Artículo escrito por Jesús Núñez y publicado en "DIARIO DE CADIZ" el 12 de octubre de 2014, pág. 20.
El original está ilustrado por dos fotografías en blanco y negro.
Creado el Cuerpo de la Guardia Civil por real
decreto de 13 de mayo de 1844, se procedió a atender aspectos tan vitales para
iniciar su andadura, como eran la recluta, selección, instrucción, organización
y despliegue de sus primeros hombres y las unidades territoriales en las que
serían encuadrados.
Transcurridos seis meses, se dispuso por real
orden circular de 25 de noviembre siguiente, la distribución del personal en
los diferentes Tercios, “para que marche
a cada Provincia la fuerza que en aquella le está asignada”.
El Tercer Tercio, con cabecera en Sevilla,
comprendía las provincias de Cádiz, Córdoba, Huelva y Sevilla, estando
compuesto por tres compañías de infantería y un escuadrón de caballería.
Una de las tres compañías de infantería,
integrada a su vez por cuatro secciones, fue inicialmente asignada a la
provincia de Cádiz, pero ya antes de que iniciara su despliegue y entrara en
servicio, se consideró que dicha fuerza no era la adecuada para prestar
servicio en una provincia tan complicada como ya era la gaditana, especialmente
en la zona del Campo de Gibraltar, donde se proveyó más conveniente emplear la
caballería.
Por tal motivo, se dictó una nueva real orden
circular de 20 de diciembre siguiente, mediante la que se sustituyó en la
provincia de Cádiz, una sección de infantería, que pasó a incrementar la fuerza
de la provincia de Córdoba, por otra de caballería, que a su vez fue detraída
de la de Sevilla.
Al frente de ellos había sido designado el primer
capitán de la Guardia Civil José María de Cisneros Lanuza, que si bien sus
orígenes eran extremeños, buena parte de su vida militar había transcurrido en
la provincia gaditana, habiéndose distinguido en diversas acciones de guerra,
con ocasión de los sitios de la ciudad de San Fernando y el castillo de Sancti
Petri en 1823.
Hasta bien entrado el mes de diciembre, el
capitán Cisneros permaneció en el campamento sevillano de Alcalá de Guadaira,
instruyendo al personal de su unidad, que pasó a constituir la 3ª Compañía del
Tercer Tercio. Una vez recibidos los uniformes y el armamento, se inició la
marcha hacia la capital gaditana.
Tras varios días de camino, acompañados de sus
familias, atravesaron las murallas de Puerta de Tierra y entraron por fin en
Cádiz, donde su llegada no pasó nada desapercibida, tal y como dejó constancia
la prensa local de la época.
El jefe superior político de la provincia, Manuel
Lassala Solera, pasó el 6 de enero la primera revista a la fuerza del nuevo Cuerpo
que había llegado a la capital a finales del mes anterior.
Dos días después, jornada anterior al inicio del
despliegue y primeros servicios que comenzó a prestar la Guardia Civil en la
provincia gaditana, dirigió un escrito a los alcaldes de las poblaciones en las
que se iban a instalar las primeras casas-cuarteles, así como en aquellas
localidades, en las que empezarían a ejercer su vigilancia.
Dicho escrito tuvo gran difusión, ya que no sólo
fue reproducido en el Boletín Oficial de la Provincia y por la prensa local,
sino incluso también por la propia Gaceta de Madrid, siendo a nivel nacional,
la primera noticia que se divulgó en dicho medio sobre el primer despliegue
territorial de una unidad provincial de la Guardia Civil.
Comenzaba diciendo que, “habiendo llegado a esta ciudad parte de la
guardia civil de infantería destinada a esta provincia, sale en el día de
mañana a desempeñar su importante servicio según y en el modo que al pie se
indica.”
A continuación de
dicho escrito, se detallaba la distribución orgánica y despliegue territorial
inicial de las tres secciones de infantería y la de caballería por la
provincia.
La 1ª Sección de
infantería pasó a establecerse en la capital, prestando su servicio en la misma
y extendiendo su acción hasta la ciudad de San Fernando.
Por aquel entonces, la
capital gaditana acababa de
quedar dividida, “para mejor servicio del
público”, en dos distritos de seguridad pública. El primero integrado por
los barrios de Extramuros, Merced, Pópulo, Escuelas y Correo, mientras que el
segundo, lo estaba por los de San Francisco y San Carlos, Cortes, Constitución
y Hércules, Hospicio, Palma y Libertad.
El escrito de Manuel
Lassala finalizaba dirigiéndose a los ayuntamientos de Cádiz, Jerez de la
Frontera y Medina Sidonia para que proporcionaran la oportuna casa-cuartel para
el alojamiento de las citadas secciones de infantería.
Ello era debido a que el
artículo 19 del real decreto fundacional de 13 de
mayo de 1844, establecía que los ayuntamientos de los poblaciones a que se destinasen
puestos fijos de la Guardia Civil, debían proporcionarles casas cuarteles en
que vivir con sus familias, si las tuvieran, dándoseles por el Estado el
correspondiente utensilio.
Tal y como quedó reflejado en la
prensa local, y concretamente en El
Comercio, en su edición correspondiente al 16 de enero de 1845, la primera
casa cuartel que se ubicó en la capital gaditana fue en unos locales que
formaban parte del Convento de San Francisco y de la Academia de Bellas Artes.
Parece ser que la cesión inicial
lo fue con carácter provisional y a instancias del citado jefe superior
político, hasta que se encontrara un edificio más acorde con las necesidades
operativas y logísticas, pero como solía ocurrir, dadas las que serían las
tradicionales restricciones, o mejor dicho, carencias presupuestarias, lo
temporal devino en permanente.
Allí se adecuaron tanto las
dependencias oficiales como las cuadras para los caballos y varios pabellones
para las familias, entre ellos el del jefe de la Guardia Civil en la provincia,
que pocos años después ya sería denominada Comandancia, nombre que hoy día se
sigue manteniendo.
Aunque el edificio estuvo ocupado
de forma permanente durante más de ocho décadas siguientes por la Benemérita
capitalina, la documentación de ese largo periodo la fue situando en la calle
Calvario (hasta 1868), la plaza Mina (hasta 1885) y desde entonces hasta su
desalojo, en el año 1929, en el número 1 de la calle Antonio López, fruto todo
ello de sucesivas remodelaciones y cambios de denominación del callejero.
El mal estado de habitabilidad de
la casa-cuartel, la falta de mantenimiento por carencia de presupuestos acordes
para ello, así como las constantes presiones que se venían ejerciendo desde
hacía más de una década por parte del ayuntamiento capitalino y el ministerio
de Instrucción Pública, al objeto de ceder el edificio para ampliación del
Museo Provincial de Bellas Artes y sobre todo de la Escuela de Artes, Oficios e
Industrias, terminaron por motivar finalmente su definitivo desalojo.
No obstante, y aún a pesar de que
en los últimos años se habían dictado diversas órdenes para ello, nuncan se
podían cumplimentar ya que no se encontraba otro edificio acorde para el
realojo, hasta que en febrero de 1929, pudo por fin alquilarse el ubicado en el
número 5 de la calle Conde O’Reylli.
Hay que precisar que desde años
antes y dado el aumento de plantilla que había venido experimentando la Guardia
Civil en la capital gaditana, había sido necesario que se fueran arrendando
otros inmuebles para instalar más dependencias oficiales y alojar a más
familias, tales como los edificios sitos en el número 14 de la calle Fermín
Salvaochea y número 1 de la calle Barrocal, ubicándose en esta última la
jefatura de la Comandancia.
A la Guardia Civil gaditana le
quedaban todavía muchos años de diseminación por el callejero de la ciudad.