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domingo, 29 de septiembre de 2024

LA GUARDIA CIVIL EN SAN ROQUE (CCXLI). LA REORGANIZACIÓN DE LA GUARDIA CIVIL (25).


Artículo escrito por Jesús Núñez y publicado en "EUROPA SUR" el 16 de septiembre de 2024, pág. 16.


El original está ilustrado con una fotografía en blanco y negro.

 

 

Una vez citados el teniente coronel y los dos comandantes que figuraban destinados en la 337ª Comandancia Mixta (Algeciras), según la “Escaleta de Generales, Jefes y Oficiales”, fechada el 1 de enero de 1945 y redactada por el Negociado Primero de la Sección de Personal de la Dirección General de la Guardia Civil, es necesario recordar quienes eran los oficiales de sus 10 compañías territoriales, incluido el puerto algecireño, de mucha menor dimensión que el actual pero siempre de una importancia vital para el Campo de Gibraltar.

Aunque no puede afirmarse la verdadera razón de ello, hay que decir que en dicha escaleta, al contrario de las anteriormente citadas, y en especial a la última mencionada, que correspondía al mes de mayo de 1944, no se hacía constar la localidad de residencia asignada en función del destino de cada interesado. En su lugar sólo se expresaba la Comandancia en la que cada uno se encontraba encuadrado. Puede haber varias explicaciones e interpretaciones al respecto, pero tampoco debe olvidarse que la Segunda Guerra Mundial todavía no había finalizado así como que el avance de los Aliados era inexorable y que su victoria se produciría tan sólo unos meses después.

Como todavía se seguía distinguiendo a los procedentes del Cuerpo de la Guardia Civil, cuyo ingreso era anterior a marzo de 1940, de los que provenían del desaparecido Cuerpo de Carabineros, se continuaba escalafonando en enero de 1945, en la primera parte de la “Escaleta”, a los oficiales de la Benemérita, como “de Rurales y Móviles”. Seguidamente se relacionaba a los del extinguido Cuerpo que en 1829 fundara el mariscal de campo José Ramón Rodil Campillo, y reconstituyera en 1842 el mariscal de campo Martín José de Iriarte Urdániz, que figuraban en dicha “Escaleta” de enero de 1945 como, “de Costas, Fronteras y Especialistas”. En tercera posición, y como consecuencia del desarrollo de la mentada ley de 15 de marzo de 1940, se escalafonaba a los nuevos oficiales subalternos que, bien de reciente ingreso y procedentes del Ejército de Tierra, o procedentes como antiguos suboficiales de Carabineros y de la Guardia Civil, habían sido ya ascendidos al empleo de tenientes de la Benemérita.

De tal manera, se encontraban en el primer grupo de dicha “Escaleta” los capitanes Francisco la Fuente Gonzalo (en los diferentes boletines oficiales consultados de esa época aparece su primer apellido como “Lafuente”), Juan Gallego Corbacho y Jacinto Escutia Saiz, así como el teniente Juan Casillas Aguilera. Hay que mencionar que a éste, hijo del Cuerpo y natural de la localidad gaditana de Ubrique, le había sorprendido el inicio de la guerra civil el 18 de julio de 1936 siendo el sargento comandante de puesto de Chiclana de la Frontera, uniéndose a la sublevación militar. En cambio, su hermano Manuel, también sargento pero comandante de puesto de Ubrique en la citada fecha, se opuso a dicha rebelión y “cooperó a la actitud y a la posición adoptada por el Jefe de su Línea”, junto al cabo Francisco Martín Ripollet, comandante del puesto de Carabineros en Ubrique. Ambos fueron condenados inicialmente en consejo de guerra celebrado por los sublevados, a la pena de reclusión perpetua con sus accesorias legales: “Por tener mando directo y personal sobre las fuerzas de sus respectivos Institutos ya que además como queda dicho no se asumió el mando local de estado de guerra por quien correspondía y aunque tuviesen dependencia o subordinación con respecto al Alférez Don Marceliano Ceballos (que sería condenado y fusilado en Cádiz por ser el de mayor graduación que se opuso a la sublevación) deben considerarse según criterio de sana interpretación militar como culpables del delito de rebelión militar en concepto de autores, estimándoseles como circunstancia notoriamente atenuante la relación jerárquica antes apuntada”. Hay que significar que nuestra trágica guerra civil está llena de casos similares de padres, hijos o hermanos y nuestra provincia no fue ninguna excepción.

En el segundo grupo, que era el más numeroso ya que como se expuso en capítulos anteriores, el principal problema del Campo de Gibraltar derivaba más del contrabando y del resguardo fiscal que de la seguridad ciudadana, razón por la cual se notaba el peso de los procedentes del antiguo Cuerpo de Carabineros, estaba compuesto por los capitanes Manuel Roza Gálvez, Antonio Giro Morcillo, José Gallego Bregante, Ángel Gil Sánchez, Dámaso González Sánchez, José González Cantón y Matías García Olivares, así como por los tenientes Arturo Santano Armida, Francisco Parrado González y Nicolás Bozal Bernat.

El tercer grupo de oficiales que figuraba en el mentado escalafón de enero de 1945 estaba conformado por los nuevos tenientes de la Guardia Civil, con arreglo a la mentada ley de 15 de marzo de 1940 y la citada orden de 27 de mayo de 1944. Se trataban de Miguel Trujillano Iglesias (procedente de Carabineros), Ángel del Yelmo Gamino (procedente de Carabineros), Juan Sánchez Vergara (procedente de la Guardia Civil), Juan Cruz Martínez Otaola (procedente de la Guardia Civil), Facundo Elvira Parpal (procedente de Carabineros), Santos Rivera Baguer (procedente de Carabineros), Martín Galante Peral (procedente de Carabineros), Manuel Martín Hernández (procedente de Carabineros), Crescencio Torés Pérez (procedente de Carabineros), Antonio Liñán Bernal (procedente de la Guardia Civil) y Victoriano Meco Rodríguez (procedente de la Guardia Civil). 

Sin olvidar por supuesto las principales y valiosas premisas establecidas en 1844 por el II duque de Ahumada, mariscal de campo Francisco Javier Girón Ezpeleta, al crearse la Guardia Civil, bien vale recordar también el primer párrafo de la disposición dirigida a los individuos “que aspiren al honor de servir en carabineros”, publicada el 11 de marzo de 1830 en la Gaceta de Madrid, antigua denominación del actual Boletín Oficial del Estado, por la entonces Inspección General de Carabineros de Costas y Fronteras: 

“El Rey nuestro Señor por su Real decreto de 9 de Marzo de 1829 tuvo a bien crear el cuerpo de carabineros de costas y fronteras, para que establecido sobre los principios de la disciplina y honor militar presentase una fuerza física y moral, capaz de reprimir el contrabando, que al paso que disminuye los productos de las rentas más pingües y menos gravosas del Estado, mantiene en una constante perturbación al comercio de buena fe, opone barreras insuperables a los progresos de la industria, y siendo causa por una parte de la miseria de multitud de familias, a quienes priva de los medios de trabajar, introduce por otra la desmoralización de costumbres, que tan directamente destruye la verdadera felicidad de los pueblos”.

Dicha disposición, de ámbito nacional, no dejaba de motivar un elevado sentimiento respecto al Campo de Gibraltar, dadas sus singulares características. De hecho, a partir de 1879, daría origen, como ya se relató en su momento, a disponer de su propia Comandancia de Carabineros. Y tras la desaparición en 1940 de tan benemérito Cuerpo, daría lugar a la única Comandancia de la Guardia Civil donde dicho Instituto tenía desplegada tan sólo una compañía que dependiendo de la Comandancia de Cádiz, velaba por garantizar lo que hoy día conocemos como seguridad ciudadana.  

(Continuará). 

 

 

sábado, 21 de septiembre de 2024

LA GUARDIA CIVIL EN SAN ROQUE (CCXL). LA REORGANIZACIÓN DE LA GUARDIA CIVIL (24).


Artículo escrito por Jesús Núñez y publicado en "EUROPA SUR" el 9 de septiembre de 2024, pág. 14.


El original está ilustrado con una fotografía en blanco y negro.


  

La consulta de la “Escaleta de Generales, Jefes y Oficiales”, fechada el 1 de enero de 1945, redactada por el Negociado Primero de la Sección de Personal de la Dirección General de la Guardia Civil y publicada por el “Taller-Escuela de Artes Gráficas de Huérfanos de la Guardia Civil” en Madrid, es muy interesante, pues lamentablemente no son muchos los documentos del Cuerpo que pueden consultarse de esa época. 

Además, no hay que olvidar que entonces se estaba disputando todavía la Segunda Guerra Mundial, aunque fuera ya en sus últimos meses, y que si bien España no estaba encuadrada en ninguno de los bandos contendientes, su línea gubernamental, aún a pesar de algunas modificaciones y variaciones, era bien conocida.

Sin olvidar tampoco que existía una estricta y severa censura oficial que afectaba a todo el territorio nacional así como al Protectorado de España en Marruecos y a nuestras posesiones en Guinea, Ifni y Sahara, hay que significar que cada zona vivió todo aquello con sus propias peculiaridades.

La zona del Campo de Gibraltar tuvo varias características principales durante ese periodo. Mencionaremos ahora sólo tres de ellas, si bien hubo otras muchas, además del espionaje, que tan atractivo puede resultar desde el punto de vista literario, pero que fue entonces de gran relevancia. 

Por una parte estaba la presencia y actividad militar de la colonia británica de Gibraltar. La mayor parte de su población civil fue evacuada y el Peñón en ocasiones fue bombardeado por los alemanes que llegaron a planear minuciosamente su conquista y ocupación militar, si bien fueron realmente los italianos los que realizaron los principales ataques, aunque fueron puntuales y contra objetivos militares concretos.

Por otra parte, el Ejército de Tierra español, además de potenciar sus servicios de inteligencia y contrainteligencia, en los que también participaron miembros de la Guardia Civil, reforzó militarmente toda esa costa, además de otras zonas del territorio nacional, y construyó numerosas casamatas de diversos tamaños, muchas de las cuales todavía pueden contemplarse, en mejor o peor estado de conservación, como mudos testigos de aquella época.

Y la tercera, fue el Cuerpo de la Guardia Civil. Amplió en más del doble el territorio y misiones de su nueva 337ª Comandancia Mixta del Campo de Gibraltar, con cabecera en la ciudad de Algeciras. Para ello se extendió además por zonas costeras y del interior que anteriormente habían pertenecido a las antiguas Comandancias de Carabineros y de la Guardia Civil, tanto de Cádiz como de Málaga. Si bien es cierto que últimamente se ha ampliado el conocimiento de lo acaecido, aún queda mucho por investigar y escribir.

La escaleta inicialmente citada, fechada al inicio de 1945, se componía principalmente de tres escaletas que distribuían al personal en función de la procedencia de sus integrantes: una primera de “Generales, Jefes y Oficiales de Rurales y Móviles”, que eran los procedentes del Cuerpo de la Guardia Civil antes de la ley de 15 de marzo de 1940; una segunda compuesta por “Generales, Jefes y Oficiales de Costas, Fronteras y Especialistas”, que eran los que perteneciendo a la Benemérita como consecuencia de dicha ley, procedían del desaparecido y absorbido Cuerpo de Carabineros; y una tercera de “Subalternos del nuevo Cuerpo de la Guardia Civil, con arreglo a la ley de 15 de marzo de 1940 (D.O. núm. 65) y orden de 27 de mayo de 1944 (D.O. núm. 119)”.

Sobre la mentada ley ya se ha descrito suficientemente en anteriores artículos que supuso, entre otras cuestiones, el final del Cuerpo de Carabineros y la integración de sus componentes en el de la Guardia Civil. Respecto a la citada orden del Ministerio del Ejército, se establecía en su artículo 1º que, “todos los brigadas procedentes de los antiguos Institutos de la Guardia Civil y Carabineros que hayan ascendido a tenientes del nuevo Cuerpo de la Guardia Civil con posterioridad a la ley de 15 de marzo de 1940, previa aprobación del curso reglamentario en el Centro de Instrucción, constituirán un escalafón único y podrán servir indistintamente en cualquier especialidad de dicho Cuerpo”.

Para establecer el orden de colocación en la escala, según el articulo 2º de dicha orden ministerial, se tendría en cuenta la antigüedad en el empleo de teniente, y cuando ésta fuera igual, serviría para graduar la preferencia, la mayor antigüedad en el empleo de brigada. En caso de coincidencia, decidiría sucesivamente la antigüedad en alcanzar los empleos de sargento o cabo, fecha de ingreso en el Cuerpo de procedencia (Carabineros o Guardia Civil), mayor tiempo de servicio y la edad.

Se significaba expresamente en dicho artículo que ello sería de aplicación a los brigadas que el citado 27 de mayo de 1944 hubieran finalizado con aprovechamiento los estudios en el Centro de Instrucción y estuvieran pendientes del ascenso al mentado empleo de teniente.

Conforme al artículo 3º, en lo sucesivo serían convocados los demás brigadas del Cuerpo al citado Centro de Instrucción en Madrid. Allí debían de seguir el correspondiente curso de aptitud para el ascenso, “por rigurosa antigüedad en el empleo dentro del Cuerpo de procedencia”. Para graduar el número que de los llamados había de corresponder a una y a otro, se atendería, “a la proporcionalidad de los efectivos globales de ambas”. 

Aquellos que superasen con aprovechamiento dicho curso serían promovidos al empleo de teniente, “con ocasión de vacante, por riguroso orden de antigüedad”, que sería observado para la colocación en el nuevo escalafón único. “Los no presentados por enfermedad u otra causa ajena a su voluntad”, serían llamados al siguiente curso que se convocase, escalafonándose en su promoción, “con arreglo a su antigüedad en el empleo de brigada”. 

Respecto a los que no aprobasen dicho curso, serían convocados al siguiente. Caso de no superarlo debían volver a sus comandancias, “quedando definitivamente inhabilitados para el ascenso a oficial”. Esto supuso que quedase modificado en dicho sentido lo dispuesto en la orden de dicho ministerio, de 17 de enero de 1941 (D.O. núm. 16), que establecía que todos los brigadas que llevasen más de dos años en dicho empleo y se encontrasen en el primer tercio de la escala, serían llamados por rigurosa antigüedad al mentado Centro de Instrucción, donde debían aprobar dos cursos de ocho meses para su ascenso a teniente.

Respecto a los incluidos en la escaleta inicialmente citada, en enero de 1945, seguían al frente de la 337ª Comandancia Mixta (Algeciras) sus dos jefes de mayor antigüedad, el teniente coronel Manuel Sanmartín Rives y el comandante Ignacio Molina Pérez, ambos procedentes del desaparecido Cuerpo de Carabineros, así como en tercer lugar, el también comandante Juan del Río Fernández que procedía del Cuerpo de la Guardia Civil, desde mucho antes de la citada ley de 15 de marzo de 1940.

Mención especial merecería el entonces nuevo primer jefe de la 237ª Comandancia Mixta (Cádiz), Roger Oliete Navarro, destinado a la misma por orden del Ministerio del Ejército, de 22 de julio de 1944, a cuyo frente permaneció hasta su ascenso a coronel en 1952 y que terminaría siendo general de división subdirector general de la Guardia Civil.

(Continuará). 

 

 

 

martes, 17 de septiembre de 2024

LA SANIDAD DE LA ARMADA EN LA CATÁSTROFE DE CÁDIZ EN 1947 (3).


Artículo escrito por Jesús Núñez y publicado en "DIARIO DE CÁDIZ" el 18 de agosto de 2024, pág. 10.


El original está ilustrado con una fotografía en blanco y negro.


 

Con este tercer capítulo se continúa el relato iniciado hace ya dos aniversarios sobre la asistencia prestada por la Sanidad de la Armada, tras la trágica explosión acaecida en la noche del 18 de agosto de 1947 en la Base de Defensas Submarinas en Cádiz.

Como ya se ha venido exponiendo, los servicios sanitarios de nuestra Marina de Guerra, tanto los de las dotaciones de los buques fondeados en la Bahía de Cádiz como los de las instalaciones de tierra, acudieron, al igual que los médicos y sanitarios  civiles y militares de la ciudad, al inmediato auxilio de las víctimas. Hay que recordar que éstas fueron más de centenar y medio de personas fallecidas y unos cinco millares con heridas de diversa consideración. 

Gracias a la documentación inédita que supuso el cumplimiento de la orden general núm. 236, de 25 de agosto de 1947, dictada por el almirante Rafael Estrada Arnáiz, capitán general del Departamento Marítimo de Cádiz, puede continuarse conociendo quienes fueron y que es lo que hicieron tras la trágica y terrible explosión. El capitán de corbeta Pascual Pery Junquera y el teniente coronel de Infantería de Marina Antonio Ristori Navarro encabezaron el largo listado de héroes de aquella trágica y triste jornada.

Prosiguiendo con los informes emitidos entonces desde las diferentes unidades, dependencias y buques de la Armada española, merece especial mención el informe que firmó el 31 de agosto de 1947, el comandante naval de Cádiz, capitán de navío José de Dueñas Ristori, relativo a la actuación de sus subordinados.

En dicho documento expone destacaba “la labor del Primer Oficial de Servicios Marítimos (Teniente de Navío) D. José Coello Vallarino y Capitán de Sanidad D. Antonio Navas González que personados desde los primeros momentos en el lugar del suceso (Fábrica de Torpedos) estuvieron desescombrando heridos para conducirlos a los hospitales, utilizando en los primeros instantes sillas conducidas por Celadores de Puerto y marinería”.

En dicho informe también citaba al comandante médico Julio Cañadas Salcedo, por el cual, “se prestaron múltiples servicios y asistencias repartidas entre el Hospital Militar y esta Comandancia, de donde salió a prestar numerosos servicios, a veces en domicilios, dragaminas “Guadalete”, donde ingresaron heridos, y zona siniestrada, continuando la asistencia de heridos durante todo el día siguiente, en todos los cuales fue auxiliado por el Capitán de Sanidad D. Antonio Navas”.

Afortunadamente de la Comandancia Militar de Marina de Cádiz, al contrario que en otras unidades, y muy especialmente en la población civil gaditana, no hubo que lamentar fallecidos. Todo el personal de dicha Comandancia, “resultó ileso en esta catástrofe con la única excepción del Celador Mayor de Puerto y Pesca D. Francisco Ángel Arias que hallándose en el cumplimiento de su servicio en el muelle pesquero, en el momento de la explosión, recibió una herida en la cabeza de pronóstico reservado de la que ha sido asistido por el Comandante Médico Don Julio Cañadas”.

También resulta de gran interés el minucioso informe remitido dicho 31 de agosto por el capitán de fragata Manuel Lahera de Sobrino, como jefe de la “Flotilla de Lanchas Torpederas” y jefe del “Grupo de Lanchas Rápidas”. Anexó la extensa relación de servicios prestados “la noche del siniestro”, por el personal de la plana mayor de la “Flotilla de Lanchas Rápidas”, de las embarcaciones L.T. 23, L.T. 25, L.T. 26, del buque-nodriza cañonero “Calvo Sotelo” y de la “Base de Lanchas y Flotilla de L.A.S.”.

Sin perjuicio de ello, resaltó expresamente la tragedia familiar acaecida al oficial 1º Manuel Sánchez-Romate Sambruno, de la Reserva Naval Militar: “una vez curado de sus heridas y rescatadas de entre los escombros sus hijas, una fallecida y otra herida, se me presentó para quedar a mis órdenes, ordenándole se trasladara a la Base de Puntales para acompañar a su hija fallecida y una tercera ilesa que allí fueron evacuadas por orden de esta Jefatura”.

Respecto a los informes anexados merece especial atención el emitido por el capitán de corbeta Rafael Prat Fossi, jefe de la “Base y Flotilla de L.A.S.”, sobre la actuación del comandante médico Ernesto Fernández Ruiz. Éste, al ocurrir la explosión, se encontraba en el Club Náutico de Cádiz en unión de su esposa y de unos amigos. Tras dejarla en el domicilio familiar y comprobar que no le había ocurrido nada a sus hijos estuvo llamado infructuosamente por teléfono a la base de “Defensas Submarinas”. En la creencia de que el suceso había acaecido en la estación del ferrocarril se dirigió hacía allí para prestar sus servicios como médico, pero al pasar por la calle Canalejas escuchó que la explosión había acaecido en la barriada de San Severiano, llegando a la base sobre las 22,15 horas.

Tras presentarse al capitán de fragata Lahera marchó hacia los edificios situados en la parte baja, que era donde se alojaba la marinería. A mitad de camino se encontró al capitán de fragata Miguel Ángel García-Agulló Aguado, jefe de la base, “quien le ordenó fuese precisamente al lugar donde se dirigía, pues existían marineros heridos a quienes prestar auxilio”.

Cuando llegaron a los escombros de lo que había sido el alojamiento de la marinería, se encontraron “cinco o seis marineros que estaban materialmente enterrados pero con vida”. Tras ser desenterrados les realizó unas primeras curas con un botiquín que habían enviado del cañonero “Calvo Sotelo”, disponiendo seguidamente su envío al hospital militar. 

Cuando estaba en dichas tareas apareció el almirante Estrada que iba recorriendo los principales lugares de la tragedia. Tras participarle la labor sanitaria que estaba realizando, le comunicaron que habían encontrado bajo los escombros los cuerpos de otros dos marineros. Reconocidos inmediatamente comprobó desgraciadamente que eran ya cadáveres y “dadas las dificultades que existían para extraerlos, ordenó se aplazase hasta la amanecida, como así se hizo”.

Una vez terminado el rescate de los heridos se dirigió a la entrada de la base para prestar atención médica a los heridos que iban trayendo de las casas siniestradas en dicha barriada. En dicha función, a la que se sumó, ya se encontraban allí los comandantes médicos José Benavente Campos, Antonio Ruiz Lara y Manuel Pérez Pujazón que procedían de San Fernando, así como el capitán médico Juan Roquete Igueravide, “que desde los primeros momentos estuvo al frente de un puesto de socorro situado frente al Transval”.

Durante el día siguiente continuó su labor como médico en la citada base, donde “se extrajeron cuatro cadáveres”. El 20 de agosto se continuó en la búsqueda de más cuerpos de los fallecidos, encontrándose dos más, entre ellos el del teniente de navío José Fernández Muñoz, destinado en el Instituto Hidrográfico. 

En dicho informe se detallaba también la actuación del sanitario mayor Manuel Cortejosa Haro, el cual, al ocurrir la explosión se encontraba en su domicilio de San Fernando. Por mediación de un control de la Guardia Civil en La Ardila pudo subirse a un camión que le llevó hasta Cádiz. Tras no pocas vicisitudes se incorporó a su destino y prestó un valioso apoyo a la esposa y dos hijas supervivientes del oficial Sánchez-Romate, llevándolas al domicilio de un hermano de éste.


sábado, 14 de septiembre de 2024

LA GUARDIA CIVIL EN SAN ROQUE (CCXXXVIII). LA REORGANIZACIÓN DE LA GUARDIA CIVIL (22).


  

Artículo escrito por Jesús Núñez y publicado en "EUROPA SUR" el 26 de agosto de 2024, pág. 14.


El original está ilustrado con una fotografía en blanco y negro.


 

El caso 8º de la orden del Ministerio del Ejército, de 27 de mayo de 1944, ya citada en el anterior capítulo, comprendía un total de 4.510 cabos de infantería de la Benemérita. De ellos, un total de 96 estaban destinados en noviembre de ese año en la nueva 337ª Comandancia Mixta de la Guardia Civil (Algeciras). Dichos cabos, que anteriormente habían sido carabineros o guardias civiles, se encontraban al mando de puestos territoriales o encuadrados en los mismos, o bien en otras unidades de esa Comandancia.

Ordenados por antigüedad en el empleo ya se hizo constar en el anterior artículo, los nombres y apellidos de 58 de ellos así como su localidad de destino. Los 38 restantes eran Manuel Miranda Heras (Roqueo en Barbate), Julio Estévez Simón (Zahara en Barbate), Ildefonso Olmo González (Torre la Sal en Casares de la provincia de Málaga), José Jódar Gutiérrez (Barbate), Luis Gutiérrez García Serrano (La Línea de la Concepción), José García Toscano (Campamento en San Roque), José Carreras Carbonie (Casafuerte en San Roque), José Cabañas Rodríguez (Carboneras en San Roque), Emiliano Díaz del Río (Ronda en Málaga), Cayetano Vinuesa Casado (Conil de la Frontera), Manuel Baroni Suárez (Vejer de la Frontera), Manuel Valero Domínguez (Benaoján en Málaga), Juan Miguel Rubio (Palmones en Los Barrios), Francisco Jiménez Calvo (Atunara en La Línea de la Concepción), Antonio Castillo Moreno (Zahara en Barbate), José Pérez Sánchez (Conil de la Frontera), Isidoro Martínez García (plana mayor de la 3ª Compañía de Jimena de la Frontera), Manuel Carreño González (Zahara en Barbate), Juan Romero Martín (Los Lances en Tarifa), José Hernández de la Flor (Barbate), Eduardo Chacón Bernal, Manuel Otero Pérez, Pedro Chincoa Reina y Faustino Soto Martínez (Algeciras), Luis Gil Asensio (Palmones en Los Barrios), Francisco Benítez García (estación ferroviaria de San Pablo de Buceite en Jimena de la Frontera), Pedro Navarro Flores (Roche en Conil de la Frontera), Salvador Vivez Sanz (Espigón en La Línea de la Concepción), José García Canillas (Caleta en Tarifa), Baltasar Pérez Guerra (Rinconcillo en Algeciras), Celedonio Iglesias Melero (Conil de la Frontera), Ramón García Ramírez (Atunara en La Línea de la Concepción), Fernando Ramírez Basildo (Barbate), Rafael Delgado Raya (Espigón en La Línea de la Concepción), Francisco Ramos Cerezo (Algeciras), Francisco Benítez Mateo (Cortes de la Frontera en la provincia de Málaga), José Sánchez Rodríguez Moreno (Jimena de la Frontera) y Juan Jiménez Muñoz (Castellar de la Frontera).

Respecto a los 59 cabos de caballería del antiguo Cuerpo de la Guardia Civil, a quienes comprendía el caso 1º de la orden del Ministerio del Ejército de fecha 14 de octubre de 1944, así como la norma 1ª de la orden general de la Benemérita núm. 28, de 31 de octubre de 1944, sólo constaba José Guerrero Villegas, con antigüedad de 1 de julio de 1937, destinado en la localidad gaditana de Alcalá de los Gazules, entonces integrada en la mentada 337ª Comandancia Mixta (Algeciras). 

Dicha orden ministerial disponía en ese caso 1º que, “cuando se extingan los cabos de uno de los escalafones independientes, todos los cabos del otro se colocarán a la cabeza de los cabos del escalafón único en las vacantes de este empleo que se produzcan, tanto en su escalafón de procedencia como en el otro escalafón independiente”.

En cambio, aunque sí los había destinados en la 137ª Comandancia Mixta (Málaga) y 237ª Comandancia Mixta (Cádiz), no constaba destinado en la comandancia campogibraltareña, en dicho mes de noviembre de 1944, ninguno de los 56 cabos de caballería comprendidos en el mentado caso 8º de la orden ministerial de 27 de mayo de 1944.

Respecto a los 43 “cabos de mar”, que todavía existían, procedentes del desaparecido Cuerpo de Carabineros, se encontraban destinados en la nueva 337ª Comandancia Mixta (Algeciras), según el reiterado escalafón de noviembre de 1944, José Torices Morales y Francisco Cabanas Cortés en la 9ª Compañía (Algeciras), así como Roque Soriano Valdés, en el puesto del río Barbate. 

Hay que significar que en el citado escalafón se incluyó también, una relación de 257 cabos interinos, todos ellos procedentes del antiguo Cuerpo de Carabineros, que habían sido declarados aptos para el ascenso a “Cabo del Cuerpo de la Guardia Civil”. Éstos, para obtener finalmente dicho ascenso, debían realizar un curso en el Centro de Instrucción, ubicado en Madrid, (orden del Ministerio del Ejército de 17 de enero de 1941), “y de terminarlo, con aprovechamiento”, serían escalafonados, “por orden de censura, con los de su promoción”. 

En este peculiar caso, y destinados en la comandancia campogibraltareña, se encontraban Juan García Fernández (Espigón en La Línea de la Concepción), Andrés Morcillo Sánchez (Guadarranque en San Roque), Juan Alonso Bullido (Sabinillas en la provincia de Málaga), Francisco Rodríguez Calpena (7ª Compañía de Tarifa), Benigno Díaz Chimeno (Palmones en Los Barrios), Juan Criado Moreno (El Tolmo en Algeciras), Antonio Calderón Aguilar (Arenillas en Tarifa), Pedro Jiménez Mora (Oliveros en Tarifa), Juan Antonio Bravo Folgueras (Valdevaqueros en Tarifa), Manuel Ponce Casablanca (Guadarranque en San Roque), Calixto Durán Cáceres (Palomas en Tarifa), Emilio Pintado Castaño (Torregracia en Tarifa), José Piqueras Salguero (Guadarranque en San Roque), Casimiro García González (San García en Algeciras) y José María Benavides Valverde (Torrenueva en San Roque). 

Casi al final, el mentado escalafón de noviembre de 1944, publicó un listado nominal de 333 guardias civiles elegibles para el empleo de cabo y que habían sido declarados aptos para dicho ascenso. Éstos, para obtener dicho empleo debían superar en el mentado Centro de Instrucción, el curso citado anteriormente. Caso “de terminarlo, con aprovechamiento”, serían escalafonados, “por orden de censura, con los de su promoción”. 

Todos ellos procedían del Cuerpo de la Guardia Civil antes de la entrada en vigor de la mentada ley del 15 de marzo de 1940, que absorbió e integró a los antiguos componentes del desaparecido Cuerpo de Carabineros. Sin embargo, no había entre dichos guardias civiles ninguno perteneciente a la nueva 337ª Comandancia Mixta (Algeciras). 

A este respecto no hay que olvidar que hasta marzo de 1940, la presencia de guardias civiles en el Campo de Gibraltar estaba prácticamente reducida a una unidad entidad compañía, concretamente la 2ª de la Comandancia de Cádiz con cabecera en Algeciras, dedicada principalmente a lo que hoy día se denomina seguridad ciudadana. En cambio, los carabineros disponían en dicha zona gaditana de toda una potente comandancia con cinco compañías cuyas cabeceras estaban ubicadas hasta 1940 en La Atunara, La Línea de la Concepción, Puente Mayorga, Algeciras y Tarifa. Sus misiones principales eran las de resguardo fiscal y persecución del contrabando, todo lo cual le proporcionaban una potencia numérica de efectivos y acuartelamientos mucho mayor que la desplegada por la Benemérita en esa misma zona.

Finalmente, el mentado escalafón incluía una relación de 231 “Guardias Jóvenes”, comprendidos en el artículo 366 del reglamento del Colegio entonces vigente, que entre 1941 y 1944 habían sido ya promovidos al empleo de guardia civil de 2ª clase. Entre ellos, destinados en la nueva 337ª Comandancia Mixta (Algeciras), se encontraban Salvador Rodríguez Zamora, Enrique Portillo Cordero, Rafael Luque Vázquez y José Rodríguez Zamora.

(Continuará).

 

 

lunes, 9 de septiembre de 2024

LA GUARDIA CIVIL EN SAN ROQUE (CCXXXVII). LA REORGANIZACIÓN DE LA GUARDIA CIVIL (21).



Artículo escrito por Jesús Núñez y publicado en "EUROPA SUR" el 19 de agosto de 2024, pág. 11.


El original está ilustrado con una fotografía en blanco y negro.



 

En el artículo anterior se consignó que sólo el cabo Miguel Borrego Domínguez, destinado en Ronda y perteneciente en noviembre de 1944 a la nueva 337ª Comandancia Mixta de la Guardia Civil (Algeciras), según el escalafón editado entonces, procedía desde su inicio a la Benemérita y había obtenido dicho empleo con anterioridad a la entrada en vigor de la mentada ley de 15 de marzo de 1940. 

Sin embargo, no sucedía lo mismo con el resto de los cabos destinados en dicho periodo de 1944 en la mentada Comandancia. Todos estos habían sido ascendidos con posterioridad a la unificación, tanto procedentes del desaparecido Cuerpo de Carabineros como del antiguo Cuerpo de la Guardia Civil, quedando seguidamente encuadrados en un único escalafón. 

Hay que comenzar afirmando que éstos nuevos cabos, al contrario que sucedía en otras comandancias, eran mayoría absoluta en la nueva comandancia campogibraltareña, que como ya se expuso en su momento, comprendía la novedad de incluir más términos municipales de las provincias de Cádiz y Málaga. Tal y como entonces se afirmó, aquello fue como consecuencia directa de la reorganización que se adoptó por el devenir de la Segunda Guerra Mundial a favor de los Aliados. Aunque el gobierno español de entonces, había decidido no entrar en las fuerzas del Eje y por lo tanto no participar como país combatiente, no existía duda alguna de sus simpatías ideológicas y apoyos de todo tipo prestados a Alemania e Italia, que a su vez habían ayudado a su bando durante la reciente guerra civil.

Conforme al mentado escalafón de noviembre de 1944 figuraban destinados en dicha comandancia los nuevos cabos de Infantería de la Guardia Civil, tanto procedentes del desaparecido Cuerpo de Carabineros como de la antigua Benemérita. A todos ellos les comprendía el caso 8º de la orden de 27 de mayo de 1944, publicada al día siguiente en el Diario Oficial del Ministerio del Ejército núm. 119 y suscrita por su titular, el entonces general de división Carlos Asensio Cabanillas. 

Concretamente, conforme dicha norma, se dispuso que: “Los cabos promovidos a este empleo con antigüedad posterior a la ley de 15 de marzo de 1940, que reorganizó el Cuerpo de la Guardia Civil, constituirán un escalafón único, y seguirán, los que no lo hayan efectuado, un curso de capacitación en el Centro de Instrucción, para servir indistintamente en cualquier especialidad”. Puede por lo tanto afirmarse que fue un paso muy importante para integrar e ir ascendiendo en igualdad de oportunidades, al antiguo personal de Carabineros en la Guardia Civil. De hecho, solo mediante la consulta de antiguos escalafones o de las hojas de servicio y sus anexos, puede determinarse su verdadera procedencia.

La colocación en dicho escalafón de noviembre de 1944, tema delicado al proceder los miembros de ambos Cuerpos, sería por “riguroso orden de censuras obtenidas en el Centro de Instrucción por promociones”. Entre tanto, serviría de base, “para graduar el orden de llamamiento al Centro de referencia la fecha de ingreso en el Cuerpo dentro de cada promoción”. Caso de que coincidiera dicha fecha, se observaría para establecer la preferencia el mayor tiempo de servicio. Y caso de que éste fuera también el mismo, se daría preferencia al de mayor edad. 

Los “desaprobados” podían repetir curso, agregándolos a la promoción siguiente, y caso de que volvieran a ser desaprobados, “para evitar el que un curso pudiera estar constituido en su totalidad o mayoría por los que perdiesen los anteriores”, el director general de la Guardia Civil debía señalar expresamente a que “promoción” habrían de agregarse hasta lograr la aprobación, “colocándose en el escalafón único de cabos por orden de censuras, dentro de la promoción a la que han sido agregados”.

Aquellos que por enfermedad o causa justificada dejasen de asistir al mentado curso de ascenso, debían ser convocados al siguiente, y caso de aprobación, se situarían dentro de la promoción a la que perteneciesen, “con arreglo a las censuras que hayan obtenido”.

Todas esas nuevas vacantes de cabo, “cualquiera que sea su especialidad”, es decir, tanto procedentes del ya desaparecido Cuerpo de Carabineros como de la Guardia Civil, antes de la integración, y los ingresados después de ésta, debían ser cubiertas “por los individuos de tropa que hayan llenado todas las formalidades reglamentarias para el ascenso y probado su aptitud en el Centro de Instrucción”.

Por lo tanto, los demás cabos que figuraban en el citado escalafón de noviembre de 1944 como pertenecientes a la nueva 337ª Comandancia Mixta de la Guardia Civil (Algeciras), conforme a la puntuación obtenida en el nuevo “Centro de Instrucción” y con una antigüedad en dicho empleo a partir del 1 de marzo de 1942, eran comandantes de puesto en muchos casos, además de proceder en su mayoría de Carabineros. 

Se trataban de los cabos Miguel Gómez Guerrero (Algeciras), Antonio Martínez Mateo (Cachón de Jimena en La Línea de la Concepción), Antonio Lupiañez García (Conil de la Frontera), Francisco Ferrando Casado (Cañada del Peral en Algeciras), Antonio Paredes Domínguez (La Línea de la Concepción), Antonio Patilla Alba (Tarifa), Avelino Ballesteros Miguel (Barbate), Francisco Ivars Fernández (Algeciras), Francisco Frías Jabaloyes (Chullera de Manilva en la provincia de Málaga), Tomás Ferrera Moreno (San Roque), Florián Grijota Domínguez (Guadalquitón en San Roque), Saturnino Alcalde del Amo (Getares en Algeciras), Rufino Quijada Domínguez (Los Barrios), Juan Gonzalo Gastón (Algeciras), Manuel Gil Perujo (Alpandeire en Málaga), Desiderio Zafra Solano (San Enrique de Guadiaro en San Roque), Manuel Muñoz Rubio (Algeciras), Luis Nebril Borrega (Carboneras en San Roque), Antonio Garrido Caro (Almoraima en Castellar de la Frontera), José García Garnica (Alambradas en la Línea de la Concepción), Isaac Alzate Villapún (Vejer de la Frontera), Julio Baraona Hernández (Arriate en Málaga), Pascual Santacreu Cabrera (Cachón de Jimena en La Línea de la Concepción), Manuel Tejada Carrión (Pelayo en Algeciras), Salvador Ruiz Díaz (Algeciras), Alfonso Vázquez Durán (Barbate), José Gimón Rodríguez (Algeciras), Agustín Rodríguez Cano (Castillo de España en La Línea de la Concepción), Antonio Troyano Carbonell (Jimena de la Frontera), Ángel Ruiz Lugo (Algeciras), Cristóbal Ortega Molina (Ronda en Málaga), Miguel Gallego Gallego y José Vide Romero (La Línea de la Concepción), José Manchón López (Alambradas en La Línea de la Concepción), Alfonso Boch Moreno (Barbate), Jeremías de la Iglesia López (Palmones en Los Barrios), Félix Velasco Rodrigo (Sabinillas en Málaga), Manuel Delgado Jurado (Caños de Meca en Barbate), Emiliano Segura García (Cachón de Jimena en La Línea de la Concepción), Miguel Gómez Pérez (San Roque), Carlos Díaz Pérez (Estación de San Roque), Ignacio Arduán Torres (Algeciras), Benjamín Pozo Olivares (Casares en Málaga), Pascual Bolufer Ramiro (Guadalmesí en Tarifa), Luis López Peña (Paredones en Algeciras), Antonio Romero García-Macías (Las Barcas en Algeciras), Antonio Álvarez Rodríguez Rivero (La Línea de la Concepción), Manuel Murcia Requena (Algeciras), Miguel Tejerina Jiménez (Boquete en Tarifa), Pascual Pérez Pariente (Algeciras), Diego Mera García (Facinas en Tarifa), Juan Concellón Cuquejo y José Vela Heredia (Algeciras), Juan de la Torre Palomo (Jimena de la Frontera), Mariano García Garnica (San García en Algeciras), Santiago Delgado Alarcón (Oliveros en Tarifa), Ramón Mata Llaves (El Tolmo en Algeciras), Miguel Sotelo Moreno                                                                                                                                                                                                                                                                                                                   (Algeciras), …  

(Continuará).