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domingo, 19 de octubre de 2014

INFORME SECRETO. EL ARMAMENTO DEL EJÉRCITO ESPAÑOL ANTE LA 2ª GUERRA MUNDIAL (VII). EL REARME DEL PROTECTORADO, BALEARES Y CANARIAS.


Artículo escrito por Jesús Núñez y publicado en el nº 277 correspondiente al mes de julio de 2005, de la Revista "ARMAS", págs. 64-70. 
Los originales están ilustrados por seis fotografías en color, diez en blanco y negro y un dibujo en color.
 
Al estallar la Segunda Guerra Mundial se produjo la paradoja de que algunas de las zonas españolas que durante la Guerra Civil 1936-1939 no habían sido escenario de operaciones militares ni batallas, constituyendo parte de la retaguardia denominada nacional o facciosa, corrían el riesgo de convertirse en objetivos prioritarios para algunas de las potencias participantes en el conflicto.

Tal era el caso del Protectorado de España en Marruecos y el archipiélago canario, encuadrándose en el mismo grupo con nivel de amenaza similar, el archipiélago balear dada su estratégica posición en el Mediterráneo. En los tres casos coincidía además la misma servidumbre: se encontraban aislados de la Península y caso de que España entrase en guerra no podía garantizarse el correcto suministro logístico –vía marítima o aérea- en materia de armamento y municionamiento, entre otros recursos vitales.

Ello motivó que aquellos territorios se convirtieran en una de las primeras prioridades del Estado Mayor del Ejército con el objeto de dotar a las unidades allí desplegadas, entre otras necesidades, de las armas y pertrechos suficientes para sustentar su defensa frente a una amenaza o agresión extranjera.
El armamento del Marruecos español
Dicha zona incluía a estos efectos tanto nuestro Protectorado como las entonces plazas de soberanía de Ceuta y Melilla. Según un informe inicial suscrito el 15 de abril de 1940 por el general jefe del E.M.E., cuyo destinatario era el ministro Varela y que fue ampliado ocho días después, tenía completa la 1ª serie de armamento de Infantería, incluidos los incrementos de plantilla de las Banderas de La Legión de las Divisiones nº 92, 93 y 101 así como las Mehal-las Jalifianas, gracias al urgente envío de armas procedentes de las Maestranzas de La Coruña y Sevilla, la Fábrica de Oviedo y el Parque de Zaragoza, ordenado el día 6 de dicho mes.
La citada serie comprendía en principio tanto las armas ligeras (54.225 mosquetones y fusiles, 2.127 fusiles ametralladores y 804 ametralladoras) todas unificadas a 7 mm., como los morteros (510 de 50 mm., 156 de 81 mm. y una previsión de 24 de 120 mm., todavía no disponibles), las ametralladoras antiaéreas de 20 mm. (48 piezas) y los cañones antitanques de 37 y 45 mm. (30 piezas en total).
Además de todo ello se disponía en estado de funcionamiento en los parques de aquel territorio otros 14.892 fusiles y mosquetones (7.644 españoles de 7 mm., 6.478 rusos de 7’62 mm. y 770 italianos de 6’5 mm.), 312 fusiles ametralladores (4 españoles de 7 mm., 19 alemanes de 7’92 mm., 280 rusos de 7’62 mm. y 9 franceses de 8 mm.), 281 ametralladoras (184 españolas de 7 mm. y 97 rusas de 7’62 mm.) y 9 morteros (7 de 60 mm. y 2 de 81 mm.), amén de una amalgama de 10.669 fusiles y mosquetones, 178 fusiles ametralladores, 126 ametralladoras y 43 morteros, todos inútiles, de diversos modelos y nacionalidades pero que estaban pendientes de su arreglo y recomposición.
No obstante, dadas sus especiales circunstancias geográficas, por aquellas mismas fechas desde el E.M.E. se estaba estudiando “enviarles otra Serie completamente igual para repuesto en los Parques, bien entendido que no habría dificultad en cuanto a fusiles y ametralladoras, así como a morteros de 50 ó 81, pero si en cuanto a F.A, A.A. de 20 m/m y cañones antitanque se refiere”.
Sin embargo a la hora de la verdad y poder llevarlo a cabo, según una nota de 18 de junio siguiente, no pudo entonces completarse la serie “B”, faltando 5.200 fusiles y mosquetones para Ceuta así como 2.247 fusiles ametralladores para todo el Protectorado y plazas de soberanía, si bien se enviaron para paliar en parte dicho déficit un total de 20.000 anticuados fusiles franceses Lebel de 8 mm. y 12 millones de cartuchos para los mismos, procedentes de la Guerra Civil.
Respecto al armamento pesado la serie “A” estaba completa en los Regimientos de Artillería nº 30, 31, 32, 33, 34, 49 y 50, así como en el Grupo de Artillería Antiaérea independiente. Concretamente los cinco primeros estaban dotados de un Grupo de 65/17, un Grupo de 75/28 y un Grupo de 105/11 cada uno. Los dos últimos regimientos tenían un Grupo de 105/22, un Grupo de 155/13 y un Grupo de 75/27, mientras que el antiaéreo disponía de tres baterías de 75/36.
Para su refuerzo se había dispuesto el envío desde la Península de la serie “B” constituida por 15 baterías de 70/16, 15 baterías de 75/28, 15 baterías de 105/11, 6 baterías de 105/22, 6 baterías de 149/12 y 12 piezas de 155/13, encontrándose ya por aquellas fechas buena parte de ello en el Protectorado.
En resumen, en dicha zona, “con el Armamento portátil y Material de Artillería, se podrían organizar un total de 3 Cuerpos de Ejército de 3 Divisiones”, incluidas las armas en poder de las fuerzas Jalifianas.
Respecto al municionamiento, dadas también las dificultades de abastecimiento logístico desde la Península, en caso de que España entrara en guerra, también se había ordenado para entonces el envío de dos series completas de municiones para toda clase de armas, portátiles y pesadas.
Estas consistían un total de 1.491.120 cartuchos de 9 mm. largo para pistola, 103.446.100 cartuchos de 7 mm. para fusiles, fusiles ametralladores y ametralladoras, 516.300 granadas de mano y 1.004.518 disparos y granadas de diversos calibres para cañones y morteros.
También se prestó singular atención a las necesidades en materia de transmisiones (estaciones de radio, centralitas, teléfonos de campaña y cable) y de automovilismo, ordenándose el embarque a partir del 17 de abril (dos días después de emitirse el primer informe) de un centenar de camiones y una compañía completa de dicha especialidad, además de tres secciones de auto-algibes., gestionándose  “en estos momentos el envío de los auto-ametralladoras cañón que corresponden a los dos Regimientos de Caballería de Cuerpo de Ejército”.
El armamento de Baleares
El E.M.E. dispuso respecto al archipiélago balear que entre las unidades allí desplegadas y los parques de artillería debería disponerse de 5 series de fusiles y 3 series del resto del armamento, por lo que fue necesario enviar urgentemente 2.475 fusiles máuser, 345 fusiles ametralladores modelo O.C., 183 ametralladoras “Hotchkiss”, 34 morteros de 50 m., 34 morteros de 81 mm., 8 ametralladoras antiaéreas y 9 cañones antitanques, procedentes de las Maestranzas de Barcelona, Madrid y Sevilla, la Fábrica de Oviedo y los Parques de Valencia y Zaragoza.
Con ello y según un informe de 23 de abril el total de armamento que quedaba en Baleares era de 25.355 fusiles y mosquetones de 7 mm., 495 fusiles ametralladores de 7 mm., 372 ametralladoras de 7 mm., 111 morteros de 50 mm., 84 morteros de 81 mm., 54 ametralladoras antiaéreas de 20 mm. y 42 cañones antitanques.
En relación al armamento pesado, aunque se encontraba por aquel entonces en estudio el envío de la serie “B”, la serie “A” estaba ya completa en sus dos Regimientos de Artillería. En el nº 6 había un Grupo de 2 baterías de 105/22 y una batería de 155/13 mientras que en el nº 35 había un Grupo de 75/28 con 3 baterías, un Grupo de 105/11 con tres baterías en Ibiza, un Grupo constituido por 2 baterías de 105/22 y uno de 155/13. El Grupo de Artillería Antiaérea independiente tenía 3 baterías de 75/36.
Para la serie “B” se enviarían inicialmente 6 baterías de 75/27 modelo 1906, 4 baterías de 105/22 y 2 baterías de 155/13, para las islas de Mallorca, Menorca e Ibiza, procedentes de las Maestranzas de Barcelona, Burgos y Madrid así como de los Parques de Burgos y Madrid.
Dado que el armamento antiaéreo disponible era insuficiente y había necesidad de reforzarlo urgentemente, “según comunica el Ministerio de Marina ha salido de El Ferrol para Baleares una Batería A.A. de 8’8 Krupp que está en buen estado” Pero no es la única contribución de la Armada al Ejército en aquella zona, pues “en la Escuela de Aprendices de Marina de Soller hay 2 piezas A.A. de 75/46 Legionario que sin perjuicio de seguir prestando sus servicios en la Escuela de momento, quedarían a disposición del Ejército tan pronto fuera necesario. Marina piensa enviar otras dos piezas iguales a la misma Escuela”.
En resumen, en Baleares, “con el número de fusiles con que se cuenta se podrían organizar fuerzas equivalentes a 1 Cuerpo de Ejército, pero el número de Fusiles Ametralladores es tan escaso, que sólo corresponden, aproximadamente, a la dotación de 1 División. Igualmente la Artillería de Campaña de que dispone es la correspondiente a una División”.
Otra cuestión que también hubo que abordar urgentemente en esos días, por razones de vulnerabilidad logística en caso de guerra, fue el municionamiento para toda la variedad de armas allí existentes, ascendiendo a 5 series para municiones hasta pistola inclusive y 2 series para proyectiles de Artillería. Lo cual significaba el envío de 808.840 cartuchos de 9 mm. largo, 22.856.500 cartuchos de 7 mm., 121.000 granadas de mano y 258.650 disparos y granadas de diversos calibres para cañones y morteros.
En material de transmisiones las islas Baleares se encontraban bien dotadas “con la única excepción de los cables telegráficos y telefónicos cuya reparación se gestiona en estos momentos del Ministerio de la Gobernación, …, bien entendido que en caso de guerra este cable sería cortado fácilmente”. En cuanto al repuesto de material de la red militar, “se significa que todo el que dejó la Legión Cóndor está en nuestras manos en el Archipiélago, lo que constituye una reserva tranquilizadora”.
El armamento de Canarias
Además de completarse las plantillas correspondientes a las unidades desplegadas en el África Occidental (Ifni y Sahara) con armamento procedente de las Maestranzas de La Coruña y Sevilla, la Fábrica de Oviedo y el Parque de Zaragoza, el E.M.E. proyectó respecto al archipiélago canario, siete series más de fusiles y cinco series de fusiles ametralladores y ametralladoras, de la misma composición de la primera serie.
Según el citado informe de 23 de abril de 1940, se ordenó el envío urgente de 2.002 fusiles y mosquetones de 7 mm., 292 fusiles ametralladores de 7 mm., 20 ametralladoras de 7 mm., 7 cañones antitanques de 37 mm., 38 morteros de 50 mm. y 1 mortero de 81 mm.. Con ello se logró en Canarias que la Serie “A” alcanzara un total de 9.540 fusiles y mosquetones, 397 fusiles ametralladores, 128 ametralladoras, 17 cañones antitanques, 81 morteros de 50 mm. y 25 morteros de 81 mm. Sin embargo en el referido informe no se reseña el detalle de la munición remitida, ignorándose las causas de ello.
Respecto a las existencias de material de artillería de campaña en el archipiélago canario, éste se reducía a un total de 4 piezas de 105/11, 20 piezas de 105/22, 8 piezas de 155/13 y 16 piezas antiaéreas de 75/36.
La situación en Canarias era realmente precaria, pues durante la Guerra Civil apenas se había cuestionado su defensa ya que estuvo alejada de las zonas de operaciones. Ahora, ante el riesgo de convertirse en objetivo prioritario en la 2ª Guerra Mundial, la realidad era que en aquellas islas “se podrían organizar, escasamente, fuerzas equivalentes a 2 Divisiones, si bien, la dotación de Artillería que le correspondería sería muy reducida”. 
 (Continuará)


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