Obituario escrito por Jesús Núñez y publicado en "DIARIO DE CADIZ" el 31 de agosto de 2016, pág. 14.
El original está ilustrado por una fotografía en blanco y negro.
Isabel, o mejor
dicho “Uca”, que era como la llamábamos todos los que le conocíamos y
queríamos, nos ha dejado a los 92 años de edad en la madrugada del 30 de
agosto, cuando se encontraba en una residencia de Madrid.
Su desaparición no
es sólo una triste e irreparable pérdida para familiares, amigos, alumnos y
lectores sino también para la cultura gaditana, andaluza y española.
Fue una mujer
fuerte, muy fuerte, y no sólo de carácter, que de eso tenía mucho, pero mucho,
al igual que destilaba inteligencia, franqueza, bondad e ironía a borbotones.
Su vida, como la de
muchas mujeres de su generación, no fue nada fácil. Nació en San Fernando, “la
Isla”, como ella siempre decía, el 24 de octubre de 1923, en el seno de una
familia numerosa.
Su padre, Tomás
Azcárate García de Lomas, marino de guerra, había sido fusilado sin juicio
previo al inicio de la Guerra Civil en los fosos de Puerta de Tierra, junto a
Francisco Cossi Ochoa, presidente de la Diputación de Cádiz, y otros compañeros
de infortunio. Su delito fue permanecer leal al gobierno de la República.
Su madre, María
Josefa Ristori Álvarez, tuvo la ingente tarea de sacar adelante a los nueve
huérfanos que quedaron: Tomás, José María, Mª del Carmen, Isabel, Juan, Manuel,
Gumersindo, Teresa y Luis. El mayor de 18 años y el pequeño de 3.
Fue precisamente
Isabel quien junto a su madre, despidió con un beso a su padre en la fatídica
tarde del 18 de julio de 1936, cuando salió de la vivienda familiar, sita en la
2ª planta del nº 18 de la calle Valverde para dirigirse al gobierno civil y no
regresar jamás.
No fue desde luego
una adolescencia fácil pero ello no le arredró lo más mínimo. Desde temprana
edad deslumbró por su innata sagacidad e inteligencia. De casta le venía y de
hecho su abuelo, Tomás Azcárate Menéndez, fue director del Observatorio de
Marina y gracias al alcalde Antonio Moreno ostenta una calle en la Isla; su
bisabuelo Patricio Azcárate Corral fue fundador y director de la Biblioteca
Filosófica; y su tío Gumensindo, fue uno de los fundadores de la Institución
Libre de Enseñanza, junto a Francisco Giner de los Ríos y Nicolás Salmerón,
amén de presidente de la misma, tras el gaditano Segismundo Moret.
Isabel, tras cursar estudios
primarios en el colegio isleño de la Compañía de María, pasó al Instituto de
Enseñanza Media de Cádiz, el “Columela”, donde obtuvo el titulo de bachiller
con uno de los mejores expedientes académicos de la época. De hecho, el suyo
fue públicamente exhibido en la exposición "Mujeres: Gaditanas y
trabajadoras", que realizó el Archivo Histórico Provincial en marzo de
2012.
Tras obtener brillantemente la
licenciatura en Filosofía y Letras, en la sección de Pedagogía por la
Universidad Complutense de Madrid, se doctoró en la Universidad de Barcelona
con la tesis “El Monasterio de la Enseñanza de Barcelona de 1645-1876”.
Y como eso de ser pioneras tiene su
trascendencia y justo reconocimiento hay que decir que Isabel, además de un
largo periodo como religiosa en la Compañía de María y misionera en Perú, fue
la primera mujer que se matriculó en la Facultad de Historia de la Pontificia
Universidad Gregoriana de Roma, donde tras licenciarse sobresalientemente obtuvo
su segundo doctorado, siendo el título de su tesis “La Enseñanza de los
Jesuitas en Cádiz”.
Miembro de la Real Academia de San
Romualdo de Ciencias, Letras y Artes de San Fernando, fue una investigadora,
comunicadora y escritora infatigable e inexequible al desaliento.
Autora de
numerosos libros, artículos, ponencias y conferencias, destacan entre los
primeros “Una niña regidora honoraria de la ciudad de Cádiz”, presentado por la
alcaldesa Teófila Martínez en el salón de plenos del ayuntamiento capitalino
así como “El Seminario Conciliar de San Bartolomé de Cádiz, 1589-1800”.
Isabel, “Uca”, no sólo nos ha
dejado un gran legado en lo cultural y un gran vacío en lo personal sino
también un testimonio excepcional de vida y lucha. Hasta el último de sus días.
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UCA AZCÁRATE
Artículo escrito por
Enrique Montiel y publicado en su
columna "Calle Real" de "DIARIO DE CÁDIZ" el 4 de
septiembre de 2016.
Adiós, semana, te has llevado a dos amigos, a
dos personas muy queridas. Has traído mucha tristeza a mi vida. Primero a José
Luis Espósito, tan de mi familia, tan amigo y tan bueno. Y luego a Uca
Azcárate. Demasiado para tan poco tiempo, y sin saber nada. La iglesia de San
Francisco llena a rebosar a las 10 de la mañana dice bien del aprecio que la
ciudad sentía por el General de División de Intendencia de la Armada José Luis
Espósito. Lo de Isabel Azcárate lo supe por un extraordinario artículo, uno
más, de Jesús Núñez, doctor en Historia y Coronel de la Guardia Civil. Había
fallecido en Majadahonda, Madrid. De pronto sentí su alegría, su entusiasmo, su
liberalidad, su honradez intelectual, su cristianismo lúcido y valiente. En la
red han recordado el triste episodio del fusilamiento de su padre, el Capitán
de Fragata Azcárate, en los fosos de las murallas de Cádiz. Tomó partido por la
República cuando el alzamiento y lo pagó con su vida. Muchos de los detalles de
aquel luctuoso suceso lo supimos por ella, otros no nos lo dijeron quizás
porque no tuvieron las pruebas. Porque el Capitán de Fragata Azcárate no era
culpable de cosa alguna, salvo de la lealtad a la República, que no quiso
traicionar, antes al contrario.
Fue el episodio terrible de la niña Isabel
Azcárate, su madre y sus hermanos. El recuerdo de aquellos días de hondo luto
eran recordados sin rencor ni odio alguno. Quizás esta experiencia traumática
le sirvió para vivir una vida de gran lucidez, ya desde su niñez de alumna de
la Compañía de María, cuyo carisma sintió hasta el punto de tomar los hábitos
de esta institución religiosa fundada por Santa Juana de Lestonnac, por quien
guardó toda su vida una profunda devoción por la labor emancipadora de la mujer
a través del estudio y la educación, motor del pensamiento de la santa
fundadora.
Logró por sus méritos intelectuales que la
Compañía de María la enviara a estudiar a Roma, en donde se licenció y doctoró,
lo cual fue un verdadero acontecimiento que le sirvió… para que acabara de
misión en Chile, creo recordar. Su pasión investigadora le fue obstaculizada en
su Comunidad religiosa, de la que se desvinculó una vez vuelta a España,
ingresando en la Universidad de Cádiz, donde se jubiló como profesora de la
Facultad de Ciencias de la Educación.
Imposible resumir aquí sus publicaciones, sus
estudios, sus intervenciones en la Academia de San Romualdo, de la que era
académica de número. Porque ahora mismo sólo veo su entusiasmo por la vida, por
la gente; su alegría desbordante, su generosidad, su cercanía y su irreductible
liberalidad. La libertad fue su pasión, el Evangelio su guía y la Iglesia su
madre y maestra.
Se nos han ido dos isleños grandes, adiós
semana, no vuelvas ...