Artículo escrito por Jesús Núñez y publicado en la Sección "Historia" de la Revista profesional "GUARDIA CIVIL", núm. 691, correspondiente al mes de noviembre de 2001, págs. 83-88.
El original está ilustrado por cinco fotografías en blanco y negro, un dibujo a color y un mapa en blanco y negro.
El original está ilustrado por cinco fotografías en blanco y negro, un dibujo a color y un mapa en blanco y negro.
El 1 de noviembre de 1893 una Sección de la Guardia Civil al mando del primer teniente José Martínez Ibáñez desembarcaba en el puerto de Melilla. Desde entonces la presencia del Instituto en esa ciudad ha sido permanente.
Introducción.
Las recientes conmemoraciones del 80º aniversario del "Desastre" de Annual (1921) y el 76º desembarco de Alhucemas (1925) han provocado que en diversos foros en los que se han dado cita historiadores e investigadores se haya recuperado al menos parte de la memoria histórica de la todavía desconocida presencia de la Guardia Civil en el norte de Africa y singularmente en Melilla.
Es por ello que en esta ocasión vamos a adentrarnos y recuperar la historia sobre los orígenes de la actual Comandancia de la Guardia Civil de Melilla, ubicada en un territorio geográficamente africano pero que desde 1497, hace ya más de 500 años, forma parte de España.
La Campaña de Melilla (1893-1894).
Hasta 1893 la presencia de la Guardia Civil en Melilla parece ser que sólo se había limitado a la puntual y muy circunstancial presencia de algunas parejas procedentes de la Comandancia de Málaga que prestando el servicio de escolta de presos, habían realizado tan ingrata labor hasta la entrega a las fuerzas del Ejército allí destacadas, de determinados penados que debían cumplir su condena en los presidios de la zona.
No obstante hay noticias, sin confirmación alguna, de que diez años antes, en 1883, llegó a Melilla un destacamento del Instituto para prestar en la guarnición el servicio de campaña o policía militar, si bien no se han localizado datos sobre sus efectivos, procedencia y tiempo de permanencia.
Fue en 1893 con ocasión de los graves sucesos en que se vio envuelta Melilla, que por aquel entonces no llegaba a los 5.000 habitantes, cuando la Guardia Civil inició su presencia de forma permanente.
El hecho detonante de aquel conflicto estuvo motivado por la matanza, el 2 de octubre de aquel año, de un grupo de soldados españoles y de presidiarios que trabajaban en la construcción de un fuerte en las proximidades del cementerio musulmán y la mezquita de Sidi-Auariach.
La situación se fue agravando hasta que terminó por desencadenar el 27 de octubre en el ataque y asedio por parte de rifeños rebeldes al fuerte de Cabrerizas Altas, durante el cual el gobernador militar de Melilla, general de división Juan García Margallo, encontró la muerte junto a parte de sus defensores.
Como respuesta a la grave situación creada se dispuso desde la Península el urgente envío de tropas expedicionarias que acudieran en auxilio de la plaza, gracias a las cuales empezó a restablecerse la tranquilidad tres días después.
El gobierno español, presidido por Antonio Cánovas del Castillo, decidió organizar inmediatamente un ejército de operaciones de 20.000 hombres cuyas primeras unidades empezaron a desembarcar en el puerto de Melilla el 30 de octubre. Como general en jefe del mismo se nombró al capitán general de Cataluña, Arsenio Martínez Campos.
Entre esta fuerza expedicionaria se encontraba una sección de infantería de la Comandancia de Madrid perteneciente al 1º Tercio de la Guardia Civil, que desembarcó el 1 de noviembre y que estaba formada por 1 sargento, 2 cabos, 1 trompeta y 21 guardias 2º, al mando del primer teniente José Martínez Ibáñez, al objeto de prestar el denominado servicio de campaña o de policía militar, previsto ya en el reglamento de 5 de enero de 1882, y muy similar al realizado durante la Guerra de Africa (1859-1860) en la zona de Tetuán.
Apenas dos semanas después, el 13 de noviembre, junto a unidades peninsulares del Ejército desembarcaba otro pequeño contingente de infantería del Instituto compuesto por 1 cabo y 9 guardias 2º.
Sin embargo todos aquellos guardias civiles pronto empezaron a realizar también otra misión de gran importancia. Se trataba de la represión del nefasto y traidor contrabando de armas llevado a cabo por algunos comerciantes españoles que no dudaron en vender a los rifeños rebeldes armas y municiones en abundancia.
El día 6 de diciembre, fruto de las activas gestiones practicadas, se realizaron varias detenciones y se descubrió oculto en una casa del barrio melillense del Polígono un depósito clandestino de armamento compuesto por 3 pistolas, 231 fusiles Remington de 11 mm. de calibre, y 32.000 cartuchos para los mismos. Asimismo a uno de los detenidos se le ocuparon varios vales que acreditaban la venta anterior de otros 29.000 cartuchos más, a razón de 125 pesetas el millar.
El día 7 se realizó un nuevo registro en otra vivienda de ese barrio y escondidos en una alcantarilla de la misma se aprehendieron 56 kilogramos de pólvora.
El día 9, con la ayuda de un contingente de caballería perteneciente a la Comandancia del Sur del 14º Tercio de la Guardia Civil (Madrid) desembarcado el día anterior, continuaron los registros interviniéndose ocultos en tres baúles escondidos en el jardín otros 53 fusiles Remington, lográndose detener diez días después a los responsables de dicha red de contrabando.
Dicha fuerza del Instituto llegada a Melilla el 8 de diciembre, para atender el servicio de policía de la plaza y la escolta personal de general Martínez Campos, estaba mandada por el capitán Eusebio García Rivera y compuesta por 2 primeros tenientes, Vicente Morales León y Juan González Calvo; 1 segundo teniente, Vicente Pla Descalz; 2 sargentos; 7 cabos y 55 guardias, obteniendo nuevos éxitos en la represión del contrabando de armas y municiones.
Como consecuencia de estas brillantes y eficaces acciones policiales del Instituto, el general de división Manuel Macias Casado, nuevo gobernador militar de la plaza tras la muerte del general Margallo, ordenó incoar el correspondiente sumario judicial al teniente coronel de Infantería Cipriano Alba Rodríguez así como publicar un bando en el que se disponía que todos los paisanos entregaran las armas que tuvieran en el plazo de 24 horas.
Dado que bien pronto se comprobó la necesidad de que la Guardia Civil prestara eficazmente el servicio de campaña en los diferentes cuarteles generales de las divisiones del ejército de operaciones, se decidió el envió a finales del mes de diciembre de nuevos refuerzos que poco después se vieron ampliados hasta el centenar de guardias civiles.
La fuerza de infantería del Instituto, encargada del servicio de policía, se mostró muy eficaz en la vigilancia de la zona del puerto y los barrios del Mantelete y del Polígono, el cual se estaba construyendo fuera del recinto amurallado de la plaza. La de caballería prestó también importantes servicios en la vigilancia del campo exterior, llegando incluso a capturar a varios presidarios que se habían evadido.
El ya citado primer teniente Martínez Ibáñez y los de igual empleo, Antonio Pérez Pomar y Francisco Rojas Herrero, que habían llegado a Melilla con más efectivos en los refuerzos citados anteriormente, fueron condecorados por los brillantes servicios allí prestados.
También mereció recompensa la acción protagonizada el 17 de diciembre de 1893 por el guardia civil de caballería Antonio Carro Barrios, quien se distinguió de forma extraordinaria al recuperar con gran riesgo de su vida una partida de madera para fortificación, que un temporal había hecho caer al agua desde un barco y que intentaba ser recogida por rifeños rebeldes.
Finalizado oficialmente el conflicto mediante la firma el 5 de marzo de 1894 del Tratado de Marrakéx, se dispuso dos semanas después el regreso del grueso de las fuerzas militares expedicionarias, salvo una parte que se quedó para reforzar la guarnición de la plaza. Al objeto de atender la seguridad ciudadana se dispuso casi simultáneamente que permaneciera en Melilla una sección mixta de la Guardia Civil, regresando los demás a sus unidades de procedencia.
La Sección de Melilla.
Así, por real decreto de 28 de marzo de 1894 se estableció que dicha sección, integrada por 1 primer teniente y 35 hombres de infantería y caballería procedentes de la Comandancia de Madrid, debía continuar allí hasta que se dispusiera del crédito necesario para organizarla con carácter permanente.
Sin embargo pocos días después, mediante una real orden del Ministerio de la Guerra de 2 de abril se dispuso que sus integrantes debían pertenecer a la Comandancia de Málaga, fijándose su plantilla en 1 segundo teniente (José Sanz Benavente), 1 sargento, 2 cabos y 22 guardias, motivo por el cual se procedió al correspondiente relevo y regresar a Madrid los pertenecientes "a esta Corte, haciendo uso del ferrocarril por cuenta del Estado".
Dadas la necesidad de contar con más efectivos de la Guardia Civil, ya que los presentes eran claramente insuficientes para atender las numerosas misiones encomendadas, se procedió por real decreto de 9 de agosto a ordenar que dicha sección fuera reforzada temporalmente con otra más.
Dos años más tarde y a propuesta del comandante general de la plaza, una real orden de 7 de marzo de 1896, confirmada por otra de 22 de septiembre, aprobó presupuestariamente por fin la presencia de una sección fija de la Guardia Civil en Melilla, compuesta por 1 segundo teniente, 1 sargento, 2 cabos, 2 guardias 1º y 20 guardias 2º, quedando adscrita a la Comandancia de Málaga y afecta al 16º Tercio cuya cabecera esta ubicada también en la capital malagueña.
Poco antes, el 18 de junio de 1895, la Junta de Arbitrios de Melilla, antecesor histórico del ayuntamiento, presidida por el general de brigada José Alcántara Pérez, decidió acordar la construcción de una Casa-Cuartel en el barrio del Mantelete, al objeto de que pudieran alojarse las fuerzas de la Guardia Civil destacadas en la plaza.
Dicho acuartelamiento, todavía en uso y sito en la actual calle Duque de Almodóvar, se ocupó el 13 de agosto de 1896, existiendo en su fachada una placa conmemorativa de tal efemérides. El coste de su construcción ascendió a la cantidad de 84.290 pesetas, conforme a la subasta realizada el 2 de octubre de 1895 y 6.640 pesetas más por reformas aprobadas el 3 de enero de 1896.
Por otro lado y viéndose el buen y eficaz resultado de la Guardia Civil en Melilla se decidió, con ocasión de una reorganización del Instituto que alcanzó por aquel entonces la cifra de 18.970 hombres en plantilla, la creación mediante real orden circular de la Sección de Estado Mayor y Campaña del Ministerio de la Guerra de 1 de julio de 1898, una sección fija similar en la plaza de Ceuta, si bien ésta pasó a depender de la Comandancia de Cádiz.
La Campaña del Rif (1909).
Hasta el año 1909 la plantilla de la Sección de Melilla permaneció inalterable y adscrita a la Comandancia de Málaga, aún a pesar de considerarse insuficiente para los numerosos servicios que allí prestaban y haber aumentado la población en 30.000 habitantes más.
Sin embargo los graves problemas de orden público de la época obligaban a mantener el mayor número posible de efectivos de la Guardia Civil en la Península.
Sirva como ejemplo que España tuvo en 1905 cuatro presidentes de gobierno diferentes y se registraron más de 150 huelgas y numerosos atentados terroristas de corte anarquista, que fueron aumentando en los años siguientes.
De hecho el propio rey Alfonso XIII sufrió una sangriento atentado el mismo día de su boda, acontecida el 31 de mayo de 1906, en el que resultaron muertos varios miembros de su escolta y numerosos heridos entre el público que presenciaba el paso de la comitiva real.
Con motivo de aprobarse por real orden circular del Ministerio de la Guerra de 1 de febrero de 1909, el nuevo cuadro orgánico de la Guardia Civil, la Sección de Melilla aumentó su plantilla en otro oficial quedando fijada en 1 primer teniente, 1 segundo teniente, 1 sargento, 2 cabos, 1 corneta, 2 guardias 1º y 19 guardias 2º, es decir 27 hombres, teniendo adjudicados sólo 2 caballos para uso de los oficiales.
No obstante y a pesar de no aumentarse presupuestariamente su plantilla se decidió finalmente concentrar en los primeros meses del año un total de 26 hombres más procedentes de las comandancias peninsulares.
De esta forma, a principios del verano de 1909, el Instituto contaba en Melilla con dos secciones compuestas por 2 oficiales y 51 clases y guardias, siendo el más caracterizado de todos ellos el primer teniente Gerardo Alemán Villalón.
Cuando ocurrieron los sucesos del 9 de julio de 1909, que dan lugar al inicio de la llamada Campaña del Rif, en los que un grupo de rifeños rebeldes atacaron a los obreros que trabajaban en la línea de ferrocarril de Beni-Bu-lfrur de la Compañía Española de Minas del Rif, dando muerte a cinco de ellos, la Guardia Civil de Melilla contaba sólo con los efectivos citados en el párrafo anterior.
Al conocerse la noticia del sangriento suceso el comandante general de Melilla, general de división José Marina Vega, ordenó responder inmediatamente a dicha agresión. Entre las unidades de la guarnición que salieron en persecución de los atacantes se encontraba una sección de la Guardia Civil al mando del primer teniente Gerardo Alemán Villalón.
A su regreso y que al igual que el resto de las fuerzas militares de la plaza, los componentes del Instituto contribuyeron a su defensa durante los primeros días, desarrollando seguidamente importantes misiones tendentes a asegurar el orden público y la represión del contrabando de armas y municiones.
A pesar de que inmediatamente empezaron a enviarse como refuerzo unidades expedicionarias del Ejército a Melilla, los graves problemas de orden público surgidos durante el embarque de tropas en el puerto de Barcelona a partir del 26 de julio y que dieron lugar a la denominada "Semana Trágica", que se saldó por un lado con 3 muertos y 27 heridos entre las fuerzas de seguridad y del Ejército que tuvieron que intervenir y por otro lado 75 muertos y 126 heridos civiles, no permitieron adscribir inicialmente unidades expedicionarias de la Guardia Civil.
Hubo que esperar hasta el 9 de octubre, con ocasión de enviarse a Melilla desde Madrid la 2ª Brigada de la 1ª División del Ejército, mandada por el general de Infantería Juan López Herrero, para que se incorporase un contingente de la Guardia Civil al mando de 1 capitán y compuesto por dos secciones, una de infantería y otra de caballería. La primera estaba integrada por un teniente y 42 hombres mientras que la segunda lo era por otro teniente y 30 hombres.
Posteriormente y para completar las necesidades de policía militar de las grandes unidades expedicionarias, se enviaron nuevos refuerzos de la Guardia Civil que llegaron alcanzar en el servicio de campaña un total de 5 oficiales, 95 clases y guardias así como 35 caballos.
Si bien en los diferentes archivos del Ejército y del propio Servicio de Estudios Históricos del Cuerpo existe escasa documentación sobre la labor diaria desempeñada por las fuerzas de la Guardia Civil en aquella campaña así como aún menor bibliografía, si hay al menos constancia de alguna actuación puntual que bien puede servir como ejemplo de cual fue su meritoria y abnegada labor.
Así ha quedado constancia de la muerte, el 23 de noviembre de 1909, víctima de una emboscada, del guardia 2º Francisco Martín González, procedente de la Comandancia del Sur (Madrid) y que pertenecía a la sección del teniente Antonio Escobedo Góngora, que había llegado a Melilla encuadrada en la División de Cazadores de Madrid, para prestar servicio de campaña.
Poco antes de amanecer dos cantineros iniciaron con su carro la marcha desde el poblado de Tahuima en dirección al de Zeluán siendo acompañados por el mencionado guardia civil que iba a incorporarse al Puesto que tenía el Instituto en dicha población.
Sin embargo a medio camino fueron atacados por un grupo de rifeños rebeldes que abrieron fuego desde su apostadero situado detrás de unas piedras. Los dos cantineros al oír la primera descarga cortaron los atalajes de sus mulas y salieron huyendo montados en ellas dejando abandonado a su suerte al guardia civil que iba montado en el carro.
El guardia Martín, parapetado tras el carro, repelió durante una hora el ataque disparando con su fusil hasta que agotó sus municiones, siendo entonces mortalmente alcanzado por el fuego enemigo.
Antes de morir pudo inutilizar el cerrojo de su máuser contra el eje del carro. Una vez que sus agresores vieron que estaba muerto se acercaron y se llevaron como botín su uniforme y el arma inutilizada.
Su cadáver, recuperado por las fuerzas militares avisadas por los dos cantineros, fue enterrado con los correspondientes honores en la Alcazaba de Zeluán.
Tan sólo cuatro días después, el 27 de noviembre 1909, finalizaba la Campaña del Rif con la victoria de las fuerzas españolas y la sumisión de las cábilas que se habían rebelado, volviendo a reinar en la región un nuevo pero desgraciadamente no duradero periodo de paz.
La Campaña del Kert (1911-1912).
A pesar de que la corta Campaña del Rif de 1909 no implicó en momento alguno aumento de la plantilla presupuestaria de la Sección de infantería de la Guardia Civil ubicada en Melilla, tampoco significó que el comandante general de la plaza estuviera de acuerdo con ello, solicitando reiteradamente mayor número de guardias civiles.
Hasta la publicación de la real orden de 21 de febrero de 1911, no se produjo aumento de la plantilla fijada para la citada sección, si bien es cierto que desde la finalización de la Campaña de 1909 y para reforzar la vigilancia del campo exterior de Melilla, continuó otra sección integrada por fuerza de caballería del Instituto, que era concentrada de otras comandancias y que periódicamente se iban relevando, existiendo al mando de ambas un capitán.
De hecho la disposición mencionada terminó de reconocer tal situación haciéndola estable presupuestariamente en su mayor parte con el refuerzo concedido a esa sección de 1 primer teniente, 1 cabo y 19 guardias 2º más de infantería así como de otra sección de caballería cuya plantilla se fijó en 1 sargento, 3 cabos, 1 trompeta y 20 guardias 2º.
No obstante se siguió concentrando fuerza procedente de la Península para prestar el servicio de campaña en los campamentos del Ejército.
Si bien la documentación obrante sobre aquella época es escasa y confusa, prueba de la existencia sobre el terreno de tan reforzada Sección Mixta, mandada curiosamente por un capitán, es la real orden circular de 9 de enero de 1912 publicada en el Semanario Oficial de la Guardia Civil mediante la que se destinaba a la Comandancia de Alicante al capitán Fulgencio Gómez Carrión, procedente de las "Secciones de Melilla" de la Comandancia de Málaga y el destino a las mismas del capitán Gerardo Alemán Villalón y del primer teniente José García Agulla.
La presencia de la Guardia Civil en la zona de Melilla, al igual que ocurría en la de Ceuta, se había mostrado extremadamente eficaz tanto en el mantenimiento del orden y seguridad pública como en la represión del contrabando de armas y cualquier otra actividad ilegal, no dejando por ello de ejercer su benemérita labor tal y como lo acreditan las siguientes felicitaciones en 1911del Director General del Cuerpo.
Se trataba de la humanitaria labor llevada a cabo por los guardias 2º Miguel García Gómez, de la Comandancia del Sur (Madrid) y Valeriano Silva Franco, de la Comandancia de Jaén, que estaban concentrados en el campamento de Beni-Chicar prestando servicio de campaña y que con gran riesgo de sus vidas salvaron de morir ahogados a dos soldados enfermos que habían caído al Río de Oro.
Por otra parte en la misma Melilla el todavía primer teniente Gerardo Alemán Villalón y los guardias civiles José Sánchez Callejón y Miguel Medina Pérez, fueron felicitados por la detención del autor de un robo de 25.000 pesetas que había sufrido el paisano Enrique Castillo en su domicilio y recuperar íntegramente el botín.
Asimismo el 7 de mayo de 1911 el rey Alfonso XIII, viajó hasta Melilla e inició una concurrida visita oficial durante una semana en la que las secciones de la Guardia Civil participaron activamente en el dispositivo de seguridad que se estableció, acompañando a la comitiva real en cuantos desplazamientos realizó, tanto por la ciudad como por su campo exterior, recibiendo el monarca español infinidad de muestras de adhesión y lealtad por parte de numerosos representantes indígenas de las cábilas cercanas.
Poco después, a partir del 24 de agosto, comenzaron una serie de operaciones militares tendentes al establecimiento de diversas posiciones fuertes en la desembocadura del río Kert, sito al oeste de Melilla, así como la elaboración de unos trabajos topográficos que sirvieran para levantar una nueva cartografía, con datos reales tomados científicamente sobre el propio terreno.
Ello implicó penetrar militarmente por primera vez en un territorio que aunque reconocido como zona de influencia española por la Conferencia de Algeciras, era realmente desconocido. Por tal motivo las columnas españolas, mandadas por el general José García Aldave, avanzaron y reconocieron la zona sin oposición alguna por parte de las cábilas de Beni Sidel y Beni Bu Ifrur.
Sin embargo cuando ya se había llegado a la margen derecha de la desembocadura del río Kert y se había procedido a su jalonamiento, se produjo el inesperado ataque a las fuerzas españolas por parte de un grupo rebelde desde el yebel Mauro, pertenecientes a la cábila de Beni Said, cuyo territorio se encontraba en la margen izquierda.
El general García Aldave, al comprobar que dicha cábila se había unido bajo el mando de El Mizzian, parte de las cábilas de M’ Talsa y las más distantes de Bocoia y Beni Urriaguel, detuvo el hasta entonces pacífico avance español y solicitó el urgente envío de fuerzas expedicionarias procedentes de la Península, comenzando así la denominada Campaña del Kert.
Nuevamente con las unidades de refuerzo desembarcaron en el puerto de Melilla algunas fuerzas expedicionarias de la Guardia Civil que al igual que en la Campaña del Rif, acompañaron a las fuerzas militares prestando el tan necesario servicio de campaña.
Sin embargo los disturbios sociales que se producían con asiduidad en el territorio peninsular no permitía distraer de sus funciones de seguridad pública, a muchos efectivos del Instituto.
Con la ayuda de los refuerzos recibidos se realizaron diversas operaciones militares de cierta envergadura y gran dureza en algunos casos pero que realmente no buscaban ir más allá del rubicón materializado por el río.
Finalmente, sin que llegaran a acontecer grandes batallas ni gestas especialmente singulares ni épicas, la Campaña del Kert se dio oficialmente por terminada el 31 de octubre de 1912 cuando los elementos más belicosos de la cábila de Beni Said se replegaron sobre las cumbres del Mauro en donde se asentaron, si bien apenas hubo actividad de importancia tras la muerte de su cabecilla, El Mizzian, acontecida en combate cinco meses antes, el 15 de mayo.
La Compañía de Melilla.
Con la paz la Guardia Civil melillense siguió distinguiéndose en su quehacer diario y así por ejemplo en 1913 el Director General del Cuerpo felicitó al teniente Santiago Gómez Crespo, porque auxiliado del cabo José Fernández Postigo y los guardias José Rodríguez Matunara, Atanasio Bonilla Hernández, Rafael Becerra Esquival, Juan Santos Navarro y Rafael Estarella Caber, consiguió la detención del autor de un importante robo de dinero a un comerciante de Nador, recuperando íntegramente el botín.
La real orden circular de la Sección de Instrucción, Reclutamiento y Cuerpos diversos del Ministerio de la Guerra de 20 de enero de 1915, aprobó el nuevo cuadro orgánico de la Guardia Civil.
En él la Sección Mixta de Melilla, casi entidad compañía y mandada por un capitán como ya se ha dicho, se vio ligeramente incrementada quedando por fin, presupuestaria y orgánicamente, constituida como una compañía que pasó a ser la 7ª del 16º Tercio de Málaga, compuesta por un total de 74 hombres.
La plantilla se fijó en 1 capitán, 2 primeros tenientes, 1 segundo teniente, 45 clases y tropa de infantería (1 sargento, 3 cabos, 2 cornetas, 4 guardias 1º y 35 guardias 2º) y otros 25 de caballería (1 sargento, 3 cabos, 1 trompeta, 2 guardias 1º y 18 guardias 2º), mientras que la plantilla de ganado quedó compuesta de 27 caballos (4 de oficial y 23 de tropa).
La misiones de aquellos guardias civiles continuaron siendo de dos tipos: servicio de campaña junto a las fuerzas del Ejército y de seguridad pública, siendo éste el más indefenso de todos ya que se solía prestar normalmente sólo por parejas, constituyendo por lo tanto fácil objetivo de los rifeños rebeldes.
Así por ejemplo, en la noche del 13 al 14 de septiembre de 1915 un grupo de ellos se infiltró en las calles del poblado de Nador, próximo a Melilla, y a la altura de la plaza del Pilar hicieron fuego por sorpresa contra una pareja de servicio de vigilancia de población compuesta por el guardia de caballería Trinitario Navarro Castellón y el de igual clase de infantería Francisco de la Cruz Expósito, cayendo ambos al suelo heridos de gravedad.
Cuando los cabileños se acercaron a ellos para rematarlos, el guardia Navarro se reincorporó y utilizando su carabina máuser como maza consiguió derribar a dos de ellos y disparar sobre un tercero causándole la muerte, haciendo que el resto huyera en desbandada.
A continuación y haciendo un esfuerzo sobrehumano cargó sobre sus hombros el cuerpo malherido de su compañero lo llevó, junto a su propia carabina y el fusil de aquel, hasta la casa-cuartel.
Tan meritorio comportamiento fue felicitado por el comandante general de Melilla en la orden general de 18 de septiembre y por el Director General de la Guardia Civil en el Semanario Oficial de 1 de octubre de 1915.
Posteriormente y como recompensa por su bizarría el guardia Navarro fue ascendido al empleo de cabo y al guardia de la Cruz se le concedió, como consecuencias de las graves lesiones sufridas, una cruz pensionada vitalicia.
Epílogo.
Habían transcurrido ya tres campañas y más de veinte años desde que la Guardia Civil se estableciera permanentemente en la española plaza africana, pero su historia melillense no había hecho más que empezar.