CLXXV Aniversario “Cartilla del Guardia Civil” (1845-2020).
Artículo escrito por Jesús Núñez y publicado en "EUROPA SUR", el 18 de mayo de 2020, pág. 26.
El original contiene una fotografía en blanco y negro.
A fin de febrero de 1856 Miguel Guzmán Cumplido cesó en su destino de 2º jefe del 2º Batallón del Regimiento de Infantería Burgos núm. 36. Acababa de ascender al empleo de primer comandante por méritos de guerra contraídos en las operaciones de Melilla acaecidas el mes de noviembre pasado, relatadas en el capítulo anterior.
La situación de dicha plaza norteafricana, española desde 1497, hoy ciudad autónoma, aunque mejoró algo tras las mentadas acciones dirigidas por el general Prim, no tardó en continuar sufriendo las hostilidades rifeñas. Para reforzar con carácter permanente su guarnición, y no depender tanto de la proyección temporal de unidades procedentes de la Península, se había dispuesto por real orden de 11 de diciembre de 1855, la organización de un “batallón de disciplina”. Éste estaba compuesto por seis compañías y dependía directamente del capitán general de Granada.
No obstante, continuaron produciéndose bajas aisladas de soldados españoles como consecuencia de ataques rifeños puntuales, aunque en ocasiones también se sucedían enfrentamientos de mucha mayor entidad con numerosas bajas por ambas partes. Gabriel de Morales en su referida obra “Efemérides de la Historia de Melilla (1497-1913)”, relataba precisamente el acaecido el 9 de septiembre de 1856 con motivo de una salida al campo exterior.
Resultaron muertos los segundos comandantes de Infantería Antonio Salsó Busnadiego y José Gálvez Villanueva así como el subteniente José del Gras Díaz, 3 sargentos y 11 cabos y soldados, pertenecientes todos ellos a las compañías disciplinarias. Además resultaron heridos el propio gobernador militar de Melilla, ya brigadier Manuel Buceta del Villar, que como se dijo anteriormente sería comandante general del Campo de Gibraltar en 1878-79; 5 oficiales y 63 de tropa, dos de los cuales fallecerían pocos días después.
Mientras tanto la Infantería española había vuelto a ser objeto de una nueva reorganización. Pasó a constituirse en 41 regimientos de a dos batallones cada uno y de 15 batallones de cazadores. Cada batallón de línea se componía de seis compañías, de las cuales una era de granaderos, otra de cazadores y las demás de fusileros.
La reserva del Ejército activo había sido creada por la ley de 31 de julio de 1855 y desarrollada por reales decretos de 21 de agosto y 13 de noviembre siguientes, bajo la denominación de “Milicia Provincial”. Conforme a todo ello se dispuso la creación de 24 batallones nuevos y la formación de otros 56 sobre los terceros de los regimientos de línea y las compañías 5ª y 6ª de los batallones de cazadores.
A cada batallón se le asignó un distrito y su fuerza se componía de 8 compañías debiendo establecerse el mando y plana mayor de aquél en la localidad que diera nombre a la unidad. Las compañías a su vez desplegarían en la demarcación de cada distrito.
Dos de esos batallones de la Milicia Provincial se organizaron en la provincia gaditana: el Cádiz núm. 37 y el Algeciras núm. 79. El primero se constituyó sobre la base del Tercer Batallón del Regimiento de Infantería Astorga núm. 44, de guarnición en la capital, donde Guzmán había estado destinado anteriormente. Sus compañías se desplegaban por el resto de la provincia a excepción del Campo de Gibraltar.
El segundo fue de nueva creación, asentándose mando y plana mayor en la ciudad de Algeciras, desplegando sus compañías en la comarca campogibraltareña. De su mando se hizo cargo al inicio del mes de marzo de 1856, el ya primer comandante Miguel Guzmán, relevando al de igual empleo, Pedro de la Garza y del Bono.
A modo de curiosidad decir que conforme al artículo 33 de la ley citada, los sargentos, cabos y soldados de la Milicia Provincial debían permanecer solteros durante los cuatro primeros años de servicio, Después y cumpliendo los requisitos necesarios, podían contraer matrimonio con permiso del jefe de batallón. Éste a su vez debía dar cuenta y remitir el correspondiente expediente al director general de la Milicia Provincial que era el mismo que el de Infantería, con residencia en Madrid.
Cuando todavía se estaba desarrollando el nuevo modelo de la reserva del Ejército, se produjo un cambio del gobierno presidido por el general Joaquín Baldomero Fernández-Espartero Álvarez de Toro, por el del también general Leopoldo O’Donnell Joris. Ello supuso el fin del llamado Bienio Progresista (1854-1856).
Se dictó entonces una nueva reorganización por real decreto de 20 de octubre de 1856, dimanante del ministerio de la Guerra, cuyo primer párrafo de la exposición que se hacía a Isabel II, no podía ser más explícito: “Con el ejército activo que hoy existe no hay la fuerza que se necesita para las atenciones militares, ni la que reclama la proporción de que debe haber con la de las otras naciones, principio regulador observado desde la creación de los ejércitos permanentes. La Institución de Milicias provinciales, que tantos días de gloria dio a los reinados de vuestros Augustos predecesores como reserva del ejército, necesita para existir otra organización política”.
Con la nueva normativa la Infantería del Ejército pasó a tener 41 regimientos, incluido el Fijo de Ceuta, y 20 batallones de cazadores. Dichos regimientos se compondrían de 3 batallones de 8 compañías cada uno, de las que una sería de granaderos, otra de cazadores y las 6 restantes de fusileros. Los 20 batallones de cazadores también constarían de 8 compañías cada uno.
Para reforzar en tal entidad el Ejército activo era necesario suprimir la mitad de los batallones de Milicia Provincial que constituían la reserva, pasando sus compañías a integrarse en los regimientos. La otra mitad de los batallones cedería a su vez la mitad de sus compañías para reforzar el resto de regimientos. Los 40 batallones de Milicia Provincial que quedaron pasarían a denominarse “Cuadros de Reserva”.
Dado que el de Algeciras era uno de los que se suprimían, Guzmán pasó a mandar el ubicado en la capital gaditana, que cambió su denominación por la de “Cuadro de Reserva núm. 15”. Apenas había estado seis meses destinado en el Campo de Gibraltar, donde se encontraba San Roque y la hacienda de “El Almendral”, residencia de la familia de su esposa Dorotea Shakery.
Poco tiempo permanecería también en Cádiz, apenas siete meses, pues a fin de marzo de 1857 cesaba en su mando para ingresar voluntariamente en las filas del Cuerpo de la Guardia Civil.
Había transcurrido ya más de una década desde la creación del benemérito Instituto y se trataba de un cuerpo militar de seguridad pública, perfectamente consolidado y que gozaba de gran prestigio, tanto entre la población civil como entre el Ejército.
A Guzmán le fue concedido por real orden de 18 de febrero anterior, el empleo de primer capitán de la Guardia Civil. Dejaba atrás la vida sedentaria y familiar de las unidades de reserva y guarnición que había mandado en las ciudades de Algeciras y Cádiz. Quien había sido recompensado en cuatro ocasiones con la cruz de San Fernando de 1ª clase por su heroico valor, estaba llamado a asumir responsabilidades superiores. ¡Y qué mejor camino tomar entonces que el de ser uno de los hombres del duque de Ahumada!.
(Continuará).
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