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miércoles, 10 de septiembre de 2025

LA GUARDIA CIVIL EN ALGECIRAS (IV). PRESENTACIÓN OFICIAL EN LA PROVINCIA DE CÁDIZ.


Artículo escrito por Jesús Núñez y publicado en "EUROPA SUR" el 30 de junio de 2025, pág. 11.


El original está ilustrado con una fotografía en blanco y negro.


 

La magnífica impresión que causó entre el público asistente a la primera revista de la fuerza del nuevo Cuerpo de la Guardia Civil, pasada el 5 de enero de 1845 en la capital gaditana, presidida por el brigadier Manuel Lassala Solera, jefe superior político de la provincia, antecedente histórico de las figuras del gobernador civil y actual subdelegado del Gobierno en la provincia, quedó reflejada entonces en la prensa local.

En la tercera página del periódico gaditano “El Comercio”, publicado un día después, podía leerse lo siguiente, entre otros párrafos sobre el primer acto institucional de la Benemérita en Cádiz: “Se halla bajo un pie brillante, perfectamente equipada y en el mejor estado de disciplina: sus individuos han sido sacados todos de los cuerpos del ejército: es gente robusta y escogida, y no dudamos que con su conducta irreprehensible sabrán dar importancia y brillo a una institución que, apenas creada, ha empezado a producir en muchos puntos del reino ventajas considerables”.

A continuación el artículo relataba la emotiva alocución que el brigadier Lassala había dirigido a aquellos guardias civiles que se mantenían en posición militar de firmes, “inculcándoles los deberes que están llamados a cumplir”, y recordándoles que el Cuerpo al que pertenecían, “es un elemento de protección para todos los ciudadanos, y que debe por lo mismo amparar y defender las propiedades, el orden, la paz, todo lo que ofrece seguridad y reposo a los pueblos y a las personas”. Finalizó sus palabras afirmando que sería inflexible con aquellos guardias civiles que se apartasen de sus deberes. La experiencia padecida en las instituciones de seguridad pública anteriores, planeaba entonces sobre la conciencia de todos. La rígida disciplina militar sería una característica fundamental en dicho Cuerpo, muy diferente de los que le habían precedido.

En la crónica periodística se terminaba diciendo que era de desear que “la fuerza existente en Cádiz se aumente pronto hasta el número que debe tener”, lo cual indicaba que la plantilla inicialmente prevista no estaba todavía completa. Su fundador, el duque de Ahumada, no quería completar la plantilla con cualquier personal, sino que ingresasen los mejores y que tuvieran el honor como principal divisa. 

También se animaba en dicho artículo a los licenciados del Ejército, que reunieran los requisitos reglamentarios, para que solicitasen su ingreso en la Guardia Civil, “donde hallarán un puesto honroso que está considerado un premio debido a los que han tenido ocasión de ser útiles a su patria en el servicio más activo del ejército”.

Sobre esta falta parcial de personal y la invitación animosa a los licenciados, hay que destacar que ya se había remitido el 16 de octubre de 1844 un escrito desde la secretaría de estado y despacho del Ministerio de la Guerra, al capitán general de Andalucía. Al objeto de que la organización del nuevo Cuerpo de la Guardia Civil, se llevase, “a efecto lo antes posible por el beneficio que de su institución debe reportar para la tranquilidad pública y el bien general”, debía invitarse, “por cuantos medios le sugiera su celo, a los soldados licenciados que existan en el distrito de la Capitanía general a su cargo, para que entren en dicho Cuerpo, con tal que reúnan las circunstancias requeridas al efecto”. 

Diez días más tarde, se trasladaba dicho escrito al comandante general de la provincia de Cádiz y éste a su vez al jefe político de la misma para su publicación, el 7 de noviembre, en el boletín oficial de la provincia. Los interesados debían remitir por conducto reglamentario la copia de su licencia absoluta, que con los correspondientes informes de conducta emitidos, se le hiciera llegar al coronel José de Castro, primer jefe del Tercer Tercio de la Guardia Civil, ubicado en Sevilla, y de donde dependía la fuerza de la Benemérita de la provincia gaditana, a cuyo frente estaba el primer capitán José María de Cisneros Lanuza.

Hay que significar que el acto público de la revista pasada el mentado 5 de enero de 1845 fue en realidad una ceremonia de presentación, por el representante político del Gobierno de la nación, ante la sociedad gaditana, del nuevo Cuerpo que iba a comenzar a velar por la seguridad de los habitantes de la provincia, tanto en el interior de las poblaciones como en los caminos.

No en vano, la Guardia Civil era verdaderamente aquella “fuerza especial destinada a proteger eficazmente las personas y las propiedades”, que ya se había propuesto en el real decreto de 26 de enero de 1844, al objeto de llenar el gran vacío que existía y se reconocía expresamente en el ámbito de la seguridad pública del Estado.

Se trataba realmente de la primera fuerza de orden público y seguridad del Estado, nacida con verdadera vocación de permanencia y futuro, aprendidas las lecciones anteriores, fallidas más por intereses políticos que por otras razones, y por la que el gobierno de la nación apostaba con toda firmeza, no dando concesión alguna a posibilidad de fracasos como los sufridos en el pasado.

Es por ello, que el jefe político de la provincia, cuya procedencia militar debió seguramente fortalecer su convicción en la responsabilidad y éxito de la nueva herramienta de seguridad pública que se ponía en sus manos, puso todo su empeño en darla a conocer y apoyarla pública y oficialmente. No es de extrañar que posteriormente fuera gobernador militar de Cádiz y capitán general de Sevilla, entre los diversos e importantes cargos que tuvo.

El 6 de enero de 1845 la Guardia Civil volvió a acaparar nuevamente la atención del público gaditano, siendo elogiada expresamente a la mañana siguiente por la prensa local, destacando nuevamente lo publicado por “El Comercio”, cuya crónica sería reproducida una semana después en la Gaceta de Madrid. Esta vez fue con ocasión de la ya mentada gran parada militar de todos los cuerpos de la guarnición de la plaza, que se había celebrado con motivo de la Pascua Militar, festividad instaurada en 1782, por Carlos III con ocasión de la reconquista de la isla española de Menorca a los ingleses.

(Continuará).

 

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