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sábado, 15 de febrero de 2020

LA GUARDIA CIVIL EN SAN ROQUE (I). LOS ORÍGENES HISTÓRICOS.

CLXXV Aniversario Cartilla Guardia Civil (1845-2020).
Artículo escrito por Jesús Núñez y publicado en "EUROPA SUR", pág. 10, el 10 de febrero de 2020.

El original contiene una fotografía en blanco y negro.

A lo largo del año 2019 se ha venido conmemorando el CLXXV aniversario de la fundación del benemérito y militar Cuerpo de la Guardia Civil, del que fue su organizador el II duque de Ahumada y V marqués de las Amarillas, mariscal de campo Francisco Javier Girón Ezpeleta. También fue su primer inspector general habiendo sido nombrado por real decreto de 1º de septiembre de 1844, en atención al celo e inteligencia con que había llevado a cabo dicha organización.
Este año 2020 la efeméride a celebrar es la del CLXXV aniversario de la aprobación, por real orden de 20 de diciembre de 1845, de la “Cartilla del Guardia Civil”. El coronel Eugenio de la Iglesia Carnicero, uno de los más eruditos escritores que tenía el Cuerpo a finales del siglo XIX, la bautizó muy acertadamente como el catecismo del guardia civil.
Hasta dicha fecha la Guardia Civil había visto aprobado en primer lugar, por real decreto de 9 de octubre de 1845, dimanante del ministerio de Gobernación, su “Reglamento de Servicio”. En su artículo 1º, al ser entonces el único cuerpo policial de ámbito estatal existente, se establecía que tenía por objeto fundamental la conservación del orden público, la protección de las personas y las propiedades, fuera y dentro de las poblaciones, así como el auxilio que reclamase la ejecución de las leyes.
Seis días después, también había visto aprobar mediante otro real decreto, esta vez del ministerio de la Guerra, su “Reglamento Militar”. Si bien le eran de aplicación a la Guardia Civil, las Ordenanzas Generales del Ejército entonces vigentes, se hacía necesario establecer algunas reglas especiales y particulares dada su singular idiosincrasia.
Dicha “Cartilla” había sido redactada por el propio duque de Ahumada. Según  parece ser lo fue en buena parte durante sus estancias en la hacienda familiar de “El Rosalejo”, sita en el término municipal gaditano de Villamartín. Ya el 16 de enero de 1845 había anticipado los principios morales que se recogían en aquella, en una interesantísima circular dirigida a los jefes de Tercio del benemérito Instituto.
Tras elaborar un primer texto y elevarlo para su aprobación fue devuelto por real orden de 26 de octubre siguiente, al objeto de que se efectuaran algunas modificaciones. Una vez cumplimentado lo ordenado, el duque de Ahumada volvió a elevarlo el 13 de diciembre para su aprobación por la reina Isabel II, “si así fuere de su real agrado”, lo cual obtuvo una semana después mediante la correspondiente real orden. 
Dicha “Cartilla” comenzaba en su capítulo primero con las “Prevenciones generales para la obligación del Guardia Civil”, que estaba destinado a “formar la moral del Cuerpo”, compuesto a su vez por 35 artículos, que desde el primero de ellos denotaba claramente el credo del nuevo Cuerpo: “El honor ha de ser la principal divisa del Guardia Civil; debe por consiguiente conservarlo sin mancha. Una vez perdido no se recobra jamás”. De hecho, la impronta de ese articulado fue tal, que transcurridos 175 años, sigue teniendo plena vigencia moral entre quienes forman parte de sus filas. 
Es por todo ello, que con motivo de celebrar tan importante efeméride, se inicia  con este primer capítulo un recorrido histórico sobre la presencia del benemérito Instituto en los otros siete municipios de la Comarca, continuando el realizado durante el año pasado en La Línea de la Concepción.
Comienza esta nueva entrega con el de San Roque, cuyo ayuntamiento presidido por el alcalde Juan Carlos Ruiz Boix, concedió el pasado 30 de mayo la medalla de oro de la ciudad a la Guardia Civil con motivo del CLXXV aniversario de su fundación y presencia en dicho término municipal. Lamentablemente la alegría del otorgamiento de tan importante galardón quedó truncada al producirse esa misma tarde, a escasos kilómetros, el fallecimiento en acto de servicio del guardia civil Fermín Cabezas González, perteneciente al destacamento de Tráfico de Algeciras, cuando intentaba detener un vehículo dado a la fuga cargado de droga.
Retrocediendo en el tiempo para llegar a los primeros pasos del benemérito Instituto en San Roque hay que empezar recordando que mediante real orden de 25 de noviembre de 1844, dimanante del ministerio de Gobernación, se procedió a la distribución del personal en los diferentes Tercios, “para que marche a cada Provincia la fuerza que en aquella le está asignada”. Según el cuadro que se adjuntaba, el Tercer Tercio, con cabecera en Sevilla, comprendía las provincias de Cádiz, Córdoba, Huelva y Sevilla, estando compuesto por tres compañías de infantería y un escuadrón de caballería, con un total de un jefe, 21 oficiales y 537 de clases y tropa.
Significar que en el atlas publicado en Madrid en 1845 de la mano de Francisco de Paula Mellado Orejuela, titulado “España geográfica, histórica, estadística y pintoresca”, en el que por cierto ya se citaba la existencia de la Guardia Civil, se exponía que en la provincia de Cádiz, que era de 1ª clase y contaba con 321.104 habitantes, había 41 ciudades y pueblos, siendo San Roque uno de ellos. Estaba dividida en 14 partidos judiciales, incluido el de San Roque, que dependían de la audiencia territorial de Sevilla. Militarmente tenía dos comandancias generales subordinadas a la capitanía general de Sevilla, una para el Campo de Gibraltar y la otra para el resto de la provincia. También era cabecera de una comandancia general de Marina, que comprendía las provincias litorales de Cádiz, Canarias, Huelva, Málaga y Sevilla. 
Una de las tres compañías de infantería citadas, integrada por cuatro secciones, fue inicialmente asignada a la provincia de Cádiz. Sin embargo, antes de que iniciara su despliegue y entrara en servicio se consideró que dicha unidad no estaba adecuadamente dimensionada para actuar en una zona tan compleja como la gaditana. Sobre todo en el Campo de Gibraltar, considerándose más conveniente el empleo de fuerzas de caballería. 
Por tal motivo, el 20 de diciembre siguiente se dictó una nueva real orden. De acuerdo con la misma, se sustituyó en la provincia de Cádiz una de las secciones de infantería, que pasó a incrementar la fuerza de la provincia de Córdoba, por otra de caballería, que a su vez fue detraída de la de Sevilla, donde ya había comenzado a prestar servicio.
Para el mando de los 140 hombres que aproximadamente componían la compañía gaditana se había nombrado por real orden de 17 de septiembre de 1844, dimanante del Ministerio de la Guerra, como primer capitán de la Guardia Civil, al que hasta esa fecha era 2º comandante efectivo de Infantería José María de Cisneros Lanuza, antiguo oficial de artillería y que tenía reconocidos los grados de teniente coronel y coronel. 
Como jefe de la sección de caballería, compuesta por una treintena de efectivos, y que desplegaría rápida y eficazmente en el Campo de Gibraltar, se designó al alférez Juan Morillas Casas, cuya interesantísima biografía militar será objeto de un próximo capítulo. Estableció finalmente su cabecera en San Roque, en vez de la ciudad de Algeciras que era donde inicialmente estaba previsto, permaneciendo al frente de la Guardia Civil en la Comarca durante una década.


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