanos que quedaron: Tomás, José María, Mª del Carmen, Isabel, Juan, Manuel, Gumersindo, Teresa y Luis. El mayor de 18 años y el pequeño de 3.

Fue precisamente Isabel quien junto a su madre, despidió con un beso a su padre en la fatídica tarde del 18 de julio de 1936, cuando salió de la vivienda familiar, sita en la 2ª planta del nº 18 de la calle Valverde para dirigirse al gobierno civil y no regresar jamás.

No fue desde luego una adolescencia fácil pero ello no le arredró lo más mínimo. Desde temprana edad deslumbró por su innata sagacidad e inteligencia. De casta le venía y de hecho su abuelo, Tomás Azcárate Menéndez, fue director del Observatorio de Marina y gracias al alcalde Antonio Moreno ostenta una calle en la Isla; su bisabuelo Patricio Azcárate Corral fue fundador y director de la Biblioteca Filosófica; y su tío Gumensindo, fue uno de los fundadores de la Institución Libre de Enseñanza, junto a Francisco Giner de los Ríos y Nicolás Salmerón, amén de presidente de la misma, tras el gaditano Segismundo Moret.

Isabel, tras cursar estudios primarios en el colegio isleño de la Compañía de María, pasó al Instituto de Enseñanza Media de Cádiz, el “Columela”, donde obtuvo el titulo de bachiller con uno de los mejores expedientes académicos de la época. De hecho, el suyo fue públicamente exhibido en la exposición "Mujeres: Gaditanas y trabajadoras", que realizó el Archivo Histórico Provincial en marzo de 2012.

Tras obtener brillantemente la licenciatura en Filosofía y Letras, en la sección de Pedagogía por la Universidad Complutense de Madrid, se doctoró en la Universidad de Barcelona con la tesis “El Monasterio de la Enseñanza de Barcelona de 1645-1876”.

Y como eso de ser pioneras tiene su trascendencia y justo reconocimiento hay que decir que Isabel, además de un largo periodo como religiosa en la Compañía de María y misionera en Perú, fue la primera mujer que se matriculó en la Facultad de Historia de la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, donde tras licenciarse sobresalientemente obtuvo su segundo doctorado, siendo el título de su tesis “La Enseñanza de los Jesuitas en Cádiz”.

Miembro de la Real Academia de San Romualdo de Ciencias, Letras y Artes de San Fernando, fue una investigadora, comunicadora y escritora infatigable e inexequible al desaliento. 

Autora de numerosos libros, artículos, ponencias y conferencias, destacan entre los primeros “Una niña regidora honoraria de la ciudad de Cádiz”, presentado por la alcaldesa Teófila Martínez en el salón de plenos del ayuntamiento capitalino así como “El Seminario Conciliar de San Bartolomé de Cádiz, 1589-1800”.


Isabel, “Uca”, no sólo nos ha dejado un gran legado en lo cultural y un gran vacío en lo personal sino también un testimonio excepcional de vida y lucha. Hasta el último de sus días.


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UCA AZCÁRATE

Artículo escrito por Enrique Montiel y publicado en su columna "Calle Real" de "DIARIO DE CÁDIZ" el 4 de septiembre de 2016.


Adiós, semana, te has llevado a dos amigos, a dos personas muy queridas. Has traído mucha tristeza a mi vida. Primero a José Luis Espósito, tan de mi familia, tan amigo y tan bueno. Y luego a Uca Azcárate. Demasiado para tan poco tiempo, y sin saber nada. La iglesia de San Francisco llena a rebosar a las 10 de la mañana dice bien del aprecio que la ciudad sentía por el General de División de Intendencia de la Armada José Luis Espósito. Lo de Isabel Azcárate lo supe por un extraordinario artículo, uno más, de Jesús Núñez, doctor en Historia y Coronel de la Guardia Civil. Había fallecido en Majadahonda, Madrid. De pronto sentí su alegría, su entusiasmo, su liberalidad, su honradez intelectual, su cristianismo lúcido y valiente. En la red han recordado el triste episodio del fusilamiento de su padre, el Capitán de Fragata Azcárate, en los fosos de las murallas de Cádiz. Tomó partido por la República cuando el alzamiento y lo pagó con su vida. Muchos de los detalles de aquel luctuoso suceso lo supimos por ella, otros no nos lo dijeron quizás porque no tuvieron las pruebas. Porque el Capitán de Fragata Azcárate no era culpable de cosa alguna, salvo de la lealtad a la República, que no quiso traicionar, antes al contrario. 

Fue el episodio terrible de la niña Isabel Azcárate, su madre y sus hermanos. El recuerdo de aquellos días de hondo luto eran recordados sin rencor ni odio alguno. Quizás esta experiencia traumática le sirvió para vivir una vida de gran lucidez, ya desde su niñez de alumna de la Compañía de María, cuyo carisma sintió hasta el punto de tomar los hábitos de esta institución religiosa fundada por Santa Juana de Lestonnac, por quien guardó toda su vida una profunda devoción por la labor emancipadora de la mujer a través del estudio y la educación, motor del pensamiento de la santa fundadora. 

Logró por sus méritos intelectuales que la Compañía de María la enviara a estudiar a Roma, en donde se licenció y doctoró, lo cual fue un verdadero acontecimiento que le sirvió… para que acabara de misión en Chile, creo recordar. Su pasión investigadora le fue obstaculizada en su Comunidad religiosa, de la que se desvinculó una vez vuelta a España, ingresando en la Universidad de Cádiz, donde se jubiló como profesora de la Facultad de Ciencias de la Educación.

Imposible resumir aquí sus publicaciones, sus estudios, sus intervenciones en la Academia de San Romualdo, de la que era académica de número. Porque ahora mismo sólo veo su entusiasmo por la vida, por la gente; su alegría desbordante, su generosidad, su cercanía y su irreductible liberalidad. La libertad fue su pasión, el Evangelio su guía y la Iglesia su madre y maestra.

Se nos han ido dos isleños grandes, adiós semana, no vuelvas ...


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