CLXXV Aniversario de la “Cartilla del Guardia Civil” (1845-2020).
Por real orden de 9 de agosto de 1922, tras tres años de informes y gestiones, se había autorizado desde el Ministerio de la Gobernación, tal y como se relató en un capítulo anterior, la creación de un puesto de la Guardia Civil en la barriada sanroqueña de Campamento de Benalife.
Buena parte de la misma estaba ocupada por espléndidas residencias propiedad de acaudaladas familias españolas y británicas, procediendo estas últimas de la vecina colonia de Gibraltar. Tal y como ya se ha citado en alguna ocasión, podría decirse que dicha zona residencial era el Sotogrande de principios del siglo XX.
A pesar que ya estaba aprobada la instalación de un puesto del benemérito Instituto, quedaba pendiente disponer de una casa-cuartel. Cuestión fundamental pero que como se expondrá a continuación, tampoco fue fácil ni rápida de resolver. De hecho, se tardó otros tres años más en constituirse y entrar en funcionamiento.
El promotor de la iniciativa fue uno de los propietarios más distinguidos, José María Patrón Cibo de Sopranis, marqués de Casa Vargas-Machuca. A principios de junio de 1919 había dirigido una instancia al ministro de la Gobernación, Antonio Goicochea Cosculluela, solicitando su creación. Para incentivar su petición prestó gratis un inmueble para su uso como acuartelamiento.
La necesidad de creación de un puesto de la Guardia Civil había quedado perfectamente acreditada, tanto para garantatizar la seguridad ciudadana de dicha barriada como la vecina de Puente Mayorga. Además era conveniente para la vigilancia de un centro anarquista allí ubicado y de la carretera de Algeciras y San Roque a la Línea de la Concepción, que tenía un importante tránsito de personas, ganado y carruajes.
Respecto al inmueble ofrecido por el marqués para su empleo como casa-cuartel, se había procedido a su inspección por el teniente Enrique Benito Gómez, jefe de línea de La Línea de la Concepción. Bajo su mando estaban entonces los puestos de la residencia, El Zabal y San Roque, estando previsto también el de Campamento, tan pronto entrase en funcionamiento.
Tras su visita al edificio ofertado dicho oficial había confeccionado un croquis fechado el 4 de agosto de 1919. La casa tenía una sola planta dotada de varias habitaciones así como de cocinas y retretes comunes. Sin embargo, no reunía condiciones de habitabilidad para la plantilla prevista de cinco guardias civiles, caso de que todos estuvieran casados. En cambio si podrían alojarse tres que lo estuvieran y dos solteros. El propietario ofrecía, también sin coste, “menaje y utensilio necesario, rótulo de casa-cuartel, bandera con asta y sello oficial con caja”.
Otros inconvenientes eran que carecía de pozo de agua y que ni Campamento ni Puente Mayorga tenían asistencia médico-farmacéutica, si bien se podía facilitar en las poblaciones de La Línea de la Concepción o de San Roque.
A la vista de todo lo expuesto, el teniente coronel Antonio Lozano Díaz, jefe de la Comandancia de Cádiz, ordenó al teniente Benito que instruyese el llamado “expediente de acuartelamiento”, al objeto de poder instalar el nuevo puesto de Campamento.
Consecuente con ello, el 27 de agosto de 1922 dicho oficial, acompañado de los peritos albañiles Francisco Mateo y José López, procedieron a reconocer el inmueble ofrecido, sito en la calle entonces denominada Cuartel, futura calle Pozo. Tras su inspección se determinó que se necesitaban realizar unas obras previas a su uso como casa-cuartel.
Se propuso ampliar el edificio, levantando otra planta y construyendo más habitaciones para pabellones, una sala de armas y una cuadra para caballos, ya que aunque la plantilla prevista sería de infantería serían adjudicados algunos para prestar servicio con mayor eficacia.
El plazo de finalización se estimó inicialmente en unos cuarenta días, comprometiéndose el marqués a realizarlas con cargo a su peculio y en avisar una vez conclusas, “para la terminación del expediente y contratos”. Sin embargo, las obras superaron con mucho el plazo previsto y tras diversas vicisitudes, tardaron en concluirse casi tres años más tarde.
Finalmente, el 30 de mayo de 1925 se suscribió el correspondiente contrato. Como representante legal del marqués firmó el abogado Arturo Patrón Campos (pudiera ser Cánepa pues ambos apellidos aparecen en documentos diferentes) y por la Guardia Civil el teniente José Quintana Acuña, jefe de la línea (sección) de La Línea de la Concepción, así como los testigos José Pérez y José Mauricio.
Dicho contrato, acompañado de cuatro copias, fue elevado el 13 de junio siguiente, junto al expediente instruido, por el coronel Rafael Bernal Pastor, subinspector del 16º Tercio (Málaga), al director general de la Guardia Civil, teniente general Ricardo Burguete Lana. También se informó que se habían practicado todas las obras propuestas, reuniendo la casa-cuartel, “las debidas condiciones de seguridad, higiene e independencia que son necesarias”.
Según se informaba, el edificio constaba en la planta baja de cuatro pabellones para casados. Cada uno se componía de sala, un dormitorio y cocina, cuarto para el guardia de puertas, sala de armas, dos retretes comunes para todos y un patio sin pozo. En la planta alta se había construido otro pabellón para casado compuesto de sala, un dormitorio y cocina. El edificio había sido reformado por completo y era de sólida construcción, “llenando con excepción de la falta de agua, las necesidades para alojar una clase y cuatro guardias de que ha de componerse su dotación.”
Sin embargo, tan sólo cinco días después, todo fue devuelto por el director general, interesando por qué no se había exigido el número de habitaciones que marcaba la Circular de 5 de mayo de 1921 y si tenía espacio suficiente para ser ampliadas. También debía informarse donde podía abastecerse de agua potable y hacer constar en los contratos las condiciones de cada pabellón y demás dependencias.
Una vez cumplimentado lo requerido, el coronel Bernal elevó todo el 29 de julio siguiente. Informó que el teniente Quintana se había entrevistado con el marqués, exponiéndole la necesidad de que cada pabellón debía tener tres habitaciones más cocina, conforme la referida circular. El propietario manifestó que dada la amplitud de las habitaciones, dispondría que los dormitorios se dividieran en dos por medio de un tabique. Respecto al agua el marqués había autorizado que los habitantes de la casa-cuartel pudieran abastecerse de un pozo distante unos 50 metros en otro terreno de su propiedad.
Finalmente, el 7 de agosto de 1925, por real orden, se aprobó el nuevo contrato, procediéndose el 28 de septiembre a ocupar y entrar seguidamente en servicio el nuevo puesto de Campamento. La plantilla estaría compuesta por un sargento y cuatro guardias de 2ª clase, disminuidos de las plantillas de los puestos de Cádiz, San Roque, La Línea de la Concepción y Jimena de la Frontera.
Seguidamente se confeccionó y remitió la tarjeta estadística conforme al modelo establecido en una disposición de la Dirección General de la Guardia Civil, publicada el 8 de junio de 1919 en su boletín oficial. Se trataba de un documento de sumo interés para conocer los datos de la demarcación. Entre otros, su población. En la fechada el 14 de junio de 1927: 2.480 habitantes y 620 vecinos.
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