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viernes, 7 de marzo de 2014

JOSÉ ENRIQUE VARELA IGLESIAS: EL INFANTE DE MARINA QUE FUE MINISTRO DEL EJÉRCITO.


Artículo escrito por Jesús Núñez y publicado en el "BOLETIN DE LA ESCUELA DE INFANTERIA DE MARINA" nº 34 correspondiente al mes de junio de 2002, págs. 60-68. 
El original está ilustrado por ocho fotografías en blanco y negro.

El bilaureado Capitán General José Varela fue educando de cornetas, soldado, cabo y sargento de Infantería de Marina. Esta es la historia inédita del gran amor y lealtad que siempre profesó a tan glorioso Cuerpo de la Armada hasta el último de sus días.

Introducción.

Hace poco se ha cumplido el cincuenta aniversario del fallecimiento del Capitán General del Ejército español, José Enrique Varela Iglesias, Marqués de Varela de San Fernando, empleo y título que se le concedieron postumamente el mismo día de su muerte por que tal y como rezaba el correspondiente decreto de la Jefatura del Estado, "Justo que quien en vida tanto dio y honró a su Patria, ésta le rinda el máximo homenaje".

Si bien la figura del bilaureado militar es sobradamente conocida, no lo son tanto sus orígenes y primeros años en la milicia, que bajo el uniforme de Infante de Marina, le marcaron notable y noblemente a lo largo de toda su brillante carrera, habiéndose sentido siempre muy orgulloso de haber pertenecido a tan glorioso Cuerpo.

Ingreso en la Infantería de Marina.


José Enrique Varela Iglesias nació en San Fernando, provincia de Cádiz, el 17 de abril de 1891 y más concretamente en el domicilo familiar, sito por aquel entonces en el Patio de la Maestranza nº 6. 

Su madre, a la que siempre profesó una adoración extraordinaria, se llamaba Carmen Iglesias Pérez y su padre, Juan Varela Pérez, era sargento de la banda de cornetas del Primer Regimiento de Infantería de Marina, de guarnición en dicha ciudad.

Al día siguiente fue inscrito en el registro civil y pocos días después le bautizaron en la Iglesia Castrense de San Francisco, anotándose la partida correspondiente en el Libro Parroquial del 2º Tercio activo de Infantería de Marina, siendo sus padrinos Juan Rueda Gallardo y Rosario Fernández Robledo.

Sus primeros años transcurrieron en San Fernando en donde cursó estudios en diversos centros escolares, aficionándose desde niño a los juegos militares. 

De hecho, tal y como dejó escrito hace ya muchos años su compañero infantil de andanzas callejeras Mariano Fernández Castelló, que llegó a ser teniente de Infantería de Marina, al jovencísimo Varela ya le gustaba jugar a "formar guerrillas en las que dos bandos, con hondas de cáñamo o tiras de tela, se tiroteaban, disputándose el llegar antes al lugar previamente marcado, mandando siempre por supuesto uno de aquellos".

Decidido a ser militar de carrera superó satisfactoriamente los tres años de bachillerato que por aquel entonces se exigían como requisito previo para opositar a las academias castrenses. 

En 1905, cuando contaba con tan sólo catorce años de edad, estaba ya en condiciones de afrontar dicha posibilidad, pero sin embargo las modestas condiciones económicas de su familia le impidieron acceder y permanecer en los centros de formación de oficiales, dado el coste que ello suponía.

A pesar de que sus profesores vieron en él buenas actitudes para cursar la carrera de Derecho, por la facilidad con que asimilaba sus disciplinas y el don de gentes que ya en aquella época acreditaba, el joven Varela persistió en no cursar otros estudios que no fueran los militares.

Quería ser oficial del Ejército y en especial de Infantería. En una ocasión, siendo todavía casi un niño, le dijo a su padre la razón de ello: "Mi deseo es pertenecer a fuerzas de choque para luchar en primera fila en defensa de mi Patria".

Tal vez llame la atención al lector que Varela no aspirase en aquel momento a ser oficial de Infantería de Marina, pero hay que tener en cuenta que por esa época y como consecuencia de esas controvertidas reformas a las que periódicamente era sometido el glorioso Cuerpo, de los dos batallones que contaba cada uno de los tres regimientos existentes, el primero se destinaba para servicios y el segundo para buques y arsenales, actividades por lo tanto poco seductoras para un joven de tanto ardor guerrero.

Cuando cumplió los dieciocho años se le presentó por fin la oportunidad de iniciar la carrera de las armas, si bien no directamente en la Academia de Toledo tal y como hubiera sido su deseo, pues eran necesarios unos recursos económicos que sus padres no tenían. Consecuente con ello decidió ingresar como tropa en la Infantería de Marina e intentar alcanzar lo antes posible el empleo de sargento para poder así acogerse a los beneficios y facilidades que entonces se daban a estos para ingresar en las academias de oficiales.

El 2 de junio de 1909, Varela ingresaba como educando de corneta en el Primer Regimiento de Infantería de Marina, de guarnición en San Fernando y que mandaba el coronel José de Dueñas Tomasseti, siendo encuadrado en la 2ª compañía del 1º batallón.


Soldado, Cabo y Sargento de Infantería de Marina.


Su primer documento militar decía textualmente así:

"Cuerpo de Infantería de Marina.- Primer Regimiento.- Primer Batallón, 2ª Compañía.- Filiación del educando de cornetas José Enrique Varela Iglesias. Hijo de Juan y de Carmen. Natural de San Fernando, provincia de Cádiz. Capitanía General de Sevilla, avecindado en San Fernando. Nació el 17 de abril de 1891, de oficio estudiante.- Edad: 18 años y un mes. Su religión: C. A. R..- Su estado: soltero.- Su estatura: un metro seicientos treinta y dos centímetros.- Sus señas: pelo castaño, cejas idem, ojos pardos, nariz regular, boca idem. Barba ninguna, color trigueño, su frente regular.- Su aire: marcial.- Su producción: buena.- Sus señas particulares: ninguna.- Acreditó saber leer y escribir.

Fue admitido como educando de cornetas por el tiempo de cuatro años, procedente de la clase de paisano, por orden del Sr. Coronel del Regimiento.- Queda filiado en virtud de la presente, para servir en clase de educando de cornetas por el tiempo de cuatro años, contados desde el 2 de junio de 1909, con arreglo a las instrucciones y órdenes vigentes. Y de quedar conforme y enterado, firma el interesado la presente ante el Jefe y testigos que suscriben.- San Fernando, 2 de junio de 1909.- El interesado: José Varela Iglesias.- Testigos: El Sargento 2º, José Lahera.- El Sargento 1º, Emilio Pascual.- Ante mi, el Comandante jefe del Detall, Antonio Topete.- Rubricados".

Poco más de tres meses después, el 14 de septiembre, causó baja en la misma unidad como educando de cornetas y alta como soldado de Infantería de Marina permaneciendo en la misma compañía y batallón hasta que el 1 de enero de 1910 ascendió al empleo de cabo por elección.

Transcurrido apenas un año y medio, por real orden de 28 de julio de 1911 y con la antigüedad del 21 de dicho mes, fue ascendido también por elección, al empleo de sargento de Infantería de Marina, mereciendo a la Junta de exámenes la nota de "Es bueno en su clase".

Contaba Varela entonces veinte años de edad y ya tenía los ansiados galones de sargento que tanto necesitaba para poder acogerse a los beneficios y facilidades que por aquella época se daban a los de dicho empleo para ingresar en las academias de oficiales así como algo muy importante dada su modesta situación familiar, poder contar con un sueldo para costear al menos parte de sus estudios militares.

Con la honrada ambición de alcanzar el empleo de oficial se presentó a la convocatoria anunciada en el mes de junio de 1912, tal y como acredita el siguiente documento que se transcribe a continuación:

"Cuerpo de Infantería de Marina. Primer Regimiento. Nº 1.097. Excmo. Señor Comandante General del Apostadero. -Excmo. Señor: Debiendo tomar parte en las oposiciones para ingreso en las Academias Militares de Caballería, Infantería y Artillería el Sargento de este Regimiento José Varela Iglesias, tengo el honor de participarlo a V.E. por si en su vista tiene a bien ordenar se expida el correspondiente salvoconducto para Valladolid, Toledo y Segovia, constándome que tiene hechos los estudios oportunos. - Dios guarde a V.E. muchos años. - San Fernando, 24 de junio de 1912. El Coronel, Arturo Monserrat. -Rubricado."

El 26 de junio el sargento Varela, vistiendo su uniforme azul de Infantería de Marina, salió en tren desde San Fernando para Toledo en donde tras superar brillantemente los tres ejercicios eliminatorios de que constaba la oposición, se le comunicó su próximo ingreso como cadete en la Academia de Infantería.

La prensa local se hizo eco de la noticia y así "La Correspondencia de San Fernando", correspondiente al 13 de julio de 1912, publicaba que "De regreso de Toledo, en donde ha obtenido el ingreso en aquella Academia, después de brillantes exámenes, tuvimos el gusto de saludar a nuestro particular amigo el joven Sargento de Infantería de Marina Don José Enrique Varela Iglesias. Reiterémosle nuestro más sincero parabien, que hacemos extensivo a sus señores padres".

Una brillante carrera militar: Dos laureadas, una medalla militar individual y el generalato.


Dos días antes, el 11 de julio, se había despedido en el cuartel de San Carlos, de sus jefes y compañeros de Infantería de Marina quienes le desaron toda clase de éxitos, marchándose el 29 de agosto para Toledo al objeto de iniciar sus estudios como cadete.

El 1 de septiembre se incorporó al Alcázar pasando a formar parte de la XIX Promoción de la Academia de Infantería, la cual por avatares del destino y el devenir de la historia de España estaba llamada a ser una de las que más bajas sufrió, pues como consecuencia de las Campañas de Marruecos y la Guerra Civil, habría de sufrir un total de 285 muertos de los 472 oficiales que la formaban.

El 24 de junio de 1915, tras tres años de estudios en el alcázar toledano, donde su conducta fue conceptuada de sobresaliente, obtuvo el despacho de 2º teniente (antigua denominación del actual empleo de alférez), que le fue entregado por el propio rey Alfonso XIII, siendo destinado al cuadro de eventualidades de Melilla. 

El 28 de julio se presentó en la plaza española norteafricana, incorporándose al Regimiento de Infantería Ceriñola nº 42, de guarnición en Cabrerizas Altas.

Buscando más actividad, solicitó su destino al Grupo de Fuerzas Regulares Indígenas nº4 de Larache, presentándose en su nueva unidad el 2 de junio de 1916. A partir de entonces su carrera militar fue fulgurante y gloriosa, siendo acreedor a numerosas condecoraciones y sucesivos ascensos por méritos de guerra.

El joven "isleño" persiguió siempre los puestos de mayor riesgo y fatiga que bien pronto le hicieron merecedor de las dos Laureadas. Así, el preámbulo de la real orden de 12 de diciembre de 1921, concediéndole la primera de la más preciada condecoración militar española en tiempos de guerra, que normalmente solía concederse a título póstumo, reflejaba por si solo el incuestionable valor de su titular.

Textualmente decía:

"El Teniente Varela al mando de una Sección de 20 hombres atacó la cueva de Ruman (Larache) el 20 de septiembre de 1920. Situada en un recodo del río Lucus, en las inmediaciones de Mexerach, este centro de resistencia del enemigo perfectamente oculto, impedía el paso de la columna operante causándole numerosas bajas. Se intentó por dos veces reducir la resistencia sin conseguirlo; lejos de ello, el enemigo, envalentonado, rechazó las fuerzas que le atacaban cogiéndoles numerosos prisioneros. 


El Teniente Varela se ofreció voluntario para llevar a cabo el tercer intento al frente de una compañía de Regulares que situó convenientemente, excepto 20 hombres que eligió, y después de enardecerlos con su ejemplo se lanzó al interior de la cueva luchando encarnizadamente dentro de la misma cuerpo a cuerpo y al arma blanca con el enemigo, haciéndoles 30 muertos en el interior y poniendo al resto en franca huida. Al salir de la cueva, de los 20 hombres sólo quedaban vivos el Teniente Varela y cuatro más. Continuó la operación normalmente, sin más consecuencias graves".


Pocos meses después el antiguo sargento de Infantería de Marina acreditaba nuevamente su extraordinario valor y heroísmo con motivo de la ocupación y defensa de la meseta de Abdama acontecida el 12 de mayo de 1921. Aquel día, según constaba en el expediente contradictorio que se instruyó:

"Sostuvo el Teniente Varela combate con el enemigo durante ocho horas, sufriendo sus tropas numerosas bajas, principalmente en el primer ataque y la reacción, de tal modo, que de las dos secciones de que disponía al principio, perdió los 2 oficiales y 33 de tropa, de los 60 que constituía el efectivo, y de la sección que fue en su apoyo, los 2 oficiales que con ella fueron, más 17 de tropa de los 25 que la formaban".

Es decir, de los 87 hombres que componían su compañía fueron bajas los otros 4 oficiales y 50 de tropa, manteniéndose en la posición al mando de los supervivientes sin perder un palmo de terreno aún a pesar de los fortísimos ataques lanzados por el contrario. 

Por real orden del Ministerio de la Guerra de 21 de julio de 1922, se le concedió por tan heroica acción la segunda Cruz Laureada de San Fernando. Ascendido el 11 de junio de 1921 a Capitán por méritos de guerra, el rey Alfonso XIII le impuso personal y públicamente las dos Laureadas en Sevilla el 15 de octubre de 1922.

Sin embargo todo ello no deslumbró al joven y heroico oficial cuya sencillez fue siempre una de sus mejores virtudes, llegando a declinar cortésmente el Ducado de Rumán y el Marquesado de Addama que entonces le ofreció Alfonso XIII.

El rey, lejos de ofenderse alabó tal muestra de modestia y lo nombró, ya sin derecho a réplica, Gentilhombre de Cámara, ingresándolo además en la Real Maestranza de Caballería de Sevilla.

Por real orden de 12 de marzo de 1924 Varela volvió a ascender por méritos de guerra, esta vez al empleo de comandante, siendo destinado al Servicio de Aviación en el aeródromo norteafricano de Tahuima tras realizar el curso de observador aéreo. 

Tras participar durante varios meses en numerosas misiones de bombardeo contra la cabilas rebeldes fue nombrado jefe de la "Harka", una aguerrida fuerza irregular indígena al servicio de España.

Combatiendo siempre al frente de sus hombres en contínuos y arriesgados golpes de mano al más puro estilo guerrillero e infiltrándose tras las líneas enemigas, llegó a protagonizar el 24 de marzo de 1925 la heroica acción del monte Ifermin, al destruir con trilita un cañón rebelde que hostigaba el campamento español de Tafersit, si bien resultó herido en el vientre de un disparo de fusil. 

Por tal operación el presidente del gobierno, teniente general Miguel Primo de Rivera Orbaneja, le impuso personalmente la Medalla Militar.

Prosiguiendo con las campañas de Marruecos participó activamente el 10 de septiembre de ese mismo año, al frente de su Harka, en el histórico desembarco de Alhucemas, en donde volvió a coincidir con sus antiguos compañeros de Infantería de Marina que formaban parte del batallón expedicionario de dicho Cuerpo que se mandó expresamente a tal fin desde San Fernando.

Por méritos de guerra contraídos en aquel periodo de operaciones ascendió sucesivamente a los empleos de teniente coronel, con antigüedad de 1 de octubre de 1925, asignándosele la jefatura del Grupo de Fuerzas Regulares Indígenas n1 3 de Ceuta; y a coronel, por real decreto de 18 de abril de 1929, pasando al año siguiente a mandar el Regimiento de Infantería de la Base Naval de Cádiz nº 67.

En la Guerra Civil, siendo ya general de brigada desde el 30 de octubre de 1935, con el número uno de su promoción del generalato, encabezó el alzamiento militar en Cádiz, dirigiendo desde ese momento y durante toda la contienda algunas de las operaciones militares más importantes que las fuerzas nacionales llevaron a cabo en las provincias de Córdoba, Málaga, Toledo con la liberación del Alcázar, Segovia y Teruel por ejemplo.

Por decreto de 12 de mayo de 1938, Varela fue ascendido al empleo de general de división. Uno de sus ayudantes durante aquellos años fue precisamente un comandante de Infantería de Marina, su cuñado Julián Arana Irurita. 

Asimismo durante algunas de las operaciones que dirigió, como la toma de la ciudad de Ronda por ejemplo, participaron fuerzas expedicionarias de Infantería de Marina como las mandadas por el capitán Antonio Ristori Fernández.

Poco después de finalizar la Guerra Civil fue nombrado Ministro del Ejército, puesto que ocupó desde el 9 de agosto de 1939 hasta el 3 de septiembre de 1942, siendo promovido durante el mismo al empleo de teniente general. 

Durante ese periodo creó el Estado Mayor del Ejército, la Escuela Politécnica para Ingenieros de Armamento y Construcción, el Regimiento de la Guardia del Jefe del Estado; el Cuerpo de Farmacia Militar; restableció las Capitanías Generales, la Academia General Militar y el Cuerpo Eclesiástico del Ejército; reorganizó los Gobiernos Militares, el Ejército de Marruecos, el Museo Histórico del Ejército y así un largo etcétera.

Por decreto de 5 de marzo de 1945 fue nombrado Alto Comisario de España en Marruecos, General en Jefe del Ejército de Africa, Inspector de La Legión y de las Tropas Jalifianas así como Gobernador General de Ceuta y Melilla, desarrollando una meritoria labor como gran estadista en todos los aspectos y singularmente en el de las obras públicas e hidráulicas, siendo constantemente venerado por los indígenas, manteniendo la paz y la soberanía del Protectorado a pesar de la crisis internacional existente como consecuencia del desenlace de la 2ª Guerra Mundial.

Su amor a la Infantería de Marina.


Si bien Varela durante toda esa brillante carrera militar no volvió a vestir el uniforme de la Infantería de Marina, siempre tuvo bien presente como se verá a continuación, su amor a tan glorioso Cuerpo y del que siempre se mostró tan orgulloso de haber pertenecido.

Tal y como recordaba a finales de 1953 el archivero Francisco Macarro Gómez, encargado durante años de organizar los magníficos archivos privados del bilaureado militar, bajo la ilusión y dirección de quien fuera su viuda, Casilda de Ampuero y Gandarias, marquesa de Varela de San Fernando, "no es que relegase al olvido el uniforme de sargento de Infantería de Marina, sino que quiso anudarlo con el de Infante del Ejército".

El recuerdo que dejó de su paso por el cuartel de San Carlos fue imborrable y no sólo entre sus compañeros de armas. Durante esa etapa nunca dejó de seguir cultivando la amistad de quienes hasta hacía poco habían sido sus profesores y condiscípulos. 

Prueba de ello es el siguiente fragmento de la carta escrita el 6 de marzo de 1926 por el Hermano Hilario Felipe, director del colegio religioso en el que estudió sus últimos años escolares, al felicitarle por su ascenso al empleo de teniente coronel cuando sólo contaba treinta y cuatro años de edad.

"He seguido con verdadero cariño de amigo todas sus proezas e intervenciones que has hecho para poner en alto el pabellón de la Patria, y mis aplausos te han seguido por doquier. ¡Bien por el amigo Varela!, exclamaba con verdadera fruición, y hacía un retrato tuyo ante los que me escuchaban - de aquel muchacho travieso y simpático que jugaba en nuestro colegio de San Fernando, ataviado con una marinera de color azul; de aquel soldado, cabo y sargento de Infantería de Marina que, dicharachero y alegre, nos acompañaba desde el Cuartel hasta la calle Real -. ¡Qué tiempos aquellos!. ¡Cuántas veces me he acordado de tu padre ...!".

Por otra parte sus antiguos compañeros de Infantería de Marina nunca le olvidaron y siempre aprovechaban cualquier ocasión para homenajearlo y demostrarle su cariño y admiración. Así en el periódico "Heraldo de San Fernando", correspondiente al 1 de julio de 1927, podía leerse una extensa crónica de José Carretero Troya que comenzaba de la siguiente forma:

"¡Ese es el héroe!.- Los suboficiales y sargentos de Infantería de Marina, para así demostrar una vez más el afecto y cariño que profesan al hijo esclarecido y predilecto de esta ciudad fernandina, han pensado, sin regateo alguno, regalar un retrato al óleo como recuerdo del Cuerpo que tanto lo distingue y aprecia".

En el diario correspondiente al día 27 de dicho mes se podía leer otra extensa crónica del mismo periodista dedicada "a la clase de suboficiales y sargentos de Infantería de Marina con todo respeto" en el que destacaban párrafos como el de "¡Enrique Varela Iglesias!. Este es el nombre del que supo enorgullecer al Regimiento de Infantería de Marina, que tanto le aprecia y distingue, con sólo dar comienzo en él su tan lucida carrera".

Otro ejemplar botón de muestra fue el emotivo homenaje que le rindieron en San Fernando, los suboficiales y sargentos de Infantería de Marina el 17 de mayo de 1929, en los salones de "La Mallorquina", con motivo de su ascenso a coronel por méritos de guerra. El brigada Manuel Castro fue el encargado de pronunciar ante más de sesenta comensales un memorable discurso que incluyó algunas hermosas cuartillas escritas por su compañero José Fernández Ramírez.

Actos como éste y otros muchos más que acontecieron a lo largo de su vida, siempre dejaron profunda huella de agradecimiento y camaradería en quien siempre se sintió Infante de Marina. 

Prueba de ello es que cuando hizo construir hace más de cincuenta años lo que hoy en Cádiz se conoce como la "Casa de Varela de San Fernado", la noble entrada al edificio está flanqueada por dos columnas que se levantan sobre sus correspondientes pedestales. 

En uno de ellos figura el emblema de la Infantería de Marina mientras que en el otro el de las Fuerzas Regulares Indígenas. Ambos emblemas vuelven nuevamente a repetirse en el interior del palacete, pero esta vez enclavadas en la parte superior de una enorme y artística vidriera alegórica de los principales hechos de armas del ilustre militar.

La Infantería de Marina que siempre honró a sus muertos no lo fue menos cuando llegó el triste momento de despedir a su antiguo sargento. Lo que no pudieron las balas y las bombas lo logró una cruel enfermedad. El 24 de marzo de 1951 el teniente general Varela fallecía de leucemia en Tánger.

Su cuerpo fue trasladado a Tetuán, residencia de la Alta Comisaría, y seguidamente a Ceuta para desde allí por mar, en el cañonero "Sarmiento de Gamboa", escoltado por los destructores "Alcalá Galiano", "Gravina" y "Lepanto", hasta Cádiz. El día 27 fue enterrado en su ciudad natal de San Fernando, siéndole rendidos, en medio de un impresionante duelo popular, honores de Capitán General.

La escolta de honor estuvo formada por soldados de su guardia indígena y de Infantería de Marina, encontrándose algunos de los oficiales de dicho Cuerpo entre los que portaron su fétreo en algunos tramos de la carrera, que fue acompañado en todo momento de la banda de cornetas y tambores en la que el difunto bilaureado había iniciado sus primeros pasos en la milicia como educando en un ya lejano mes de junio de 1909. 

Asimismo el cortejo fúnebre, presidido por el ministro del Ejército en representación del Jefe del Estado, estuvo cerrado por un batallón de Infantería de Marina.

Apenas dos días antes, en Tetuán, el general francés Boyer de la Tour, había impuesto sobre su cadáver la Medalla del Mérito Militar Jerifiano, concedida a título póstumo por el Sultán de Marruecos. 

Dicha recompensa, se unía a las dos Cruces Laureadas, una Medalla Militar individual, dos Medallas Militares colectivas, una Cruz de María Cristina, tres Cruces de Guerra, Cruz, Placa y Gran Cruz de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo, cinco Cruces del Mérito Militar con distintivo rojo, una Gran Cruz del Mérito Militar con distintivo blanco, una Gran Cruz del Mérito Naval con distintivo blanco, una Gran Cruz del Mérito Aeronáutico con distintivo blanco, una Cruz del Mérito Naval con distintivo rojo, una Medalla de Sufrimiento por la Patria, una Medalla Militar de Marruecos con pasadores de Larache, Melilla y Tetuán, una Medalla Conmemorativa de las Campañas, una Gran Cruz de la Orden de la Medhania, una Medalla de la Campaña, una Gran Cruz de la Orden de la Corona de Italia, una Gran Cruz de la Corona de Rumania, una Gran Cruz de la Orden Militar de Aviz de Portugal, una Gran Cruz de la Orden Militar del Aguila de Alemania, una Cruz de Guerra de Francia, una Gran Cruz de la Orden Militar del Sol de Perú, una Gran Cruz del Mérito Militar del Brasil, un Gran Cordón de la Orden Ouissan Alaouita de Marruecos, una Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica, una Gran Cruz de la Orden Imperial del Yugo y las Flechas, y la Medalla de Oro de la Ciudad de Melilla, entre otras.


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