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lunes, 30 de mayo de 2016

BERNABÉ LÓPEZ CALLE, UN GUARDIA CIVIL, JEFE DE LA AGRUPACIÓN GUERRILLERA “FERMÍN GALAN”.




Artículo escrito por Jesús Núñez y publicado en la Revista Oficial "GUARDIA CIVIL", núm. 728, correspondiente al mes de diciembre de 2004, págs. 74-77.

El original está ilustrado con cuatro fotografías en color y una en blanco y negro.

Fue reproducido en la Revista "El Hacho", núm. 11, págs. 12-14, correspondiente al año 2005.

Uno de los aspectos menos conocidos en la historia del Maquis es la presencia de antiguos guardias civiles formando parte de sus “partidas”. 
Esta es la historia del más destacado de ellos.

Durante la década de los años 40 y principios de los 50 del siglo pasado, nuestro Cuerpo se vio obligado a librar una guerra “silenciosa y silenciada” contra un enemigo nada convencional. Unos lo denominaron “Maquis” a semejanza del movimiento de resistencia francesa surgido contra la invasión alemana durante la 2ª Guerra Mundial mientras que otros lo llamaron “Bandolerismo. Actualmente la denominación que suele emplearse en los diferentes foros es el de “Guerrilla”, un vocablo por cierto bastante más español que el de “Maquis”.

Precisamente este año se ha cumplido el LX aniversario (1944-2004) de la “invasión” por el valle de Arán y que pretendió el levantamiento popular contra el régimen de entonces con el apoyo de los Aliados que se encontraban combatiendo a los alemanes al otro lado de los Pirineos. Sin embargo no se produjo ni lo uno ni lo otro y con el tiempo terminaron siendo abandonados incluso por sus propios dirigentes.

Entre los muchos aspectos poco conocidos de dicho periodo de nuestra historia, está la participación de guardias civiles al otro lado del monte, pero no integrando las famosas “contrapartidas” sino las mismas “partidas” de guerrilleros. Al igual que durante nuestra trágica Guerra Civil hubo miembros del Cuerpo a ambos lados de las trincheras, algo similar aconteció en la posguerra, aunque con una balanza mucho más descompensada.

La historia que hoy se aborda es la de uno de aquellos hombres, Bernabé López Calle -el “Comandante Abril”-, por cierto bastante atípico respecto al perfil de un antiguo agente del orden dada su militancia anarquista, y que llegó a ser el jefe de la Agrupación Guerrillera “Fermín Galán” que actuó entre las provincias de Cádiz y Málaga.

Sargento de Artillería y Guardia Civil de Caballería.

Bernabé nació el 30 de mayo de 1899 en la localidad malagueña de Montejaque e ingresó el 21 de febrero de 1921 en el Ejército para realizar el servicio militar obligatorio, siendo destinado al 4º Regimiento de Artillería Pesada en Córdoba, donde pronto destacó por sus aptitudes. Al año siguiente ascendió a cabo y dos más tarde al empleo de sargento al pasar a la Reserva, habiendo participado en las campañas de Marruecos.

Casado y con 25 años de edad, solicitó el 15 de septiembre de 1924 su ingreso en la Guardia Civil, “en clase de guardia 2º de Caballería con destino en cualquier Comandancia, con preferencia la de Málaga”, alegando como circunstancia especial “haber tomado parte en más de dos hechos de armas”. Los informes de antecedentes reservados adquiridos sobre su persona y familiares fueron favorables así como los recibidos del Ejército donde consta –en contra de lo habitual de la época- un buen grado de instrucción en lectura, escritura y aritmética, además de los propios en cuanto a disciplina militar y manejo del arma.

El 13 de diciembre se presentó en la comandancia malagueña –mandada entonces por el teniente coronel Antonio Ruiz Jiménez- donde fue sometido a examen consistente en dictado, lectura y diversas pruebas aritméticas que superó satisfactoriamente ingresando el 1 de febrero de 1925, siendo destinado a la Comandancia de Caballería del 21º Tercio de la Guardia Civil en Barcelona.

En la revista del mes de junio de ese mismo año fue trasladado con carácter forzoso a la Comandancia de Caballería del 4º Tercio en Sevilla, debiéndose encontrar bien en su nuevo destino ya que el 20 de septiembre renunció al derecho que tenía concedido para pasar al Escuadrón de Caballería de la Comandancia de Málaga.

En los años siguientes su expediente personal registra durante su actuación durante las tareas de extinción de un incendio, resultando lesionado. Los hechos ocurrieron el 27 de junio de 1929 con ocasión del siniestro sufrido en la fábrica de losetas de Manuel Barneto, sita en la población sevillana de Lora del Río, cuando bajo las órdenes de su comandante de puesto, el cabo Cristóbal Carranza Galván, “al subir a un tinglado que existe en la parte posterior de dicha fábrica el Guardia 2º Bernabé López Calle cayó a tierra produciéndose, según el médico D. Angel Miazza que en aquel sitio se encontraba y que lo reconoció, la dislocación del hombro derecho, manifestando el facultativo que por la carencia de medios para hacer la reducción, convendría fuese trasladado a esta Capital”.

Por otra parte, durante su destino en ese Tercio –mandado por el coronel Manuel Gómez García- su expediente personal recoge también un incidente por el que fue severamente sancionado, cuando prestaba provisionalmente sus servicios como ordenanza del teniente Ildefonso Martínez Gómez en la localidad de Lora del Río.

En la mañana del 11 de febrero de 1930, Bernabé, vestido de paisano –algo que tenían prohibido los guardias civiles de la época- se dirigió a la finca de “Las Lapas” donde se reunió con el guarda de la misma, Emilio Gómez Rodríguez, y un hijo de éste, provistos de escopetas para cazar furtivamente alguna pieza. 

Al no tener suerte se desplazaron al coto de “La Rejaquera”, donde fueron sorprendidos por el guarda jurado Juan Saldaña Recuero que estaba acompañado de Nicomedes Naranjo y de Lorenzo Vélez. Bernabé dio a conocer su condición de guardia civil y fueron autorizados a cazar los conejos que les aparecieran en su camino de salida de dicho coto, si bien no lo hicieron precisamente por el lado más corto. Pero poco después y en dicho rodeo, encontraron al citado guarda-jurado enzarzado a golpes con otro cazador que había sido también sorprendido furtivamente. Bernabé intervino para separarlos y restablecer el orden, quedando deacuerdo todos los presentes que dicho incidente sería olvidado sin más.

Sin embargo cuando al día siguiente el cabo comandante del puesto de Alcolea del Río se presentó de servicio por aquellos parajes, le faltó tiempo al guarda jurado del coto para contar el incidente. Incoadas las correspondientes diligencias ante el juzgado de instrucción por aquella agresión se localizó al mentado cazador que resultó ser un guardia municipal llamado Rafael Fernández Alvarez, mientras que el resto de los protagonistas fueron denunciados ante el juzgado municipal por una infracción a la ley de caza.

Conocida la condición de guardia civil de Bernabé, fue sancionado con un mes de arresto en calabozo ya que “ha cazado sabiendo que como individuo del Cuerpo le está prohibido incluso obtener licencia y abusar después de la autorización relativa que le concedió el que representaba al dueño y que con motivo de presenciar la lucha de un cazador con el guarda –sin poder intervenir como agente de la autoridad por que al cometer igual falta que los demás cazadores perdió la fuerza moral” así como trasladado a otro puesto, ya que ello no le originaría grave perjuicio, “toda vez que se encuentra en buena situación económica, y solamente tiene esposa y un hijo de corta edad”.

Hasta entonces Bernabé carecía de “nota desfavorable en su historial, observa buena conducta y merece igual concepto”. Tras cumplir el arresto de un mes en el calabozo fue trasladado al puesto de Trigueros en Huelva, “por haberse permitido cazar con varios paisanos”, según parte suscrito por su jefe de Comandancia, el teniente coronel Román Gómez Sánchez. Aquel castigo le decidió a solicitar que le fuera nuevamente concedido el derecho a pasar al Escuadrón de Caballería de Málaga.

En marzo de 1931 pasó por fin destinado allí, donde al mes siguiente le sorprendió la proclamación de la 2ª República, siéndole asignado el puesto de Antequera desde donde vivió sin mayor protagonismo todos los agitados y  turbulentos avatares del lustro siguiente hasta que el 18 de julio de 1936 se produjo la sublevación militar.

Guerra Civil y comandante del Ejército Popular de la República.

En los días siguientes, tras estar acuartelados bajo las órdenes del teniente Luis Muñoz Muruga que se mantuvo leal al gobierno de Madrid, guardias civiles y milicianos practicaron conjuntamente registros domiciliarios y detenciones entre los considerados desafectos a la República.

La actuación del propio Bernabé durante aquellas jornadas debió de ser clave según se desprende de una carta manuscrita suya, redactada en el frente de Madrid el 18 de diciembre de 1938 y dirigida al coronel Manuel Moreno Molina, presidente de la “Comisión Liquidadora de la disuelta Guardia Nacional Republicana”, (nueva denominación que se le había dado a la Guardia Civil en la zona gubernamental por Decreto del Ministerio de la Gobernación de 30-08-1936 y que por otro de 26-12-1936 fue disuelta y sus componentes pasaron a integrarse en el nuevo Cuerpo de Seguridad) a quien se dirigió en solicitud de certificación de su expediente personal para poder legalizar su situación y empleo ostentado ante el Ministerio de la Gobernación, ya que hace constar que “para premiar mi lealtad al Gobierno y a la causa del pueblo por cuyos hechos pidieron mi empleo de Capitán todas las organizaciones y partidos y de hecho me nombraron Jefe de todas las fuerzas militares y de milicias de aquella ciudad donde permanecí hasta la pérdida de ella y de toda la provincia de Málaga”.

El 20 de diciembre de 1938 -según certificación expedida por el capitán Ambrosio Rueda García, perteneciente al Cuerpo de Seguridad (Grupo Uniformado)- Bernabé ostentaba el empleo de “Mayor de Infantería en Campaña” (asimilado a Comandante) y se encontraba al mando del Batallón de Ametralladoras nº 17. El final de la contienda le sorprendió al frente de la 70ª Brigada Mixta de la que se hizo cargo tras el golpe del coronel Segismundo Casado López en Madrid y los encarnizados combates que hubo en marzo de 1939 entre anarquistas y comunistas.

Derrota, prisión y expulsión.

Detenido y conducido a Antequera se le instruyó por el teniente Pascual de Liñán, juez instructor del Juzgado Militar Permanente nº 16 de Málaga en Antequera, el procedimiento sumarísimo de urgencia nº 1.014-1939 por el delito de “Rebelión militar” y se decretó su prisión incondicional.

Por otra parte la Guardia Civil inició su propio procedimiento interno de depuración. Así el 24 de octubre de 1941 el Director General de la Guardia Civil, general de división Eliseo Alvarez Arenas, ordenaba a la Comandancia de Málaga, la instrucción de una “información depuradora para esclarecer la actuación y conducta que observara durante el dominio rojo”. El día 23 de diciembre el Director General acordaba “su expulsión de las filas del Cuerpo”.

Pero los asuntos pendientes de Bernabé con la justicia militar no habían finalizado todavía pues el 18 de mayo de 1942 el capitán general de la 3ª Región (Valencia), comunicaba a la Dirección General del Cuerpo que el juzgado militar nº 2 de dicha plaza había comenzado la instrucción del procedimiento nº 249-V-42, a la vez que por una parte se solicitaba su situación y destino, ya que se ignoraba su domicilio, informándose de que “dicho individuo tuvo su actuación en los primeros días del Glorioso Movimiento Nacional por los pueblos de Jimera de Liva (Málaga), Jimena y San Roque (Cádiz), siendo hermano de un tal Pedro que actuó por las sierras de Ronda con el bandido Flores Arocha, que era Teniente, habiéndose replegado al avance de las Gloriosas Fuerzas Nacionales hacia Málaga y después a Almería, desconociéndose más antecedentes del mismo”.

Por último el 7 de octubre de 1942 se incoó procedimiento sumarísimo nº 742 por el Juzgado Militar Eventual nº 7 de Ronda por el supuesto delito de asesinato cometido en diciembre de 1936 en Cartajima (Málaga) en la persona del falangista Blas Becerra García, entre cuyos encartados estaba Bernabé por haberlo entregado a los milicianos.

Jefe de la Agrupación Guerrillera “Fermín Galán”.

Ante la posibilidad de ser encarcelado Bernabé desapareció el 6 de abril de 1943 de su domicilio de Montejaque y se echó al monte como “guerrillero” acompañado de su hijo Miguel López García –próximo a realizar el servicio militar obligatorio- siendo declarado rebelde y publicada su requisitoria.

Bernabé tras varios años de vicisitudes con una “partida” anarquista que actuaba entre la zona del Campo de Gibraltar y la Serranía de Ronda, terminaría por unirse en febrero de 1949 –tras tres años de diversos contactos- con la agrupación comunista “Stalingrado” que lideraba Pablo Pérez Hidalgo (a) “Manolo el Rubio”, quien había tenido como segundo suyo de plena confianza a otro antiguo guardia civil llamado José Chicón Martínez, aunque éste finalmente terminó por entregarse a sus antiguos compañeros. De dicha unión surgió la efímera “Agrupación de Guerrilleros Fermín Galán”. Bernabé fue nombrado jefe de la misma mientras que Pablo lo fue del “Estado Mayor”.

Todas las vicisitudes –no exentas de muertes, atracos, secuestros y enfrentamientos armados- serían recogidas en dos importantes documentos: “Resumen del problema de Bandolerismo en la demarcación de la 237ª Comandancia de la Guardia Civil de Cádiz desde el año 1947 al 1950”, y muy especialmente el extenso “Informe sobre Bandolerismo” emitido por el teniente coronel Roger Oliete Navarro, jefe de la expresada Comandancia y emitido el 25 de marzo de 1952, “en cumplimiento a lo ordenado por la Dirección General del Cuerpo, en Nota Informativa, número 90, de la 2ª Sección de Estado Mayor, de fecha 12 de enero de 1952”.

Traición y muerte en el monte.

En la noche del 30 de diciembre de 1949 la suerte cambió funestamente para Bernabé. Este se había desplazado junto a seis de sus hombres con la idea de secuestrar a Francisco Sánchez Sánchez, dueño del cortijo “Linares” y de Luis Lara Gerona, dueño del cortijo “Jurado”. 

Uno de aquellos, Francisco Fernández Cornejo (a) “Largo Mayo”, que había abandonado el campamento guerrillero con el pretexto de buscar comida, se presentó en la casa-cuartel de Medina Sidonia para delatar a su jefe y resto de compañeros de la partida. 

Por su esposa supo que la Guardia Civil se había presentado varias veces en su domicilio para prometer que si entregaba no le ocurriría nada. Anteriormente el 26 de febrero de 1945, su hermano Juan había sido detenido como cómplice del atraco a la finca “Alquería” acontecido el 28 de enero de ese mismo año y el 13 de marzo de 1946, su hermano José (a) “El Chiquito” había resultado muerto en un enfrentamiento con fuerzas del Cuerpo en la finca “Charco Dulce” y no quería terminar como ellos.

Inmediatamente se dieron las órdenes oportunas para establecer bajo el mando del teniente José Giraldo González, “Jefe de los Servicios de Represión de Bandoleros”, un dispositivo de cerco en la zona del “Cerro de la Atalaya” y concretamente en el paraje muy intrincado y de difícil acceso conocido por el “Haza del Cabezón” –donde estaba instalado el campamento guerrillero- con fuerzas de la Guardia Civil de dicha residencia, Benalup de Sidonia (Casas Viejas), Chiclana de la Frontera y Cádiz, siendo el propio “Largo Mayo”, vestido con uniforme de guardia civil para no ser reconocido, quien les guió hasta el mismo campamento.

Avistado el emplazamiento se inició al amanecer el ataque con el lanzamiento de varias granadas de mano seguido de abundante fuego de fusilería y subfusil. Los “guerrilleros” respondieron inmediatamente y durante varios minutos, aprovechando parte de ellos la confusión surgida para huir. Juan Ruiz Huercano (a) “El Capitán” cayó muerto al inicio por la metralla de las granadas y Bernabé a pesar de ser alcanzado por alguno de los disparos siguió defendiéndose haciendo fuego con una pistola hasta caer también muerto.

El resto de la partida –Miguel López García (a) “Joselillo” y “Darío” que terminó siendo asesinado de un disparo en la cabeza el 17 de noviembre de 1950 en la localidad gaditana de Zahara de la Sierra por Manuel Palma Mesa (a) “El Bigotes”, que también terminó delatando a sus compañeros, Juan Toledo Martínez (a) “Caracoles”, Alfonso Sánchez Gómez (a) “Potaje” y Juan Francisco Domínguez Gómez (a) “Pedro de Alcalá”- había huido aprovechando la confusión del combate y la accidentada orografía de la zona.

Los cadáveres de Bernabé y Huercano fueron trasladados esa misma mañana del día 31 hasta la localidad de Medina Sidonia en cuyo cementerio fueron enterrados posteriormente en una fosa anónima. 

Su inscripción en el registro civil de Medina Sidonia por Antonio de Zárraga Gómez -secretario del juzgado municipal- no se produjo hasta el 10 de enero de 1950, siendo Tomás Gámez Cárdenas el juez sustituto. Dichas inscripciones fueron practicadas “en virtud de Orden del Teniente Juez Instructor del Juzgado Eventual de esta plaza, de la 237ª Comandancia de la Guardia Civil”, al haber fallecido “a consecuencia de tiroteo sostenido con la Guardia Civil, según resulta del oficio de dicho Cuerpo”.

Respecto a “Largo Mayo” la Guardia Civil cumplió su promesa y no fue encarcelado ni sufrió castigo alguno, siendo autorizado, tras efectuar los trámites oportunos, a residir en el domicilio familiar, sito en la misma localidad, si bien continuó siendo confidente del Cuerpo hasta la desaparición del Maquis.


Desde entonces ha pasado más medio siglo y el antiguo guardia civil de Antequera que fue jefe de los “guerrilleros” forma ya parte de las leyendas que se cuentan por las sierras de Cádiz y Ronda.

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