CLXXV Aniversario Fundación Guardia Civil (1844-2019).
Artículo escrito por Jesús Núñez y publicado en "EUROPA SUR", pág. 12, el 22 de abril de 2019.
El original contiene una fotografía en blanco y negro.
El 15 de febrero de 1924 el “Delegado Regio para la Represión del Contrabando y Defraudación en la Zona Sur Oeste”, Pedro de Castro Santoyo, solicitó al director general de la Guardia Civil, teniente general Juan Zubia Bassecourt, el aumento de la plantilla de La Línea de la Concepción en 25 efectivos más de caballería.
Como ya se expuso anteriormente, no era para dedicarlos a perseguir el contrabando procedente de la colonia británica de Gibraltar. Para eso ya estaba la fuerza del Cuerpo de Carabineros, destacada tanto en la aduana como en varios puestos del término municipal de La Línea.
La razón de tan importante refuerzo de la Guardia Civil era mantener el orden público en las interminables colas que a lo largo de cada jornada formaban millares de personas que regresaban de trabajar o comprar género de diverso tipo en el Peñón.
Si bien la mayoría no se dedicaba como oficio al contrabando existía un porcentaje considerable, y muy conflictivo por cierto, que justificaba la necesidad de la presencia y vigilancia in situ de la fuerza pública.
Dichas colas iban desde la Verja, levantada ilegalmente por los británicos en 1908-09 en medio del mal denominado “campo neutral” (realmente territorio español), hasta nuestra aduana. Su edificio principal, demolido hace ya más de siete décadas, estaba ubicado entonces sobre la actual Plaza de la Constitución.
Una vez recibida dicha petición, el teniente general Zubia requirió el 20 de febrero de 1924, el correspondiente informe al coronel Rafael Bernal Pastor, subinspector del 16º Tercio, con cabecera en la capital malagueña, quien seguidamente lo solicitó al teniente coronel Antonio Lozano Díaz, jefe de la Comandancia de Cádiz, de la que dependía la 8ª Compañía de Algeciras y por lo tanto La Línea de la Concepción.
Teniendo en cuenta su parecer emitió el suyo y con fecha 6 de marzo, el coronel Bernal lo elevó al director general.Ambos mandos eran favorables al aumento de plantilla de caballería solicitado.
Aunque ya estaban concentrados en La Línea, un cabo y cinco guardias del Escuadrón de Caballería de la Comandancia de Cádiz, que tenía su cabecera en Jerez de la Frontera, resultaba insuficiente, “dado que siempre que hay necesidad de concentrar fuerza con motivo de huelgas que se desarrollan en aquella Ciudad, muy particularmente y con frecuencia la de obreros carboneros que trabajan en la vecina plaza de Gibraltar, tiene que efectuarlo fuerza de Infantería, por no disponerse de la de Caballería”.
Igual de parva había resultado la concentración ordenada el mes anterior por el gobernador militar del Campo de Gibraltar, general de división Francisco González de Uzqueta Benítez, de otros cinco guardias montados procedentes del puesto de Almoraima, dependiente de La Línea de Jimena de la Frontera, “con motivo de medidas adoptadas por la Delegación Regia para la represión del contrabando y defraudación a la que la población se venía dedicando”.
En su informe el coronel Bernal, tras afirmar que dichas concentraciones serían innecesarias si se hubiera aumentado en su momento la plantilla del puesto de La Línea, exponía también que había tenido que desistirse de dicha pretensión cuantas veces se había intentado llevar a cabo. La razón de ello eran las dificultades que siempre existían para encontrar un acuartelamiento donde alojar dicho incremento.
La población de hecho, entre residentes y transeúntes, eran ya unas 70.000 personas y la fuerza de los puestos de La Línea y La Atunara no alcanzaban la veintena de guardias civiles, una cifra absolutamente desproporcionada e insuficiente para garantizar la seguridad ciudadana todo el municipio. Por ello era muy necesario ampliar su número en al menos otros veinticinco más.
Pero como el principal problema era su alojamiento y no había disponibilidad de casa-cuartel capaz de albergar tal incremento de efectivos con sus correspondientes caballos, el comandante militar de la plaza, coronel de Infantería Guillermo Wesolowski Revuelta, ofreció la posibilidad de ceder el cuartel llamado de la Concepción, desalojado recientemente, donde podrían quedarse provisionalmente los 25 guardias civiles de caballería.
Por su parte el alcalde de La Línea, Francisco Ghersi Castaños, se ofreció a proponer ante el pleno del ayuntamiento, que caso de que dicha fuerza fuera destinada definitivamente como aumento de plantilla, y no temporalmente, se pudieran hacer con cargo al erario municipal, las obras necesarias para acondicionar el acuartelamiento ofrecido por el Ejército.
En total se harían pabellones para 38 guardias civiles casados al objeto de que se trajeran sus familias, incluyéndose también los que habitaban en la casa-cuartel de la calle Jardines. Pero como era necesaria la correspondiente aprobación del consistorio local, “no puede aventurarse a dar su conformidad sobre este último extremo hasta ver el resultado de la Corporación”.
Realmente no era buena época para que un alcalde de La Línea adquiriese ninguna clase de compromisos, ya que apenas permanecían en el cargo unos meses. De hecho, el año anterior le habían precedido José Cayetano Ramírez Galuzo, Francisco Ramos Fernández de Córdoba, Fernando González Marrero y Antonio Ríos Nápoles, cesando el propio Ghersi tan solo seis días después de que el coronel Bernal elevara su informe.
A ello hay que añadir también que el promotor del ofrecimiento, el coronel Wesolowski, fue destinado poco después a Valladolid. El nuevo alcalde, Francisco Cascales Lozano, permaneció al frente del ayuntamiento tan sólo unos meses.
No obstante, la Guardia Civil continuaba en su compromiso y empeño de aumentar la plantilla en los términos solicitados por el delegado regio para la represión del contrabando.
Así, el 11 de marzo, el general de brigada Mariano de las Peñas Franchi-Alfaro, secretario de la Dirección General del Cuerpo, requirió al coronel Bernal para que participase de qué puestos proponía detraer el incremento solicitado, reiterándosele con urgencia mediante telegrama fechado seis días después.
El 21 de marzo, sin haberse recibido todavía dicho informe, se dispuso como primera medida de urgencia que la plantilla del puesto de La Línea se incrementase inmediatamente en un cabo y seis guardias más.
Con esa misma fecha el coronel Bernal remitió su propuesta, haciendo suya la del teniente coronel Lozano, significando que “dicha distribución es la única que puede hacerse sin que se resienta el servicio del Escuadrón de dicha Comandancia, teniendo en cuenta que al sustituir los puestos de Almoraima y San José del Valle por fuerza de Infantería como siempre lo fueron, lejos de perjudicarse aquél se conseguiría desaparecieran las grandes dificultades que hoy existen para el racionamiento y asistencia del ganado de los mismos”.
La propuesta consistió en incrementar el puesto de La Línea con el sargento y los siete guardias del de Almoraima, el cabo y los cinco guardias del de San José del Valle, seis guardias y un trompeta del de Jerez, un guardia del de Trebujena, un cabo y un guardia del de Sanlúcar de Barrameda, y un guardia del de Medina Sidonia.
Transcurridos solamente seis días, el general de las Peñas aprobaba la propuesta remitida con algunas pequeñas modificaciones.
La Guardia Civil había cumplido en un tiempo record. ¿Quién incumpliría?.
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