La Asociación Española de Militares Escritores (AEME) comienza este año la serie de Ciclos dedicados a la Seguridad y Defensa con el Ciclo 1/21 dedicado a la Seguridad en el Mediterráneo.
El Mare Nostrum, en términos de seguridad, se caracteriza por ser una región donde los conflictos presentan una dimensión multidireccional, la línea de fractura más evidente es la norte-sur, en la que coexisten unos países con un notable aislamiento internacional, otros con guerras o conflictos civiles junto a algunos más que se pueden considerar como países “fallidos”.
En la Directiva de Política de Defensa 2020, del pasado mes de agosto se señala al Mediterráneo como una región de especial interés para España, donde la estabilidad continúa amenazada por los desafíos del terrorismo, la criminalidad y la debilidad de algunos estados.
El yihadismo y el narcotráfico son dos de las amenazas más importantes que tienen España y el resto de la Unión Europea en el Mediterráneo.
La Estrategia de Seguridad Nacional 2017 es el marco de referencia vigente para nuestra política de Seguridad Nacional. El pasado julio desde el Departamento de Seguridad Nacional se difundió que arrancaba la renovación de la nueva Estrategia de Seguridad Nacional 2021.
Con ello se daba cumplimiento a la Ley 36/2015, de Seguridad Nacional, que prevé la revisión de la Estrategia de Seguridad Nacional cada cinco años o cuando lo aconsejen las circunstancias cambiantes del entorno estratégico. El escenario creado por la actual pandemia del Covid-19 y otros factores, ha hecho necesario que no se vaya a agotar el plazo establecido de 2023 y se vuelvan a evaluar los ámbitos definidos en la Seguridad Nacional así como su interrelación.
Pero hasta que se apruebe la Estrategia de Seguridad Nacional 2021 sigue vigente la mentada de 2017, donde aparecen precisamente las palabras “Mediterráneo”, “narcotráfico” y “terrorismo yihadista”. Y bien seguro que continuarán, incluso más fortalecidas en el nuevo marco de referencia.
Por otra parte, en la Estrategia de Seguridad Nacional 2013, ya se contemplaba la seguridad marítima como uno de los ámbitos de la Seguridad Nacional. Consecuente con ello, el Consejo de Seguridad Nacional, acordó aprobar la Estrategia de Seguridad Marítima Nacional, cuyo objetivo era “impulsar una política amplia de seguridad con la finalidad de proteger los intereses marítimos nacionales”.
En la primera categoría de riesgos y amenazas (“actos ilícitos contra la seguridad marítima”), contemplaba los tráficos ilícitos, sustentados en redes de crimen organizado, y el terrorismo.
Respecto a los primeros, destaca la gravedad del tráfico de estupefacientes, se afirma que constituye uno de los más graves riesgos y amenazas para la Seguridad Nacional, tanto por sus consecuencias para el Estado, que debe dedicar numerosos recursos para su prevención y represión, así como para la vida de los ciudadanos.
Respecto al segundo se exponía que las características del medio marino lo convertían en un espacio particularmente favorable no sólo para la comisión de atentados, incluidos los de vector suicida, contra objetivos marítimos en movimiento, civiles y militares, infraestructuras bajo el agua o en el litoral, etc., sino también para su utilización como medio de infiltración de recursos humanos y materiales con fines terroristas.
Diversos sucesos ya acaecidos lo acreditan. De hecho, hay que recordar la activación en Mediterráneo durante más de una década, de la Operación de la OTAN “ACTIVE ENDEAVOUR”, iniciada al invocarse el Artículo 5 del Tratado del Atlántico Norte (compromiso de “defensa colectiva”), tras los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 en los Estados Unidos. Consistió en el establecimiento de medidas que contribuyeran a disuadir e impedir cualquier actividad terrorista así como proteger el tráfico mercante y las líneas de comunicación.
A dicha Operación le sucedió, a partir de 2016, la Operación “SEA GUARDIAN”, que tiene entre otros objetivos, las actividades de lucha contra el terrorismo, en particular mediante la interceptación y el abordaje de buques sospechosos. No es una operación del mentado artículo 5 y al igual que en la operación anterior, España también participa.
Regresando a nuestro contexto, el Consejo de Seguridad Nacional, que cuenta con el apoyo del Consejo Nacional de Seguridad Marítima, constituido en 2014, aprobó en 2019, diseñado con base en la mentada Estrategia de Seguridad Nacional 2017, el Plan de Acción de Seguridad Marítima.
En su análisis de riesgos y amenazas a la seguridad marítima destaca, además de la intensidad con que se viene manifestando la inmigración irregular (no hay que olvidar las elevadas cifras del año anterior que motivó la creación de la “Autoridad Nacional de Coordinación de las actuaciones para hacer frente a la inmigración irregular en la zona del Estrecho de Gibraltar, mar de Alborán y aguas adyacentes”, liderada por un general de la Guardia Civil) y el tráfico de flujos ilícitos (narcotráfico) en un área de gran importancia estratégica como la citada. Ello, a su vez, dio lugar a la creación por el Ministerio del Interior, del Plan Especial de Seguridad del Campo de Gibraltar, cuyos pilares fundamentales son los Cuerpos de la Guardia Civil y Policía Nacional.
En relación al narcotráfico en un escenario tan amplio como es el Mediterráneo, puede afirmarse que continuará siendo una amenaza durante los próximos años.
A este respecto hay que destacar que por la Agencia Europea de Control de Fronteras (FRONTEX) viene desarrollándose la Operación “INDALO”, liderada por la Guardia Civil y que desde junio pasado se han incorporado nuestras Fuerzas Armadas. Participan varios países y sus principales objetivos son controlar los flujos de inmigración irregular y luchar contra el crimen transfronterizo, entre el que se encuentra el tráfico marítimo de drogas, que tiene lugar en las costas y fronteras exteriores del sur de la península ibérica.
Las drogas, principalmente hachís y sus derivados, son transportadas desde el continente africano, vía marítima por el Mediterráneo, con destino Europea. Para ello las organizaciones criminales dedicadas al narcotráfico, utilizan medios de todo tipo, poseyendo importantes estructuras dotadas de los recursos humanos y materiales necesarios para llevar a cabo sus actividades delictivas.
En el caso de la droga que llega a los puertos, aprovechando el movimiento de buques de pasaje y mercantes, las cantidades de mayor importancia suelen transportarse principalmente ocultas en dobles fondos de vehículos de toda clase y contenedores de mercancías o bien disimulada entre su carga o equipaje. Cuando el punto de desembarco es la costa, bien playas o pequeños puertos pesqueros o deportivos, suelen utilizar principalmente embarcaciones recreativas, deportivas, pesqueras o de alta velocidad.
Para la ejecución de dicha actividad delincuencial, y en función de la modalidad de transporte o alijo utilizado, las organizaciones criminales están convenientemente estructuradas y coordinadas entre sí, contando con los recursos necesarios. Así, en origen tienen el personal que facilita y prepara convenientemente los medios de transporte a emplear, los que van a cargar la droga, los que vigilan para evitar ser sorprendidos, los encargados de su transporte, adquisición del combustible necesario para las embarcaciones y su traslado, etc. En destino, disponen también del personal necesario para vigilancia, proporcionar nuevos medios de transporte, descargar la droga y cargarla en los medios citados, transportarla a su destino o a “guarderías” que cuentan a su vez con personal para su vigilancia, adquisición del combustible necesario para las embarcaciones y su transporte, etc.
Por otra parte, la desestabilización que han venido padeciendo diversos países del norte de África, a partir de las revueltas árabes, el avance del yihadismo al norte y al sur del Sahel así como la aparición de escenarios donde se han producido conflictos armados, todo lo cual conlleva potenciar la amenaza terrorista, ha obligado a analizar la vinculación de grupos terroristas, principalmente yihadistas, con el narcotráfico.
En relación a ello hay que decir que existen principalmente dos teorías, fruto del estudio realizado por los analistas. Unos aseguran que a través del narcotráfico procedente de África con destino Europa, a través del Mediterráneo, el terrorismo yihadista se viene financiando, siendo ésta una de sus fuentes de ingresos. Otros consideran que realmente son meras organizaciones criminales que utilizan la cobertura del yihadismo para amparar y justificar su lucrativo negocio del tráfico de drogas.
Lo cierto es que narcotráfico y yihadismo son dos graves amenazas.
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