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miércoles, 1 de mayo de 2019

LA GUARDIA CIVIL EN LA LÍNEA DE LA CONCEPCIÓN (XII). SIN NUEVA CASA-CUARTEL NO HAY AUMENTO DE PLANTILLA (1924-1931)

CLXXV Aniversario Fundación Guardia Civil (1844-2019)

Artículo escrito por Jesús Núñez y publicado en "EUROPA SUR", pág. 40, el 29 de abril de 2019.

El original contiene una fotografía en blanco y negro. 

El 27 de marzo de 1924 el general de brigada Mariano de las Peñas Franchi-Alfaro, secretario de la Dirección General de la Guardia Civil, había ordenado al coronel Rafael Bernal Pastor, subinspector del 16º Tercio (Málaga), que la plantilla de caballería del puesto de La Línea quedara finalmente compuesta por 24 efectivos: el sargento comandante de puesto de Almoraima; los cinco guardias del puesto de San José del Valle, que serían sustituidos por otros tantos de infantería; cuatro guardias y un trompeta del escuadrón de caballería de Jerez; el cabo del puesto de Sanlúcar y los seis guardias de los puestos de Cádiz (1), Medina Sidonia (1), Jerez (2), Sanlúcar (1) y Trebujena (1), que con urgencia ya habían sido destinados el 21 de marzo; así como los otros seis efectivos de caballería que ya formaban parte de la plantilla del puesto de La Línea junto a los de infantería.
Todo ello a la espera de que el ayuntamiento facilitara un edificio que permitiera el alojamiento del citado incremento de plantilla habida cuenta que la casa-cuartel de la calle Jardines no tenía capacidad.
Transcurridos casi nueve meses sin que por la corporación municipal se cumplimentara, la Dirección General requirió el 19 de diciembre siguiente el oportuno informe.
Dada la ausencia del coronel Bernal fue el coronel Antonio Ruiz Jiménez, recién ascendido y hasta entonces jefe de la Comandancia de Málaga, quien el 7 de enero de 1925 contestó como subinspector accidental.
 Según había participado el teniente coronel Antonio Lozano Díaz, jefe de la Comandancia de Cádiz, ello obedecía a que por el consistorio no se había facilitado todavía la correspondiente casa-cuartel.
Según informaba, por conducto del capitán jefe de la 8ª Compañía (Algeciras), Rafael Pando Pedrosa, que el 12 de diciembre anterior se había interesado al alcalde Enrique Pérez Castellví, si tras haber quedado desierto el reciente concurso anunciado en el boletín oficial de la provincia, la corporación tenía previsto volver a efectuar nueva convocatoria o construir una nueva casa-cuartel.
Siete días después, el alcalde, que apenas llevaba dos semanas en el cargo, contestó que dado que ya llevaban dos concursos declarados desiertos, 30 de mayo y 9 de octubre, se consideraba inútil volver a intentarlo. No obstante, proseguían realizando gestiones directas por si algún propietario estaba interesado.
A la vista de ello, el teniente coronel Lozano consideraba que no se produciría arrendamiento municipal alguno. Las razones que exponía eran la “exigua” cantidad de 5.400 pesetas anuales que se ofrecían por el arrendamiento y que en La Línea no había ningún inmueble de propiedad particular capaz de albergar la fuerza de aumento con sus familias y cuadras para 24 caballos.
El 15 de enero de 1925 el director general de la Guardia Civil, teniente general Juan Zubia Bassecourt, comunicó al delegado regio para la represión del contrabando las razones por las cuales no había podido materializarse su petición. Igualmente ordenó que se practicasen las oportunas gestiones con el alcalde para que facilitase algún inmueble.
El 16 de febrero siguiente el coronel Bernal informó que realizadas las oportunas gestiones ante el alcalde, éste continuó insistiendo en la no disponibilidad en La Línea de edificio capaz de albergar dicho incremento de plantilla, así como por “la escasa consignación presupuestada en el anterior ejercicio para esta atención, pero que no obstante, en los próximos presupuestos expondrá su mejor deseo para ver si se puede conseguir aumentar la suma presupuestada, y caso afirmativo, mandará abrir nuevo concurso por si se presentasen ofertas algunas”.
Poco pudo hacer el alcalde Pérez Castellví por muy buenos que fueran sus deseos ya que apenas tres semanas después, el 7 de marzo, presentó su dimisión, siendo nombrado para sustituirlo José García Saénz-Diente.
Visto que la situación se encontraba completamente bloqueada se procedió a ordenar por el jefe de la Comandancia de Cádiz, la instrucción del correspondiente expediente de acuartelamiento. 
Una vez concluido fue remitido el 1º de septiembre de 1925 por el coronel Bernal al nuevo director general de la Guardia Civil, teniente general Ricardo Burguete Lana. La conclusión del mismo, tras informar además el nuevo alcalde que todas las gestiones realizadas con propietarios habían resultado inútiles, era que la única solución estaba en que “se construyera un edificio ex profeso para cuartel, circunstancia esta que no podrá conseguirse por la poca consignación que tiene el ayuntamiento destinada a acuartelamiento salvo el caso de que fuera pagado por el Estado”.
Por fin se había llegado a la conclusión correcta. La realidad era que el ayuntamiento de La Línea, por mucho que la legislación entonces vigente le obligase a facilitar un inmueble para su uso como casa-cuartel por la Guardia Civil, si no tenía capacidad económica para afrontar su construcción ni había edificios que sus propietarios quisieran alquiler, no había más solución que la construyera el Estado.
Así de claro pero así de frustrante ya que existían otras prioridades para la Administración a la hora de destinar sus inversiones presupuestarias. No existía por lo tanto voluntad política para dotar a la Guardia Civil de un acuartelamiento que reunieran las condiciones adecuadas para alojar a la fuerza propuesta junto a sus familias.
La decisión que se tomó el 5 de septiembre fue volver a comunicar la situación al delegado regio para la represión del contrabando que había solicitado el aumento de plantilla y devolver el expediente instruido a la Comandancia de Cádiz para que se continuasen practicando gestiones con el ayuntamiento tendentes a conseguir una nueva casa-cuartel.
Pocas gestiones pudieron hacerse ya que al mes siguiente, 15 de octubre, el alcalde presentó su dimisión por razones de salud, siendo sustituido por José María Bonelo Urquiza, quien a pesar de mantenerse casi dos años al frente de la corporación municipal hasta su dimisión el 7 de octubre de 1927, tampoco pudo resolver el problema enquistado.
Ni el nuevo alcalde, Andrés Viñas García, ni los dos siguientes, Francisco García Carrillo y Vicente Perales García, tampoco lo solucionaron dado el gran esfuerzo económico que ello suponía para las arcas municipales. 
Finalmente, el 17 de marzo de 1931, el coronel Federico Ramírez Orchells, subinspector del 16º Tercio, volvió a remitir a la Dirección General el mismo expediente de acuartelamiento devuelto en 1925, haciendo constar que la situación había empeorado.
La plantilla del puesto de la Guardia Civil de La Línea era de 20 efectivos, 14 de infantería y 6 de caballería. Catorce de ellos tenían alojamiento en la casa-cuartel de la calle Jardines y los otros seis en casas particulares cuyo alquiler era abonado por el ayuntamiento. El capitán de la Compañía de Algeciras era José Calero Cuenca y el teniente de La Línea de la Concepción era José Machuca Báez.
El 27 de marzo se devolvía otra vez el expediente, desistiéndose del aumento de plantilla aprobado siete años antes, ordenándose que al menos se consiguiera un acuartelamiento para alojar a toda la plantilla existente.
El 14 de abril siguiente se proclamaba la Segunda República. ¿Qué pasaría?. 


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