Artículo escrito por Jesús Núñez y publicado en "LA VOZ DE CADIZ" el 21 de abril de 2005, pág. 30.
El original está ilustrado con un dibujo en blanco y negro.
El pasado 14 de abril, coincidiendo con el LXXIV aniversario de la proclamación de la Segunda República -y no por casualidad- la joven historiadora e investigadora Alicia Domínguez presentó su obra "El verano que trajo un largo invierno", fruto de su brillante tesis doctoral, calificada con sobresaliente cum laude por unanimidad, sobre la represión político-social que se padeció en Cádiz, San Fernando y Puerto Real entre los años 1936 y 1945.
El escenario escogido para tan emotivo acto –y nunca mejor dicho ya que no faltaron lágrimas ni sollozos apenas contenidos por quienes tanto tiempo venían sufriendo en silencio- fue –y tampoco por coincidencia- la Diputación provincial, cuyo histórico edificio se convirtió en la calurosa tarde del 18 de julio de 1936, en el primer e involuntario protagonista del largo, duro y frío invierno gaditano a que se refiere la autora en su portada.
Editado por Quórum y publicado bajo formato de dos volúmenes de más de trescientas páginas cada uno, se acompañan de un CD que gracias a las nuevas tecnologías se pueden consultar los listados nominales de 13.485 personas que padecieron la represión de una u otra forma, con expresión de sus más variadas vicisitudes: depuraciones, detenciones, encarcelamientos, fusilamientos, incautaciones, investigaciones, procesamientos, etc.
La cifra de 13.485 es mucha cifra y mucha más cifra si recordamos que la victoria por las armas fue alcanzada por los sublevados en las tres ciudades citadas de la bahía gaditana en apenas veinticuatro horas. ¿Por qué tanta persecución, tanto odio, tanta sangre y tanto terror?.
Sinceramente creo que tan tremenda e irracional brutalidad, no hay verdadero católico -y en el bando de los vencedores supuestamente lo eran todos pues así se hacía constar expresamente en los correspondientes certificados que por aquel entonces se extendían- que lo pudiera aceptar o siquiera intentar justificar. La verdad es que cuando escucho comentarios intentando defender lo indefendible me da mucha tristeza y me hace reflexionar sobre lo poco que algunos han evolucionado en esta España democrática que hoy disfrutamos.
Por ello la lectura de la obra de Alicia Domínguez es altamente recomendable y muy saludable, no sólo para miles de familias gaditanas que tenemos parientes en esos casi interminables listas que ella ha confeccionado, con método y rigor, tras investigar y purgar durante años numerosos archivos, sino precisamente para quienes no tienen ni desean tener memoria histórica alguna o simplemente desconocen la verdad y terrible magnitud de lo acontecido.
En Cádiz y su bahía, al igual que en el resto de la provincia, la represión fue brutal y desproporcionada. Todavía no está cualificada ni cuantificada pero se está en ello y el trabajo de la autora constituye un buen ejemplo.
Estamos acostumbrados a escuchar las voces de quienes enseguida recuerdan los crímenes y tropelías de todo tipo cometidos también en zona republicana, y es verdad que ocurrieron –mi propia familia las sufrió, comenzando con mi abuelo paterno que yace en una fosa común de Mahón- pues las retaguardias siempre son cobardes y rastreras y ningún bando pudo sentirse orgulloso de las felonías cometidas precisamente por quienes eludieron arriesgar su vida en el frente.
Pero ni en Cádiz, San Fernando o Puerto Real, al igual que en la mayor parte de la provincia, hubo periodos de "dominación roja" que vengar. El conjunto y tipología de la represión ejercida en estas poblaciones gaditanas no tiene absolutamente nada que envidiar a aquellas zonas de España que permanecieron bajo el control de la República hasta el último momento. Como dice la autora fue una represión preventiva y no punitiva.
La principal diferencia genérica en esta materia estriba en que con el fin de la guerra civil no llegó la paz sino la victoria y con ella una despiadada represión que se prolongó en el tiempo alargando ese inhumano invierno que nunca debió comenzar. Y en Cádiz, San Fernando y Puerto Real, la victoria y … todo lo demás, llegaron demasiado temprano, concretamente el 19 de julio de 1936.
Por todo ello y para evitar que se cumpla la sentencia de que los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla, es muy bueno y necesario que obras como las de Alicia Domínguez vean la luz y se lean, por todos y no sólo por los que llevan mucho tiempo recordando y sufriendo en silencio.
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