LXXV aniversario (1928-2003)
Artículo escrito por Jesús Núñez y publicado en "DIARIO DE CADIZ" y "DIARIO DE JEREZ" el 11 de febrero de 2003, pág. 50.
El original está ilustrado por una fotografía en blanco y negro.
El emblemático teatro jerezano se
inauguró el 11 de febrero de 1928.
Siete décadas y un lustro pueden parecer
mucho pero para algunos es como si hubiera sido ayer. Así lo demuestran desde
su retiro madrileño dos testigos excepcionales, no sólo de la noche de su
inauguración, sino también de los trece meses que duró su construcción.
Se tratan de Miguel y su hermana María
Antonia Garrido Molina, hijos de Luis Garrido Martín, constructor del histórico
teatro, que camino de los 96 y 93 años respectivamente, recuerdan multitud de
anécdotas. No en vano su construcción supuso también un importante cambio en
sus vidas ya que tuvieron que venir desde Madrid a vivir a Jerez, donde
permanecieron varios años, repartidos entre el hotel “Los Cisnes” y una
vivienda particular.
La construcción del Villamarta
Conocido es por todos que el origen del
teatro se debe a un regio consejo que Alfonso XIII dio a Alvaro Dávila y
Agreda, Marqués de Villamarta, durante una de sus visitas a la ciudad, en el
sentido de que un lugar de la categoría de Jerez, debía contar con un singular
edificio para tales actividades.
Aquello germinó y el aristócrata cedió un
terreno de su propiedad, sito en la céntrica plaza de Romero Martínez,
terminando por sufragar el coste de su edificación. Tras desecharse algunos
proyectos, dado lo excesivamente caros que resultaban para la fortuna del
mecenas, se terminó por seleccionar el del arquitecto vízcaino Teodoro de
Anasagasti y Algán, más económico pero no por ello menos original.
El 10 de enero de 1927 se colocó la primera
piedra en un acto que fue presidido por el jerezano y jefe del gobierno, Miguel
Primo de Rivera y Orbaneja, quien estuvo acompañado de las autoridades
políticas, militares y religiosas de la época así como de numerosos jerezanos.
Las obras se adjudicaron al constructor Luis
Garrido Martín, natural de Ocaña, pero afincado en Madrid, donde había
levantado el Casino y el Real Cinema. Si bien contrató a numerosos obreros de
Jerez, trajo consigo a un nutrido grupo de especialistas de Madrid y de Oviedo
que habitualmente trabajaban para él.
Se trabajó mucho y muy duro, día y noche,
utilizándose incluso luz artificial, siendo la duración de las obras realmente
breve para un edificio de esas características y esos tiempos, pues tan sólo se
emplearon trece meses. Su coste total fue una fortuna para la época, ya que
alcanzó la cantidad de 1.158.443 pesetas con 15 céntimos.
Lo último que Mª Antonia Garrido recuerda
que se instaló en el exterior del teatro fue un pararrayos que, dada la intensa
lluvia que caía aquel día, nadie se atrevía a colocarlo por lo que al final
tuvieron que hacerlo su padre y su hermano Miguel en medio de los aplausos de
los presentes.
La noche de la inauguración
Si bien se había invitado al rey Alfonso XIII
para el estreno, diversas causas impidieron su presencia, siendo no obstante
representado por el general Primo de Rivera que acudió acompañado de un nutrido
séquito de autoridades provinciales y locales.
La fecha finalmente escogida fue la del 11
de febrero de 1928 y las obras seleccionadas fueron las zarzuelas “La
viejecita” y “El huésped del sevillano”, siendo muy aplaudidas por el numeroso
público asistente, entre los que se encontraban, por mediación de Luis
Garrido, todos los que habían participado en su construcción, pues como lo
recuerdan sus hijos, era muy paternal con sus trabajadores, habiendo ayudado a
bastantes de sus familias.
La tarde anterior, Miguel Garrido, que fue el
más fiel ayudante de su padre durante la construcción del teatro, recuerda como
acompañó a éste en la minuciosa visita que el jefe del gobierno realizó al
edificio en compañía del arquitecto y del marqués de Villamarta. Primo de
Rivera se interesó hasta por el más mínimo detalle, quedando muy satisfecho y
felicitando expresamente al aristócrata por su mecenazgo, a Anasagasti por su
diseño y a Garrido por su construcción.
A la grandiosa noche del estreno asistió el
todo Jerez, compartiendo palcos de honor el presidente Primo de Rivera, el
ministro de Fomento, el alcalde de Jerez, los gobernadores civil y militar de
Cádiz, entre otras autoridades, junto al marqués de Villamarta, el arquitecto
Anasagasti y el constructor Garrido a quien acompañaba como siempre su hijo
Miguel.
En un palco de la planta superior, según
recuerda Mª Antonia Garrido, que entonces tenía 17 años, estaba con su madre
Benita Molina Bravo y su tía Eusebia, junto a otras señoras y señores de la
sociedad jerezana, siendo este el primer acto social al que asistía en su vida.
Ante el nuevo teatro se encontraba estacionada una larga comitiva de coches y
carruajes pertenecientes a los ilustres visitantes así como gran cantidad de
jerezanos que aunque no pudieron entrar por imposiblidad material de ello, se
agolparon en su exterior para ser testigos del histórico evento.
El paso del tiempo
Tanto Miguel como Mª Antonia, continuaron
viviendo un par de años más junto a sus padres y demás hermanos en Jerez, donde
la empresa paterna se dedicó durante ese espacio de tiempo a instalar con
materiales traidos expresamente desde Madrid, hermosos y modernos cuartos de
baño en el interior de las viviendas de la alta sociedad local, ya que hasta
entonces la mayor parte los tenía alejados de dormitorios y salones. Mª Antonia
también recuerda todavía como más de un ilustre apellido de la ciudad dejó de
pagar alguna que otra factura a su padre.
Transcurrido un tiempo, Garrido regresó con
su familia, ayudantes y operarios a Madrid, si bien por ello no dejaron de
visitar siempre que pudieron el teatro Vilamarta, compartiendo así el orgullo
de todos los jerezanos por tan singular edificio.
Una de sus nietas, Inés Calvo Garrido, se
casó con un gaditano vinculado a una familia bodeguera jerezana, y su
primogénito que es quien escribe estas líneas, sería testigo de su esplendorosa
reinauguración el 21 de noviembre de 1996, tras un periodo de diez años de
triste cierre.
El último de los descendientes
de Luis Garrido Martín en volver al interior del Villamarta fue recientemente
su pequeña tataranieta María de la Estrella, alumna de primaria que asistió
-con emoción contenida pues ya conocía la historia familiar- junto a su clase a
una representación teatral infantil. ¡Ojalá qué muchas más generaciones sigan
asistendo a tan emblemático monumento cultural jerezano!.
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