Artículo escrito por Jesús Núñez y publicado en "EUROPA SUR" el 27 de mayo de 2024, pág. 12.
El original está ilustrado con una fotografía en blanco y negro.
Continuando con la documentación entregada por el subteniente retirado Domiciano Díaz Fernández, firmada el 3 de marzo de 1941 por el jefe de la entonces nueva 216ª Comandancia Rural de la Guardia Civil (Cádiz), Manuel Márquez González, hay que precisar que la 3ª Sección de la 1ª Compañía (Algeciras) tenía su cabecera en la capital gaditana.
Estaba mandada por un alférez y tenía a su cargo las Agrupaciones de Cádiz (puestos de Cádiz y San José), del Puerto de Santa María (puestos de Puerto Real y del Puerto de Santa María) y de Rota (puestos de Chipiona y de Rota). Aunque su capitán tenía su jefatura en la ciudad de Algeciras, el despliegue de dicha sección no estaba sobre el Campo de Gibraltar.
La 2ª Compañía de la citada 216ª Comandancia Rural tenía su cabecera en Villamartín y ninguna de sus unidades subordinadas estaba establecida en nuestro Campo de Gibraltar. Aunque tenía sólo dos secciones, mandadas también por alféreces, tenía una considerable demarcación territorial. La primera tenía su cabecera en Olvera y la segunda en Arcos de la Frontera.
La 1ª Sección tenía a su cargo las Agrupaciones de Alcalá del Valle (puestos de Olvera, Torre Alháquime y Alcalá del Valle), de Algodonales (puestos de Setenil, El Gastor y Algodonales) y Grazalema (puestos de Zahara, Benaocaz y Grazalema). Y la 2ª Sección encuadraba las Agrupaciones de Algar (puestos de Arcos de la Frontera, Espera y Algar), de Bornos (puestos de Villamartín, Puerto Serrano y Bornos) y de Ubrique (puestos de El Bosque, Prado del Rey y Ubrique).
La tercera y última unidad, entidad compañía, que queda por citar de la mentada Comandancia, era el escuadrón de caballería que tenía la residencia de su capitán establecida en la ciudad de Jerez de la Frontera. En este caso sus tres secciones eran tenientes y no alféreces como ocurría en las unidades de infantería de dicha comandancia. Tan sólo uno de sus puestos estaba ubicado en el Campo de Gibraltar. Se trataba el de Almoraima, ubicado en el término municipal de Castellar de la Frontera.
A diferencia de lo que ocurría con las secciones de las compañías de infantería de la Guardia Civil, los escuadrones de caballería carecían de agrupaciones. Así que la 1ª Sección de Jerez de la Frontera tenía a su cargo los puestos de San José del Valle y Jerez; la 2ª Sección de Sanlúcar de Barrameda tenía los puestos de Trebujena, Almoraima y Sanlúcar; y la 3ª Sección de Medina-Sidonia tenía los puestos de Chiclana de la Frontera, Alcalá del Valle y Medina-Sidonia. Hay que significar que el puesto campogibraltareño de Almoraima estaba integrado por 1 cabo y 6 guardias 2º.
Lamentablemente, al contrario que los mentados escritos de la 216ª Comandancia Rural (Cádiz), antigua Comandancia de la Guardia Civil de la provincia de Cádiz, que fueron suscritos y firmados por su mentado jefe en 1941, no se han localizado hasta el momento como quedaron organizadas y distribuidas inicialmente las unidades de las antiguas 10ª y 11ª Comandancias de Carabineros, Algeciras y Cádiz. Hay que recordar que éstas, tras un breve periodo intermedio de ser nominadas como las 66ª y 67ª Comandancias Administrativas de la Guardia Civil, fueron reconvertidas en la Instrucción General núm. 3, de 20 de febrero de 1941, dictada conforme la ley de 15 de marzo de 1940, en las 134ª y 234ª Comandancias de Costas de la Guardia Civil.
Realmente debió de ser aquél un periodo muy complicado y más si se tiene en cuenta que se procedía de una terrible guerra civil que había durado casi tres años, en los que tanto Carabineros como la Guardia Civil habían combatido en ambos bandos, así como que, aunque España no era país contendiente, se estaba librando la Segunda Guerra Mundial, iniciada el 1º de septiembre de 1939.
Por otra parte, no hay que olvidar que cuando se procedió a integrar a los carabineros y hacerlos guardias civiles, se tardó en llevar a cabo cuestiones tan elementales como por ejemplo la dotación de uniformidad, pues la misma era hasta entonces, diferente en ambos Cuerpos. Hay que significar que en esa época, la uniformidad no era entregada y servida como sucede actualmente por la propia Institución, sino que tenía que ser adquirida en establecimientos particulares y abonada por cada individuo.
Ello ya había motivado que se dictase inicialmente por el ministro del Ejército, todavía general de división José Enrique Varela Iglesias, la orden de 6 de mayo de 1940, disponiendo que, “en tanto se resuelve con carácter definitivo el uniforme y emblemas que ha de usar el Cuerpo de la Guardia Civil, todo el personal que no proceda del antiguo Cuerpo llevará sobre el lado derecho del pecho, y a mayor altura que el bolsillo, el actual emblema, formado por las iniciales de la Guardia Civil, con corona, sobre un fondo rojo, de forma rectangular y dimensiones aproximadas de 35 por 65 milímetros”.
Pocos meses después, por orden del Ministerio del Ejército, de 11 de septiembre siguiente, se dispuso ya, “con motivo de la fusión de los Cuerpos de la Guardia Civil y de Carabineros”, que se adoptasen las modificaciones que se disponían en dicha norma respecto al uniforme reglamentario.
El nuevo emblema del Cuerpo se compondría del “enlace de las iniciales del Cuerpo, en plata, sobre dos carabinas, en oro, y todo ello coronado con la corona reglamentaria en plata”.
Dada la realización de “servicios esencialmente distintos en las características de su prestación”, se hizo necesario adoptar determinadas modificaciones en la uniformidad de la Benemérita que Carabineros venía empleando en buena parte. De ello sabía mucho la nueva 134ª Comandancia de Costas de la Guardia Civil (Algeciras).
En dicha normativa, muy ilustrada, se detalló la nueva uniformidad. Destacaba el empleo del gorro como prenda de cabeza en el nuevo uniforme de servicio empleado por los suboficiales y tropa: “de paño gris verdoso, de dos picos y con vuelta que le permita ser transformado en pasamontañas con visera”. Para las fuerzas del Tercio Móvil se usaría, en ciertos servicios, el casco de acero reglamentario en el Ejército.
También se hizo una detallada descripción de la nueva sahariana, “de dril gris verdoso” a emplear; su calzón, igual al reglamentario para jefes y oficiales que se describía en el reglamento de uniformidad aprobado por real orden circular de 16 de diciembre de 1926, pero “confeccionado en dril gris verdoso”; así como un nuevo calzado de “bota alta, negra, con ojales y cordones, y cerrada al costado, con una cartera con cuatro hebillas”. Las plazas montadas llevarían las espuelas reglamentarias y el correaje sería el que era entonces reglamentario en la Guardia Civil. Respecto a la funda de pistola, de baquetilla negra, se suprimía el uso de cordón fiador para el arma.
Respecto al uniforme de paseo se detallaba minuciosamente la nueva uniformidad, manteniéndose el tradicional sombrero negro de la Benemérita para los tercios rurales, escuadrones afectos y veteranos. Sin embargo, se adoptaba para los demás, la gorra de plato, ya usada en Carabineros, pero, “de forma igual a la reglamentaria en las Academias Militares del Ejército”.
(Continuará).
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