Artículo escrito por Jesús Núñez y publicado en "EUROPA SUR" el 24 de mayo de 2021, pág. 14.
El original está ilustrado con una fotografía en blanco y negro.
Durante el verano de 1936 la zona oriental del municipio de San Roque, que hoy conocemos como el distrito de Guadiaro, fue escenario de diversos enfrentamientos armados. Los combates se libraron entre las fuerzas gubernamentales procedentes de la vecina provincia de Málaga y las sublevadas que se habían hecho con el control de la mayor parte del Campo de Gibraltar, gracias principalmente a la actuación de las tropas llegadas desde Ceuta.
El municipio limítrofe de Jimena de la Frontera fue el último que ocuparon en la provincia de Cádiz. El 28 de septiembre, tras duros combates, tomaron la localidad que le da nombre y al día siguiente la pedanía de San Pablo de Buceite. El 8 de octubre lo hicieron con la de San Martín del Tesorillo y la población malagueña de Manilva. A partir de esa fecha la provincia gaditana quedó totalmente en poder de los alzados.
Algunos de los guardias civiles de la línea de San Roque participaron en dichas operaciones como conocedores del terreno, sirviendo de guía a las fuerzas militares sublevadas. Enfrente tendrían, como se verá en el próximo capítulo, a guardias civiles pertenecientes a la Comandancia de Málaga. No hay que olvidar que ésta y la de Cádiz integraban el 16º Tercio que tenía su cabecera en la capital malagueña.
Para entonces el máximo responsable de ambas comandancias ya había sido fusilado. El coronel Fulgencio Gómez Carrión tras recibir en la madrugada del 19 de julio el contundente radiograma citado en el capítulo anterior, remitido por el inspector general de la Guardia Civil, cambió radicalmente su actitud y su posicionamiento. El general de brigada de Caballería Sebastián Pozas Perea había finalizado su respuesta con una frase lapidaria: “Contesto su vergonzoso radiograma número 945”.
Tal y como detalla el capitán Juan Antonio Ramos Hitos en su obra igualmente mencionada, el inspector general se refería al siguiente texto enviado por el coronel jefe del 16º Tercio: “Declarado el estado de guerra en esta Plaza por el Comandante Militar de la misma y según orden del General de la 2ª División me he puesto a sus órdenes conforme está prevenido. Málaga 18 de julio de 1936”.
El coronel Gómez tras leer lo remitido por el general Pozas envió el siguiente radiograma: “Creyendo perfectamente legal la declaración del estado de guerra dimanante del General de la 2ª División comunicada por el Comandante Militar de esta Plaza al que suscribe a presencia del Coronel de Carabineros y Coronel del Regimiento Infantería Vitoria nº 8, ambos de esta guarnición que conmigo la acataron por considerarla legítima dada su procedencia, me puse como dichos Coroneles a las órdenes del General de esta Plaza, como está previsto en estos casos; dando cuenta a V.E. para su debido conocimiento; pero sabiendo ahora por su autoridad el carácter de aquella me limito a atender nuestro especial y peculiar cometido reglamentario, ante la imposibilidad de oponerme por la escasa fuerza que dispongo, a las que mandan los coroneles antes citados. He intentado ponerme al habla con el Gobernador Civil no pudiendo conseguirlo por estar intervenidas las comunicaciones por la autoridad militar y estar además el edificio del Gobierno Civil rodeado por las fuerzas del Ejército, habiendo sido agredido el que suscribe y también la fuerza por elementos socialistas y comunistas. También he intentado ponerme en comunicación con V.E. inútilmente por la intervención antes referida. Tengo que permitirme condolerme ante V.E. por los ásperos conceptos que me dirige cuando mi actuación ha sido únicamente la que me honro en haberle expuesto. Málaga 19 de julio de 1936”.
Muy probablemente en el pensamiento del coronel Gómez estaba en ese momento el recuerdo de la frustrada sublevación que había encabezado el 10 de agosto de 1932 el teniente general José Sanjurjo Sacanel y las drásticas consecuencias que ello tuvo para los mandos de la Benemérita que le secundaron.
Por otra parte, el jefe de la Comandancia de la Guardia Civil de Málaga, teniente coronel Aquilino Porras Rodríguez, tras tener conocimiento por conducto de su coronel, del radiograma del general Pozas, ordenó el inmediato regreso de las fuerzas que habían salido en apoyo de las fuerzas sublevadas del Ejército. A continuación envió al inspector general el siguiente radiograma: “El Jefe que suscribe y todos los Jefes, Oficiales, Suboficiales y clases de tropa de esta Comandancia participan a V.E. su más leal e inquebrantable adhesión al Régimen y Gobierno constituidos, estando dispuestos a luchar con el mayor entusiasmo para el restablecimiento de la legalidad republicana y auxiliarla en todo trance, no acatando más órdenes que las emanadas de las autoridades correspondientes. Málaga 19 de julio de 1936”.
Mientras tanto ese mismo día comenzaron en Madrid a sucederse los gobiernos. Dimitía el presidente Santiago Casares Quiroga junto al resto de ministros, siendo Juan Moles Ormella el de Gobernación. El presidente de la República, Manuel Azaña Díaz, nombraba esa misma fecha para presidir el nuevo gobierno a Diego Martínez Barrio y éste nombraba un nuevo equipo, cuyo titular de Gobernación pasaba a ser Augusto Barcia Trelles, anterior ministro de Estado, actual Asuntos Exteriores.
Pero antes de que finalizase la jornada se volvía a producir una nueva cadena de dimisiones y Azaña tuvo que nombrar como nuevo presidente a José Giral Pereira que había sido ministro de Marina en los gabinetes de Casares y Martínez, cartera con la que también proseguiría. A su vez nombró ministro de la Gobernación al inspector general de la Guardia Civil, en sustitución de Barcia que pasó nuevamente a ocupar el Ministerio de Estado.
El coronel Gómez al enterarse de ello envió ese mismo día al general Pozas el siguiente radiograma de felicitación: “Con motivo de su exaltación a ese Ministerio el Coronel 16º Tercio, Jefes, Oficiales, Suboficiales y clases de tropa de la Comandancia de Málaga felicitan a V.E. reiterándole su adhesión personal y obediencia al Régimen y Gobierno constituido”.
Todo ello de nada le sirvió pues tal y como dispuso el propio Pozas en la orden del Ministerio de la Gobernación suscrita el 1º de agosto siguiente, el coronel Gómez causó baja definitiva en el servicio activo junto a otros jefes y oficiales de la Guardia Civil considerados desafectos al gobierno de la República.
Lo mismo sucedió en otra orden ministerial, fechada el 26 de agosto, con el teniente Odón Oscar Ojanguren Alonso, todavía jefe de la línea de San Roque, y el resto de los jefes y oficiales de la Comandancia de Cádiz. Todo ello “sin perjuicio de lo que en su día resulte de la información que al efecto se instruya”.
Al mediodía del 19 de julio el coronel Gómez se había presentado en el gobierno civil para ponerse a disposición de la autoridad competente. La rebelión militar había fracasado en Málaga y los principales mandos sublevados del Ejército habían acudido unas horas antes a entregarse. El gobernador civil era José Antonio Fernández Vega, quien terminaría siendo detenido por los alemanes en su exilio de Francia tras finalizar la contienda. Entregado a las autoridades españolas sería fusilado el 18 de mayo de 1942 tras ser condenado a la pena de muerte.
(Continuará).
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