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lunes, 11 de enero de 2021

LA HISTORIA DEL GUARDIA CIVIL JUAN SÁNCHEZ GÓMEZ.

LXXXVIII Aniversario de los Sucesos de Casas Viejas (1933-2021).

 


 Artículo escrito por Jesús Núñez y publicado en "DIARIO DE CADIZ" el 10 de enero de 2021, pág. 36; en "MELILLA HOY" el 13 de enero de 2021, págs. 14 y 15; y en "EUROPA SUR" el 15 de enero de 2021, pág. 16.


El original está ilustrado con una fotografía en blanco y negro. 



Los trágicos sucesos de Casas Viejas, acaecidos el 11 y 12 de enero de 1933, transcurridas casi nueve décadas, siguen siendo objeto de interés. Historiadores e investigadores han realizado en los últimos años importantes y trascendentales aportaciones sobre los hechos y las personas vinculadas con lo que nunca debió ocurrir. Pero lamentablemente sucedió y hoy día continúa dando para escribir, porque por mucho que se haya publicado quedan todavía muchas historias por contar.

 

Gracias a libros como los del periodista Tano Ramos (“El Caso Casas Viejas: Crónica de un insidia, 1933-1936)” y del recientemente fallecido profesor Salustiano Gutiérrez (“Los sucesos de Casas Viejas: Crónica de una derrota”), todos sabemos mucho más.

 

Por vinculación corporativa siempre me interesó conocer la intrahistoria de los más olvidados: los guardias civiles que se vieron envueltos y arrastrados en aquellos hechos, habiendo aportado mis conocimientos tanto a Tano como a Salustiano.

 

En su momento, y vamos ya para casi veinte años, comencé recuperando como historiador, la memoria de las primeras víctimas de los sucesos de Casas Viejas: los cuatro guardias civiles del pequeño puesto que existía en lo que entonces era una pedanía de Medina Sidonia. Resultaron muertos, a consecuencia de los disparos recibidos, el sargento Manuel García Álvarez y el guardia Román García Chuecos, así como heridos leves los guardias Pedro Salvo Pérez y Manuel García Rodríguez.

 

Ello no me hizo olvidar a los campesinos que fueron asesinados cuando se encontraban detenidos y esposados, ni dejar de investigar al principal responsable de aquel atroz crimen: el capitán de Artillería Manuel Rojas Feingespán, destinado en el Cuerpo de Seguridad y responsable de los guardias de asalto que fueron enviados a Casas Viejas para sofocar la revuelta anarquista.

 

Posteriormente, junto a Tano, descubrimos y pusimos en valor la figura del guardia civil Juan Gutiérrez López, uno de los miembros del benemérito Instituto que acudieron en auxilio del puesto atacado. Llevaba detenidos, en unión del guardia de asalto Luis Menéndez Álvarez, a Salvador Barberán Romero y José Rodríguez Calvente. El guardia Gutiérrez al apercibirse que ambos paisanos iban a ser asesinados como el resto, convenció a Menéndez para que los dejasen escapar, asegurándole que se trataban de buenas personas. 

 

Continué investigando las vicisitudes del grupo de guardias civiles que llegó a Casas Viejas y descubrí la historia de Juan Sánchez Gómez, destinado en el puesto de La Línea de la Concepción. En esa época sólo había una Comandancia de la Guardia Civil para toda la provincia. Su jefe era el teniente coronel Joaquín Fernández Trujillo.

 

Sánchez era uno de la treintena de guardias civiles que acudieron desde diferentes puestos bajo el mando del teniente Cayetano García Castrillón, jefe de la línea (sección) de La Línea de la Concepción, así como del sargento Rafael Anarte Viera, comandante del puesto de Alcalá de los Gazules.

 

El interés inicial por Sánchez vino motivado porque cuando se estaba celebrando la vista contra el capitán Rojas en la Audiencia Provincial de Cádiz, diversos periódicos publicaron que había declarado como testigo, que le había escuchado dar la orden de disparar contra los detenidos. “La Voz de Aragón”, “El Heraldo de Zamora”, “El Día de Palencia” o “El Ideal Agrario”, entre otros, así lo recogieron en sus ediciones correspondientes al 24 de mayo de 1934.

 

En cambio, otros diarios le dieron un perfil más bajo a su testimonio, calificándolo como similar al de otros guardias civiles y guardias de asalto que también habían prestado declaración. Esa diferencia en las crónicas se debía a que procedían de distintos corresponsales de las numerosas agencias y medios que siguieron in situ la celebración del juicio.

 

Lo que realmente dijo Sánchez al tribunal lo reflejó Tano en su libro. Declaró que patrulló y confiscó seis escopetas así como que los detenidos fueron llevados junto a la corraleta de la choza de Seisdedos. Allí estaban los restos de aquél y otras siete personas más junto al cuerpo inerte del guardia de asalto Ignacio Martín Díaz, muertos la madrugada del 11 al 12. 

 

El capitán les preguntó si reconocían los cadáveres, respondiendo uno de los detenidos que allí estaba su hija. Los guardias de asalto le respondieron que el uniformado era su hermano. Durante ese breve y tenso diálogo algunos detenidos lloraban y otros hacían ademanes agresivos a Rojas o lo miraban amenazadoramente. 

 

De repente, Sánchez escuchó primero un disparo de pistola y seguidamente una descarga, pero no la voz de fuego, cayendo todos los detenidos. Impresionado por lo sucedido, tuvo que replegarse sobre la pared de la choza para evitar que le alcanzara uno de los disparos. Ante el juez instructor había manifestado anteriormente que el capitán les señaló a los detenidos el guardia de asalto muerto y les dijo que lo habían hecho ellos; que en ese momento, con la pistola que tenía en la mano, Rojas disparó y también lo hicieron los guardias de asalto, pero no los guardias civiles. También declaró que vio como los guardias de asalto le quitaban las esposas de las manos a los muertos.

 

¿Pero quien era el guardia civil Sánchez y qué fue de él?. Había nacido en la localidad malagueña de Estepona el 3 de marzo de 1895. De oficio marinero y residiendo en Ceuta fue filiado como soldado voluntario el 11 de febrero de 1914 en la Compañía de Mar. Casado con Encarnación Canto Muñoz se presentó a los exámenes de la Guardia Civil, ingresando el 13 de abril de 1919. Destinado a la Comandancia de Cádiz fue encuadrado en el puesto de Jimena de la Frontera.

 

El 18 de diciembre de 1922 pasó al puesto de San Roque donde protagonizaría el 25 de noviembre siguiente un heroico acto benemérito por el cual sería condecorado con la cruz de 3ª clase de la Orden Civil de Beneficencia, con distintivo negro y blanco. El 7 de abril de 1927 le sería impuesta por el alcalde, José Fernández López, siendo sufragada por el consistorio municipal. 

 

La prensa de la época se hizo amplio eco de ello. En unión del guardia 1º Antonio Gallardo Galván, había salvado la vida a la menor Teresa Galán Ríos que se había caído al interior de un pozo de agua que tenía nueve metros de profundidad por tres de ancho. Inicialmente se arrojó Gallardo para rescatarla pero como él solo no podía, Sánchez se tiró también y fue éste prácticamente quien terminó salvando a los otros dos.

 

Desde julio de 1925 hasta febrero siguiente marchó concentrado a Melilla, participando en las campañas de Marruecos. Continuaría en San Roque hasta fin de julio de 1932 que pasó a La Línea de la Concepción. Con motivo del ataque anarquista sufrido por la casa-cuartel de Casas Viejas el 11 de enero siguiente, formó parte del contingente que acudió en su auxilio.

 

Por su actuación se le concedió el 5 de junio de 1933 la cruz de plata del mérito militar con distintivo rojo, pensionada con 12’50 pesetas mensuales, por cinco años. Apenas llegó a disfrutarla ya que falleció de neumonía el 27 de octubre de 1934 en el hospital militar de Algeciras.

 

 

 

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