Artículo escrito por Jesús Núñez y publicado en "DIARIO DE CÁDIZ", el 19 de julio de 2020, pág. 28.
El original contiene una fotografía en blanco y negro.
El 9 de marzo de 1829, reinando Fernando VII, se aprobó un extenso real decreto, “organizando el Cuerpo de Carabineros de costas y fronteras para impedir el contrabando”.
Para su organización y dirección, como inspector general, se designó al mariscal de campo y marqués de Rodil, José Ramón Rodil Campillo. Se trataba de un militar con una trayectoria profesional impresionante. Poco más de una década después sería presidente del consejo de ministros.
Este nuevo Cuerpo nacía fruto de las lecciones aprendidas sobre las instituciones que le precedieron, encargadas de perseguir el contrabando y el fraude fiscal que tanto daño hacían a las arcas del Estado.
Se establecía “para la seguridad y vigilancia de las costas y fronteras, hacer la guerra al contrabando, prevenir sus invasiones y reprimir a los contrabandistas, y para afianzar con respetable fuerza a favor de la industria y comercio nacionales, la protección y fomento que procuran las leyes de Aduanas”.
La costa gaditana sería una de las primeras en incorporar a su paisaje la figura del carabinero. Los destinados a primera línea de playa, en aquella España profundamente rural, eran posiblemente los militares más sufridos del siglo XIX.
Prestaban su servicio en la más absoluta soledad, vigilando las playas, oteando constantemente el horizonte y malviviendo en antiguos torreones de vigilancia e incluso en chozas de fortuna construidas por ellos mismos.
Aislados de los núcleos urbanos en muy contadas ocasiones podían convivir con su familia y cuando ello sucedía solía ser en unas condiciones deplorables. Lo habitual es que no tuvieran más compañía que la de sus propios compañeros.
El servicio era tan penoso y de tal dureza que se llegó a incluir como concepto reglamentario el de unidades “de fatiga” para distinguir las de mayor sacrificio respecto al resto. El principal beneficio que se concedía a quienes prestasen servicio en aquellas era obtener el carácter preferente para cualquier otro punto del territorio nacional, transcurrido un año de permanencia sin sanciones.
La Comandancia de Algeciras lo tenía reconocido desde la real orden de 13 de abril de 1901, junto a las de Estepona, Málaga, Mallorca y línea de Bidasoa de la de Guipúzcoa. Por real orden de 8 de junio de 1906 se concedió también para las de la primera compañía de Lérida, primera y segunda de Gerona, cuarta de Huelva, “y a los de la primera línea de la Comandancia de Cádiz desde el confín con la de Algeciras hasta el puesto de Sancti-Petri inclusive”.
La costa de Vejer, Conil y Chiclana soportaba un despliegue permanente de Carabineros pero muy precario en cuanto a instalaciones. Gracias a la investigación conjunta, actualmente en curso, con el doctor arquitecto Daniel Pinzón Ayala, sobre la casa-cuartel de La Barrosa, se han averiguado más vicisitudes muy interesantes.
Antes de continuar resulta obligado decir que su tesis doctoral sobre las casas-cuarteles de la Guardia Civil, además de la calificación sobresaliente cum laude, mereció en 2017 la concesión de la cruz de la orden del mérito de dicho Cuerpo, con distintivo blanco.
Gracias a su investigación se conoce la referencia del 9 de enero de 1838 en el Boletín Oficial de la Provincia de Cádiz, sobre la publicación de una subasta para la recomposición de una “casilla” de Carabineros en La Barrosa. Posteriormente, el 12 de abril de 1854, se volvió a publicar otra subasta para la construcción de una caseta, repitiéndose la convocatoria dos meses después al quedar desierta la anterior. En 1881 volverían a subastarse nuevas obras de reparación de dicha construcción.
En un plano de 1873, del Instituto Geográfico Nacional, descubrió la existencia de una “casilla” de Carabineros, realizada con piedra y teja, habitada constantemente. Se hallaba situada al sur del actual hotel Gran Meliá Sancti Petri. En otro plano de 1917 ya aparece la casa-cuartel de La Barrosa, tal y como la conocemos actualmente. Al proyecto turístico y urbanístico de Novo Sancti Petri le quedaba todavía muchas décadas para surgir y todo aquello formaba entonces parte de la playa de La Barrosa.
Buena parte de sus vicisitudes acaecidas entre 1903 y 1931, con su estructura principal desde 1907, ya fueron relatadas en un interesante artículo de Juan Carlos Rodríguez, publicado en DIARIO DE CÁDIZ el 18 de marzo de 2018 que resulta de obligada lectura por lo que no son aquí reproducidas.
En 1907 el puesto de Carabineros de La Barrosa, mandado por un sargento, fue por primera vez residencia también de un oficial como jefe de sección, tratándose del primer teniente Federico Ruiz Castilla. Dicha unidad estaba encuadrada en la compañía de San Fernando que mandaba el capitán Paulino Suárez Coitiño, junto a las secciones de Chiclana, Sancti Petri, San Fernando, Corral de Vives y Puerto Real, lideradas por los primeros tenientes Esteban Núñez de Vargas, Francisco Díaz Navarro y Luis Ferrando Freitas así como los segundos tenientes Mateo Guerrero Sagües y Bonifacio Zaragozano Ocón, respectivamente.
Gracias al último “Escalafón General del Cuerpo de Carabineros”, editado en 1936, justo antes del inicio de la Guerra Civil, por el brigada Eusebio Fernández Chimeno, se conoce que la línea de vigilancia de playa del puesto de La Barrosa tenía una longitud de seis kilómetros, comprendiendo desde la Almadraba Vieja hasta la Cala de Castillejos. En su distrito tenía cinco calas y las almadrabas de la Torre del Puerco y La Barrosa. Contaba con una plantilla formada por un sargento, un corneta y seis carabineros de 2ª clase.
Por aquel entonces la 3ª Compañía de San Fernando, perteneciente a la 11ª Comandancia de Carabineros de Cádiz, tenía la siguiente orgánica: 1ª Sección de El Blanco (Puestos de El Blanco, El Chato y Santibáñez); 2ª Sección de Corral de Vives (Puestos de Corral de Vives, Gallineras y Torreón); 3ª Sección de Sancti Petri (Puestos de Sancti Petri, de Sancti Petri-Marinos y de Chiclana); 4ª Sección de La Barrosa (Puestos de La Barrosa y Roche); 5ª Sección de Medina Sidonia (Puestos de Alcalá de los Gazules, Arcos de la Frontera, Cádiz-Ronda, Medina Sidonia, Paterna de la Ribera, Ubrique y Villamartín) y 6ª Sección de Zaporitos (Puestos de Avanzadilla, La Ardila, Estación de San Fernando, Puente Zuazo, Punta-Canteras, San Fernando, San Fernando-Marinos, Ventafuera y Zaporitos).
Con la Ley de 15 de marzo de 1940 desapareció el también benemérito Cuerpo de Carabineros, cuyo personal, acuartelamientos y funciones pasaron a ser asumidas por la Guardia Civil. Carabineros era la Policía Fiscal y de Vigilancia de Fronteras del Estado, razón por la cual hoy día la Benemérita ejerce dichas funciones.
En un próximo artículo se relatarán las vicisitudes de esa casa-cuartel de la Guardia Civil en La Barrosa que estuvo en servicio hasta la reorganización de 1979 y su desafección en 1986.
Ahora, respetándose su rótulo de “Todo por la Patria” y su letrero de “Casa Cuartel de la Guardia Civil”, se ha reconvertido en el “Cuartel del Mar”. Una magnífica opción de cultura gastronómica en la que quienes la disfruten tengan también un recuerdo de gratitud hacia aquellos carabineros y guardias civiles que allí vivieron junto a sus familias durante más de siete décadas. Por cierto, sin agua ni electricidad corrientes.
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