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viernes, 20 de mayo de 2016

172 AÑOS VELANDO POR EL ORDEN Y LA LEY

CLXXII Aniversario de la Fundación de la Guardia Civil (1844-2016).

Artículo escrito por Jesús Núñez y publicado el 13 de mayo de 2016 en "EUROPA SUR", pág. 10; DIARIO DE CÁDIZ, pág. 14; y DIARIO DE JEREZ, pág. 31.

El original está ilustrado por una fotografía en blanco y negro.

El mismo año de publicación de su acta de nacimiento, en 1844, se encontraba ya asentada con tres secciones de Infantería en Cádiz, Jerez y Medina Sidonia, más otra de Caballería en Algeciras.

Hoy, viernes 13 de mayo de 2016, se cumplen 172 años de la creación del benemérito Cuerpo de la Guardia Civil, la institución española de seguridad pública más antigua, con mayor demarcación territorial y número de efectivos desplegados dentro y fuera de nuestras fronteras.
Son 172 años de historia ininterrumpida a través de un más que dilatado periodo de tiempo a caballo de tres siglos, en el que se han ido sucediendo toda clase de sistemas y régimenes políticos.
En estos tiempos que todo es tan efímero, se trata realmente de una proeza que no puede entenderse sin conocerse su historia, pues sus orígenes son los sólidos cimientos sobre los que se levanta una de las instituciones más valoradas a lo largo del tiempo por los españoles.
Si bien es cierto que la Guardia Civil nació en la mitad del siglo más convulso de la historia de España, más verdad es aún que se trata del cuerpo de seguridad más antiguo.
No sólo no desapareció ni se abolió o disolvió como el resto de cuerpos de la época, sino que consiguió mantener incólume su identidad corporativa, y lo que es más importante, sus valores y principios fundacionales, sin dejar por ello de evolucionar y modernizarse.
La Guardia Civil nació en el momento que España más lo necesitaba. Desde la finalización de la Guerra de la Independencia contra el invasor francés, todos los proyectos para crear una fuerza policial de seguridad pública, con ánimo de implantación estatal, habían ido fracasando.
El país padecía cada vez más altos niveles de inseguridad ciudadana y las fuerzas del Ejército y de Milicias dedicadas a la persecución de delincuentes en poblaciones y caminos, no conseguían solucionar tan grave problema.
La situación llegó a tal extremo que el ministro de la Guerra, Manuel de Mazarredo, dirigió el 31 de diciembre de 1843, al ministro de Gobernación, José Justiniani, la siguiente carta:
Siendo contínua la diseminación en que se encuentra la mayor parte de las tropas de Infantería, Caballería y Milicias, a causa de la persecución de ladrones y malhechores de todas especies a que están constantemente destinadas en innumerables partidas y destacamentos, en términos de no poder atender como conviene al servicio de las guarniciones …; se hace preciso tratar de remediarlo, lo cual pudiera hacerse por medio de una fuerza pública que bajo dependencia inmediata del Ministerio de la Gobernación del digno cargo de V.E. y con la denominación que fuese más adecuada, se organizase convenientemente, relevase a las tropas de aquel servicio y se encargase de él en todos los pueblos, caminos y demás puntos de la superficie de la península”.
Es decir, no existía entonces un cuerpo policial en España que garantizara la seguridad pública y se estaba pidiendo, exigiendo más bien, su creación.
Fruto de esa imperiosa necesidad se dio poco después, el primer paso serio y con vocación de solucionar el problema. El gobierno de Luis González Bravo creó por real decreto el 26 de enero de 1844, en el seno del Ministerio de Gobernación, el Ramo de Protección y Seguridad.
En el inicio de su exposición de motivos, no dejaba duda alguna sobre la preocupación del gobierno por el principal problema de la época: “la libertad civil, expuesta de continuo a los amaños y violencias individuales, no puede subsistir con firmeza sin la tutelar vigilancia y sin el robusto apoyo de la autoridad solícita y vigorosa del Gobierno”.
Aunque se asumía que los lamentables antecedentes que en España había ofrecido la organización del ramo de seguridad, dando lugar a la supresión, mediante real decreto de 2 de noviembre de 1840, de la policía entonces existente, era indispensable que el gobierno pudiera “velar eficazmente por las personas y los bienes de todos”.
Consecuente con ello, comenzaba su articulado, decretando que el servicio de protección y seguridad pública estaría exclusivamente a cargo del ministerio de Gobernación y finalizaba, disponiendo que el ministro debía proponer, “con la urgencia que el servicio público reclama, la organización de una fuerza especial destinada a proteger eficazmente las personas y las propiedades, cuyo amparo es el primer objeto del ramo de protección civil”.
Esa fuerza especial no sería otra que la Guardia Civil, pues no existía entonces en España otro cuerpo policial de ámbito y despliegue estatal. Así, tan sólo dos meses después, el 28 de marzo, se dictó un real decreto que disponía la creación del “Cuerpo de Guardias Civiles”. El mérito de tal denominación se debió a la jovencísima reina Isabel II, que tenía sólo 13 años de edad.
El nuevo cuerpo policial tendría carácter civil y dependería del ministerio de la Gobernación, “con el objeto de proveer al buen orden, a la seguridad pública, a la protección de las personas y de las propiedades, fuera y dentro de las poblaciones”, si bien, en cuanto a la organización y disciplina, dependería de la jurisdicción militar.
Tal y como rezaba el nuevo real decreto: “El Gobierno ha menester una fuerza siempre disponible para proteger las personas y las propiedades; y en España, donde la necesidad es mayor por efectos de sus guerras y disturbios civiles, no tiene la sociedad ni el Gobierno más apoyo ni escudo que la milicia o el Ejército, inadecuados para llevar este objeto cumplidamente o sin prejuicios”.
Tres días más tarde se comisionó al II Duque de Ahumada, Francisco Javier Girón y Ezpeleta, como director de su organización, el cual, tras estudiarlo minuciosamente, remitió el 20 de abril, a los ministros de Estado y de Guerra, un detallado informe en el que expuso con toda claridad y contundencia sus enmiendas y reparos al real decreto fundacional.
Fue tan convincente en su exposición y motivación que se le autorizó a redactar una nueva propuesta, la cual marcaría de forma indeleble en el tiempo la naturaleza militar del nuevo cuerpo, frente a la civil que inicialmente había sido concebida.
El 3 de mayo siguiente el teniente general Ramón María Narváez asumió la presidencia del Consejo de Ministros y la cartera del ministerio de la Guerra, apoyando firmemente la propuesta del duque de Ahumada.
Y fue tan así que tan sólo diez dias después, se dictó el real decreto de 13 de mayo de 1844, verdadera acta de nacimiento de la Guardia Civil, dejando sin efecto el anterior de 28 de marzo que nunca llegó a desarrollarse.
El nuevo cuerpo vió refrendada su naturaleza militar, quedando sujeto al ministerio de la Guerra por lo concerniente a su organización, personal, disciplina, material y percibo de sus haberes, y al ministerio de la Gobernación por lo relativo a su servicio peculiar y movimiento.
Antes de finalizar el año la Guardia Civil se encontraba ya asentada en las cuatro primeras poblaciones de la provincia gaditana. Tres secciones de infantería distribuidas en Cádiz, Jerez y Medina Sidonia más otra de caballería en Algeciras.
Tal y como había comunicado el jefe político de la provincia a los alcaldes, “la Guardia Civil es el brazo de protección y seguridad que el Gobierno ofrece al hombre honrado, y lo es de persecución y de temor para el delincuente y de mal vivir”. Desde entonces, 172 años velando por el orden y la ley.


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